Lección 11: Deuteronomio en el resto del Antiguo Testamento | Deuteronomio | Escuela Sabática 4T 2021
Lección 11: Para el 11 de diciembre de 2021
DEUTERONOMIO EN EL RESTO DEL ANTIGUO TESTAMENTO
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: 2 Reyes 22; Nehemías 9:6; Jeremías 7:1–7; Salmo 148:4: Jeremías 29:13; Miqueas 6:1–8; Daniel 9:1–19.
PARA MEMORIZAR:
“Solamente de tus padres se agradó Jehová para amarlos, y escogió su descendencia después de ellos, a vosotros, de entre todos los pueblos, como en este día” (Deut. 10:15).
Una de las cosas fascinantes de la Biblia, especialmente del Antiguo Testamento, es la frecuencia con la que se refiere o se cita a sí misma; es decir, los escritores posteriores del Antiguo Testamento aluden a los anteriores, usándolos a ellos y a sus escritos para decir algo importante.
El Salmo 81, por ejemplo, retrocede al libro del Éxodo y casi cita textualmente el preámbulo de los Diez Mandamientos, ya que el salmista escribió: “Yo soy Jehová tu Dios, que te hice subir de la tierra de Egipto” (Sal. 81:10).
En todo el Antiguo Testamento se hace referencia al Génesis, especialmente a la historia de la Creación (ver, por ejemplo, Jer. 4:23; Gén. 1:2). Y sí, muchas veces los escritores posteriores del Antiguo Testamento, como los profetas, aludieron al libro de Deuteronomio, que desempeñó un papel primordial en la vida del Pacto del Israel primitivo. Esta semana nos centraremos en cómo los escritores posteriores del Antiguo Testamento utilizaron el libro. ¿Qué partes de Deuteronomio usaron y qué cuestiones plantearon que aún tienen relevancia para nosotros en la actualidad?
Sábado
La Biblia es del más alto valor porque es la palabra del Dios viviente. De todos los libros del mundo, es el que merece más estudio y atención; porque es sabiduría eterna. La Biblia es una historia que nos relata la creación del mundo, y nos revela los siglos pasados. Sin ella quedaríamos reducidos a hilvanar meras conjeturas y fábulas acerca de lo que ocurrió en el remoto pasado. Nos revela al Creador de los cielos y de la tierra, así como el universo que él trajo a la existencia; y derrama una luz gloriosa sobre el mundo venidero. La Biblia es un campo en el cual están escondidos tesoros celestiales, que permanecerán ocultos hasta que por diligente trabajo de minero, sean descubiertos y sacados a la luz. La Biblia es un estuche que contiene joyas de inestimable valor, que deben ser presentadas en forma tal que se vean con su brillo intrínseco (Consejos para los maestros, p. 407).
El salmista dice: “La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples”. Salmo 119:130. Como poder educador la Biblia no tiene rival. Ninguna obra científica está tan bien adaptada para desarrollar la mente como una contemplación de las grandes y vitales verdades y lecciones prácticas de la Biblia. Nunca se ha impreso ningún otro libro que esté tan bien calculado para dar poder mental. Los hombres de los más grandes intelectos, si no son guiados por la palabra de Dios en su investigación, se desconciertan; no pueden comprender al Creador ni a sus obras. Pero dedíquese la mente para captar y medir la verdad eterna, dedíquela al esfuerzo buscando las joyas de la verdad en la rica mina de la Palabra de Dios, y nunca se verá empequeñecida y debilitada, como cuando se la permite ocuparse de temas comunes (Fundamentals of Christian Education, p. 84).
[Las enseñanzas de Cristo] están destinadas a dirigir los intelectos al Antiguo Testamento, y a exponer con mayor claridad los grandes temas allí presentados. Durante siglos, el pueblo de Israel se había estado separando de Dios, y había perdido de vista las verdades preciosas que le habían sido confiadas. Estas verdades estaban cubiertas por formas supersticiosas y ceremonias que ocultaban su verdadero significado.
Cristo vino para sacar los escombros que habían oscurecido su brillo. Las puso, como joyas preciosas, en un nuevo engaste. Demostró que muy lejos de desdeñar la repetición de las verdades antiguas y familiares, había venido para exponerlas en su verdadera fuerza y belleza, cuya gloria nunca había sido discernida por los hombres de su tiempo. Siendo él mismo el Autor de estas verdades reveladas, podía dar a conocer a la gente su verdadero significado, librándolas de las falsas interpretaciones y teorías adoptadas por los dirigentes con el fin de adaptarlas a su propia condición profana, destituida de espiritualidad y del amor de Dios. Hizo a un lado lo que había privado a estas verdades de vida y poder vital, y las devolvió al mundo dotadas de toda su frescura y fuerza originales (Testimonios para la iglesia, t. 5. p. 664).
EL LIBRO DE LA LEY
El rey Josías, de Judá, que tenía ocho años cuando se convirtió en rey, reinó 31 años (640 a.C.-609 a.C.) antes de su muerte en el campo de batalla. En el año 18 de su reinado, sucedió algo que, al menos por un tiempo, cambió la historia del pueblo de Dios.
Lee 2 Reyes 22. ¿Qué lecciones podemos aprender de este incidente?
Los eruditos han llegado a la conclusión de que el “libro de la ley” (2 Rey. 22:8) era Deuteronomio, que aparentemente se había perdido para el pueblo durante muchos años.
