Lección 12: Recibir un reino inconmovible | El mensaje de Hebreos | Escuela Sabática 1T 2022
Lección 12: Para el 19 de marzo de 2022
RECIBIR UN REINO INCONMOVIBLE
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Hebreos 12:18–29; Éxodo 32:32; Daniel 7:9, 10, 13–22; Hageo 2:6–9, 20–22; Salmo 15:5; 16:8; Hebreos 13:15, 16.
PARA MEMORIZAR:
“Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia” (Heb. 12:28).
Hebreos 12:18 al 29, el pasaje de esta semana, es el punto culminante de la carta, y resume la principal preocupación de su autor al repetir la idea del comienzo: Dios nos ha hablado en la persona de su Hijo, y nosotros debemos prestarle mucha atención a él (Heb. 1:1, 2; 12:25). La descripción de Jesús en Hebreos 12:22 al 24 resume las afirmaciones de la carta acerca de él: Jesús es el Mediador del Nuevo Pacto, y su sangre ofrece salvación a los creyentes. Su ministerio sacerdotal y real en nuestro favor es motivo de celebración para las huestes celestiales. Y finalmente, Hebreos 12:25 al 29 contiene la última exhortación concluyente: el Juicio de Dios se aproxima. Traerá destrucción a sus enemigos, pero vindicación y un reino a su pueblo (Heb. 12:28, 29).
El final enfatiza la importancia de los logros de Jesús en la Cruz y dirige a los creyentes a la consumación de la victoria de Jesús. Pablo usó imágenes de Daniel 7 para recordarles a los lectores que Jesús ha recibido un reino de Dios, el Juez (Dan. 7:9-14), y que compartirá su Reino con los creyentes, “los santos del Altísimo”, quienes lo poseerán eternamente (Dan. 7:18).
Sábado
Dios nos habla en estos días finales. Oímos su voz en la tormenta y en el relumbrar del trueno. Nos enteramos de las calamidades que él permite que ocurran, tales como los terremotos, las inundaciones y la acción de los elementos destructivos que barren con todo lo que encuentran a su paso.
En estos tiempos peligrosos, los que profesan ser el pueblo de Dios que observa sus mandamientos, deberían guardarse de la tendencia a perder su espíritu de reverencia y santo temor. Las Escrituras enseñan a los hombres cómo acercarse a su Creador: con humildad y reverencia, por medio de la fe en el divino Mediador. Que el hombre se aproxime dobladas las rodillas, como un súbdito de la gracia, un suplicante que comparece ante el trono de la misericordia. De ese modo dará testimonio de que toda su alma, todo su cuerpo y todo su espíritu están sujetos al Creador (La maravillosa gracia de Dios, p. 91).
Un terremoto señaló la hora en que Cristo depuso su vida, y otro terremoto indicó el momento en que triunfante la volvió a tomar. El que había vencido la muerte y el sepulcro salió de la tumba con el paso de un vencedor, entre el bamboleo de la tierra, el fulgor del relámpago y el rugido del trueno. Cuando vuelva de nuevo a la tierra, sacudirá “no solamente la tierra, mas aun el cielo”. “Temblará la tierra vacilando como un borracho, y será removida como una choza”. “Plegarse han los cielos como un libro;” “los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella están serán quemadas”. “Mas Jehová será la esperanza de su pueblo, y la fortaleza de los hijos de Israel. Hebreos 12:26; Isaías 24:20; 34:4; 2 Pedro 3:10; Joel 3:16 (el Deseado de todas las gentes, p. 726).
Aquellos que estudian la Biblia, buscan el consejo de Dios y dependen de Cristo serán habilitados para actuar sabiamente en todo tiempo y bajo toda circunstancia. Los buenos principios relucirán en la vida de manera real. Permítase solamente que la verdad para este tiempo sea recibida de corazón y que se convierta en el fundamento del carácter, y ella producirá una firmeza de propósito incapaz de ser debilitada por las atracciones del placer, la veleidosidad de las costumbres, el desprecio de los que aman al mundo, y los clamores del corazón por la complacencia propia. Primero ha de esclarecerse la conciencia y ponerse la voluntad bajo sujeción. El amor por la verdad y la justicia ha de reinar en el alma, para que reluzca el carácter que el Cielo puede aprobar (Testimonios para la iglesia, p. 40).’
OS HABÉIS ACERCADO AL MONTE DE SION
Lee Hebreos 12:22 al 24. ¿Qué describe Pablo aquí?
Hebreos afirma que hemos venido al monte Sion y participamos de una gran celebración. “Por el contrario, ustedes se han acercado al monte Sión, a la Jerusalén celestial, la ciudad del Dios viviente. Se han acercado a millares y millares de ángeles, a una asamblea gozosa” (Heb. 12:22 NVI). Nos hemos acercado mediante la fe en la persona de nuestro Representante, Jesús. En esta celebración, encontramos una innumerable hueste de ángeles, a Dios mismo y a Jesús, que es el centro de la celebración. Nos acercamos como parte de la “congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos” (Heb. 12:23). Nuestros nombres están inscritos en los libros del cielo, donde está registrado el pueblo profeso de Dios (Éxo. 32:32; Sal. 56:8; Dan. 12:1; Mal. 3:16; Luc. 10:20; Apoc. 13:8; 17:8).
Somos los “primogénitos” porque compartimos la herencia del Primogénito por excelencia, Jesús (Heb. 1:6). Por lo tanto, no hemos venido como huéspedes sino como ciudadanos (comparar con Fil. 3:20). También se nos describe como “los espíritus de los justos hechos perfectos” (Heb. 12:23). Esta expresión es una figura del lenguaje en la que una dimensión de nuestra naturaleza humana representa el todo. Es análoga a la expresión “al Padre de los espíritus” en Hebreos 12:9, que se refiere a Dios como el Padre de todos nosotros, los seres humanos que somos de naturaleza espiritual.
