Lección 1 de Intermediarios
EL HOMBRE MÁS SABIO DEL MUNDO
Textos clave y referencias:
1 Reyes 3:1-15; 4:29-34;
Profetas y reyes, caps. 2, 3.
Versículo para Memorizar:
“Opten por mi instrucción, no por la plata; por el conocimiento, no por el oro refinado. Vale más la sabiduría que las piedras preciosas, y ni lo más deseable se le compara”
(Proverbios 8:10, 11).
Mensaje:
Dios nos da sa biduría para que po damos servir a los demás.
1 Reyes 3:1-15; 4:29-34;
Profetas y reyes, caps. 2, 3.
Versículo para Memorizar:
“Opten por mi instrucción, no por la plata; por el conocimiento, no por el oro refinado. Vale más la sabiduría que las piedras preciosas, y ni lo más deseable se le compara”
(Proverbios 8:10, 11).
Mensaje:
Dios nos da sa biduría para que po damos servir a los demás.
¿Quién es la persona más inteligente que conoces? ¿Cómo crees que adquirió su inteligencia? ¿Alguna vez has pensado que tú también puedes ser como ella? La historia de esta semana nos dice cómo.
—Aquí está la última planta del jardín del palacio —dijo el joven mayordomo, con sus músculos en tensión por el peso de la frondosa planta en su pesada maceta—. ¿Dónde quieres que la ponga?
—Puedes ponerla allí, frente a la otra —dijo, señalando hacia el trono, el encargado de actividades del palacio del rey Salomón.
El mayordomo llevó la planta hasta el lugar y luego la colocó cuidadosamente a un lado del trono. Se quedó observando el salón unos pocos segundos.
—¡Esto ha quedado espectacular! —exclamó.
—Gracias, mi amigo —dijo el jefe—. Espero que al rey Salomón le guste tanto como a ti.
—Le gustará —dijo el mayordomo, descansando sobre los escalones—. Me encantaría poder verlo todo.
—Creo que puedo arreglar eso —dijo sonriente, el jefe—. Retira un poco la cortina púrpura por donde están las borlas.
El joven mayordomo la retiró hacia atrás y descubrió una pequeña área
con dos bancos. —Pedí permiso al jefe de protocolos para que te permitiera sentarte aquí conmigo durante la ceremonia. Preséntate aquí mañana antes de que amanezca. Debes estar en el lugar antes de que lleguen los demás.
A la mañana siguiente, todavía el cielo no se había puesto rosado cuando el joven mayordomo atravesó la puerta de la servidumbre para entrar al palacio. Preguntó al cocinero si ya había
llegado el jefe.
—A las cuatro —contestó el cocinero sin voltear a verlo.
Apresurándose para llegar al salón del trono, el mayordomo preguntó:
—Señor, ¿hay algo en que pueda ayudar?
—No, aquí todo está listo. El jefe de protocolo ya estuvo aquí e inspeccio nó el salón —dijo el jefe de celebraciones especiales—. Pregunta al cocinero si necesita ayuda.
El tiempo pasó rápidamente mientras el joven mayordomo ayudaba al personal de cocina. Finalmente el jefe le dio un tirón.
—Es hora de irnos —susurró.
Rápidamente ambos se dirigieron hacia el pequeño espacio y se ubicaron en su lugar. El jefe arregló cuidadosamente las pesadas cortinas para que pudieran observar sin ser vistos. Justo cuando el último pliegue estuvo en su lugar, los oficiales de la corte entraron al salón y rápidamente ocuparon sus puestos.
Con un sonido de trompetas, el rey Salomón entró al salón, seguido por sus ayudantes personales. Mientras caminaba por el salón la gente se inclinaba. El joven mayordomo silbó quedamente al ver la elegante ropa y la resplandeciente corona que portaba el rey Salomón.
Salomón subió los escalones hasta su trono y se sentó. Dos ayudantes le arreglaron sus mantos rojos y dorados. Otro le entregó el cetro. Finalmente estaba listo para recibir a sus invitados.
De nuevo las trompetas resonaron y la procesión de reyes, primeros ministros, y otros jefes de estado desfiló hacia el salón del trono.
—¿Por qué ha venido tanta gente? Hoy no es un día feriado —dijo quedamente el mayordomo.
—Vinieron a escuchar la sabiduría del rey Salomón —contestó el jefe lo más bajo posible.
—¿Cómo llegó a ser tan sabio?
—Él oró pidiendo sabiduría. Salomón tenía apenas veinte años cuando llegó a ser rey
—dijo el jefe—. Como la mayoría de los príncipes, él no tenía ninguna responsabilidad real. Entendía que no sabía cómo gobernar un país. Una noche tuvo un sueño. Dios se le apareció y le dijo: “Pide cualquier cosa que quieras que te dé”.
—¿Quieres decir que Dios le iba a dar cualquier cosa que pidiera? —preguntó el joven mayordomo.
—Así es. Él sabía que Dios había sido fiel con su padre, David, aun cuando cometió errores. Salomón sintió que necesitaba ayuda para ser un buen rey. Así que pidió sabiduría para gobernar al pueblo —contestó el jefe.
—¿Eso es todo lo que pidió? —preguntó el mayordomo.
—Eso es todo. Dios estuvo muy complacido con Salomón porque pidió sabiduría. Le dijo a Salomón: “Serás tan sabio como nadie antes de ti lo ha sido ni lo será después. Podrías haber pedido otras cosas, pero no lo hiciste. Así que voy a darte las cosas que no pediste, riquezas y honores. Si me obedeces como lo hizo tu padre, también te daré una larga vida”.
—¿Así que el rey Salomón es tan sabio como todo este pueblo junto? —preguntó el mayordomo.
—Más sabio aún. Y también talentoso en otras maneras —dijo el jefe de eventos especiales—.
Escribió unos tres mil proverbios y cantos, y posee grandes conocimientos acerca de las plantas y los animales. No hay nada que no entienda.
—Así que estoy mirando en acción al hombre más sabio del mundo.
—Efectivamente —sonrió el jefe.
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Dios lo bendiga!!!
gracias a Dios por permitirnos estudiar estas guias. por capacitar a personas con este material, bendiciones.
ResponderBorrarTa bien 👍
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