“Josías se conmovió hondamente al oír por primera vez leer las exhortaciones y las amonestaciones registradas en ese antiguo manuscrito. Nunca antes había comprendido tan claramente la sencillez con que Dios había presentado a Israel ‘la vida y la muerte, la bendición y la maldición’ (Deut. 30:19) [...]. En el libro abundaban las promesas referentes a la buena voluntad de Dios para salvar hasta lo sumo a los que confiasen plenamente en él. Así como había obrado al librarlos de la servidumbre en Egipto, quería obrar poderosamente para establecerlos en la Tierra Prometida y colocarlos a la cabeza de las naciones de la Tierra” (PR 290).
En el capítulo siguiente, podemos ver cuán seriamente el rey Josías procuró guardar “sus mandamientos, sus testimonios y sus estatutos, con todo el corazón y con toda el alma” (2 Rey. 23:3; ver también Deut. 4:29; 6:5; 10:12; 11:13). Y esta reforma incluyó una limpieza y una purificación de “todas las abominaciones que se veían en la tierra de Judá y en Jerusalén, para cumplir las palabras de la ley que estaban escritas en el libro que el sacerdote Hilcías había hallado en la casa de Jehová” (2 Rey. 23:24).
Deuteronomio estaba lleno de advertencias y amonestaciones en contra de seguir las prácticas de las naciones que los rodeaban. Los actos de Josías, y todas las cosas que hizo, que incluyeron la ejecución de los sacerdotes idólatras de Samaria (2 Rey. 23:20), revelaron cuán lejos se habían desviado de la verdad que se les había confiado. En lugar de seguir siendo el pueblo santo que se suponía que eran, transigieron con el mundo, aunque a menudo pensaban: Estamos bien con el Señor, gracias. Qué engaño más peligroso.
■ ¿Qué cosas podríamos necesitar purgar a fondo en nuestra casa o nuestra iglesia para poder servir verdaderamente al Señor con todo nuestro corazón y alma?
Domingo
Josías propuso luego que los que ejercían la más alta autoridad se comprometiesen solemnemente con el pueblo delante de Dios a cooperar unos con otros en un esfuerzo para instituir cambios decididos. “Y poniéndose el rey en pie junto a la columna, hizo alianza delante de Jehová, de que irían en pos de Jehová, y guardarían sus mandamientos, y sus testimonios, y sus estatutos, con todo el corazón y con toda el alma, y que cumplirían las palabras de la alianza que estaban escritas en aquel libro”. La respuesta fuemás cordial de lo que el rey se había atrevido a esperar, pues “todo el pueblo confirmó el pacto”. 2 Reyes 23:3.
En la reforma que siguió, el rey dedicó su atención a destruir todo vestigio que quedara de la idolatría. Hacía tanto tiempo que los habitantes del país seguían las costumbres de las naciones circundantes en lo referente a postrarse ante imágenes de madera y piedra, que parecía casi imposible al hombre eliminar todo rastro de estos males. Pero Josías perseveró en su esfuerzo por purificar la tierra. Con severidad hizo frente a la idolatría matando “a todos los sacerdotes de los altos;” “asimismo barrió Josías los pythones, adivinos, y terapheos, y todas las abominaciones que se veían en la tierra de Judá y en Jerusalem, para cumplir las palabras de la ley que estaban escritas en el libro que el sacerdote Hilcías había hallado en la casa de Jehová”. Vers. 20, 24 (Profetas y reyes, p. 295).
Dios requiere que confesemos nuestros pecados y humillemos nuestro corazón ante él. Pero al mismo tiempo debiéramos tenerle confianza como a un Padre tierno que no abandonará a los que ponen su confianza en él…
Dios no nos abandona por causa de nuestros pecados. Quizás hayamos cometido errores y contristado a su Espíritu, pero cuando nos arrepentimos y acudimos a él con corazón contrito, no nos desdeña. Hay estorbos que deben ser removidos. Se han fomentado sentimientos equivocados y ha habido orgullo, suficiencia propia, impaciencia y murmuraciones. Todo esto nos separa de Dios. Deben confesarse los pecados; debe haber una obra más profunda de la gracia en el corazón. Los que se sienten débiles y desanimados deben llegar a ser hombres fuertes en Dios y deben hacer una noble obra para el Maestro (Fe y obras, pp. 34, 35).
La confesión no es aceptable para Dios si no va acompañada por un arrepentimiento sincero y una reforma. Debe haber cambios decididos en la vida; todo lo que ofenda a Dios debe dejarse. Tal será el resultado de una verdadera tristeza por el pecado. Se nos presenta claramente lo que tenemos que hacer de nuestra parte: “¡Lavaos, limpiaos; apartad la maldad de vuestras obras de delante de mis ojos; cesad de hacer lo malo; aprended a hacer lo bueno; buscad lo justo; socorred al oprimido; mantened el derecho del huérfano, defended la causa de la viuda”. Isaías 1:16, 17 (El camino a Cristo, p. 39).
“LOS CIELOS DE LOS CIELOS”
Deuteronomio deja muy en claro que la Ley y el Pacto eran esenciales, no solo para la relación de Israel con Dios, sino también para el propósito de la nación como pueblo “escogido” (Deut. 7:6; 14:2; 18:5).
Lee Deuteronomio 10:12 al 15, donde se enfatiza esta idea de la Ley y el
estatus de “escogido” de Israel. Sin embargo, ¿qué quiere decir la Biblia con
la frase “los cielos de los cielos”? ¿Qué quiere enfatizar Moisés con esa frase?
El significado de “los cielos de los cielos” no está del todo claro, al menos en este contexto inmediato, pero Moisés está señalando la majestad, el poder y la grandeza de Dios. Es decir, no solo el cielo en sí, sino “los cielos de los cielos” le pertenecen, probablemente una expresión idiomática que apunta a la completa soberanía de Dios sobre toda la Creación.
Lee los siguientes versículos, todos basados en la frase que aparece primero en Deuteronomio. En cada caso, ¿de qué se trata y cómo vemos la influencia de Deuteronomio allí?