La reunión festiva celebra la toma de posesión del gobierno real de Jesús, de su ministerio sacerdotal y la instauración del Nuevo Pacto. En Hebreos, el monte Sion es el lugar donde ocurren todos estos acontecimientos. Hebreos 1:5 al 14 utiliza tres salmos que describen la entronización del Hijo en el “monte Sion” (Sal. 2:6, 7; 110:1, 2; 102:21–27).
El monte Sion es también el lugar donde el Hijo fue proclamado “sacerdote para siempre” (Heb. 5:6), una cita del Salmo 110:4. Según el Salmo 110, la proclamación del Hijo como Sumo Sacerdote también tiene lugar en el monte Sion (Sal. 110:2). Finalmente, Hebreos sostiene que la instauración del sacerdocio de Jesús también marca el inicio del Nuevo Pacto (Heb. 7:11-22). Por lo tanto, el monte Sion es también el lugar donde se ratificó el Nuevo Pacto. Por ende, Hebreos 12:22 al 24 describe la reunión festiva que ocurrió en el cielo cuando Jesús ascendió.
■ ¿De qué maneras prácticas podemos celebrar, en nuestra vida y nuestra adoración, la realidad de Jesús, de su ministerio sacerdotal y del Nuevo Pacto? ¿Por qué nuestra fe se confirma al regocijarnos en esta gran verdad?
Domingo
Jesús va a venir… en la gloria del Padre y con todo el séquito de santos ángeles para escoltarlo en su traslado a la tierra. Todo el cielo se vaciará de ángeles, mientras los santos lo estén esperando, mirando hacia el cielo, como lo hicieron los galileos cuando ascendió desde el Monte de las Olivas. Entonces únicamente los que sean santos, los que hayan seguido plenamente al manso Dechado, se sentirán arrobados de gozo y exclamarán al contemplarle: “He aquí, este es nuestro Dios; le hemos esperado, y nos salvará”. Y serán transformados “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta”, aquella trompeta que despierta a los santos que duermen, y los invita a salir de sus camas de polvo, revestidos de gloriosa inmortalidad, y clamando: “¡Victoria! ¡Victoria sobre la muerte y el sepulcro!” Los santos transformados son luego arrebatados juntamente con los ángeles al encuentro del Señor en el aire, para nunca más quedar separados del objeto de su amor.
Teniendo tal perspectiva delante de nosotros, tan gloriosa esperanza, semejante redención que Cristo compró para nosotros con su propia sangre, ¿callaremos? ¿No alabaremos a Dios con voz fuerte, como lo hicieron los discípulos cuando Jesús cabalgó entrando en Jerusalén? ¿No es nuestra perspectiva mucho más gloriosa que la de ellos entonces? ¿Quién se atreve a prohibirnos que glorifiquemos a Dios, aun con fuerte voz, cuando tenemos tal esperanza, henchida de inmortalidad y de gloria? Hemos gustado las potestades del mundo venidero, y las anhelamos en mayor medida. Todo mi ser clama por el Dios viviente, y no quedaré satisfecha hasta que esté saciada de toda su plenitud (Primeros escritos, pp. 109, 110).
[A]un aquí los cristianos pueden tener el gozo de la comunión con Cristo; pueden tener la luz de su amor, el perpetuo consuelo de su presencia. Cada paso de la vida puede acercarnos más al Señor Jesús, puede darnos una experiencia más profunda de su amor y aproximarnos tanto más al bendito hogar de paz. No perdáis pues vuestra confianza, pero tened una seguridad más firme que nunca antes. “¡Hasta aquí nos ha ayudado Jehová!” (1 Samuel 7:12) y nos ayudará hasta el fin. Miremos los monumentos conmemorativos de lo que Dios ha hecho para confortarnos y salvarnos de la mano del destructor. Tengamos siempre presentes todas las tiernas misericordias que Dios nos ha mostrado: las lágrimas que ha enjugado, las penas que ha quitado, las ansiedades que ha alejado, los temores que ha disipado, las necesidades que ha suplido, las bendiciones que ha derramado, y fortalezcámonos para todo lo que nos aguarda en el resto de nuestra peregrinación…
Y antes de mucho las puertas del cielo se abrirán para recibir a los hijos de Dios, y de los labios del Rey de gloria resonará en sus oídos, como la música más dulce, la invitación: “¡Venid, benditos de mi Padre, poseed el reino destinado para vosotros desde la fundación del mundo!” Mateo 25:34 (el camino a Cristo, pp. 125, 126)
OS HABÉIS ACERCADO A DIOS, EL JUEZ DE TODOS
Lee Hebreos 12:23. Si se trata de una celebración, ¿por qué se describe a
Dios como juez? ¿Cómo puede un juez ser parte o motivo de una celebración?
Lee también Daniel 7:9, 10, y 13 al 22.
La celebración descrita en Hebreos 12:22 al 24 alude a un juicio futuro. Dios, el Juez, preside y se usan los libros, y el resultado de este juicio futuro basado en los libros es que el pueblo de Dios recibe el Reino (Heb. 12:28).
Esta escena evoca el gran juicio previo al Advenimiento descrito en Daniel 7, que retrata una escena de juicio donde Dios, el “Anciano de días” (Dan. 7:9), se sienta en un trono hecho de fuego y está rodeado de “millones de millones” (Dan. 7:10) de ángeles. Se abren los libros (Dan. 7:10) y el Juicio se decide a favor de “los santos del Altísimo”, que entonces “recib[e]n el reino” (Dan. 7:22).
