Lección 4 de Primarios
VISITANTES CELESTIALES
¿Hablas con Dios cuando alguien a quien aprecias necesita ayuda? ¿Le pides a Dios que haga algo por ellos? Aunque las personas sean malas, podemos hablar en su favor. Eso me recuerda a Abraham y el día en que intercedió ante Dios en favor de otras personas.
Génesis 18:20-33;
Patriarcas y profetas, cap. 12, pp. 117-119.
“Cada uno debe no solo por sus propios intereses sino también por los intereses
de los demás”
(Filipenses 2:4).
Dios quiere que hable en favor de los demás.
Abraham se
encontraba a la sombra de su tienda, mirando hacia el valle, cierto día muy
cálido. De pronto vio a la distancia que algo se movía. Tres hombres se
encontraban en el cruce de caminos más allá de su campamento. Hablaban entre
ellos como tratando de decidir qué camino tomar.
Rápidamente Abraham se levantó y corrió hacia ellos. Llegó justamente cuando los tres hombres se iban a Sodoma. Abraham se inclinó ante ellos y les rogó:
—Por favor, descansen un poco en mi tienda. Les daré agua y alimentos. Pueden sentarse a la sombra de los árboles para descansar.
—Gracias. Así lo haremos —dijeron los hombres—. Ve y haz lo que has dicho.
Abraham se apresuró a regresar a su tienda.
—Sara —le dijo a su esposa—. Tenemos invitados. Toma por favor harina y hornea un poco de pan para ellos.
Entonces Abraham se apresuró a buscar el alimento que iban a cocinar sus siervos. Pronto los alimentos estuvieron listos. Abraham mismo sirvió a sus invitados.
Mientras ellos comían, Abraham permaneció a la sombra de un árbol y los observó. Sara se quedó dentro de la tienda donde podía escuchar lo que decían los hombres.
—¿Dónde está Sara, tu esposa? —preguntó uno de los visitantes—.
—Está en la tienda —contestó Abraham.
—El año que viene, por esta misma fecha, Sara tendrá un hijo.
Dentro de la tienda Sara se rió. ¿Tener un hijo a su edad?
—¿Por qué se ha reído Sara? —preguntó el visitante—. ¿Hay acaso algo imposible para Dios?
Fue entonces cuando Abraham y Sara supieron que su invitado era el Señor.
Cuando los invitados de Abraham terminaron de comer, se levantaron para partir. Como era la costumbre, Abraham los acompañó por una corta distancia. El Señor se detuvo a hablar con Abraham mientras los otros continuaban su camino.
—He escuchado acerca de la maldad de Sodoma—dijo el Señor.
Abraham había oído algunas de las cosas malas que hacía la gente de Sodoma. Pensó en Lot y en su familia que vivían allí. Abraham amaba a la familia de su sobrino. Seguramente ellos no eran malvados. A Abraham le preocupaba también la gente de Sodoma. Muchos de ellos no conocían todavía a Dios.
—Señor —dijo Abraham—, ¿vas a destruir a los buenos que viven en Sodoma, juntamente con los malos? ¿Si hubiera cincuenta personas buenas en Sodoma, no salvarías la ciudad?
—Si hay cincuenta personas justas en Sodoma, no destruiré esa ciudad —contestó
el Señor.
Abraham siguió pensando. Su bondadoso corazón hizo que le preguntara otra vez a Dios:
—¿Y qué tal si hay cuarenta y cinco personas justas?
—No destruiré Sodoma si hay allí cuarenta y cinco personas justas.
Pero Abraham no estaba aún satisfecho. Tres veces más le pidió al Señor que salvara a la ciudad. La cuarta vez Abraham le rogó al Señor:
—No te enojes conmigo, Señor, pero déjame preguntarte una vez más. ¿Perdonarías a esa ciudad si hubiera en ella diez personas buenas?
—Por amor a esas diez personas buenas no destruiría a la ciudad —le contestó el Señor.
Entonces el Señor se fue a Sodoma y Abraham regresó a su tienda, satisfecho de
haber hecho todo lo posible por salvar a Sodoma.
📖 | L1 | L2 | L3 | L4 | L5 | L6 |
L7 | L8 | L9 | L10 | L11 | L12 | L13 |
Dios les bendiga!!!
Post A Comment:
0 comments:
Escribe tu comentario.