Lección 12: Deuteronomio en el Nuevo Testamento | Deuteronomio | Escuela Sabática 4T 2021
Lección 12: Para el 18 de diciembre de 2021
DEUTERONOMIO EN EL NUEVO TESTAMENTO
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Mateo 4:1–11; Deuteronomio 8:3; Hechos 10:34; Gálatas 3:1–14; Hechos 7:37; Hebreos 10:28–31.
PARA MEMORIZAR:
“El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mat. 4:4).
El Nuevo Testamento está saturado del Antiguo Testamento. Es decir, los
escritores inspirados del Nuevo Testamento citaron a los escritores inspirados
del Antiguo Testamento como fuente de autoridad. Jesús mismo
dijo: “Escrito está” (Mat. 4:4), es decir, “Escrito está en el Antiguo Testamento”;
y dijo que “es preciso que se cumplan las Escrituras” (Mar. 14:49, NVI), es decir,
las Escrituras del Antiguo Testamento. Y, cuando Jesús se encontró con dos
discípulos camino a Emaús, en lugar de hacer un milagro para mostrarles
quién era, “comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les
declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Luc. 24:27).
Ya sea empleando citas directas, alusiones, referencias a historias o
profecías, los autores del Nuevo Testamento usaron constantemente el
Antiguo Testamento para reforzar, e incluso justificar, sus afirmaciones.
Específicamente, Mateo, Marcos, Lucas, Hechos, Juan, Romanos, Gálatas,
1 y 2 Corintios, Hebreos, las epístolas pastorales y el Apocalipsis se remiten
a Deuteronomio. Esta semana consideraremos algunos de esos casos y
veremos qué verdad presente podemos extraer de ellos.
Sábado
Era privilegio del pueblo judío comprender estas profecías, y reconocer su cumplimiento en la misión de Jesús. Cristo instó a sus discípulos a reconocer la importancia del estudio de la profecía. Refiriéndose a la que fue dada a Daniel con respecto a su tiempo, dijo: “El que lee, entienda”. Mateo 24:15. Después de su resurrección, explicó a los discípulos en “todos los profetas” “lo que de él decían”. Lucas 24:27. El Salvador había hablado por medio de todos los profetas. “El espíritu de Cristo que estaba en ellos” “prenunciaba las aflicciones que habían de venir a Cristo, y las glorias después de ellas” 1 Pedro 1:11 (El Deseado de todas las gentes, p. 201).
La Biblia es su propia expositora. Se ha de comparar un pasaje con otro. El alumno debe considerar la Palabra como un todo y ver la relación de sus partes. Debe adquirir conocimiento de su gran tema central: el propósito original de Dios para el mundo, el origen de la gran controversia y de la obra de la redención. Debe comprender la naturaleza de los principios que contienden por la supremacía, y debe aprender a seguir sus manifestaciones a través de los anales de la historia y la profecía, hasta la gran consumación. Debe ver cómo esa controversia entra en toda fase de la experiencia humana; cómo en todo acto de la vida él mismo revela uno u otro de los motivos antagónicos; y cómo, sea que lo quiera o no, está ahora mismo decidiendo de qué lado de la controversia será hallado…
El Antiguo Testamento derrama luz sobre el Nuevo, y el Nuevo sobre el Antiguo. Cada uno es una revelación de la gloria de Dios en Jesús. Cristo manifestado a los patriarcas, simbolizado en los servicios de los sacrificios, esbozado en la ley, y revelado por los profetas, constituye las riquezas del Antiguo Testamento. Cristo en su vida, en su muerte y su resurrección; Cristo manifestado por el Espíritu Santo, es el tesoro del Nuevo. Tanto el Nuevo como el Antiguo Testamento presentan verdades que revelan continuamente nuevas profundidades de significado al que las busca fervorosamente (Exaltad a Jesús, p. 109).
Hombres capaces han dedicado una vida de estudio y oración a la obra de escudriñar las Escrituras, y sin embargo, hay muchas porciones de la Biblia que no han sido exploradas completamente. Algunos pasajes de la Escritura no serán nunca perfectamente comprendidos hasta que, en la vida futura, Cristo los explique. Hay misterios que han de permanecer ocultos, declaraciones que las mentes humanas no pueden hacer armonizar. Y el enemigo tratará de despertar discusiones acerca de estos puntos, que sería mejor dejar sin discutir.
Un obrero consagrado y espiritual evitará de presentar diferencias teóricas de menor importancia, y dedicará sus energías a la proclamación de las grandes verdades decisivas que han de ser dadas al mundo. Mostrará a la gente la obra de la redención, los mandamientos de Dios, la inminente venida de Cristo; y se verá que hay en estos temas bastante alimento para el pensamiento (Obreros evangélicos, pp. 327, 328).
“ESCRITO ESTÁ”
Lee Mateo 4:1 al 11. ¿Cómo respondió Jesús a las tentaciones de Satanás
en el desierto, y qué lección importante hay para nosotros en su respuesta?
Jesús no discutió con Satanás ni entró en debate con él. Simplemente,
citó las Escrituras porque, por ser la Palabra de Dios, “es viva y eficaz, y más
cortante que toda espada de dos filos” (Heb. 4:12). Y, en cada caso, la Palabra
que él citó fue de Deuteronomio. Qué interesante que Jesús, en el desierto,
eligiera citar pasajes que también le fueron dados a Israel en el desierto.
En la primera tentación, Jesús mencionó Deuteronomio 8:3. Moisés le
había estado contando al antiguo Israel cómo el Señor había velado por
ellos todos esos años en el desierto, incluyendo la provisión del maná; todo
como parte de un proceso de refinamiento, ya que el Señor estaba tratando
de enseñarles lecciones espirituales. Y, entre esas lecciones, estaba que “no
sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová
vivirá el hombre”. Dios los alimentó con comida física, pero también les da
alimento espiritual. No pueden tomar solo lo primero sin lo segundo. Jesús usó
la imagen del pan como una transición a Deuteronomio y para reprender a
Satanás y la duda que trató de inculcar en Jesús.