Asimismo, Hebreos 12:22 al 29 describe una escena de juicio en el monte Sion, la Jerusalén celestial, donde Dios, “el Juez de todos”, está rodeado de “muchos millares” de ángeles. La escena también es ardiente (Heb. 12:29). Menciona libros porque los santos están “inscritos” en ellos (Heb. 12:23), lo que implica un juicio favorable para los santos.
Jesús está en el centro de la escena (Heb. 12:24). Se lo describe como el Hijo del Hombre en Hebreos 2, quien fue “coronado de gloria y de honra” después de haber gustado la “muerte” por nosotros (Heb. 2:9). Según Hebreos 2:10, el “hijo del hombre” (ver Heb. 2:6) sufrió para poder llevar “muchos hijos a la gloria”; es decir, para que los creyentes también puedan ser “coronado[s] de gloria y de honra”. El “Hijo” ahora ha llevado a los creyentes a Sion, la Jerusalén celestial, mediante los beneficios del Nuevo Pacto (Heb. 12:22-24), donde se les promete que recibirán un reino (Heb. 12:28).
Por consiguiente, este juicio es una muy buena noticia para los creyentes porque es un juicio que dictamina a su favor. Los reivindica. Es un juicio que derrota a su adversario, el dragón, que está detrás de las terribles bestias que han perseguido a los creyentes en el pasado (Dan. 7) y lo harán en el futuro (Apoc. 13).
■ ¿Cómo nos ayuda esta lección a entender que el Juicio de Dios en el mensaje de los tres ángeles es una “buena noticia” para este tiempo? (Apoc. 14:6, 7; comparar con Deut. 32:36; 1 Crón. 16:33–35).
Lunes
El mensaje evangélico proclamado por los discípulos de Cristo… señalaba hacia su segundo advenimiento en gloria para redimir a su pueblo, y colocaba ante los hombres la esperanza, por medio de la fe y la obediencia, de compartir la herencia de los santos en luz. Este mensaje se da a los hombres hoy en día, y en esta época va unido con el anunció de que la segunda venida de Cristo es inminente. Las señales que él mismo dio de su aparición se han cumplido, y por la enseñanza de la Palabra de Dios, podemos saber que el Señor está a las puertas.
Juan en el Apocalipsis predice la proclamación del mensaje evangélico precisamente antes de la segunda venida de Cristo. Él contempla a un “ángel volar por en medio del cielo, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a todos los que moran en la tierra, y a toda nación y tribu y lengua y pueblo, diciendo en alta voz: Temed a Dios, y dadle honra; porque la hora de su juicio es venida” Apocalipsis 14:6, 7.
En la profecía, esta amonestación referente al juicio, con los mensajes que con ella se relacionan, es seguida por la venida del Hijo del hombre en las nubes de los cielos. La proclamación del juicio es el anunció de que la segunda aparición del Salvador está por acaecer. Y a esta proclamación se denomina el evangelio eterno. Así se ve que la predicación de la segunda venida de Cristo, el anunció de su cercanía, es una parte esencial del mensaje evangélico (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 179, 180).
Juan vio la misericordia, la ternura y el amor de Dios mezclados con su santidad, justicia y poder. Vio a los pecadores hallar un Padre en Aquel a quien sus pecados les habían hecho temer. Y mirando más allá de la culminación del gran conflicto, contempló en Sion a “los que habían alcanzado la victoria… estar sobre el mar de vidrio, teniendo las arpas de Dios”, y cantando el cántico de Moisés y del Cordero. Apocalipsis 15:2, 3.
El Salvador se presenta ante Juan bajo los símbolos del “león de la tribu de Judá” y de “un Cordero como inmolado”. Apocalipsis 5:5, 6. Dichos símbolos representan la unión del poder omnipotente con el abnegado sacrificio de amor. El león de Judá, tan terrible para los que rechazan su gracia, es el Cordero de Dios para el obediente y fiel. La columna de fuego que anuncia terror e ira al transgresor de la ley de Dios, es una señal de luz, misericordia y liberación para los que guardan sus mandamientos. El brazo que es fuerte para herir a los rebeldes, será fuerte para librar a los leales. Todo el que sea fiel será salvo. “Enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta el otro”. Mateo 24:31 (Los hechos de los apóstoles, pp. 470, 471).
CONMOVERÁ EL CIELO Y LA TIERRA
Después de describir la reunión festiva que tuvo lugar en el cielo, Pablo les advierte a los lectores que deben prestar atención a la voz de Dios porque Dios hará estremecer “una vez más [...] no solo la tierra, sino también el cielo” (Heb. 12:26 NVI). Pablo está diciendo que, aunque Jesús ha sido entronizado en el cielo, nuestra salvación no se ha consumado. Debemos prestar atención porque aún está por ocurrir un acontecimiento importante.
Compara Hageo 2:6 al 9, 20 al 22; Salmo 96:9 y 10; 99:1; y Hebreos 12:26
y 27. ¿Cuál es el propósito de que Dios conmueva el cielo y la tierra? ¿Qué
significa esto?
En el Antiguo Testamento, el temblor de la tierra era una figura común de la presencia de Dios, quien aparece para liberar a su pueblo. Cuando Débora y Barac pelearon contra Sísara, Dios peleó desde el cielo por ellos (Juec. 5:20). Esto se describe como un terremoto poderoso, un temblor de la tierra y los montes debido a la presencia de Dios (Juec. 5:4, 5). Encontramos que esta misma imagen se muestra en todo el Antiguo Testamento cuando Dios aparece para librar a los oprimidos (Sal. 68:7, 8; 60:2; 77:17, 18). Por ende, el temblor llegó a ser una señal del Juicio de Dios al afirmar su autoridad sobre los pueblos de la Tierra. Los profetas predijeron que esto sucedería en el Día de Jehová (Isa. 13:13; 24:18–23).