1 Reyes 8:27
Nehemías 9:6
Salmo 148:4
En Nehemías 9 se enfatiza quién es el único que debe ser adorado. Él hizo todo, incluso “los cielos de los cielos, con todo su ejército” (Neh. 9:6). De hecho, Nehemías 9:3 dice que “leyeron el libro de la ley”, muy probablemente, como en la época de Josías, el libro de Deuteronomio, lo que explica por qué unos versículos más adelante los levitas, en medio de su alabanza y adoración a Dios, utilizaron esta frase, “los cielos de los cielos”, extraída directamente de Deuteronomio.
■ Dios es el Creador, no solo de la Tierra, sino también de “los cielos de los cielos”. ¡Y pensar que este mismo Dios iría a la Cruz! ¿Por qué la adoración es una respuesta tan apropiada a lo que Dios hizo por nosotros?
Lunes
Cuando Satanás declaró a Cristo: El reino y la gloria del mundo me son entregados, y a quien quiero los doy, dijo algo que era verdad solamente en parte; y lo dijo con fines de engaño. El dominio que ejercía Satanás era el que había arrebatado a Adán, pero Adán era vicegerente del Creador. El suyo no era un dominio independiente. La tierra es de Dios, y él ha confiado todas las cosas a su Hijo. Adán había de reinar sujeto a Cristo. Cuando Adán entregó su soberanía en las manos de Satanás, Cristo continuó siendo aún el Rey legítimo… Satanás puede ejercer su usurpada autoridad únicamente en la medida en que Dios lo permite.
Cuando el tentador ofreció a Cristo el reino y la gloria del mundo, se propuso que Cristo renunciase al verdadero reino del mundo y ejerciese el dominio sujeto a Satanás… Cristo declaró al tentador: “Vete, Satanás, que escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás” (El Deseado de todas las gentes, p. 103).
Los levitas, en su himno registrado por Nehemías, cantaban: “Tú, oh Jehová, eres solo; tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, y toda su milicia, la tierra y todo lo que está en ella, … tú vivificas todas estas cosas”. Nehemías 9:6… La mano de Dios dirige los planetas, y los mantiene en su puesto en su ordenada marcha a través de los cielos. “Él saca por cuenta su ejército: a todas llama por sus nombres; ninguna faltará: tal es la grandeza de su fuerza, y su poder y virtud”. Isaías 40:26…
Dios es el fundamento de todas las cosas. Toda verdadera ciencia está en armonía con sus obras; toda verdadera educación nos induce a obedecer a su gobierno. La ciencia abre nuevas maravillas ante nuestra vista, se remonta alto, y explora nuevas profundidades; pero de su búsqueda no trae nada que esté en conflicto con la divina revelación. La ignorancia puede tratar de respaldar puntos de vista falsos con respecto a Dios valiéndose para ello de la ciencia; pero el libro de la naturaleza y la Palabra escrita se iluminan mutuamente. De esa manera somos inducidos a adorar al Creador, y confiar con inteligencia en su Palabra (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 107, 108)
Todos estamos bajo el mando de uno u otro capitán. Uno, el Creador del hombre y del mundo, es el mayor de todos. Todos le deben el sometimiento de su ser entero, la devoción de todos sus afectos. Si se pone la mente bajo su control, y si Dios moldea y desarrolla las facultades mentales, diariamente se recibirá un nuevo poder moral de la Fuente de toda sabiduría y fortaleza. Las bendiciones morales y la hermosura divina, recompensarán los esfuerzos de cada uno, cuya mente se dirija hacia lo celestial. Podemos obtener revelaciones —bellezas celestiales— que están más allá de la corta visión de los mundanos, que exceden la imaginación de la mente más grande (Nuestra elevada vocación, p. 82).
DEUTERONOMIO EN JEREMÍAS
Hace años, un joven agnóstico buscaba apasionadamente la verdad, sin importar cuál fuera esa verdad y a dónde lo llevara. Finalmente, llegó no solo a creer en Dios el Padre y en Jesús, sino también aceptó el mensaje adventista del séptimo día. Su versículo favorito de la Biblia era Jeremías 29:13, que dice: “Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón”. No obstante, años más tarde, al estudiar su Biblia, encontró ese versículo nuevamente, pero en el libro de Deuteronomio. Es decir, Jeremías lo obtuvo de Moisés.
Lee Deuteronomio 4:23 al 29. ¿Cuál es el contexto de esta promesa a Israel
y cómo podría relacionarse con nosotros hoy?
Como ya hemos visto, el libro de Deuteronomio se había redescubierto durante el reinado del rey Josías, y fue bajo el gobierno de Josías que Jeremías comenzó su ministerio. Por ende, no es de extrañar que la influencia de Deuteronomio pueda verse en los escritos de Jeremías.
Lee Jeremías 7:1 al 7. ¿Qué le dice Jeremías al pueblo que haga, y qué relación tiene con lo que estaba escrito en el libro de Deuteronomio?
Vez tras vez en Deuteronomio, Moisés enfatizó que la permanencia en la tierra de Canaán era condicional, y que si desobedecían no permanecerían en el lugar que Dios había elegido para ellos. Considera la advertencia específica que se encuentra en Jeremías 7:4, donde se enfatiza que este era de veras el Templo de Dios, y ellos eran de veras su pueblo escogido, pero que nada de eso traería bendición si no eran obedientes.
Y esa obediencia incluía su forma de tratar a los extranjeros, a los huérfanos, a las viudas, una idea que se remonta directamente a Deuteronomio y a algunas de las estipulaciones del Pacto que era de su incumbencia seguir: “No torcerás el derecho del extranjero ni del huérfano, ni tomarás en prenda la ropa de la viuda” (Deut. 24:17; ver además Deut. 24:21; 10:18, 19; 27:19).