En la segunda tentación, Jesús se remite a Deuteronomio 6:16, donde
Moisés señaló al pueblo su rebelión en Masah (ver Éxo. 17:1-7), diciendo: “No
tentaréis a Jehová vuestro Dios, como lo tentasteis en Masah”. La palabra
para “tentar” puede significar “probar”, o “poner a prueba”. El Señor ya les
había mostrado, vez tras vez, su poder y su disposición para sustentarlos;
sin embargo, cuando se presentó el problema, clamaron: “¿Está, pues, Jehová
entre nosotros, o no?” (Éxo. 17:7). Y fue de esa historia bíblica que Jesús extrajo
elementos para reprender a Satanás.
En la tercera tentación, esta vez Satanás buscó que Cristo se inclinara
para adorarlo. ¡Qué revelación clara y flagrante de quién era verdaderamente
y qué quería en realidad! En lugar de debatir, Jesús reprende a Satanás y
vuelve nuevamente a la Palabra de Dios, Deuteronomio, donde el Señor le
advirtió a su pueblo sobre lo que sucedería si se apartaban y adoraban a
otros dioses. “A Jehová tu Dios temerás, y a él solo servirás” (Deut. 6:13); es
decir, a él y solo a él.
■ ¿Cómo podemos aprender a obtener más poder en la vida diaria de nuestro estudio de la Palabra de Dios para reflejar más plenamente el carácter de Jesús y, al igual que él, resistir las tentaciones de Satanás?
Domingo
Al hacer frente al enemigo en el desierto la respuesta de Cristo a sus malvadas insinuaciones fue: “Escrito está”. Cuando Satanás pretendió llegar a ser el dueño de todo el mundo, y le pidió que lo adorara como Dios, Aquel a cuya palabra hubieran acudido en su ayuda legiones de ángeles se limitó a decir: “Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás”. Mateo 4:10. Solo comprendemos parcialmente la intensidad de este conflicto. Parecía que el Salvador iba a morir en el campo de batalla, pero resistió a su perverso enemigo. Sus palabras tan bien escogidas eran como una aguda espada de dos filos. Satanás fue completamente derrotado. Se dio cuenta de que el Príncipe de la vida no podía ser engañado por ningún sofisma…
Sea la Palabra de Dios el motivo de nuestro estudio…
A todos los que creen en él, Cristo les dio la facultad de ser hijos de Dios… A medida que conocen más y más la verdad, sus pies se afirman más y más sobre el fundamento seguro. Ni la inundación ni la tempestad los pueden sacar de allí (Cada día con Dios, p. 263).
En la guerra el enemigo aprovecha los puntos débiles de la defensa de aquellos a quienes ataca. En ese punto concentra sus más fieros asaltos. El cristiano no debiera tener puntos débiles en su sistema defensivo. Debiera estar protegido por el apoyo que brinda la Escritura al que está dispuesto a hacer la voluntad de Dios. El alma tentada logrará la victoria si sigue el ejemplo del que enfrentó al tentador con las palabras “Escrito está”. Puede permanecer seguro bajo la protección de un “Así dice Jehová” (Cada día con Dios, p. 257).
Conságrate a Dios todas las mañanas; haz de esto tu primer trabajo. Sea tu oración: “Tómame ¡oh Señor! como enteramente tuyo. Pongo todos mis planes a tus pies. Úsame hoy en tu servicio. Mora conmigo, y sea toda mi obra hecha en ti”. Este es un asunto diario. Cada mañana, conságrate a Dios por ese día. Somete todos tus planes a él, para ponerlos en práctica o abandonarlos, según te lo indicare su providencia. Podrás así poner cada día tu vida en las manos de Dios, y ella será cada vez más semejante a la de Cristo.
La vida en Cristo es una vida de reposo. Tal vez no haya éxtasis de los sentimientos, pero debe haber una confianza continua y apacible. Tu esperanza no se cifra en ti mismo, sino en Cristo. Tu debilidad está unida a su fuerza, tu ignorancia a su sabiduría, tu fragilidad a su eterno poder. Así que no has de mirar a ti mismo ni depender de ti, sino mirar a Cristo. Piensa en su amor, en la belleza y perfección de su carácter. Cristo en su abnegación, Cristo en su humillación, Cristo en su pureza y santidad, Cristo en su incomparable amor: tal es el tema que debe contemplar el alma. Amándole, imitándole, dependiendo enteramente de él, es como serás transformado a su semejanza (El camino a Cristo, pp. 70, 71).
LEVANTAR ROSTROS
En Deuteronomio 10, Moisés (de nuevo) estaba contando la historia de Israel y (de nuevo) usó esos relatos para exhortar a su pueblo a la fidelidad. En medio de esa amonestación, dijo algo más.
Lee Deuteronomio 10:17 al 19. ¿Cuál es el mensaje esencial para el pueblo,
y por qué este mensaje es relevante para la iglesia de Dios hoy?
La frase “no hace acepción de personas” se traduce de una figura retórica hebrea; significa literalmente que él no “levanta rostros”. Se cree que esto proviene de un contexto legal en el que el juez o el rey ve el rostro de la persona que está siendo juzgada y, en función del estatus de esa persona (si es una persona importante o alguien insignificante), el juez o el rey emite un veredicto. La implicación aquí en Deuteronomio es que el Señor no trata a la gente así, a pesar de su gran poder y fuerza. Es justo con todos, independientemente de su estatus. Esta verdad, por supuesto, se reveló en la vida de Jesús y en su trato incluso con los más despreciados de la sociedad.
