Lección 10 de Infantes
EL NIÑO QUE VOLVIÓ A VIVIR
Textos clave y referencias:
2 REYES 4:8-37;
PROFETAS Y REYES, CAP. 19, PP. 159-162.
Versículo para Memorizar:
“Si uno de ellos cae el otro lo levanta”
(ECLESIASTÉS 4:10).
Mensaje:
Los hijos de Dios son amables unos con otros.
2 REYES 4:8-37;
PROFETAS Y REYES, CAP. 19, PP. 159-162.
Versículo para Memorizar:
“Si uno de ellos cae el otro lo levanta”
(ECLESIASTÉS 4:10).
Mensaje:
Los hijos de Dios son amables unos con otros.
¿Alguna vez has visitado la casa de unos amigos y te han dado buena comida y un lugar cómodo para dormir? Una mujer hizo eso mismo por Eliseo.
—Gracias por invitarme a comer —le dijo Eliseo — amablemente a la mujer sunamita—. Siempre
disfruto en tu hogar cuando vengo a Sunem. Pero ahora debo continuar mi viaje.
Eliseo se despidió, mientras se alejaba por el camino.
—El hombre de Dios necesita un lugar para quedarse cuando llega a nuestro pueblo —le dijo la mujer a su esposo—. Construyamos una pequeña habitación para él en la azotea.
Su esposo estuvo de acuerdo. Pronto varios hombres se juntaron para añadir un cuarto en la azotea de la casa. Cuando Eliseo volvió, la habitación estaba lista. ¡Qué agradable tener un lugar para descansar!
Un día, mientras estaba en su nuevo cuarto, Eliseo mandó a su siervo Giezi para que hablara con aquella señora.
—Pregúntale qué puedo hacer para agradecerle —le dijo Eliseo.
Pero la mujer dijo que ella tenía todo lo que necesitaba.
—Sin embargo, me gustaría hacer algo por ella —dijo Eliseo a su sirviente.
—Ella no tiene hijos —le recordó Giezi a su maestro—. Y toda mujer en Israel quiere tener hijos.
Eliseo llamó a la bondadosa mujer.
—El año que viene, por este tiempo, abrazarás a un hijo —le dijo con una sonrisa.
¡Al año siguiente, la mujer y su esposo disfrutaron de la llegada de un bebé!
El niñito creció y creció. Un caluroso día de verano, el niño fue al campo donde su padre estaba trabajando. Repentinamente gritó:
—¡Me duele la cabeza! ¡Me duele la cabeza!
Su padre llamó a un sirviente.
—Mi hijo está enfermo. Llévalo rápidamente a su mamá.
El sirviente llevó al niño a la casa. Su mamá lo tomó en su regazo, lo abrazó y trató de aliviarlo. Pero el niño murió. El corazón de la mamá estaba quebrantado. Entonces llevó al niño escaleras arriba y lo acostó en su cama. Luego salió de prisa en busca de Eliseo.
Eliseo regresó a la casa con la mujer. Llevó al niño a su cuarto y cerró la puerta. Eliseo oró y oró, y Dios contestó su oración. ¡Dios le volvió a dar vida al niño!
El niño estornudó. Luego volvió a estornudar. ¡Y otra vez! En total el niño estornudó siete veces. Luego abrió los ojos. Eliseo abrió la puerta de la habitación.
—Ve, trae a su madre —le dijo a Giezi.
La mamá del niño vino corriendo. Vio a su niño sentado. Lo levantó, lo abrazó, lo besó y lo volvió a abrazar. Agradeció al Señor por haberla bendecido tanto.
La sunamita había sido una bendición para Eliseo. Pero el Señor la había bendecido más a ella, porque le había dado a su mismo hijo ¡dos veces!
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Dios lo bendiga!!!
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