Lección 8 de Intermediarios
LOS OJOS VELADOS
Textos clave y referencias:
Lucas 24:13-35;
El Deseado de todas las gentes, cap. 83.
Versículo para Memorizar:
“Su divino poder, [...] nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para vivir
como Dios manda”
(2 Pedro 1:3).
Mensaje:
Dios nos ha dado todo lo que necesi tamos para conocer a Jesús como nuestro Salvador.
Lucas 24:13-35;
El Deseado de todas las gentes, cap. 83.
Versículo para Memorizar:
“Su divino poder, [...] nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para vivir
como Dios manda”
(2 Pedro 1:3).
Mensaje:
Dios nos ha dado todo lo que necesi tamos para conocer a Jesús como nuestro Salvador.
¿Alguna vez alguien te ha pedido que le contaras algo que te huiera sucedido para luego escribirlo?Lucas entrevistó a muchas personas cuando escribió su evangelio. Esta historia recrea una conversación que pudo haberse dado entre Lucas y uno de los discípulos que se encontró con Jesús en el camino a Emaús.
—Cuéntame acerca del día de la resurrección de Jesús —dijo Lucas.
—Nunca podré olvidar ese día —contestó el discípulo, moviendo la cabeza—. Estuvimos en el aposento alto. Escondidos. No sabíamos si los sacerdotes nos arrestarían porque éramos sus discípulos. Habiendo terminado la Pascua, teníamos que volver a casa. Antes de salir de Jerusalén, nos encontramos con otros creyentes. Habían escuchado que el cuerpo de Jesús no estaba en la tumba. Y algunas de las mujeres afirmaban que habían visto a Jesús..
—¿Y ustedes qué pensaban? —preguntó Lucas.
—No sabíamos qué pensar —dijo—. Cleofas y yo estábamos demasiado tristes como para comprender los rumores. Era tarde y lo único que queríamos era llegar a casa.
—¿A qué distancia vivían de Jerusalén?—preguntó Lucas.
—A unos doce kilómetros, pero ese día parecía como si hubiéramos tenido que arrastrarnos hasta el fin de la tierra. Había pocas personas en el camino. Pero estábamos muy deprimidos como para saludar mientras caminábamos. Nos mantuvimos enfrascados en nuestros pensamientos. No podíamos entender lo que había pasado. Tratábamos de animarnos, pero ninguno lo logró.
—No habíamos caminado mucho cuando un hombre nos alcanzó —siguió contando el discípulo—.
Ninguno de nosotros le prestó mucha atención. Creo que estábamos demasiado sumidos en nuestra propia miseria. Si le parecimos rudos, nunca nos lo dio a entender, pero quería saber por qué estábamos tan preocupados.
—Cleofas le preguntó si era extranjero en el lugar. Estaba sorprendido de que parecía no saber lo que había pasado en Jerusalén. Prácticamente toda la ciudad no hablaba de otra cosa desde el viernes. Nos dejó que habláramos acerca de lo que nos apesadumbraba.
—¿Recuerdan lo que le dijeron? —preguntó Lucas.
—Yo dije que no estaba seguro de por qué había muerto Jesús—recordó el discípulo—, y que había creído que Jesús era un profeta enviado por Dios para liberar a Israel. Me sorprendí a mí mismo contándole tantas cosas a aquel forastero, pero parecía ser alguien en quien podíamos confiar.
—¿Le contaron lo que habían dicho las mujeres? —preguntó Lucas.—Sí, y que no sabíamos qué creer. Si él estaba vivo, ¿dónde estaba?
Pero eso parecía imposible. El extraño se daba cuenta de que nos sentíamos mal. Pero entonces nos dijo que no había una verdadera razón para que nos sintiéramos de esa manera. Habló de cómo el Mesías tenía que sufrir para que así pudiéramos ver su verdadera gloria. También nos recordó lo que los profetas habían dicho acerca del Mesías. Era extraño. Aquel hombre hablaba tan parecido a Jesús... recuerdo que me quedé mirándolo y preguntándome quién sería.
—Cuando finalmente llegamos a casa, el extranjero siguió caminando como si continuara su viaje. Lo detuve y lo invité a quedarse con nosotros.
Debido a que era tarde preparé una comida muy sencilla. El extranjero había tomado mi lugar en la cabecera de la mesa. Me pareció extraño, pero no dije nada. En lugar de eso, le pasé el pan para la bendición. Cuando extendió sus manos sobre el pan, me dio un vuelco el corazón. ¡Lo hizo exactamente como Jesús lo hacía! Me acerqué, vi las huellas de los clavos en sus manos y entonces supe por qué había hablado tan parecido a Jesús mientras estábamos caminando. ¡Era Jesús!
—¿Qué hicieron entonces? —preguntó Lucas.
—Nos arrodillamos para adorarlo pero cuando levantamos la vista, había desaparecido. Estábamos demasiado emocionados como para dormir. Así que decidimos regresar a Jerusalén y contar a los demás lo que habíamos visto. Aun sabiendo que estaba oscuro, corrimos descendiendo por el mismo camino que acabábamos de transitar. Saltábamos y resbalábamos en los lugares rocosos, pero no nos importaba. Algunas veces extraviamos el sendero y tuvimos que volvernos para encontrarlo de nuevo. Nada de eso importaba. ¡Jesús estaba vivo, y nosotros lo habíamos visto! ¡Teníamos que contarlo a todos!
—Cuando regresamos a Jerusalén, ¡los discípulos lo habían visto allí también! Y desde ese día, nosotros sabemos que él está con nosotros todos los días.
LECCIONES DE INTERMEDIARIOS
📖 | L1 | L2 | L3 | L4 | L5 | L6 |
L7 | L8 | L9 | L10 | L11 | L12 | L13 |
Dios lo bendiga!!!
Post A Comment:
0 comments:
Escribe tu comentario.