■ Lee Jeremías 4:4 y compáralo con Deuteronomio 30:6. ¿Cuál es el mensaje para el pueblo y cómo ese principio se aplica también al pueblo de Dios hoy?
Martes
Dios será para nosotros todo lo que le permitamos ser. Nuestras oraciones lánguidas y sin entusiasmo no tendrán respuesta del cielo. ¡Oh, necesitamos insistir en nuestras peticiones! Pedid con fe, esperad con fe, recibid con fe, regocijaos con esperanza, porque todo aquel que pide, encuentra. Seamos fervientes. Busquemos a Dios de todo corazón. La gente empeña el alma y pone fervor en todo lo que emprende en sus realizaciones temporales, hasta que sus esfuerzos son coronados por el éxito. Con intenso fervor, aprended el oficio de buscar las ricas bendiciones que Dios ha prometido, y con un esfuerzo perseverante y decidido tendréis su luz, y su verdad, y su rica gracia.
Clamad a Dios con sinceridad y alma anhelante. Luchad con los agentes celestiales hasta que obtengáis la victoria. Poned todo vuestro ser, vuestra alma, cuerpo y espíritu en las manos del Señor, y resolved que seréis sus instrumentos vivos y consagrados, movidos por su voluntad, controlados por su mente, e imbuidos por su Espíritu.
Contadle a Jesús con sinceridad vuestras necesidades. No se requiere de vosotros que sostengáis una larga controversia con Dios, o que le prediquéis un sermón, sino que, con un corazón afligido a causa de vuestros pecados, digáis: “Sálvame, Señor, o pereceré”. Para estas almas hay esperanza. Ellas buscarán, pedirán, golpearán y encontrarán. Cuando Jesús haya quitado la carga del pecado que quebranta el alma, experimentaréis la bendición de la paz de Cristo (Nuestra elevada vocación, p. 133).
Nuestro primer deber, y el más grande de todos, es saber que permanecemos en Cristo. Él debe hacer la obra. Debemos intentar saber “qué dice el Señor”, sometiendo nuestras vidas a su gobierno. Cuando el Espíritu de Cristo mora en nosotros, todo cambia. Solo el Salvador puede darnos el descanso y la paz que tanto necesitamos. Y en cada invitación que nos hace para buscar al Señor a fin de que lo encontremos, nos está llamando para que moremos en él. Esta invitación no consiste solamente en que vayamos a él, sino que permanezcamos en él. El Espíritu de Dios nos impulsa a acudir. Cuando tenemos ese descanso y esa paz, nuestras preocupaciones diarias no nos inducirán a ser ordinarios, toscos y descorteses. No seguiremos más nuestro propio camino y nuestra voluntad. Desearemos hacer la voluntad de Dios, morando en Cristo como los pámpanos se hallan unidos en la vid (Cada día con Dios, p. 138).
Después del reconocimiento de los requerimientos divinos, nada hay que diferencie tanto las leyes dadas por Moisés de cualesquiera otras como el espíritu generoso y hospitalario que ordenaban hacia los pobres. Aunque Dios había prometido bendecir grandemente a su pueblo, no se proponía que la pobreza fuese totalmente desconocida entre ellos. Declaró que los pobres no dejarían de existir en la tierra. Siempre habría entre su pueblo algunos que le darían oportunidad de ejercer la simpatía, la ternura y la benevolencia. En aquel entonces, como ahora, las personas estaban expuestas al infortunio, la enfermedad y la pérdida de sus propiedades; pero mientras se siguieran estrictamente las instrucciones dadas por Dios, no habría mendigos en Israel ni quien sufriera por falta de alimentos (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 570, 571).
“QUÉ PIDE JEHOVÁ DE TI”
Gran parte de los escritos de los profetas consistían en apelaciones a la fidelidad. Y no solo a la fidelidad en general, sino en particular; la fidelidad a su parte del Pacto, que confirmaron justo antes de entrar en la Tierra Prometida. Esto es lo que describe el libro de Deuteronomio: la confirmación del pacto de Dios con Israel. Después del rodeo de cuarenta años, el Señor ahora estaba a punto de cumplir (o comenzar a cumplir) más promesas de su Pacto, su parte del trato. Por lo tanto, Moisés amonestó al pueblo a cumplir con su parte también. De hecho, muchos de los escritos de los profetas eran básicamente iguales: llamados al pueblo para que cumpliera con su parte del Pacto.
Lee Miqueas 6:1 al 8. ¿Qué le está diciendo el Señor al pueblo, y qué relación
tiene con el libro de Deuteronomio? (Ver, además, Amós 5:24; Ose. 6:6.)
Algunos comentaristas bíblicos han visto en estas palabras de Miqueas lo que se conoce como una “demanda pactual” en la que el Señor “levanta pleito” o interpone una demanda contra su pueblo por violación del Pacto. En este caso, Miqueas dice que el Señor “tiene pleito con su pueblo” (Miq. 6:2), en el cual la palabra “pleito” (riv) puede implicar una disputa legal. Es decir, el Señor estaba iniciando una acción legal contra ellos, una imagen que implica el aspecto legal (además del relacional) del Pacto. Esto no debería sorprender a nadie porque, al fin y al cabo, lo esencial del Pacto era la Ley.
Fíjate también que Miqueas toma prestado el lenguaje directamente de
Deuteronomio: “Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que
temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y
sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes
los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para
que tengas prosperidad?” (Deut. 10:12, 13). Sin embargo, en lugar de citarlo
directamente, Miqueas lo modifica cambiando la “letra de la ley” de Deuteronomio
por el “espíritu de la ley”, que implica ser justo y misericordioso.