Lee Hechos 10:34; Romanos 2:11; Gálatas 2:6; Efesios 6:9; Colosenses 3:25; y 1 Pedro 1:17. Estos versículos, ¿cómo utilizan Deuteronomio 10:17?
No importa cuán diversas sean las circunstancias en cada una de estas
referencias (en Efesios, Pablo les dice a los amos que sean cuidadosos en su
trato con los esclavos; en Romanos, Pablo habla del hecho de que, cuando de
salvación y condenación se trata, no hay diferencia entre judíos y gentiles),
todas se remiten a Deuteronomio y a la idea de que Dios “no levanta rostros”.
Y si el “Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible”
no tiene favoritismos, entonces nosotros tampoco deberíamos tenerlos.
Podemos ver una revelación del evangelio, especialmente en cómo lo
utiliza Pablo en Romanos: todos estamos en la misma esfera, sin importar
quiénes somos en términos de estatus. Todos somos seres caídos que necesitan
la gracia salvífica de Dios. Y lo bueno es que, independientemente de
nuestro estatus, a todos se nos ofrece la salvación en Jesucristo.
■ ¿Con qué frecuencia, incluso sutilmente, “levantas rostros” y por qué la Cruz nos muestra cuán pecaminosa es realmente esa actitud?
Lunes
Dios no reconoce distinción por causa de nacionalidad, raza o casta. Él es el Hacedor de toda la humanidad. Por la creación, todos los hombres pertenecen a una sola familia; y todos constituyen una por la redención. Cristo vino para derribar el muro de separación, para abrir todos los departamentos de los atrios del templo, a fin de que toda alma tuviese libre acceso a Dios. Su amor es tan amplio, tan profundo y completo, que lo compenetra todo. Arrebata de la influencia satánica a aquellos que fueron engañados por sus seducciones, y los coloca al alcance del trono de Dios, al que rodea el arco iris de la promesa. En Cristo no hay judío ni griego, ni esclavo ni hombre libre (Profetas y reyes, p. 274).
Nunca deberíamos actuar con indiferencia y falta de simpatía, especialmente cuando tratamos con los pobres. A todos debemos tratar con cortesía, simpatía y compasión. La parcialidad manifestada hacia los ricos desagrada a Dios. Jesús es menospreciado cuando se desprecia a sus hijos necesitados. Estos no son ricos en bienes de este mundo, pero ellos son caros a su corazón amante. Dios no reconoce distinción de rango. Él no toma en cuenta las clases sociales. Ante su vista los hombres no son más que hombres, buenos o malos. En el día final del ajuste de cuentas, la posición, las clases sociales o la riqueza no alterarán ni en el espesor de un cabello el caso de ninguna persona. El Dios que todo lo ve juzgará a los hombres por lo que estos son en pureza, nobleza y amor a Cristo…
Cristo declaró que el evangelio debía predicarse a los pobres. La verdad de Dios nunca se reviste más de un aspecto de mayor belleza que cuando es llevada a los necesitados y desposeídos. Entonces es cuando la luz del evangelio brilla con su claridad más radiante e ilumina la choza de los campesinos y la rústica cabaña del labrador. Los ángeles de Dios están allí y su presencia convierte en un banquete el pedazo de pan duro y el vaso de agua. Los que han sido descuidados y abandonados por el mundo son ensalzados para llegar a ser hijos e hijas del Altísimo. Elevados por encima de cualquier posición social que la tierra pueda conceder, se sientan en los lugares celestiales en Cristo Jesús. Puede ser que no posean tesoros terrenales, pero han encontrado la perla de gran precio (Consejos sobre mayordomía cristiana, pp. 168, 169).
Lo que Satanás siembra en el alma: envidia, celos, y sospechas, maledicencia, impaciencia y prejuicios, egoísmo, codicia y vanidad, debe ser desarraigado. Si se permite que esas cosas dañosas permanezcan en el alma, darán frutos que podrían corromper a muchos. ¡Ah, cuántos cultivan las plantas venenosas que matan los preciosos frutos del amor y mancillan el alma!…
Los agentes del amor tienen poder maravilloso, porque son divinos. La respuesta suave que “aparta el enojo”; el amor que “es sufrido y benigno”; el amor que “cubre una multitud de pecados”; si aprendiéramos esta lección, ¡de qué poder sanador serían dotadas nuestras vidas! La vida sería transformada y la tierra llegaría a ser la misma semejanza y el goce anticipado del cielo (Mi vida hoy, p. 184).
MALDITO EN UN MADERO
Lee Gálatas 3:1 al 14. ¿Qué está diciendo Pablo que sea relevante para
nosotros hoy, y cómo utiliza Deuteronomio 27:26; y 21:22 y 23 para plantear
su postura?
Lamentablemente, es común en el cristianismo utilizar esta carta como
una especie de justificativo para no guardar la Ley, los Diez Mandamientos.
Por supuesto, ese argumento en realidad se usa como una razón para no
guardar el cuarto Mandamiento, como si la observancia de ese único mandamiento,
a diferencia de los otros nueve, fuera de alguna manera una
expresión del legalismo que Pablo plantea aquí.
Sin embargo, Pablo no estaba hablando en contra de la Ley y, por cierto,
no hay nada en este pasaje que pueda justificar la transgresión del mandamiento
del sábado. La clave se puede encontrar en Gálatas 3:10, donde
expresa que “todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición”,
y luego cita Deuteronomio 27:26. El problema no es la obediencia a
la Ley, sino “depender de la ley”, una postura difícil, si no imposible, para
seres caídos como nosotros.