Para los hebreos, el “temblor” del cielo y la Tierra se refiere a la destrucción de los enemigos de Dios. Esto es lo que Dios prometió en la entronización de Jesús. Dios le dijo: “Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies” (Heb. 1:13). Por lo tanto, Jesús ha derrotado al enemigo (Heb. 2:14-16) y fue entronizado (Heb. 1:5-14), pero los enemigos aún no han sido destruidos (Heb. 10:11-14; 1 Cor. 15:23-25).
No obstante, Dios destruirá a estos enemigos en el futuro, cuando haga temblar el cielo y la Tierra. Por lo tanto, el temblor del cielo y la Tierra implica la destrucción de los poderes terrenales que persiguen al pueblo de Dios y, más aún, la destrucción de los poderes celestiales (Satanás y sus ángeles) que están detrás de los poderes terrenales y los controlan.
■ ¿Por qué la promesa de que un día se hará justicia y que el mal será destruido algún día es una promesa tan esperanzadora para todos nosotros, especialmente para quienes han sufrido directamente a manos del mal?
Martes
El 16 de diciembre de 1848, el Señor me dio una visión de la conmoción de las potestades del cielo. Vi que cuando el Señor dijo “cielo” al anunciar las señales indicadas por Mateo, Marcos y Lucas, quería decir el cielo, y cuando dijo “tierra” se refería a la tierra. Las potestades del cielo son el sol, la luna y las estrellas. Gobiernan en los cielos. Las potestades terrenas son las que gobiernan en la tierra. Las potestades del cielo se conmoverán a la voz de Dios. Entonces el sol, la luna y las estrellas se desquiciarán de su asiento. No se aniquilarán, sino que se conmoverán a la voz de Dios.
Sobrevinieron sombrías y densas nubes que se entrechocaban unas con otras. La atmósfera se partió, arrollándose hacia atrás, y entonces pudimos ver en Orión un espacio abierto de donde salió la voz de Dios. Por aquel espacio abierto descenderá la santa ciudad de Dios. Vi que ahora se están conmoviendo las potestades de la tierra, y que los acontecimientos ocurren en orden. Guerras, rumores de guerra, espada, hambre y pestilencia conmueven primero las potestades de la tierra, y después la voz de Dios sacudirá el sol, la luna, las estrellas y también la tierra (Primeros escritos, p. 41).
No pasará mucho hasta que la tormenta estalle sobre el mundo que está tan dormido en el pecado… Cuando la tierra se bambolee como un ebrio, cuando los cielos se estremezcan y venga el gran día del Señor, ¿quién podrá estar firme? Una cosa verán temblando de agonía, de la cual procurarán escapar en vano. “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá”. Apocalipsis 1:7…
Ese Cordero cuya ira será tan terrible para los burladores de su gracia, será gracia y justicia y amor y bendición para todos los que lo han recibido. La columna de nube que era tinieblas, terror e ira vengadora para los egipcios, para el pueblo de Dios era una columna de fuego y luz. Así acontecerá con los hijos de Dios en los últimos días. La luz y la gloria de Dios para su pueblo que guarda sus mandamientos son tinieblas para los incrédulos. Ven que es terrible caer en manos del Dios viviente. El brazo, extendido durante tanto tiempo, fuerte para salvar a todos los que acuden a él, es poderoso para ejecutar su juicio sobre todos los que no quieren ir a él para tener vida. Dios quiera que mientras aún dura la misericordia, mientras todavía se escucha la voz de la invitación, haya un vuelco hacia el Señor. Se han hecho provisiones seguras para proteger a cada alma y a los que observan sus mandamientos hasta que pase la ira (A fin de conocerle, pp. 354, 355).
Fue por misericordia para con el mundo por lo que Dios barrió los habitantes de él en tiempo de Noé. Fue también por misericordia por lo que destruyó a los habitantes corrompidos de Sodoma. Debido al poder engañador de Satanás, los obreros de iniquidad se granjean simpatía y admiración y arrastran a otros a la rebelión. Así sucedió en días de Caín y de Noé, como también en tiempo de Abraham y de Lot; y así sucede en nuestros días. Por misericordia para con el universo destruirá Dios finalmente a los que rechazan su gracia (El conflicto de los siglos, p. 532).
UN REINO INCONMOVIBLE
Dios anunció que “conmoverá” el cielo y la Tierra, lo que significa que destruirá a las naciones enemigas. Sin embargo, hay algunas cosas que no se conmoverán, que no serán destruidas.
Comprara los Salmos 15:5; 16:8; 21:7; 62:2; 112:6; con Hebreos 12:27. ¿Cuáles
son las cosas que no serán conmovidas?
Muchas traducciones modernas de Hebreos 12:27 sugieren que el temblor de cielo y Tierra significa que estos serán removidos y desaparecerán para siempre. Sin embargo, la Biblia aclara que Dios creará nuevos cielos y nueva Tierra (Isa. 65:17; Apoc. 21:1-4), y que resucitaremos y tendremos un cuerpo renovado aquí, en esta Tierra (1 Tes. 4:13–17; Fil 3:20). Por lo tanto, el “temblor” implica purificación y renovación de la Creación, no su remoción total. Lo que hay aquí se volverá a crear y será el lugar donde vivirán los redimidos.
Sin embargo, hay algunas cosas que no se alterarán. Esto incluye a los justos. Ellos no serán conmovidos porque confían en Dios. El Creador los sostiene y garantiza su supervivencia.
