Lección 9 de Intermediarios
CONTENTO EN MI GLORIA
Textos clave y referencias:
Hechos 4:32-36;
Los hechos de los apóstoles, cap. 7, pp. 55, 56.
Versículo para Memorizar:
“Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe”
(Gálatas 6:10).
Mensaje:
Nuestra iglesia es una familia de creyentes que se cuidan entre sí.
Hechos 4:32-36;
Los hechos de los apóstoles, cap. 7, pp. 55, 56.
Versículo para Memorizar:
“Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe”
(Gálatas 6:10).
Mensaje:
Nuestra iglesia es una familia de creyentes que se cuidan entre sí.
¿Te gusta organizar cosas y personas? Es un don tener la capacidad de hacer eso. Los discípulos tenían las manos llenas después del Pentecostés, con las personas que perdían sus hogares y trabajos a causa de su fe. Pero ellos unieron sus esfuerzos y todos tuvieron comida, ropa, y un lugar para vivir. Escuchémoslos en algunas conversaciones que pudieron haber ocurrido entre la comunidad de creyentes.
Después del Pentecostés el número de creyentes continuó aumentando. Todos estaban asombrados de los milagros que los discípulos realizaban. Escuchaban fervientemente sus enseñanzas. Pasaban mucho tiempo orando, alabando y estudiando juntos. Siendo que pasaban juntos la mayor parte del día, compartían sus alimentos en los hogares. Aquellos que podían, vendían sus posesiones y daban a las personas con necesidades. Durante algún tiempo, hasta los no creyentes estaban impresionados con los cambios ocurridos en sus amigos y miembros de sus familias. Los creyentes constituían un grupo popular de personas.
Entonces los sacerdotes, los ancianos, y otros líderes religiosos empezaron a ponerse nerviosos. Pensaban que los nuevos creyentes se cansarían de sus reuniones y servicios de oración. Pero en lugar de eso la asistencia al templo así como las ofrendas disminuyeron. Solapadamente, los sacerdotes empezaron a extender rumores acerca de los creyentes. De pronto surgieron divisiones en las familias, entre creyentes y no creyentes. Seguir a Cristo se volvió más complicado para los nuevos creyentes. Los discípulos decidieron que era hora de hacer algo.
—Pedro, tenemos un problema—dijo Santiago cuando los discípulos se reunieron para organizar el trabajo diario—. Tenemos tantos seguidores de Jesús...
—¡Eso es maravilloso! —lo interrumpió Pedro.
—Sí, lo es —aceptó Santiago—, pero todavía tenemos un problema. Muchos de los nuevos creyentes han sido echados de sus hogares por sus familiares. No tienen un lugar donde ir.
—Santiago tiene razón —intervino Juan—. Y muchos padres han perdido su trabajo. Así que no tienen nada para vivir.
—Tenemos que encontrar alguna forma de ayudarlos —dijo Pedro—. ¿Alguno de ustedes tiene alguna idea?
—¿Por qué no ponemos un anuncio general? —sugirió Matías—. Podemos conseguir que todos contribuyan con lo que puedan ayudar a aquellos que no tienen comida, ropa o un lugar donde vivir.
—Andrés, ¿podrían tú y Mateo organizar esto ahora mismo?—preguntó Pedro—. Necesitaremos una lista de lo que se haya entregado y así sabremos lo que tenemos para distribuir.
En solo unos días, Andrés y Mateo se comunicaron con otros creyentes. Tenían bastantes cosas para la gente, pero ahora necesitaban ayuda para distribuirlas. Decidieron pedir a algunas personas que dedicaran tiempo para ayudarles en esto. En poco tiempo los voluntarios estaban listos para empezar a trabajar. Algunos voluntarios querían ayudar porque deseaban devolver algo a cambio de la comida y el techo que les habían sido proporcionados. Otros ayudaban porque amaban a Dios y a su pueblo. Algunos habían donado un lugar en su casa para que trabajaran los voluntarios, y empezaran a procesar las donaciones que les llegaban.
Después de terminar la distribución de cada día, Andrés y Mateo se reunían con los voluntarios para hablar de cómo habían ido las cosas.
—Yo tengo una preocupación —dijo uno de los voluntarios—. Sé de algunas personas que no han recibido la ayuda. Algunos no han venido para recibir lo que necesitan.
—¿Por qué piensas que pasa eso? —preguntó Andrés.
—Algunos están muy viejos para venir a recoger las cosas y llevarlas a sus hogares —contestó el voluntario—. A otros les da vergüenza venir y llevar las cosas sin pagar por ellas.
—Parece que vamos a necesitar que algunos nos ayuden a hacer entregas a domicilio —dijo Mateo—. Podemos asignar a algunos de ustedes para hacer eso.
Reuniendo al pequeño grupo a su alrededor, Andrés les dijo:
—Mientras van a entregar los alimentos, quiero que estén atentos para ver si todavía hay otros que no se están atendiendo.
—También, si ven alguna familia necesitada que no tenemos en la lista, hágannoslo saber —añadió Mateo—. Trataremos de conseguir algo para ellos.
Pronto, todos los relacionados con los seguidores de Cristo tuvieron todo lo que necesitaban: alimentos, techo, ropa. Con estas necesidades atendidas, los nuevos creyentes quedaron libres para compartir las buenas nuevas del evangelio con otros.
Una mañana, Andrés y Mateo informaron que algunos de los creyentes habían vendido sus propiedades y habían donado el dinero a la comunidad de creyentes. Otros más estaban planeando contribuir de la misma manera. Bernabé, quien era de otro país, vendió sus propiedades y viajó a Jerusalén para entregar a los apóstoles el dinero que había recibido.
—Ahora veo por qué Jesús nos mandó a cuidar de nuestro prójimo tanto como nos cuidamos a nosotros mismos —dijo Mateo.
Los apóstoles y los demás creyentes estaban felices y agradecidos por la abundancia de amor. Todo aquello los hacía desear amar y servir a Dios y a los demás.
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Dios lo bendiga!!!
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