El argumento de Pablo es que no somos salvos por las obras de la Ley,
sino por la muerte de Cristo en nuestro favor, que se nos acredita por la
fe. Su énfasis aquí está en lo que Cristo hizo por nosotros en la Cruz. Y,
para ayudar a aclarar este asunto, nuevamente se remite a Deuteronomio,
esta vez a Deuteronomio 21:23. Al igual que Jesús, Pablo dice “escrito está”,
mostrando la autoridad del Antiguo Testamento, y ahora cita un texto que
trata de alguien que cometió un delito capital y, luego de ejecutarlo por ello,
lo colgaron de un madero, tal vez para disuadir a los demás.
No obstante, Pablo utiliza eso como un símbolo de la muerte sustitutiva
de Cristo en nuestro favor: Cristo se convirtió en una “maldición por nosotros”
(NVI) porque enfrentó la muerte que toda la humanidad enfrentaría,
porque todos han violado la Ley. Sin embargo, lo bueno del evangelio es que
la maldición que debería haber sido nuestra fue suya, en la Cruz, “a fin de
que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu” (Gál. 3:14).
Elena de White lo dijo así: “Ninguno sino Cristo podía redimir al hombre
de la maldición de la Ley, y colocarlo otra vez en armonía con el Cielo. Cristo
cargaría con la culpa y la vergüenza del pecado, que era algo tan abominable
a los ojos de Dios que iba a separar al Padre de su Hijo” (PP 48).
■ Reflexiona en lo que enfrentarías si tuvieses que recibir el justo castigo por cualquier agravio que hayas cometido. Sin embargo, debido a que Cristo cargó con el castigo por tus errores sobre sí, para que tú no tengas que hacerlo, ¿cuál debería ser tu respuesta a su sacrificio?
Martes
Hemos transgredido la ley de Dios, y por las obras de la ley ninguna carne será justificada. Los mejores esfuerzos que pueda hacer el hombre con su propio poder son ineficaces para responder ante la ley santa y justa que ha transgredido, pero mediante la fe en Cristo puede demandar la justicia del Hijo de Dios como plenamente suficiente. Cristo satisfizo las demandas de la ley en su naturaleza humana. Llevó la maldición de la ley por el pecador, hizo expiación para él a fin de que cualquiera que cree en él, no se pierda sino tenga vida eterna. La fe genuina se apropia de la justicia de Cristo y el pecador es hecho vencedor con Cristo…
El que está intentando alcanzar el cielo por sus propias obras al guardar la ley, está intentando un imposible. El hombre no puede ser salvado sin la obediencia, pero sus obras no deben ser propias. Cristo debe efectuar en él tanto el querer como el hacer la buena voluntad de Dios… El alma hace progresos cuando procuramos ganar el cielo mediante los méritos de Cristo. Contemplando a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe, podemos proseguir de fortaleza en fortaleza, de victoria en victoria, pues mediante Cristo la gracia de Dios ha obrado nuestra completa salvación (Mensajes selectos, t. 1, pp. 426, 427).
“Para santificar al pueblo por su propia sangre”, Cristo “padeció fuera de la puerta”. Hebreos 13:12Por la transgresión de la ley de Dios, Adán y Eva fueron desterrados del Edén. Cristo, nuestro substituto, iba a sufrir fuera de los límites de Jerusalén. Murió fuera de la puerta, donde eran ejecutados los criminales y homicidas. Rebosan de significado las palabras: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición. Gálatas 3:13…
Dios permitió que su ira contra la transgresión cayese sobre su Hijo amado. Jesús iba a ser crucificado por los pecados de los hombres. ¿Qué sufrimiento iba entonces a soportar el pecador que continuase en el pecado? Todos los impenitentes e incrédulos iban a conocer un pesar y una desgracia que el lenguaje no podría expresar…
Sobre Cristo como substituto y garante nuestro fue puesta la iniquidad de todos nosotros. Fue contado por transgresor, a fin de que pudiese redimirnos de la condenación de la ley. La culpabilidad de cada descendiente de Adán abrumó su corazón. La ira de Dios contra el pecado, la terrible manifestación de su desagrado por causa de la iniquidad, llenó de consternación el alma de su Hijo. Toda su vida, Cristo había estado proclamando a un mundo caído las buenas nuevas de la misericordia y el amor perdonador del Padre. Su tema era la salvación aun del principal de los pecadores. Pero en estos momentos, sintiendo el terrible peso de la culpabilidad que lleva, no puede ver el rostro reconciliador del Padre. Al sentir el Salvador que de él se retraía el semblante divino en esta hora de suprema angustia, atravesó su corazón un pesar que nunca podrá comprender plenamente el hombre. Tan grande fue esa agonía que apenas le dejaba sentir el dolor físico (El Deseado de todas las gentes, pp. 690, 692, 701).
UN PROFETA COMO YO
Repetidas veces, el Señor le había advertido a Israel que no siguiera las prácticas de las naciones que lo rodeaban. Al contrario, debían dar testimonio a esas naciones (Deut. 4:6-8). En Deuteronomio 18:9 al 14, Moisés nuevamente les advierte acerca de sus prácticas específicas, que eran una “abominación para con Jehová” (Deut. 18:12). Por ende, en ese contexto, les dice: “A los ojos del Señor tu Dios serás irreprensible” (Deut. 18:13).
Lee Deuteronomio 18:15 al 19. ¿Qué les quiere decir Moisés allí? Luego
compara esto con Hechos 3:22; y 7:37. Pedro y Esteban, ¿cómo aplican
Deuteronomio 18:18?