Fíjate que, en Hebreos, la permanencia y la estabilidad se relacionan con Jesús. Hebreos 1:10 al 12 dice acerca de Jesús: “Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tú permaneces; y todos ellos se envejecerán como una vestidura, y como un vestido los envolverás, y serán mudados; pero tú eres el mismo, y tus años no acabarán”. Hebreos también dice que el sacerdocio de Jesús permanece para siempre (Heb. 7:3, 24) al igual que la herencia de los redimidos (Heb. 10:34). En el Juicio Final, quienes estén “en Jesús” no serán conmovidos (Sal. 46:5).
Hebreos 12:28 también dice que recibiremos “un reino inconmovible”. Esta es una referencia a Daniel 7:18, que dice que los santos “recibirán el reino, y será suyo para siempre” (NVI). Este es el reino que “no será jamás destruido” mencionado en Daniel 2:44. Este reino pertenece al Hijo, pero él lo compartirá con nosotros. Apocalipsis 20:4 dice que juzgaremos con él a los poderes malignos que nos persiguieron (1 Cor. 6:3).
■ ¿Cómo te está yendo con el zarandeo actualmente? Si no te va muy bien, ¿qué decisiones puedes tomar para conseguir ayuda en este tiempo importante? (Ver Efe. 4:14.)
Miércoles
El seguidor de Cristo se encontrará con… interpretaciones espiritualistas de las Escrituras, pero no debe aceptarlas. Ha de oírsele afirmar claramente las verdades eternas de las Escrituras. Guardando sus ojos fijos en Cristo, caminará constantemente hacia adelante en la senda señalada, descartando todas las ideas que no están en armonía con su enseñanza. La verdad de Dios es el objeto de su contemplación y meditación. Considerará la Biblia como la voz de Dios que le habla directamente. Así encontrará la sabiduría divina.
El conocimiento de Dios, como está revelado en Cristo, es el conocimiento que deben tener todos los que están salvos. Este es el conocimiento que obra la transformación del carácter. Recibido en la vida, volverá a crear en el alma la imagen de Cristo. Tal es el conocimiento que Dios invita a sus hijos a obtener, pues en comparación con él todo lo demás es vanidad y nada.
En toda generación y en cada país el fundamento de la verdad para la construcción del carácter ha sido el mismo: los principios contenidos en la Palabra de Dios. La única norma segura e infalible es hacer lo que Dios dice. “Los mandamientos de Jehová son rectos”, y “el que hace estas cosas, no resbalará para siempre”. Salmo 19:8; 15:5 (Los hechos de los apóstoles, pp. 378, 379).
Los que son participantes de la naturaleza divina, no cederán a la tentación. El enemigo está trabajando con todo su poder para vencer a los que se esfuerzan por vivir la vida cristiana. Con la esperanza de que cedan, los tienta. Así espera desanimarlos. Pero los que han asentado firmemente sus pies en la Roca de los siglos, no cederán a sus estratagemas. Recordarán que Dios es su Padre y Cristo su Ayudador. El Salvador vino a este mundo a traer fuerza a cada persona tentada y probada para que venza, así como él venció. Yo conozco el poder de la tentación; yo conozco los peligros que yacen en el camino; pero sé también que hay provisión de fuerza suficiente para cada momento de necesidad, para los que están luchando contra la tentación (Mensajes para los jóvenes, pp. 56, 57).
Aquel que ha de venir dice: “He aquí, yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”. Todo acto bueno realizado por el pueblo de Dios como fruto de su fe tendrá su correspondiente recompensa. Así como una estrella difiere de otra en gloria, a los creyentes se les asignarán diferentes esferas de acción en la vida futura…
Cuando un hombre muere, su influencia no muere con él sino que vive y se reproduce. La influencia del hombre que fue bueno, puro y santo vive después de su muerte como el fulgor del sol poniente que proyecta su gloria a través del cielo, iluminando los picos de las montañas mucho tiempo después que el sol se ha hundido detrás de la colina. Así las obras de los hombres puros, santos y buenos reflejan su luz cuando ellos ya no viven, y por lo tanto ya no pueden hablar y actuar en persona. Sus obras, sus palabras, su ejemplo vivirán para siempre. “En memoria eterna será el justo” (Testimonios para los ministros, pp. 428, 429).
TENGAMOS GRATITUD
Hebreos concluye esta parte señalando que la respuesta apropiada a Dios por todas las cosas maravillosas que ha hecho por nosotros es mostrarle gratitud ofreciéndole una clase adecuada de adoración.
Compara Hebreos 12:28 con 13:15 y 16. ¿Cómo le ofrecemos a Dios una
adoración aceptable?
En el sistema del Antiguo Pacto, el sacrificio de animales era la forma en que el pueblo mostraba arrepentimiento y gratitud; pero estos sacrificios debían ser una demostración de lo que ocurría en el corazón del adorador. Dios dejó en claro en los Salmos, y mediante los profetas, que lo que realmente le agradaba no era la sangre de los animales, sino la gratitud, las obras justas y la rectitud de los adoradores (Sal. 50:7–23; Isa. 1:11–17).
Por ende, Pablo nos invita a adorar a Dios en el Santuario celestial ofreciendo sacrificios de alabanza, confesión, acción de gracias y buenas obras, que es la verdadera adoración que lo deleita. Ofrecemos estos sacrificios en la Tierra, pero son aceptados como agradables a Dios en el cielo. Esta exhortación abarca todos los llamados que el autor ha hecho a lo largo de la carta para la profesión del nombre de Jesús (Heb. 3:1; 4:14; 10:23) y sus exhortaciones a que sigamos haciendo buenas obras (Heb. 6:10-12; 13:1, 2, 16).