Lo que supuestamente está sucediendo aquí es que, por más que tengan
apariencias externas de religión y de piedad (muchos sacrificios de animales,
es decir, “millares de carneros”), eso no es lo que constituye la relación de
pacto de Israel con Dios. ¿De qué sirve toda esta piedad externa si, por
ejemplo, “codician las heredades, y las roban; y casas, y las toman; oprimen
al hombre y a su casa, al hombre y a su heredad” (Miq. 2:2)? Se suponía que
Israel era una luz para el mundo, acerca de la cual las naciones dirían con
asombro: “Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta”
(Deut. 4:6). Por lo tanto, debían actuar con sabiduría y entendimiento, lo
que incluía tratar a la gente con justicia y misericordia.
Miércoles
“Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos. Mas ellos, cual Adán, traspasaron el pacto; allí prevaricaron contra mí” Oseas 6:6, 7.
Los muchos sacrificios de los judíos y el fluir de la sangre para expiar pecados por los cuales ellos no habían experimentado verdadero arrepentimiento, siempre fueron repugnantes para Dios…
Las ofrendas costosas y una apariencia de santidad no pueden ganar el favor de Dios. Él exige por sus misericordias un espíritu contrito, un corazón abierto a la luz de la verdad, amor y compasión por nuestros semejantes y un espíritu que se niegue a ser seducido por la avaricia o el egoísmo. Los sacerdotes y gobernantes carecían de esos elementos esenciales para recibir el favor de Dios, y sus ofrendas más preciosas y sus vistosas ceremonias eran una abominación a la vista del Señor (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 4, p. 1196).
Por medio de Moisés, mientras estaban los israelitas a punto de entrar en la tierra prometida, el Señor les había dicho: “Ahora pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que hayas bien?” Deuteronomio 10:12, 13. De siglo en siglo estos consejos fueron repetidos por los siervos de Jehová a los que estaban en peligro de caer en hábitos de formalismo, y de olvidarse de practicar la misericordia. Cuando Cristo mismo, durante su ministerio terrenal, fue interrogado así por un doctor de la ley: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento grande en la ley?” le contestó: “Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de toda tu mente. Este es el primero y el grande mandamiento. Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”. Mateo 22:36-40.
Estas claras expresiones de los profetas y del Maestro mismo deben ser recibidas como voz del Cielo para toda alma. No debemos desperdiciar oportunidad alguna de cumplir actos de misericordia, de tierna prevención y cortesía cristiana en favor de los cargados y oprimidos. Si nos es imposible hacer más, podemos dirigir palabras de aliento y esperanza a los que no conocen a Dios y a quienes podemos alcanzar con más facilidad mediante la simpatía y el amor.
Ricas y abundantes son las promesas hechas a los que se mantienen alerta para ver las oportunidades de infundir gozo y bendición en la vida ajena. “Y si derramares tu alma al hambriento, y saciares el alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el medio día; y Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías hartará tu alma, y engordará tus huesos; y serás como huerta de riego, y como manadero de aguas, cuyas aguas nunca faltan”. Isaías 58:10, 11 (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 241, 242).
LA ORACIÓN DE DANIEL
Una de las oraciones más famosas de todo el Antiguo Testamento está en Daniel 9. Al enterarse, mediante la lectura del profeta Jeremías, de que el tiempo de las “desolaciones” de Israel pronto terminarían, Daniel comenzó a orar con fervor (Dan. 9:2).
¡Y qué oración fue esa! Una súplica conmovedora y bañada de lágrimas en la que confiesa sus pecados y los pecados de su pueblo, mientras que al mismo tiempo reconoce la justicia de Dios en medio de la calamidad que les ha sobrevenido.
Lee Daniel 9:1 al 19. ¿Qué temas puedes encontrar que se relacionan
directamente con el libro de Deuteronomio?
La oración de Daniel es un resumen exacto de lo que se le había advertido a la nación en Deuteronomio con respecto a los frutos de no cumplir con su parte del Pacto. Daniel se refirió dos veces a “la ley de Moisés” (Dan. 9:11, 13), que sin duda incluía Deuteronomio y, en este caso, bien podría estar refiriéndose específicamente a este libro.
Como anticipaba Deuteronomio, fueron expulsados de la tierra (ver Deut.
4:27-31; 28) porque no obedecieron, exactamente lo que se le había dicho a
Moisés (Deut. 31:29) que sucedería.
Qué trágico, también, que en lugar de que las naciones que estaban a su
alrededor dijeran: “Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es
esta” (Deut. 4:6), Israel se haya convertido en un “oprobio” (Dan. 9:16) para
esas mismas naciones.
En medio de todas las lágrimas y las súplicas de Daniel, nunca formula la pregunta común que tantos hacen cuando ocurre un desastre: “¿Por qué?” Nunca pregunta porque, gracias al libro de Deuteronomio, sabe exactamente por qué sucedieron todas estas cosas. En otras palabras, Deuteronomio le dio a Daniel (y a otros exiliados) un contexto mediante el cual entender que el mal que les sobrevino no era solo un destino ciego, puro azar, sino los frutos de su desobediencia, tal cual se les advirtió.
Pero quizá lo más importante sea que la oración de Daniel expresaba la realidad de que, a pesar de estos hechos, había esperanza. Dios no los había abandonado, por más que les hubiera parecido así. Deuteronomio aportó no solo un contexto para comprender su situación, sino también destacaba la promesa de restauración.
■ Lee Daniel 9:24 al 27, la profecía acerca de Jesús y su muerte en la Cruz. ¿Por qué esta profecía le fue dada a Daniel (y al resto de nosotros) en el contexto del exilio de Israel y la promesa del retorno?