En referencia al Pacto del Sinaí, Moisés narra que los hijos de Israel, en la
revelación de la Ley de Dios (Éxo. 20:18-21), querían que Moisés actuara como
mediador, como intercesor entre ellos y Dios. Es entonces cuando Moisés les
promete, dos veces, que el Señor levantaría a un profeta como Moisés (Deut.
18:15, 18). Dado el contexto, la idea es que este profeta, al igual que Moisés,
entre otras cosas también sería un intercesor entre el pueblo y el Señor.
Muchos siglos después, tanto Pedro como Esteban citan este pasaje en
referencia a Jesús. Para Pedro, Jesús fue el cumplimiento de lo que habían
dicho “sus santos profetas” (Hech. 3:21), y los líderes debían obedecer a él y
lo que él dice. Es decir, Pedro usó este pasaje, que los judíos conocían, y lo
aplicó directamente a Jesús, con la idea de que debían arrepentirse por lo
que le habían hecho (Hech. 3:19).
A continuación, en Hechos 7:37, cuando Esteban, aunque en un contexto
diferente del de Pedro, estaba proclamando a Jesús, él también se refirió
a esa famosa promesa, y también sostuvo que señalaba a Jesús. Estaba
diciendo que Moisés, con su papel en la historia y como dirigente de los
judíos, había prefigurado a Jesús. Es decir, al igual que Pedro, Esteban buscaba
mostrarle al pueblo que Jesús era el cumplimiento de la profecía y que
necesitaban escucharlo. Contrariamente a la acusación formulada en su
contra, de que Esteban había estado hablando “palabras blasfemas contra
Moisés y contra Dios” (Hech. 6:11), Esteban proclamó a Jesús como el Mesías,
un cumplimiento directo de lo que Dios había prometido a través de Moisés.
■ Estos versículos, ¿en qué medida muestran cuán primordial fue Jesús en toda la Biblia, y por qué toda nuestra interpretación de ella debe estar centrada en Cristo?
Miércoles
En los acontecimientos finales del día de la crucifixión, se dieron nuevas pruebas del cumplimiento de la profecía y nuevos testimonios de la divinidad de Cristo. Cuando las tinieblas se alzaron de la cruz, y el Salvador hubo exhalado su clamor moribundo, inmediatamente se oyó otra voz que decía: “Verdaderamente Hijo de Dios era este”. Mateo 27:54.
Estas palabras no fueron pronunciadas en un murmullo. Todos los ojos se volvieron para ver de dónde venían. ¿Quién había hablado? Era el centurión, el soldado romano. La divina paciencia del Salvador y su muerte repentina, con el clamor de victoria en los labios, habían impresionado a ese pagano. En el cuerpo magullado y quebrantado que pendía de la cruz, el centurión reconoció la figura del Hijo de Dios. No pudo menos que confesar su fe. Así se dio nueva evidencia de que nuestro Redentor iba a ver del trabajo de su alma. En el mismo día de su muerte, tres hombres, que diferían ampliamente el uno del otro, habían declarado su fe: el que comandaba la guardia romana, el que llevó la cruz del Salvador, y el que murió en la cruz a su lado (El Deseado de todas las gentes, pp. 714, 715).
Dios requiere perfección moral en todo. Los que han recibido luz y oportunidades deberían, como administradores de Dios, apuntar hacia la perfección, y nunca, nunca rebajar la norma de la justicia para acomodarla a las tendencias hacia el mal, ya sean heredadas o cultivadas. Cristo tomó nuestra naturaleza humana y vivió nuestra vida para demostrarnos que podemos ser semejantes a él al participar de la naturaleza divina. Podemos ser santos, como Cristo lo fue en su condición de ser humano. ¿Por qué, entonces existen tantos personajes desagradables en el mundo? Se debe a que se imaginan que su desagradable y tosca manera de ser y su lenguaje descortés son el resultado de un corazón impío…
La fragancia de nuestro amor hacia nuestros semejantes revela nuestro amor a Dios. La paciencia en el servicio imparte descanso al alma. Por medio de obreros humildes, diligentes y fieles se promueve el bienestar de Israel. Dios sostiene y fortalece a quien está dispuesto a aprender lo métodos de Cristo para lograr la semejanza divina (Cada día con Dios, p. 30).
Aunque las exigencias de la ley de Dios han de ser presentadas al mundo, no debemos olvidar nunca que el amor —el amor de Cristo— es el único poder que puede suavizar el corazón e inducirlo a la obediencia.
Todas las grandes verdades de las Escrituras se centralizan en Cristo; debidamente comprendidas todas conducen a él. Preséntese a Cristo como el alfa y la omega, el principio y el fin del gran plan de redención. Presentad a la gente temas tales que fortalezcan su confianza en Dios y en su Palabra y la induzcan a investigar sus enseñanzas por sí misma. Y a medida que los hombres avancen paso a paso en el estudio de la Biblia, estarán mejor preparados para apreciar la hermosura y la armonía de estas preciosas verdades (El evangelismo, p. 354).
¡HORRENDA COSA!
El libro de Hebreos –con toda su profundidad y sublimidad– era, en muchos
sentidos, solo una larga exhortación a los judíos creyentes en Jesús. Y
lo que les exhortaba a hacer es: ¡Permanezcan fieles al Señor!
Esta fidelidad, por supuesto, debe surgir de nuestro amor por Dios, por
quién es él, y por su carácter y su bondad, expresados con su mayor fuerza
en la Cruz de Cristo. Sin embargo, los seres humanos a veces necesitan
que se les recuerde cuáles serán las terribles consecuencias de alejarse. Es
decir, debemos recordar que, a fin de cuentas, si no aceptamos lo que Jesús
ha hecho por nosotros al haber pagado el castigo por nuestros pecados,
tendremos que pagarlo por nuestra cuenta, y eso implica “el lloro y el crujir
de dientes” (Mat. 22:13) seguido de la destrucción eterna.