La invitación que Pablo le hace a la audiencia a “ador[ar] a Dios como a él le agrada” (Heb. 12:28 NVI) implica que los creyentes en verdad ahora son una nación sacerdotal que ha sido perfeccionada y santificada mediante el sacrificio de Jesús (Heb. 10:10–14, 19-23). Esto cumple el propósito original de Dios para Israel: el de ser una nación sacerdotal mediante la cual él pudiera anunciar las buenas nuevas de salvación al mundo (Éxo. 19:4-6; 1 Ped. 2:9, 10; Apoc. 1:6; 5:10).
Hebreos 13:1 al 6 describe en términos prácticos lo que significa hacer el bien y compartir lo que tenemos. Significa mostrar amor fraternal, así como Jesús mostró amor fraternal por nosotros (Heb. 2:11, 12). Significa ser hospitalario, visitar a los que están en la cárcel o han sido maltratados (Heb. 13:3), y rechazar el adulterio y la codicia.
■ ¿Por qué es importante prestar atención a las buenas obras y compartir lo que tenemos como parte de nuestra adoración a Dios? Al mismo tiempo, ¿de qué maneras concretas nuestros sacrificios espirituales a Dios pueden corromperse (Isa. 1:11-17)?
Jueves
Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia. Hebreos 12:28…
El cristiano debe estar preparado para cumplir una obra que revele bondad, tolerancia, magnanimidad, delicadeza, paciencia. El cristiano debe albergar en su vida el cultivo de esos preciosos dones, para que cuando sea llamado al servicio del Maestro pueda estar listo para usar sus más elevadas facultades en ayudar y bendecir a los que lo rodean (In Heavenly Places, p. 330; parcialmente en Ser semejante a Jesús, p. 71).
Hay muchos que profesan ser seguidores de Cristo, y sin embargo no son hacedores de su Palabra. No saborean esa Palabra porque les indica servicio que no les es agradable…
La esencia y sabor de toda obediencia es la manifestación externa de un principio interno: el amor de la justicia, el amor de la ley de Dios. La esencia de toda justicia es lealtad a nuestro Redentor, hacer lo correcto porque es correcto…
Cuando el amor de Cristo entra en el corazón, nos esforzamos por imitar el carácter de Cristo… Mientras más estudiamos la vida de Cristo dispuestos a obedecer, más semejantes a Cristo nos volvemos. El Espíritu Santo infunde claro entendimiento en el corazón de cada verdadero hacedor de la Palabra. Mientras más crucificamos las prácticas egoístas impartiendo nuestras bendiciones a otros y ejerciendo nuestras facultades recibidas de Dios, más se fortalecerán las gracias celestiales y aumentarán en nosotros. Creceremos en espiritualidad, en paciencia, en fortaleza, en humildad, en delicadeza (A fin de conocerle, pp. 118, 119).
Nuestro Dios es un Padre tierno y misericordioso. Su servicio no debe mirarse como una cosa que entristece, como un ejercicio que desagrada. Debe ser un placer adorar al Señor y participar en su obra. Dios no quiere que sus hijos, a los cuales proporcionó una salvación tan grande, obren como si él fuera un amo duro y exigente. Él es nuestro mejor amigo; y cuando le adoramos quiere estar con nosotros, para bendecirnos y confortarnos llenando nuestro corazón de alegría y amor. El Señor quiere que sus hijos hallen consuelo en servirle y más placer que fatiga en su obra. Él quiere que quienes vengan a adorarle se lleven pensamientos preciosos acerca de su amor y cuidado, a fin de que estén alentados en toda ocasión de la vida y tengan gracia para obrar honrada y fielmente en todo…
El alma puede elevarse hacia el cielo en alas de la alabanza. Dios es adorado con cánticos y música en las mansiones celestiales, y al expresar nuestra gratitud nos aproximamos al culto que rinden los habitantes del cielo. Se nos dice: “El que ofrece sacrificio de alabanza me glorificará”.Salmo 50:23 Presentémonos, pues, con gozo reverente delante de nuestro Creador, con “acciones de gracias y voz de melodía” Isaías 51:3 (El camino a Cristo, pp. 103, 104).
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
“Durante los mil años que transcurrirán entre la primera Resurrección y la segunda se verificará el juicio de los impíos. El apóstol Pablo señala este juicio como un evento que sigue al Segundo Advenimiento. ‘No juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones’ (1 Cor. 4:5). Daniel declara que, cuando vino el Anciano de días, ‘se dio el juicio a los santos del Altísimo’ (Dan. 7:22). En ese tiempo, los justos reinarán como reyes y sacerdotes de Dios. Juan dice en el Apocalipsis: ‘Vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar [...]. Serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años’ (Apoc. 20:4, 6). Entonces será cuando, como está predicho por Pablo, ‘los santos han de juzgar al mundo’ (1 Cor. 6:2). Junto con Cristo juzgan a los impíos: comparan sus actos con el libro de la Ley, la Biblia, y fallan cada caso de acuerdo con los actos cometidos en su cuerpo. Entonces la cuota que los malos tienen que sufrir es medida según sus obras, y queda anotado frente a sus nombres en el libro de la muerte.
“También Satanás y los ángeles malos son juzgados por Cristo y su pueblo. Pablo dice: ‘¿No sabéis que hemos de juzgar a los ángeles?’ (vers. 3). Y Judas declara que ‘a los ángeles que no guardaron su estado original, sino que dejaron su propia habitación, los ha guardado en prisiones eternas, bajo tinieblas, hasta el juicio del gran día’ (Jud. 6)” (CS 718, 719).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. La participación de los santos en el juicio de los impíos (1 Cor. 6:3; Jud. 6) ¿qué nos dice acerca de Dios y cuán transparente será con nosotros al mostrarnos su bondad y su justicia en su trato con el pecado y la maldad?