Jueves
La sabiduría que Dios le había impartido [a Daniel] era tan superior a la sabiduría de los grandes hombres del mundo, como la luz del sol que brilla en los cielos al mediodía es más brillante que la más débil estrella. Y sin embargo, ponderad la oración que sale de los labios de este hombre tan altamente favorecido del cielo. Con profunda humillación, con lágrimas y una entrega de corazón, ruega por sí mismo y por su pueblo. Abre su alma delante de Dios, confesando su propia falta de mérito y reconociendo la grandeza y la majestad del Señor.
¡Qué sinceridad y qué fervor caracterizaron su súplica! La mano de fe se halla extendida hacia arriba para asirse de las promesas del Altísimo que nunca fallan. Su alma lucha en agonía. Y tiene la evidencia de que su oración es escuchada. Sabe que la victoria le pertenece. Si como pueblo nosotros oráramos como Daniel, y lucháramos como él luchó, humillando nuestras almas delante de Dios, veríamos respuestas tan maravillosas a nuestras peticiones como las que le fueron concedidas a Daniel (La edificación del carácter, pp. 44, 45)
Avancen valerosamente, seguros de que el Señor acompañará a los que le aman y le sirven. Él obrará en favor de su pueblo que guarda su pacto. No permitirá que se transformen en una causa de descrédito. Él purificará a todos los que se sometan a su voluntad y los transformará en un motivo de alabanza sobre la tierra. En este mundo no hay nada que le sea más querido a Dios que su iglesia. Él obrará con poder extraordinario a través de hombres humildes y fieles. Hoy Cristo les dice a ustedes: “Yo estoy con vosotros, cooperando con vuestros esfuerzos fieles y obedientes, y concediéndoos preciosas victorias. Yo os fortaleceré a medida que os santificáis en mi servicio. Os concederé buen éxito en vuestros esfuerzos de levantar a las almas muertas en sus transgresiones y pecados”.
Una fe inmutable y un amor generoso vencerán las dificultades que se levanten en la senda del deber para estorbar la lucha agresiva. A medida que las personas inspiradas por esta clase de fe avancen en la tarea de salvar almas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán (Testimonios para la iglesia, t. 7, pp. 230, 231).
[S]ea este nuestro lenguaje, un lenguaje que salga de corazones que respondan a la gran bondad y al amor de Dios hacia nosotros como pueblo y como individuos: “Espera, oh Israel, en Jehová, desde ahora y para siempre”. “Los que estáis en la casa de Jehová, en los atrios de la casa de nuestro Dios. Alabad a JAH, porque él es bueno; cantad salmos a su nombre, porque él es benigno. Porque JAH ha escogido a Jacob para sí, a Israel por posesión suya. Porque yo sé que Jehová es grande, y el Señor nuestro, mayor que todos los dioses”. Considerad, mis hermanos y hermanas, que el Señor tiene un pueblo, un pueblo escogido, su iglesia, que debe ser suya, su propia fortaleza, que él sostiene en un mundo rebelde y herido por el pecado; y él se ha propuesto que ninguna autoridad sea conocida en él, ninguna ley reconocida por ella, sino la suya propia (Testimonios para los ministros, pp. 15, 16).
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
“Este [Miq. 6:1–8] es uno de los grandes pasajes del AT. Este, como Amós 5:24 y Ose. 6:6, es el epítome de los profetas del siglo VIII. El pasaje abre con un hermoso ejemplo de una demanda de pacto en la que el profeta convoca al pueblo a escuchar la acusación que Jehová tiene contra ellos. Los montes y los collados son el jurado porque han existido por mucho tiempo y han sido testigos del trato de Dios con Israel. En lugar de acusar directamente a Israel de quebrantar el Pacto, Dios le pregunta a Israel si tiene alguna acusación contra él. ‘¿Qué te he hecho, o en qué te he molestado?’ Frente a la injusticia, algunos de los pobres pudieron haberse ‘cans[ado ...] de hacer bien’. Frente a las oportunidades de enriquecerse rápidamente, algunos de los terratenientes pudieron haberse cansado de cumplir las leyes del Pacto” (R. L. Smith, Word Biblical Commentary, Micah-Malachi, t. 32, p. 50).
“En la reforma que siguió, el rey dedicó su atención a destruir todo vestigio que quedara de la idolatría. Hacía tanto tiempo que los habitantes del país seguían las costumbres de las naciones circundantes en lo referente a postrarse ante imágenes de madera y piedra que parecía casi imposible que el poder del hombre eliminara todo rastro de esos males. Pero Josías perseveró en su esfuerzo por purificar la tierra” (PR 295).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Claro, somos adventistas del séptimo día, y con nuestro mensaje de la Verdad Presente nos consideramos en el mismo lugar en el que estuvo el antiguo Israel: tenían verdades que el mundo que los rodeaba necesitaba escuchar. Es un gran privilegio para nosotros. Sin embargo, ¿crees que estamos cumpliendo con las responsabilidades que conlleva ese privilegio?
2. Imagínate que eres Daniel, después de haber visto su nación invadida y derrotada, y sabiendo que el Templo, el centro de toda su fe religiosa, fue destruido por paganos idólatras. Sin embargo, el hecho de conocer el libro de Deuteronomio, ¿cómo pudo ser tan importante para él (o para cualquier otro judío) en ese momento? Es decir, ¿cómo lo ayudó el libro a comprender todo lo que estaba sucediendo y por qué ocurría? De igual modo, nuestra comprensión de las Escrituras en general, ¿cómo nos ayuda a afrontar tiempos difíciles y acontecimientos que de otra manera, sin nuestro conocimiento de las Escrituras, podrían ser muy desalentadores para nosotros? La respuesta a esta pregunta ¿qué debería enseñarnos acerca de cuán esencial debe ser la Biblia para nuestra fe?