Lee Hebreos 10:28 al 31. ¿Qué quiere decir Pablo y cómo se aplica a nosotros
también?
¡Qué interesante que Pablo cite Deuteronomio para exhortar a los creyentes
judíos a permanecer fieles a Dios! Pablo cita Deuteronomio 17:6 en relación
con el hecho de que alguien considerado digno de muerte enfrentaría
esa muerte solo después de que al menos dos personas testificaran contra él.
Pero Pablo hizo esto para dejar en claro que, si la infidelidad podía llevar
a la muerte bajo el Antiguo Pacto, “¿cuánto mayor castigo pensáis que merecerá
el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del
pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?”
(Heb. 10:29). En otras palabras, ustedes tienen más luz y más verdad que
ellos, y saben del sacrificio del Hijo de Dios por sus pecados; por lo tanto, si
se apartan, su condenación será mayor que la de ellos.
Inmediatamente después, Pablo regresa a Deuteronomio, ahora a Deuteronomio
32:35, simplemente para reforzar su argumento. En vista de lo
que habían recibido en Cristo y de que conocían la gran provisión hecha
en favor de ellos, el Señor, quien dijo: “Mía es la venganza”, “ juzgará a su
pueblo” por su apostasía e infidelidad. Al fin y al cabo, él había juzgado a
los antepasados de ellos, que no tenían lo que tenían estos judíos del Nuevo
Testamento, la revelación más completa del amor de Dios manifestada en
la Cruz. Entonces, básicamente, Pablo estaba diciendo: Están advertidos.
■ “Jehová juzgará a su pueblo” (Deut. 32:36). ¿Cuál es nuestra única esperanza en ese juicio (ver Rom. 8:1)?
Jueves
No pasará mucho hasta que la tormenta estalle sobre el mundo que está tan dormido en el pecado… Cuando la tierra se bambolee como un ebrio, cuando los cielos se estremezcan y venga el gran día del Señor, ¿quién podrá estar firme?…
Ese Cordero cuya ira será tan terrible para los burladores de su gracia, será gracia y justicia y amor y bendición para todos los que lo han recibido. La columna de nube que era tinieblas, terror e ira vengadora para los egipcios, para el pueblo de Dios era una columna de fuego y luz. Así acontecerá con los hijos de Dios en los últimos días. La luz y la gloria de Dios para su pueblo que guarda sus mandamientos son tinieblas para los incrédulos. Ven que es terrible caer en manos del Dios viviente. El brazo, extendido durante tanto tiempo, fuerte para salvar a todos los que acuden a él, es poderoso para ejecutar su juicio sobre todos los que no quieren ir a él para tener vida… Se han hecho provisiones seguras para proteger a cada alma y a los que observan sus mandamientos hasta que pase la ira (A fin de conocerle, p. 358).
Es nuestro privilegio ir a Jesús para que nos limpie, y subsistir delante de la ley sin confusión ni remordimiento. “Así que ahora, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Romanos 8:1.
De modo que ya no te perteneces, porque fuiste comprado por precio. “Sabiendo que fuisteis redimidos, … no con cosas corruptibles, como plata y oro, sino con preciosa sangre, la de Cristo, como de un cordero sin defecto e inmaculado. 1 Pedro 1:18, 19. Mediante este sencillo acto de creer en Dios, el Espíritu Santo engendró nueva vida en tu corazón. Eres como un niño nacido en la familia de Dios, y él te ama como a su Hijo (El camino a Cristo, p. 51).
“Si los pecadores pudieran ser inducidos a dirigir una ferviente mirada a la cruz y pudieran obtener una visión plena del Salvador crucificado, comprenderían la profundidad de la compasión de Dios y la pecaminosidad del pecado…
“Cuando al pie de la cruz el pecador mira al que murió para salvarlo, puede regocijarse con pleno gozo; porque sus pecados son perdonados. Al postrarse con fe junto a la cruz, ha alcanzado el más alto lugar que pueda alcanzar el hombre”…
Cuando leáis las promesas, recordad que son la expresión de un amor y una piedad inefables… Sí, creed tan solo que Dios es vuestro ayudador. Él quiere restaurar su imagen moral en el hombre. Acercaos a él expresándole vuestra confesión y arrepentimiento, y él se acercará a vosotros con misericordia y perdón (The Faith I Live By, p. 103; parcialmente en La fe por la cual vivo, p. 105).
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Así como el Antiguo Testamento se cita a sí mismo (es decir, así como
algunos de los profetas hicieron referencia a pasajes de Moisés), el Nuevo
Testamento está lleno de citas directas, referencias y alusiones al Antiguo
Testamento. Salmos, Isaías y Deuteronomio se encuentran entre los más
citados. A menudo, también, los escritores del Nuevo Testamento citaron de
la traducción griega del Antiguo Testamento, conocida como la Septuaginta
(LXX). Los primeros cinco libros de la Biblia, conocidos como la Torá, o el
Pentateuco, se tradujeron en el siglo III a.C.; y el resto del Antiguo Testamento,
alrededor del siglo II a.C.
También podemos aprender mucho sobre cómo interpretar la Biblia por
la manera en que los escritores inspirados del Nuevo Testamento utilizaron
el Antiguo Testamento. Y una de las primeras lecciones que podríamos
aprender es que, a diferencia de muchos eruditos bíblicos en la actualidad,
los escritores del Nuevo Testamento nunca plantearon ninguna duda sobre
la autenticidad ni la autoridad de los libros del Antiguo Testamento. No hay
nada en sus escritos, por ejemplo, que revele dudas sobre la historicidad
de los relatos del Antiguo Testamento, desde la existencia de Adán y Eva,
pasando por la Caída, el Diluvio, hasta el llamado de Abraham y demás.