2. Lee Éxodo 32:32; Salmos 56:8; 69:28; 139:16; Isaías 4:3; Daniel 12:1; Malaquías 3:16; Lucas 10:20; Apocalipsis 13:8; y 17:8. Estas son referencias a los libros de Dios en el cielo. ¿Qué tipo de cosas están registradas en estos libros? ¿Por qué es importante que Dios lleve un registro de nuestras lágrimas (Sal. 56:8), por ejemplo? Si Dios lo sabe todo, ¿cuál es el propósito de esos libros, o registros?
3. ¿Por qué crees que es importante que Hebreos termine el argumento de la epístola con una referencia a las promesas de Daniel 7? ¿Por qué estas conexiones son importantes en el contexto del ministerio de Jesús en el cielo? ¿Qué nos enseña Daniel 7 sobre el fin de todas las cosas terrenales y caídas?
Viernes
La fe por la cual vivo, 26 de noviembre, “Inconmovibles en el tiempo del zarandeo”, p. 338;
Primeros escritos, “El zarandeo”, pp. 269-273.
"EN ESTOS POSTREROS DÍAS: EL MENSAJE DE HEBREOS"
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Dios lo bendiga!!!
Lección 12
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Parte I: RESEÑA
Texto clave: Hebreos 12:18-29; Éxodo 32:32; Daniel 7:9, 10, 13-22; Hageo 2:6-9; Salmos 15:5; 16:8; Hebreos 13:15, 16.
Temática de la lección:
La lección de esta semana trata principalmente de Hebreos 12:18 al 29. Aquí, se presenta a Jesús como el Mediador del Nuevo Pacto, y se muestra a Dios como el Juez de todos. Hebreos 12:18 al 29 alude al contexto histórico de Éxodo 19, la reunión de Israel en el Monte Sinaí para la promulgación de la Ley. Este acontecimiento contrasta con la experiencia de la audiencia de Hebreos, que no se acercó al Monte Sinaí, algo a lo que el pueblo de Dios tenía prohibido acceder, sino al Monte Sion, la ciudad del Dios viviente, la Jerusalén celestial. El monte Sion no es un lugar de terror sino de reunión festiva, porque allí los creyentes tienen acceso a Dios. La base de su gozosa confianza es Jesús, el Mediador del Nuevo Pacto. El Monte Sion es también el lugar donde se lleva a cabo la ceremonia de investidura de Jesús como Rey (Sal. 2:6, 7; ver Heb. 1:5).
Se presenta a Dios como el Juez de todos (Heb. 12:23). Cuando el Señor descendió sobre el Monte Sinaí, la tierra se estremeció (Éxo. 19:18). El temblor es un lenguaje figurado para el juicio de Dios. Una vez más, en el tiempo del fin, la Tierra se sacudirá; y no solo la Tierra, sino también el cielo (Heb. 12:26). Solo sobrevivirán las cosas inconmovibles, a saber, los justos y los que confían en Dios. En respuesta a esa advertencia, los justos traerán ofrendas a Dios. Estas ofrendas consisten en alabar el nombre de Dios, hacer buenas obras y compartir lo que tienen para beneficio de los demás (Heb. 13:15, 16).
Parte II: COMENTARIO
En la lección 10, se ha definido la identidad de “los espíritus de los justos hechos perfectos” (Heb. 12:23).
El juicio previo al Advenimiento y Hebreos
Los interrogantes que queremos seguir explorando en esta ocasión son: ¿Qué dice el libro de Hebreos sobre el Santuario celestial? ¿Cuál es la base bíblica del juicio previo al Advenimiento?
El libro de Hebreos brinda algunas de las declaraciones más claras sobre la existencia de un Santuario celestial. Pablo declara inequívocamente: “Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre” (Heb. 8:1, 2). Aquí, Pablo afirma, más allá de toda duda, la idea central de su sermón: Cristo es nuestro Sumo Sacerdote en el Santuario celestial, no el terrenal. Si Cristo ministra en el Santuario celestial, por consiguiente, este debe existir.
El siguiente capítulo nuevamente confirma el ministerio sumosacerdotal de Cristo en el cielo: “Entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención” (Heb. 9:12). Una vez más, la afirmación es que Cristo ministra en un tabernáculo superior al hecho por manos humanas. En una declaración aún más fuerte, Pablo sostiene: “Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios” (Heb. 9:24). Por lo tanto, solo por nuestra lectura de Hebreos, parece irrefutable que hay un Santuario celestial en el que Cristo ministra. El aspecto exacto de ese Santuario no se define con precisión. El último versículo citado enfatiza su diferencia con el Santuario terrenal: que el Santuario del Nuevo Pacto está en el cielo mismo. Sin embargo, debemos tener cuidado al definir las dimensiones del Santuario celestial. Lo que podemos decir con firme convicción es que Hebreos apoya inequívocamente la existencia de un Santuario celestial en el que Cristo ministra como nuestro Sumo Sacerdote.
Lo que desconcierta a algunos lectores es la afirmación de Pablo de que era “necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos” (Heb. 9:23). ¿Por qué las cosas celestiales necesitarían sacrificios purificadores? Al fin y al cabo, el cielo es puro y santo, ¿verdad? Varios eruditos han tratado de resolver el enigma de las cosas celestiales que necesitan purificación argumentando que la conciencia necesita purificarse (Heb. 9:9, 14). Otros explican que la purificación significa la inauguración del Santuario. Ambos planteamientos parecen quedarse cortos frente al argumento desarrollado en Hebreos 8:1 a 10:18, que se centra en la contaminación, la purificación y el ministerio celestial de Cristo.