3. Con la clase, repasen la profecía de las setenta semanas de Daniel 9:24 al 27. ¿Qué papel tiene el Pacto en esa profecía, y por qué la idea de pacto es tan importante para él y para nosotros?
Viernes
La maravillosa gracia de Dios, 6 de noviembre, “Con todo vuestro corazón”, p. 318;
Obreros evangélicos, “La perspectiva”, pp. 37-39
"LA VERDAD PRESENTE, EN DEUTERONOMIO"
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Dios lo bendiga!!!
Lección 11
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Parte I: RESEÑA
Texto clave: Deuteronomio 10:15.
Enfoque del estudio: 2 Reyes 22; Nehemías 9:6, 16, 21, 35-37; Jeremías 7:1-7; Salmo 148:4; Jeremías 29:13; Miqueas 6:1-8; Daniel 9:1-19.
Introducción:
Al ser la primera parte de la revelación bíblica, se espera que la Torá, es decir, los cinco libros de Moisés (el Pentateuco), sea la parte de la Biblia más aludida en los escritos bíblicos posteriores. El libro de Génesis, con su informe de los sucesos de la creación de los cielos y la Tierra, la historia de la torre de Babel, y especialmente las historias de los patriarcas y de José, permanecerá vivo en la memoria del pueblo de Israel, los profetas y los Salmos. Asimismo, los otros libros del Pentateuco (Éxodo, Levítico y Números) estarán presentes en el culto e inspirarán la meditación de los sacerdotes, los reyes y los profetas. En el transcurso de esta semana, nos centraremos en el libro de Deuteronomio, que más que ningún otro tuvo un impacto en el destino espiritual del pueblo de Israel. Debido a que el libro de Deuteronomio era el libro que le recordaba la Ley a Israel, seguía siendo la referencia favorita para iniciar reformas o reprender a los que se habían desviado de los mandatos de la Ley.
En nuestro estudio acerca de la presencia del libro de Deuteronomio en los escritos posteriores, redescubriremos temas familiares que renovarán y se reencauzarán, según los nuevos contextos históricos, para hacer que las “sendas antiguas” vuelvan a ser relevantes.
Temática de la lección:
- La reforma de Josías: Lecciones de un líder fiel.
- La oración de Nehemías: Más verdades profundas basadas en el reavivamiento y la reforma.
- La oración de Daniel: Duelo por la pérdida.
- La religión de Miqueas: Qué significa realmente la verdadera religión.
Parte II: COMENTARIO
La reforma de Josías
El retorno radical a la Ley debe atribuirse, en primer lugar, al carácter personal de Josías y a su profunda piedad. Nunca en la historia de Israel un rey estuvo tan cerca del ideal de la Torá. Los ídolos que sus predecesores habían acumulado han sido “destrui[dos] enteramente” por Josías, según el ideal de Deuteronomio (Deut. 12:2, 3). Entonces, Dios bendijo el reinado de Josías (639-608 a.C.), que duró más de treinta años y fue mucho más largo que el reinado de sus predecesores. Josías tiene solo ocho años cuando se convierte en rey. En el año duodécimo de su reinado, toma su primera decisión formal, que abarca la restauración del Templo de Jerusalén, una preocupación que está claramente en el corazón del libro de Deuteronomio (Deut. 12:1-7). Por lo tanto, la primera obra de restauración de Josías concierne a toda la economía religiosa.
El Templo de Jerusalén se repara y se purifica. Se quitan todos los ídolos cananeos y asirios; todo el país participa, a través de ofrendas, de esta reconstrucción. Pero, es en el año 18 de su reinado cuando se inicia el siguiente paso de su reforma. Sin embargo, esta vez la reforma no atañe solo a los rituales; tiene un carácter espiritual específico. El sumo sacerdote Hilcías, al supervisar el progreso de la restauración, descubre “el libro de la ley en la casa de Jehová” (2 Rey. 22:8). Este manuscrito original, escrito por Moisés, se entrega a Safán, el escriba real. Entonces, él se presenta ante el rey para leerlo delante de él. Según el registro bíblico, cuando el rey escucha las palabras de este libro, se preocupa porque comprende que este libro habla de la ira de Dios y las maldiciones. El rey se rasga la ropa en señal de contrición y les ordena a los sacerdotes y a otros oficiales de la corte real que consulten a la profetisa Hulda. Este es uno de los raros ejemplos en los que un rey busca, de un profeta, la solución a un problema. Varios indicios sugieren que este “libro de la ley” es el libro de Deuteronomio, en el que se utilizan las mismas palabras (comparar con Deut. 31:24-26). Los pasajes preocupantes que intrigan y perturban al rey probablemente son Deuteronomio 28 y 29, que declaran los dos caminos: el camino de la vida y el camino de la muerte, con sus respectivas bendiciones y maldiciones, que son condiciones del Pacto. También contiene la referencia a la ira de Jehová (Deut. 29:20), y la exhortación de Moisés a Israel de tomar el camino correcto (Deut. 28:13).
El rey Josías se conmueve. Una vez terminada la lectura, Josías comprende la gravedad de la situación e inmediatamente emprende una reforma que va más allá de las meras medidas de adoración y llega a ser un profundo despertar espiritual en todo el país. Josías reafirma la centralidad del culto en Jerusalén, y su reforma se extiende más allá de las fronteras de Judá hasta el país del norte, Israel. Josías viaja al norte, a Betel. Gracias al libro de Deuteronomio, el rey Josías pudo promover la unidad espiritual del pueblo, un logro que ningún rey había podido lograr.