La “erudición” que cuestiona estas cosas es simplemente el escepticismo
humano, y no debería tener cabida en el corazón ni en la mente de los adventistas
del séptimo día.
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Piensa en la luz que recibimos los Adventistas del Séptimo Día: ¿qué debería enseñarnos acerca de la gran responsabilidad que tenemos de ser fieles a las verdades que conocemos?
2. Vuelve a leer Deuteronomio 18:9 al 14. ¿Qué manifestaciones modernas de esta “abominación para con Jehová” existen hoy, y cómo podemos asegurarnos de evitarlas?
3. ¿Por qué los cristianos, que comprenden más que nadie la aplicación universal de la muerte de Cristo en la Cruz, nunca deben “levantar rostros” (ver el estudio del lunes)? ¿Cómo podemos reconocer en nosotros mismos la tendencia a hacer precisamente eso sin autoengañarnos? ¿Por qué contemplar la Cruz, y mantenerla siempre delante de nosotros, puede curarnos de esta actitud equivocada?
Viernes
Hijos e hijas de Dios, 18 de enero, “Es poderoso para socorrer”, p. 26;
Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 6, p. 1070, “Esto es justificación por la fe”.
"LA VERDAD PRESENTE, EN DEUTERONOMIO"
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Dios lo bendiga!!!
Lección 12
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Parte I: RESEÑA
Texto clave: Mateo 4:4.
Enfoque del estudio: Mateo 4:1-11, cf. Deuteronomio 8:3; Gálatas 3:1-14, cf. Deuteronomio 27:22-26; Hechos 3:22, cf. Deuteronomio 18:15-19; Hebreos 10:28-31, cf. Deuteronomio 17:2-6; 19:15; 32:35, 36.
Introducción:
El libro de Deuteronomio es uno de los cuatro libros del Antiguo Testamento (Génesis, Deuteronomio, Salmos e Isaías) que se citan con mayor frecuencia en el Nuevo Testamento. Según algunos eruditos bíblicos, Deuteronomio es el libro que más citó Jesús, especialmente en momentos decisivos de su misión mesiánica. La razón de la popularidad de Deuteronomio tiene que ver con el género sermón del libro de Deuteronomio, su estilo pedagógico y su enseñanza teológica. Moisés no solo cita las leyes; las comenta y resalta su contenido teológico y su profunda intención con el fin de aplicarlas a la vida de los israelitas.
Deuteronomio contiene muchas enseñanzas que constituirán los fundamentos teológicos de la fe cristiana. Encontramos en Deuteronomio la tensión teológica entre el rigor de la Ley y la buena nueva de la gracia de Dios. Es del libro de Deuteronomio que Pablo extrae la idea de que la Ley revela el pecado (Rom. 7:7), que la justicia es solo por la fe (Rom. 1:17; 10:6, 8, 17; cf. con Deut. 30:12-14), y la esperanza de que algún día el pueblo de Dios sea uno con los gentiles (Rom. 15:10; cf. con Deut. 32:43). Por eso se compara el libro de Deuteronomio con el libro de Romanos en el Nuevo Testamento. Esta semana veremos el lugar y la importancia del libro de Deuteronomio en el Nuevo Testamento.
Temática de la lección:
- Escrito está: Jesús utiliza la Palabra de Dios citando Deuteronomio.
- Vivir de la Palabra: Una lección profunda sobre dónde encuentran los seres humanos su fuente de vida y existencia.
- La Ley y la gracia: Cómo el Nuevo Testamento usa Deuteronomio para explicar la Ley y la gracia.
- Un profeta como yo: Jesús hace referencia a Deuteronomio y, a su vez, Deuteronomio apunta hacia él.
Parte II: COMENTARIO
El estudio del libro de Deuteronomio, desde la perspectiva del Nuevo Testamento, proporciona una teología completa y equilibrada. Con Jesús, aprenderemos acerca de la necesidad vital de la Palabra de Dios; Palabra mediante la cual viviremos. Apreciaremos el valor del principio “Escrito está” y la necesidad vital de la Palabra de Dios. Entenderemos mejor la interacción entre la Ley y la gracia, y así ajustaremos nuestra relación con el Dios de la justicia y el amor. Creeremos en las profecías mesiánicas.
“Escrito está” (Mat. 4:4)
El hecho de que Jesús use “Escrito está” (Mat. 4:4) para mencionar su cita del libro de Deuteronomio indica claramente que para él este libro pertenece al corpus de las Escrituras inspiradas. Esta es una expresión técnica que ya se utilizaba en la época del Antiguo Testamento (Jos. 1:8; 1 Rey. 2:3; Neh. 10:34, y otros) y posteriormente se usó en el Nuevo Testamento (Mar. 9:13; Hech. 1:20; 1 Cor. 1:19; y otros) para referirse a la autoridad de las Escrituras. El verbo en voz pasiva tiene la intención gramatical de presuponer el sujeto divino que está detrás de estos escritos.
Es interesante que no solo Jesús sino también Satanás se refieran a las Escrituras inspiradas, y ambos usan el convencional “Escrito está” para presentar sus citas. Pero solo Jesús señala a Dios; Satanás, no. El diablo se enfoca solo en el milagro, y Dios no es importante en su teología. Por otro lado, Jesús se enfoca en Dios, el único a quien debemos adorar (Mat. 4:10). Porque es posible conocer bien las Escrituras y citarlas todo el tiempo y, sin embargo, ignorar o incluso rechazar al Dios que las inspiró.
