Lección 4 de Intermediarios
¡VAMOS A ORGANIZARNOS!
¿Has sentido alguna vez que una tarea que tienes por delante es demasiado grande? ¿Te has sentido abrumado alguna vez? Dios quiere enseñarnos a enfrentar nuestras vidas y el servicio que le rendimos de una forma organizada para que nos ayude a aliviar el nerviosismo. Él nos enseñará cómo hacerlo, así como le enseñó a Moisés.
Éxodo 18;
Patriarcas y profetas, cap. 26, pp. 272, 273
Dios nos enseña a servirle de manera organizada.
“Pero todo debe hacerse de una manera apropiada y con orden”
(1 Corintios 14:40).
Jetro observaba desde su tienda a su hija Séfora, quien estaba con sus dos hijos, Gersón y Eliezer. Recordó el día cuando su yerno Moisés, Séfora y los dos niños salieron para ir a Egipto.
Dios le había hablado a Moisés desde una zarza ardiente y le había ordenado que regresara a Egipto para liberar a su pueblo Israel y llevarlo a la tierra de Canaán. Moisés estaba nervioso, pero decidió confiar en Dios.
Durante el viaje, Moisés manifestó preocupación por lo que podría sucederle a Séfora y a los dos niños en Egipto. De modo que los envió de regreso con el abuelo Jetro. Allí vivirían como estaban acostumbrados, pero sin su padre, Moisés.
Tiempo después Jetro recibió noticias de Moisés. Llamó a Séfora y a sus dos nietos.
—Vengan acá —les dijo—. Tengo noticias para ustedes.
Jetro les contó lo que había escuchado acerca del Mar Rojo, del maná y todas las cosas que Dios estaba haciendo por el pueblo de Moisés, que ya estaba a salvo fuera de Egipto.
—¿Vamos a verlo? —preguntó Jetro.
No tenía que hacer esa pregunta, porque ellos ya estaban alistándose para el viaje.
Jetro envió mensajes a Moisés para avisarle que iban a su encuentro. Moisés se encontró con su suegro y con su esposa e hijos en los límites del campamento.
Tenían mucho de qué hablar, muchas historias que contar acerca de los malos y buenos tiempos, pero sobre todo acerca de la dirección de Dios. Jetro alabó a Dios. Hizo un sacrificio a Dios, y Aarón y otros ancianos se le unieron.
Al día siguiente, Jetro vio una multitud de personas alrededor de Moisés. Moisés se sentó en una silla fuera de su tienda y comenzó a atender a toda la gente que le llevaba sus problemas y sus quejas.
Problemas grandes y pequeños, se los presentaban todos a Moisés. Jetro observaba con atención lo que sucedía. Esa noche le preguntó a Moisés:
—¿Qué haces? ¿Por qué te sientas ahí como el único juez para atender a miles de personas? Desfallecerás tú y no podrás llevar al pueblo por todo el camino hasta la tierra prometida.
—Lo que sucede —replicó Moisés—, es que todos me buscan para recibir algún consejo de parte de Dios. Ellos han observado la forma en que Dios les envía mensajes utilizándome a mí. Después que tomo la decisión les enseño los caminos de Dios. A propósito, me trae a la memoria cuando pastoreaba tus ovejas, Jetro —añadió Moisés en forma jocosa.
—Sí, te diré que esa es una manera chistosa de considerar la situación —replicó Jetro—. Pero en realidad no es nada graciosa, Moisés. Tengo un consejo para ti. Tú eres el representante del pueblo ante Dios y debes enseñar sus caminos; pero lo puedes hacer organizadamente. Escoge hombres capaces y de confianza de entre el pueblo, y organízalos para que estén a cargo de grupos de mil, sobre cien, sobre cincuenta y sobre diez. Luego debes entrenar a estos hombres y ellos pueden entrenar a los que estén bajo ellos.
Cuando las personas tengan problemas entre sí, pueden presentarlos a quien esté encargado de ellos. Tú debes atender solamente los casos más difíciles.
—Creo que Dios desea usarme para darte estas instrucciones —dijo Jetro—. Y si pones esto en práctica, se aligerará la carga de esta posición y todo el pueblo estará satisfecho.
Moisés escuchó con atención. Al siguiente día comenzó a escoger oficiales sobre grupos de mil, de cien, de cincuenta y de diez. Los casos difíciles se los llevaban a Moisés, pero los sencillos los atendían aquellos funcionarios.
Cuando Moisés se despidió de su suegro, quien regresó a su casa en Madián, el campamento de Israel era un lugar mucho más organizado. Moisés estaba mucho menos atareado y hasta podía dedicar tiempo a su esposa e hijos.
Obviamente Dios era un Dios de orden, pero también estaba dispuesto a enseñar
a sus hijos la mejor forma de servirle. Dios siempre proveyó lo que
necesitaban.
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Dios les bendiga!!!
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