Lección 6 de Primarios
UN CIEGO VUELVE A VER
Textos clave y referencias:
Hechos 9:1-9; Los hechos de los apóstoles, cap. 12
Versículo para Memorizar:
“Con amor eterno te he amado”
(Jeremías 31:3).
Mensaje:
Dios nunca deja de amarnos.
Hechos 9:1-9; Los hechos de los apóstoles, cap. 12
Versículo para Memorizar:
“Con amor eterno te he amado”
(Jeremías 31:3).
Mensaje:
Dios nunca deja de amarnos.
Tal vez hayas visto en acción a un bravucón abusador, ya sea en tu escuela o en tu vecindario. Tal vez hasta te haya amenazado y hecho sentir mal. Los bravucones tratan de hacer que los demás les tengan miedo. Saulo era una persona de esas. Logró que los sacerdotes le dieran el poder para arrestar a los nuevos cristianos. Pero Dios tenía otros planes para Saulo.
Saulo era famoso por su actitud belicosa Era como una nube amenazadora provista de pies. Su voz rugía como un trueno y parecía como si despidiera relámpagos. Era tan peligroso como un rayo. Su único objetivo en la vida era encontrar a los nuevos cristianos y acabar con ellos.
Saulo y sus ayudantes avanzaban decididamente por el camino. Se dirigían a la famosa y antigua ciudad de Damasco. Llevaban cartas oficiales que les daban permiso para apresar a los creyentes cristianos. Entonces los llevarían a Jerusalén, donde serían juzgados.
Los ardientes rayos del sol de mediodía caían sobre el grupo de viajeros. Pero ellos proseguían el viaje sin vacilación. Tenían una misión por delante y la iban a cumplir aun cuando estuvieran cansados.
Habían viajado ya casi cien kilómetros en los últimos días. Muy pronto podrían divisar la ciudad de Damasco.
De pronto, sin esperarlo, y en medio de aquel día común y corriente, sucedió algo extraordinario. ¡Descendió del cielo un luminoso rayo de luz! Era mucho, mucho más brillante y luminoso que el sol de mediodía. Los viajeros cayeron postrados al suelo. Saulo levantó la vista ante aquella asombrosa luz. No podía creerlo. No era su imaginación. ¡Vio a Jesús en medio de la luz!
Entonces Jesús le habló:
—Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
En ese momento, Saulo comprendió. Jesús era realmente Dios. ¡En verdad lo era! Había resucitado de entre los muertos realmente, como creían los cristianos. Y Pablo entendió lo que Jesús le estaba diciendo:
—Cuando persigues a mis seguidores, realmente me estás persiguiendo a mí.
Saulo no pudo hacer más que levantar su vista y decir: —¿Quién eres, Señor?
—¡Yo soy Jesús al que tú persigues —le contestó Jesús—. Levántate y ve a la ciudad. Allí se te va a decir lo que tienes que hacer.
Entonces desapareció la luz.
Los hombres que viajaban con Saulo no sabían qué decir. Ciertamente habían visto la luz, pero no habían visto a Jesús.
Habían escuchado el ruido, pero no habían entendido las palabras de Jesús. Se levantaron trabajosamente del suelo, mirándose asombrados unos a otros.
Saulo también miró a su alrededor, pero no podía ver nada. ¡Estaba ciego! ¡Totalmente ciego! Movía la cabeza de un lado para otro, diciendo: —¡No puedo ver!
Los amigos de Saulo lo tomaron de la mano y lo guiaron por el camino que llevaba a la ciudad. ¡Qué desfile tan extraño! Solo unos minutos antes, Saulo se estaba comportando como un poderoso cazador, esforzándose por encontrar y capturar a los cristianos. Ahora lo llevaban de la mano por el camino, como si fuera un niño.
Los pies de Saulo tropezaban por el polvoriento camino. Pero Saulo no prestaba atención al lugar donde lo llevaban. Había un solo pensamiento en su mente. ¡Había visto a Jesús! ¡Realmente había visto a Jesús!.
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Dios lo bendiga!!!
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