Preguntas para analizar y reflexionar: ¿Qué métodos utilizó Josías para lidiar con el problema que dividía a su pueblo? ¿Cuál fue la actitud personal de Josías en su llamado al arrepentimiento?
La oración de Nehemías
Al igual que la reforma de Josías, la reforma de Nehemías se inicia por la lectura de la Palabra de Dios. El pueblo aquí también lee del mismo “libro de la ley” (Neh. 9:3), dentro del mismo contexto espiritual de una intensa necesidad de arrepentimiento (Neh. 9:1, 2). La ocasión de esta reunión y ayuno especiales tiene lugar “el día veinticuatro del [séptimo] mes” (Neh. 9:1; comparar con Neh. 8:14). Esto es durante el período sombrío del Día de la Expiación, seguido inmediatamente por todo el período festivo de la Fiesta de los Tabernáculos, incluido el “octavo día” de la fiesta (el día 23), que era la asamblea prescrita que ponía fin a la fiesta (comparar con Neh. 8:18; Lev. 23:39).
La oración de Nehemías está colmada de referencias al libro de Deuteronomio. Comienza con una bendición y una invocación del Creador, “exaltado por sobre toda bendición y alabanza” (Neh. 9:5, NTV; comparar con Deut. 6:4), quien creó “los cielos de los cielos” (Neh. 9:6), una expresión superlativa que designa el lugar más alto de la morada de Dios, donde moran los ángeles de Dios, “los ejércitos de los cielos”, que lo adoran (Deut. 10:14; comparar con 1 Rey. 8:27). La oración continúa con un recordatorio del Pacto, el tema básico alrededor del cual se estructura el libro de Deuteronomio, y todo lo que Dios hizo por Israel: cómo lo cuidó durante los cuarenta años en el desierto (Neh. 9:21; comparar con Deut. 2:7; 8:4; 29:5); la respuesta obstinada y rebelde de Israel, que endureció su cerviz (Neh. 9:16; comparar con Deut. 1:26-33; 31:27). No se arrepintieron de sus malas obras (Neh. 9:35; comparar con Deut. 28:45-47). Por ende, Nehemías deplora que el pueblo de Dios esté cosechando ahora el fruto de su desobediencia pasada y esté bajo la maldición del Pacto (Neh. 9:35-37; comparar con Deut. 28:47, 48).
Nehemías concluye su oración con un último pensamiento sobre el misterio del Pacto. La frase hebrea ubekol zo’t, que abre la conclusión de Nehemías y se traduce: “A causa, pues” en la RVR1960, es una expresión idiomática que significa “por” (NVI, DHH) o “entonces” (NTV). Nehemías se sorprende por la paradoja de este pacto, que se hizo a pesar de la iniquidad de los reyes, los príncipes y los sacerdotes (Neh. 9:34, 37).
Preguntas para reflexionar: ¿Por qué a la morada de Dios se la llama “los cielos de los cielos”? ¿Por qué Nehemías comienza con la referencia al Dios de la Creación y a su adoración por parte de los ejércitos –o huestes– de los cielos?
La oración de Daniel
Al igual que Josías y Nehemías, el profeta Daniel, que está en la misma modalidad de oración y duelo, lee “la ley de Moisés” y ora por los desastres que han sobrevenido al pueblo de Dios como resultado de la infidelidad de Israel (Dan. 9:13; comparar con Deut. 28:15-68).
La religión de Miqueas
Al igual que Moisés, Miqueas comienza su discurso con la misma expresión llamativa: “Qué pide Jehová de ti: solamente…” (Miq. 6:8; comparar con Deut. 10:12). Esta frase representa una de las preocupaciones más esenciales sobre la religión. ¿Cómo pueden los seres humanos acercarse a Dios y responder a sus expectativas? La respuesta tradicional sería: mediante sacrificios, ofrendas de gran valor, buenas obras para Dios. La respuesta de Miqueas, al igual que la de Moisés, no se halla en el ofrecimiento de esas ofrendas externas a Dios por parte del adorador: “solamente hacer justicia, y amar misericordia” hacia los seres humanos necesitados (Miq. 6:8). Miqueas imita a Deuteronomio en sus palabras. La frase “hacer justicia” y la palabra clave “amar” son comunes a ambos pasajes. Miqueas no está diciendo que los sacrificios y las ofrendas estén mal, sino que todos los actos religiosos sin la relación adecuada con Dios y el prójimo son inútiles.
Preguntas para analizar y reflexionar: De acuerdo con los ejemplos de Josías, Nehemías y Daniel, ¿cuál es el primer requisito para comenzar el proceso de arrepentimiento? ¿Por qué fue necesario consultar a los profetas (Moisés, Hulda, Jeremías,etc.) para propiciar el arrepentimiento del pueblo y las bendiciones de Dios?
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
Divisiones
Eres líder de la iglesia y sufres al presenciar divisiones en tu comunidad. Elige una de las siguientes opciones:
- Tomas partido por una de las facciones contra otro grupo y acusas al otro grupo de estar equivocado.
- Escuchas a ambos grupos y reconoces dónde ambos tienen razón, y vas a ambos grupos para ayudarlos a ver los valores del otro grupo.
- Te das cuenta de que eres parte de los problemas de tu comunidad y llamas a ambos grupos para que oren contigo y consideren en qué medida todos se equivocaron en la disputa.
Iglesia local
¿Cómo deberías responder a los aspectos de la vida de la iglesia local en los que la iglesia no está a la altura de la luz que recibió? ¿Cuáles son las mejores formas de procurar una reforma? ¿Qué principios podemos tomar de estos relatos que podríamos aplicar a nuestras propias iglesias?
"LA VERDAD PRESENTE, EN DEUTERONOMIO"
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Dios los bendiga!!
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