Lección 2 de Intermediarios
PALABRAS DIGNAS DE UN REY
Textos clave y referencias:
Proverbios 22:1-5, 9, 22;
Profetas y reyes, cap. 1, pp. 20, 21.
Versículo para Memorizar:
“Porque el Señor da la sa bi duría; conocimiento y ciencia brotan de sus labios”
(Proverbios 2:6).
Mensaje:
La Palabra de Dios guía nuestro servicio.
Proverbios 22:1-5, 9, 22;
Profetas y reyes, cap. 1, pp. 20, 21.
Versículo para Memorizar:
“Porque el Señor da la sa bi duría; conocimiento y ciencia brotan de sus labios”
(Proverbios 2:6).
Mensaje:
La Palabra de Dios guía nuestro servicio.
¿Alguna vez has leído un manual de instrucciones y no las enten diste? ¿Alguna vez has necesitado ayuda para ensamblar algo porque las instrucciones estaban muy complicadas? Aquí hay buenas noticias para ti. La Biblia tiene instrucciones para nuestras vidas que son fáciles de comprender.
Imaginemos que estamos escuchando una conversación entre un padre sabio y su hijo.
—Su majestad —dijo el mayordomo de Salomón a Roboam—, los caballos están listos. El rey desea que venga a sus aposentos.
—¡Muy bien! —exclamó alegremente Roboam. No había podido pasar mucho tiempo con su padre últimamente. Si estaban llevando los caballos, posiblemente irían lejos para aten der negocios de la corte por un largo tiempo.
Mientras Roboam saludaba a su padre su estómago empezó a hacer ruidos. Roboam sintió que la cara se le enrojecía.
—Espero que el mayordomo haya empacado bastante comida —dijo Roboam, con voz entrecortada.
—Mira hacia afuera —le dijo el rey Salomón sonriendo.
Roboam se asomó por el balcón. Tres caballos esperaban en el patio. Uno de ellos cargaba dos grandes canastas.
Los ojos de Roboam se iluminaron. —¿Es esa nuestra comida?
—No pensarás que dejaría al heredero al trono con hambre, ¿verdad? Creo que has crecido durante la noche —dijo el rey mirándolo de arriba abajo.
Salomón y Roboam salieron y montaron en sus caballos. El mayordomo ajustó los estribos para Roboam por segunda vez en un mes. Salomón movió su cabeza para ordenar la marcha. Cuando se alejaron del palacio, los caballos apresuraron su marcha. Disfrutando el roce del viento en su cara, Roboam echó su cabeza hacia atrás mientras azuzaba a su caballo. Después de un par de horas de pesada cabalgata, los caballos se dirigieron hacia un arroyo favorito en una arboleda cercana. Roboam y Salomón se bajaron para acomodarse en un lugar de verdes y frescos pastos mientras los caballos saciaban su sed.
—¿Todavía con hambre? —preguntó Salomón.
—Ahora lo que más tengo es sed —contestó Roboam.
—El mayordomo puso agua en nuestras bolsas — dijo el rey.
—Quizá sabía que lo dejaríamos en medio de una polvareda —rió Roboam, abriendo el recipiente con agua para beber.
Salomón sostenía su propio recipiente con agua, mientras observaba a su hijo. —Bebes como un soldado —comentó.
—Lo practiqué —dijo Roboam. Ambos explotaron en una carcajada. Salomón y Roboam pasearon por la orilla del arroyo, cada uno absorto en sus propios pensamientos.
Finalmente Salomón preguntó: —¿Sabes cómo me llaman?
—El hombre más sabio del mundo —dijo Roboam.
—¿Y tú sabes por qué?
—Porque rogaste a Dios pidiendo sabiduría, y él te la dio —dijo Roboam como lo había hecho muchas veces antes.
—Él me ayudó en muchas situaciones difíciles —dijo Salomón asintiendo—, cuanto más lo escucho, más aprendo acerca de sus caminos. He llegado a comprender cuánto desea Dios que ayude a otros que están pasando por situaciones difíciles.
—Pero ya lo estás haciendo —dijo Roboam—. ¿Qué más puedes hacer?
—Ponte cómodo —dijo Salomón sentándose sobre una roca frente a su hijo. —Un día tu serás el rey —le dijo—, y aunque lleves el título, debes servir al pueblo a través de tu ejemplo. Heredarás grandes riquezas, pero tu buen nombre es más valioso. Debes tratar a los ricos y a los pobres igual, porque Dios nos hizo a todos. Utiliza tu riqueza para ayudar a los pobres. Nunca le niegues tu ayuda a nadie mientras puedas dársela. Una gran cantidad de personas te adulará y simularán ser tus amigos. Observa más allá de sus palabras a sus acciones. Si ves alguna insinuación de mal, apártate. No hay razón para sufrir a causa de los malos juicios de otros. Y sé muy cuidadoso con lo que dices. Siempre es mejor callar que arrepentirse de algo que hayas dicho.
—¿Podré confiar en alguien? —preguntó Roboam, apoyándose contra un árbol.
—Por supuesto. Tendrás amigos —replicó Salomón—. Cuida de ellos. Debes estar preparado para ayudarlos en cualquier momento, aun cuando no te resulte fácil. Si los ves haciendo algo que los dañará, adviérteles.
—¿Y qué hago si ellos se molestan?
—Lo reconocerán cuando se den cuenta de cuántos problemas los salvaste. Además, los consejeros de la corte están para salvarte de problemas. Utilízalos. Ellos te ayudarán a evitar futuros problemas.
—¿Qué clase de problemas? —preguntó Roboam, enderezándose.—Esa es sabiduría para otro día —dijo Salomón, poniendo su mano en el hombro de Roboam—. Lo más importante que puedes hacer es continuar adorando a Dios. No te vayas a enorgullecer de tus riquezas y poder. Recuerda, todo esto viene de él. Si confías en Dios, trabajas duro y tratas al pueblo con justicia, tu reinado será bendecido.
—¿Cómo se supone que voy a recordar todo esto? —dijo Roboam frunciendo el ceño.
—Lo estoy escribiendo para ti —dijo Salomón.
—Oh —dijo Roboam, pasándose la mano por la frente.
—Yo pensaba que tenía que memorizarlos.
—No antes de almorzar—dijo Salomón riendo—. Aquí viene el mayordomo con nuestra comida.
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Dios lo bendiga!!!
no
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