Primarios | Lección 7: ¡Puedo ver! | 3er Trimestre 2024

Lección 7 de Primarios
¡PUEDO VER!

Primarios | Lección 7: ¡Puedo ver! | 3er Trimestre | Año A

Textos clave y referencias:
Hechos 9:10-19. Los hechos de los apóstoles, cap. 12, u.p.

Versículo para Memorizar:
“Ese hombre es mi instrumento escogido”
(Hechos 9:15).

Mensaje:
El amor de Dios es como una luz en la oscuridad.

Imagínate que no puedes ver nada. Todo está oscuro. Solamente sabes si es de día o de noche por lo que te dicen. Durante tres días Saulo no pudo ver nada. Lee la historia de la lección para que sepas lo que sucedió al final del tercer día.

Saulo estaba sentado tranquilo en la casa de Judas. Ya no parecía un hombre temible y poderoso. Ya no era aquella persona autoritaria que había sido solo tres días antes. Estaba sentado tranquilo con la cabeza inclinada y pasaba todo el tiempo orando al Señor.

¡Había mucho por lo cual orar! Seguramente oró mucho por perdón. Le horrorizaba pensar en los cristianos que había perseguido. Pero también agradecía y alababa a Dios una y otra vez por su salvación. Le emocionaba el recuerdo de haber visto realmente a Jesús en el camino a Damasco.

Repasaba en su mente ese momento una y otra vez. Judas y su familia le ofrecieron a Saulo alimentos, pero él se negó a aceptarlos. Ni siquiera aceptó algo para beber. Finalmente lo dejaron solo con sus propios pensamientos.

Las noticias se esparcieron rápidamente por Damasco. ¡Había llegado Saulo! ¡Saulo, el poderoso perseguidor de los cristianos! Los creyentes habían escuchado que venía y ahora estaba allí. Pero se comentaba que estaba sentado en la casa de Judas. Se escuchaban rumores de que de alguna manera se había quedado ciego. La gente había oído que Saulo había sido conducido hasta la ciudad como si fuera un niño. Sin duda había ocurrido algo muy extraño. Pero nadie sabía exactamente lo que había pasado.

Habían pasado tres días desde el encuentro de Saulo con el Señor. Entonces Ananías, un seguidor de Jesús, tuvo una visión. El Señor se le apareció a Ananías y le dijo: —Levántate y dirígete a la calle llamada Derecha. Busca allí la casa de Judas. Pregunta por un hombre llamado Saulo, que es de la ciudad de Tarso. Él está allí orando. Saulo está ciego. Saulo ha visto una visión, un sueño. Ha visto a un hombre llamado Ananías que vendrá a verlo. Ananías pondrá sus manos sobre Saulo y Saulo podrá ver nuevamente.

Ananías estaba muy nervioso, y con buena razón. —Señor —respondió—, muchas personas me han hablado acerca de este hombre. Le ha hecho cosas terribles a tu pueblo en Jerusalén. Ahora ha venido a Damasco. Los jefes de los sacerdotes le han dado poder para arrestar a cualquier persona que te adore.
—¡Ve!, porque yo he elegido a Saulo para un trabajo importante. Debe hablarle de mí a los que no son judíos, a los reyes y a la gente de Israel —le contestó el Señor a Ananías.

Ananías obedeció al Señor. Caminó lentamente hasta la calle llamada Derecha. Miró hacia el cielo y en torno de ese vecindario muy poblado. Todo parecía normal. Ananías meneó la cabeza. En realidad, pensó, no había nada de normal en lo que estaba sucediendo. Acababa de tener una visión enviada por Dios e iba ahora en camino para encontrarse con el temido Saulo, de quien el Señor le había dicho que ahora era un creyente.

Ananías encontró la casa de Judas. Encontró también a Saulo, que lo estaba esperando sentado, quieto, silencioso y sin poder ver. Ananías se llenó de compasión. Puso sus manos sobre Saulo y le dijo:
—Hermano Saulo, el Señor me envió para que puedas ver nuevamente y para que seas lleno del Espíritu Santo.

Inmediatamente cayeron de los ojos de Saulo algo como escamas. ¡Podía ver otra vez!Y Saulo pidió que lo bautizaran inmediatamente. Ni siquiera dedicó tiempo a comer o beber antes de ser bautizado. Dios había llamado a Saulo y había llamado también a Ananías. Ambos servirían al Señor por el resto de su vida.

LECCIONES DE PRIMARIOS