Lección 11 de Intermediarios
SEGUIDORES DE CRISTO
Textos clave y referencias:
Hechos 11:19-30;
Los hechos de los apóstoles, cap. 16.
Versículo para Memorizar:
“Por lo tanto, ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular”
(Efesios 2:19, 20).
Mensaje:
Los hijos de Dios son más fuertes cuando se apoyan y trabajan juntos.
Hechos 11:19-30;
Los hechos de los apóstoles, cap. 16.
Versículo para Memorizar:
“Por lo tanto, ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular”
(Efesios 2:19, 20).
Mensaje:
Los hijos de Dios son más fuertes cuando se apoyan y trabajan juntos.
¿Has conocido a alguien que dejó todo lo que tenía y a todos sus familiares para ir a servir a Dios en otro lugar? ¿Piensas que es algo que tú podrías hacer? Esta semana vamos a leer acerca de dos destacados misioneros, Pablo y Bernabé.
Al final de un servicio en Jerusalén, uno de los diáconos dijo:
—Amigos, recibí noticias hoy de aquellos que salieron de aquí por causa de la persecución. Sus enseñanzas han sido bien recibidas en Antioquía. ¡Creo que tenemos los inicios de otra nueva iglesia!
—¡Esas son verdaderamente buenas noticias!
¿Quiénes les enseñan? ¿Quién los está guiando? ¿Cuántos creyentes hay?
¡Alabado sea Dios! —Todos comenzaron a hablar a la vez.
—Creo que es hora de enviar a alguien a Antioquía para ver lo que allí está pasando y para ayudar a nuestros hermanos —continuó—. No podemos dejarlos luchar a solas. ¿Qué piensan los demás?
—Debemos ir para ayudarlos —dijo alguien en voz alta—. Ellos harían lo mismo por nosotros.
—Creo que Bernabé debe ir —alguien añadió—. Él ha demostrado que es un buen líder y que tiene habilidad para animar a los nuevos creyentes.
—Sí, Bernabé es una buena elección —todos estuvieron de acuerdo.
—¿Aceptas esta tarea, Bernabé? —preguntó el diácono, dirigiendose a él.
—Iré a donde pueda ser de mayor ayuda —dijo Bernabé—. Puedo estar listo para salir mañana.
Después que la mayoría de los creyentes se marchó, Bernabé habló de Antioquía con aquellos que quedaron. Alguien le preguntó qué sabía sobre aquella ciudad.
—Es la tercera ciudad más grande del imperio Romano —dijo Bernabé—. La gente viene de todas partes del mundo para comerciar y negociar allí. Antioquía es un lugar hermoso, pero también hay mucha corrupción allí. La gente adora a la diosa Dafne. Su culto está lleno de las prácticas más inmorales conocidas por el hombre.
—Parece como si esta tarea fuera precisamente para ti —dijo uno de los apóstoles.
—Sí, pero únicamente con la gracia de Dios que está conmigo —dijo Bernabé.
Al llegar a Antioquía, Bernabé encontró un lugar donde vivir y empezó a buscar a los demás creyentes. Encontró que los informes acerca de su devoción al Señor eran verdaderos. En poco tiempo, él, también estaba enseñando y llevando a la gente a Jesús.
Una noche, después de un largo día de enseñar y predicar, Bernabé se puso a pensar.
—Es emocionante ver que mucha gente aceptó al Señor Jesús, pero hay más trabajo aquí del que yo puedo hacer solo. Tal vez le pediré a Pablo que venga y me ayude.
Al día siguiente, Bernabé salió para Tarso, donde Pablo, había estado trabajando. Inmediatamente aceptó colaborar con Bernabé. Regresaron a Antioquía y empezaron a enseñar a los gentiles
acerca de Jesús. Pronto allí comenzaron a llamar a los creyentes por un nuevo nombre:
Cristianos.
—¿Has oído cómo nos están llamando? —dijo un día Pablo a Bernabé.
—Sí. Cristianos. Ellos piensan que al llamar nos “esos seguidores de Cristo” nos insultan o nos hacen una gran burla. ¡No tienen idea del gran honor que es para nosotros ser lla mados seguidores de nuestro Señor!
—Sonrió Bernabé.
Los visitantes venían con regularidad a encontrarse con Bernabé y Pablo. Algunos querían escuchar lo que ellos estaban enseñando. Otros para ver si realmente había allí gentiles convertidos. Un día llegaron unos invitados especiales, profetas de Jerusalén. Bernabé y Pablo organizaron una reunión esa noche con ellos y todos los creyentes. Todos se sentían emocionados al escuchar noticias de Jerusalén.
El grupo se reunió esa noche y escucharon mientras aquellos hombres les informaban de Jerusalén, Fenicia, Chipre y otros territorios donde la gente estaba aprendiendo acerca de Jesús. Entonces un hombre llamado Ágabo puesto en pie habló. Bernabé les hizo señas a todos para que hicieran silencio y escucharan.
—Soy profeta de Dios —dijo al grupo—. Recientemente, se me ha dado un mensaje doloroso. Habrá hambre en Palestina. Nuestros amigos en Jerusalén pasarán por tiempos muy difíciles.
Cuando Ágabo se sentó, los hermanos comenzaron a hablar. Bernabé levantó sus manos para que todos hicieran silencio.
—Parece como si todos tuvieran sugerencias —dijo, sonriendo—. Escuchémoslos.
—Demos todo lo que podamos para ayudar a nuestros her ma nos y hermanas de Jerusalén —sugirió una mujer.
Todos asintieron para mostrar que estaban de acuerdo.—Aquí está lo que puedo dar —dijo una mujer, levantando una moneda y depo sitándola en una canasta. Los creyentes aplaudieron. Luego, uno por uno dejaron monedas o empeñaron bienes para ayudar a las familias de la iglesia de Jerusalén.
Cuando la canasta estuvo llena, otro creyente se la entregó a Bernabé diciendo:
—Bernabé, creo que Pablo y tú deberían entregarla a los ancianos.
Bernabé y Pablo se miraron entre sí y sonrieron.
—Saldremos cuando amanezca —respondió Bernabé.
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Dios lo bendiga!!!
Gracias por ponerle a disposición los diferentes materiales. Dios los siga guiando en este ministerio. Saludos
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