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Primarios | Lección 13: Alto y más alto | 2do Trimestre 2025 | Año B

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Lección 13 de Primarios

ALTO Y MÁS ALTO

 

—¡Pero, no me quiero ir a la cama! —gritó David a su hermana mayor—. No sé por qué no me puedo quedar levantado toda la noche. Tengo muchas cosas que hacer.
—No seas tonto, David —contestó Martha—. Tú sabes que necesitas descansar. Siempre lo vamos a necesitar en esta vida. Pero cuando estemos en el cielo, eso será diferente. No tendremos que descansar como lo hacemos ahora.
—¿Cómo lo sabes? —le preguntó David.
—Déjame que te cuente lo que leí en mi Biblia acerca de Elías y Eliseo. Entonces tú también lo entenderás.


Texto y clase de referencias:
2 Reyes 2:1-15; Profetas y reyes, cap. 17; pp. 145-148
Versículo para memorizar:
"Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro"
(Romanos 6:23).
Mensaje:
La dádiva de Dios es el don de la vida eterna.

 

Dios había planificado algo maravilloso para Elías. Dios quería llevárselo directamente al cielo sin que muriera. Ese había sido un honor especial que Dios le había concedido solamente a una persona: Enoc. Eliseo era el ayudante de Elías. Eliseo sabía que pronto terminaría el trabajo del profeta Elías y que ahora sería su turno llevarlo a cabo. Muchos de los profetas que trabajaban con ellos sabían también que Elías pronto los iba a dejar. La voz suave y delicada de Dios se los había dicho.

Cierto día, Elías llevó a Eliseo a un viaje muy largo para visitar las escuelas de los profetas. Los profetas en esas escuelas le preguntaban a Eliseo.

—¿Sabes que Dios se va a llevar a Elías hoy?

—Sí, lo sé —contestaba Eliseo—. Pero no quiero hablar de eso.

El pensamiento de perder a Elías, el profeta, llenaba de tristeza a Eliseo. Tal vez se sentía un poco nervioso también de tener que hacer ahora el trabajo de Elías.

Elías sabía también que pronto dejaría a Eliseo. Así que le hizo una prueba a su ayudante. En cada escuela que visitaban, Elías le decía a Eliseo:

—Quédate aquí. Yo necesito seguir adelante. 

Pero cada vez Eliseo insistía en ir él también. No quería dejar de ver a Elías. Quería estar con él hasta el último momento.

—Tan cierto como que el Señor y tú viven, te juro que no te dejaré solo —dijo Eliseo—. Así que los dos siguieron avanzando.

Pronto llegaron al río Jordán. Elías se quitó el manto, lo enrolló y golpeó el agua con él. El agua del río se partió en dos y los dos hombres caminaron sobre terreno seco. Al llegar a la otra orilla del río, llegó el momento de despedirse.

—¿Qué quieres que haga por ti antes de que me separen de tu lado? —le preguntó Elías a Eliseo.

Eliseo pudo haber pedido dinero. Pudo haber pedido ser famoso. Pero en vez de ello, pidió una bendición especial.

—Te pido que sea yo el heredero de tu espíritu por partida doble —respondió Eliseo.

Él sabía que la única manera como podía hacer el trabajo que había sido llamado a hacer, era con ayuda extra de Dios.

—Si logras verme cuando me separen de tu lado, te será concedido, de lo contrario, no me verás —le dijo Elías.

Y siguieron caminando. De pronto apareció un carro y caballos de fuego, y separó a los dos hombres. Elías fue llevado al cielo en un torbellino. Eliseo lo llamaba. "¡Padre mío. Padre mío, carro y fuerza conductora de Israel!" Pero Elías ya no estaba.


Eliseo rasgó sus vestidos como señal de su tristeza por perder a su maestro y amigo.

Luego Eliseo vio el manto de Elías sobre el suelo, donde había caído. Lo levantó y regresó camino del Jordán. Enrollando el manto, Eliseo golpeó las aguas de la misma manera como lo había hecho Elías. Nuevamente las aguas se partieron y Eliseo cruzó el río sobre tierra seca. Dios le había dado ciertamente el don de su espíritu a Eliseo.

Dios desea darnos también a nosotros buenos dones. Pero el mejor de todos los dones es el don que le dio a Elías, el don de la vida eterna. Y así como Eliseo, debemos pedir el don. Debemos mantener nuestros ojos puestos en Jesús, así como Eliseo tuvo que tener sus ojos puestos en Elías. Y debemos creer que nuestras oraciones han sido contestadas y actuar por fe. Tenemos que creer, como creyó Eliseo cuando golpeó las aguas del río con el manto de Elías.

 

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Dios les bendiga!!!

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