Como Adventistas del Séptimo Día, tenemos la ventaja de comprender esos pasajes en relación con Daniel 7 y 8. Entendemos que el cielo y la Tierra están interconectados. El hecho de que hayamos prestado atención al servicio del Santuario en el Antiguo Testamento nos da una idea de cómo funciona. Junto con Daniel 8:14, que expresa: “Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado”, el significado de la declaración en Hebreos 9:23 se resuelve solo. Al mismo tiempo, debemos reconocer que Hebreos 9:23 no habla del momento de la purificación celestial; eso es algo que sabemos por el libro de Daniel. En síntesis, podemos decir que la existencia del Santuario celestial es un hecho incontrovertible en el libro de Hebreos. Es más, incluso la purificación de las cosas celestiales con mejores sacrificios es incuestionable. Sin embargo, lo que el libro de Hebreos no nos dice es cuándo ocurre esa purificación. No deberíamos intentar forzar la carta a decir o implicar más de lo que expresa.
Ahora, pasaremos a la pregunta: ¿Cuál es la base bíblica del juicio previo al Advenimiento? Aquí tenemos que considerar el libro de Daniel. (Para un estudio más profundo del Juicio Preadvenimiento, consultar también el Apocalipsis de Juan.) El pasaje clave para el juicio previo al Advenimiento es Daniel 7. Este capítulo muestra una sucesión de reinos, simbolizada por una serie de bestias, a saber: el león, el oso, el leopardo, y un animal aterrador, espantoso y extremadamente fuerte. Una comparación de Daniel 2 y Daniel 7 deja en evidencia que estos dos capítulos tratan sobre el mismo tema general: profecías sobre el apogeo y la decadencia de cuatro grandes potencias mundiales mediterráneas. Estas potencias mundiales pueden identificarse fácilmente como Babilonia, Medopersia, Grecia y Roma. Después de que Daniel ve a la bestia terrible, espantosa y sumamente fuerte con sus diez cuernos, un “cuerno pequeño” surge de entre ellos. De repente, la visión cambia de la Tierra al cielo, y aparece un salón del Trono ardiente (Dan. 7:9-14). La escena se desarrolla en tres etapas: (1) una escena de la corte en la que se colocaron tronos (Dan. 7:9, 10), (2) el resultado del juicio en el que se da muerte a la bestia (Dan. 7:11, 12) y (3) el traspaso del Reino al Hijo del Hombre (Dan. 7:13, 14). Los eventos cronológicos del capítulo muestran a Babilonia, Medopersia (ver Dan. 8:20), Grecia, Roma, el cuerno pequeño, el Juicio y la posesión del Reino por parte de los santos.
En la segunda mitad de Daniel 7, la curiosidad del profeta se centra en la actividad de la cuarta bestia, así como en el cuerno pequeño, que “hablaba grandes cosas” (Dan. 7:19, 20). Este hace guerra contra los santos “hasta que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los santos” (Dan. 7:22); y finalmente “los santos recibieron el reino” (Dan. 7:22). Por segunda vez, la secuencia después de la cuarta bestia es: cuerno pequeño, Juicio y posesión del Reino por parte de los santos. Esta secuencia se repite por tercera vez en Daniel 7, solo para cerciorarse de que no la pasemos por alto. El cuerno pequeño “hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley” (Dan. 7:25). Esta actividad es seguida por la garantía de que “se sentará el Juez” (Dan. 7:26), y finalmente “el reino […] se[rá] dado al pueblo de los santos del Altísimo” (Dan. 7:27).
Al revisar Daniel 7, la cronología es obvia. A Babilonia le sigue Medopersia; luego, Grecia y Roma. Lo que compone el contenido de la segunda mitad de Daniel 7 es la actividad del cuerno pequeño, el Juicio, y la recepción del Reino por parte del Hijo del Hombre o de los santos. El Reino de Cristo es el reino de ellos. Este juicio celestial incluye libros, que obviamente se abren con el propósito de aportar pruebas. Estos libros de la Corte indican que el juicio celestial es investigador y que ocurre antes de que Dios actúe contra el “cuerno pequeño” y a favor de los santos (Dan. 7:21, 22, 27). Los últimos tres acontecimientos de Daniel 7 se repiten tres veces. Esto debería permitirnos apreciar con suficiente claridad que el Juicio se intercala entre la actividad del cuerno pequeño y el Reino. Por eso se lo llama Juicio Previo al Advenimiento.
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
El concepto de juicio investigador no es ajeno a la Biblia. Antes de que Dios pronuncie un veredicto, investiga cada caso. Esto se ve claramente en la caída de Adán y de Eva en Génesis 3. Antes de pronunciar una maldición sobre la serpiente y la Tierra, Dios investiga la condición de Adán y de Eva, así como su conducta.
En el caso de Sodoma y Gomorra, se describe a Dios descendiendo a la Tierra para investigar “si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí” (Gén. 18:21). Solo después de investigar la situación, revelar sus planes a Abraham y advertirle, e incluso liberar a Lot y a su familia de Sodoma, el Señor hace llover fuego y azufre del cielo sobre Sodoma y Gomorra (Gén. 19:24). Ambos relatos, el de la Caída y el de Sodoma y Gomorra, sientan un precedente bíblico para un juicio investigador que precede al Juicio Ejecutivo. El mismo patrón rige en el caso del Juicio Investigador, o Preadvenimiento.
Preguntas para reflexionar:
1. ¿Por qué tanta gente tiene miedo al Juicio Investigador? ¿Cómo podemos dejar en claro cuán primordial es el evangelio para el Juicio?
2. ¿Por qué este juicio es bueno para nosotros? Si es bueno, ¿por qué no deberíamos preocuparnos por ello? Expliquen.
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Dios los bendiga!!
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