Vivir por la Palabra
Al final de cuarenta días de ayuno en el desierto, Satanás tentó a Jesús para que convirtiera las piedras en pan (una alusión al milagro del maná). Su respuesta se basó en una línea del libro de Deuteronomio, donde Moisés hablaba a Israel al final de sus cuarenta años en el desierto: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mat. 4:4; comparar con Deut. 8:3). Este versículo se refiere, por supuesto, a la Palabra de Dios, según lo interpreta la traducción griega (conocida como Septuaginta) que cita el Nuevo Testamento. Pero el texto hebreo del AT refiere a algo más que las “palabras” que salen de la boca de Dios. El texto hebreo dice literalmente: “De todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre” (Deut. 8:3).
El versículo hebreo también alude a la creación de los seres humanos por parte de Dios (Gén. 2:7). Lo que Moisés estaba enfatizando es que los seres humanos recibieron la vida de la boca de Dios, no del pan. Era importante que los israelitas entendieran esta lección. Los israelitas, malcriados por el maná que caía en forma regular y segura sobre la tierra, se acostumbraron a esa provisión natural y, de hecho, quizá olvidaron que provenía de Dios. Jesús le recuerda a Satanás que ni siquiera se trataba del poder del milagro, sino de la persona de Dios mismo.
La Ley y la gracia
Al igual que el libro de Deuteronomio, el apóstol Pablo defiende tanto la Ley como la gracia, aunque también advierte contra la mala interpretación de estos dos principios. Cuando Pablo habla de la maldición de Deuteronomio contra aquellos que no observan la Ley (Gál. 3:10; comparar con Deut. 27:26), insiste en que no es la Ley en sí la que salvará a los creyentes. Al dirigirse a los gálatas, Pablo argumenta que no deben confiar en la Ley para la salvación, porque el rigor de la Ley ciertamente los hará dignos de muerte. Su esfuerzo humano por obedecer la Ley está condenado al fracaso. Sin embargo, Pablo prosigue: “El que hiciere estas cosas vivirá por ellas” (Gál. 3:12), refiriéndose a las leyes de Moisés (Deut. 4:1; comparar con Lev. 18:5).
La razón de esta paradoja reside no solo en el valor de la Ley, sino también en la fe en la gracia de Dios: “El justo por la fe vivirá” (Gál. 3:11), un principio tomado de Génesis 15:6. Luego Pablo explica y da la clave de esa “contradicción”: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley” (Gál. 3:13), que deriva de desobedecer la Ley. Pablo no promueve el rechazo de la Ley; al contrario, refuerza la necesidad de la Ley. Pero estamos destinados a sufrir la maldición si confiamos solo en nuestras obras de la Ley, excluyendo la dimensión de la misericordia (Heb. 10:28; comparar con Deut. 17:2-6; 19:15; Heb. 10:30; comparar con Deut. 32:35, 36). Por lo tanto, será aún peor si ignoramos la misericordia de Dios, y por ende desechamos, o “insultamos”, al Espíritu de gracia que se ha manifestado en la Cruz (Heb. 10:29).
Un profeta como yo
Cuando, bajo inspiración, Moisés predice la venida de un profeta como él (Deut. 18:15-19), no se está refiriendo solo a la futura venida de los profetas en general. Hubo profetas antes de Moisés (Gén. 20:7; 37:5-9; Núm. 11:25). Moisés tiene en mente al futuro Mesías, tal como lo predijeron los profetas posteriores. Ten en cuenta que esa misma expresión específicamente, “Profeta les levantaré”, se usa en otras partes del Antiguo Testamento para describir la venida del Mesías, aludiendo así a la profecía anterior de Moisés (2 Sam. 7:12). Por consiguiente, cuando Jesús vino y realizó el milagro extraordinario de la multiplicación de los panes, los judíos recordaron de inmediato el milagro del maná y pensaron que el profeta como Moisés había venido (Juan 6:14). No es de extrañar que Pedro y Esteban, que conocían esta profecía mesiánica, la usaran como argumento para convencer a los judíos de esa época que esperaban a un profeta como Moisés (Hech. 3:22, 23).
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
¿Cómo aplicas las Escrituras?
Considera los siguientes casos en los que hay un buen conocimiento de las Escrituras, pero sin tomar en serio su naturaleza inspirada:
- Aplicación hermenéutica. Algunos pueden cuestionar la verdad histórica, ética y teológica del texto o interpretar las Escrituras desde el punto de vista de sus presupuestos culturales (teorías evolucionistas, presión social y política, y demás). ¿Cuál es el peligro de este modo de pensar para nuestra fe? ¿Cuál es el remedio?
- Aplicación existencial. Para algunos, las Escrituras no repercuten en su vida personal y profesional, como si el Dios de las Escrituras (Antiguo Testamento y Nuevo Testamento) fuera solo un Dios de otra época que no tiene nada que ver con su vida diaria y en el mercado. ¿Qué se necesita para que las Escrituras y Dios se vuelvan más personales?
¿Cómo observas las leyes bíblicas?
- El sábado. ¿Qué puedes hacer a fin de prepararte para la llegada del sábado desde el comienzo de la semana, con el propósito de poder vivir este día como un momento de gozo, como un regalo de Dios para ti y no como un quehacer?
- El diezmo. ¿Te quejas cuando tienes que apartar parte de tu salario para Dios? ¿Por qué crees que ocurre eso? ¿Qué puedes hacer para reformular tu actitud hacia el diezmo?
¿Cómo entiendes las profecías mesiánicas?
Analiza con la clase las siguientes respuestas:
- Como verdaderas predicciones interpretadas por el mismo profeta que las pronunció.
- Como reflexiones que se aplican solo a la situación contemporánea.
- Como profecías con doble aplicación (contemporánea y futura) y reinterpretadas por los escritores del Nuevo Testamento.
"LA VERDAD PRESENTE, EN DEUTERONOMIO"
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Dios los bendiga!!
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