Lección 4 de Primarios
¡MILAGRO A MEDIANOCHE!
Era el viernes de tarde y Juan se encontraba en el patio recogiendo sus juguetes a fin de estar listo para el sábado. En la casa de al lado, Tina, la amiga de su hermanita, estaba practicando para aprender a andar en bicicleta. De pronto Juan escuchó un fuerte golpe. Al mirar vio que Tina había chocado contra el buzón de correos y se había caído de la bicicleta. Juan corrió a ayudarla. Unos minutos más tarde, Tina estaba nuevamente jugando con su bicicleta. La emergencia había pasado.
La siguiente historia trata de una emergencia más seria y de alguien que prestó su ayuda.
Hechos 20:1-12; Los hechos de los apóstoles, pp. 313, 314.
"Porque él ordenará que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos" (Salmo 91:11).
Sirvo a Dios al ayudar a otros en casos de emergencia.
Eutico se espantó un insecto que le estaba zumbando en el oído. “¡Qué calor hace aquí! —pensó Eutico—. Cómo quisiera que soplara un poco de brisa”. El salón de reuniones en el tercer piso estaba lleno de gente. Era como si todos los habitantes de Troas hubieran venido a despedirse del apóstol Pablo. Esa noche era la última que iba a pasar con ellos. ¡Pero nadie se quería ir! Después de comer juntos, habían pedido a Pablo que les predicara una vez más.
“Sean fieles a Jesús”, los animaba Pablo. El tiempo pasó rápidamente mientras Pablo les predicaba y la reunión se alargó hasta la medianoche. Sentado en el marco de una ventana, Eutico comenzó a bostezar. No es que la reunión estuviera aburrida.
Escuchar a Pablo, después de Jesús era lo mejor que les podía haber pasado ¡Y lo tenían allí mismo! Pero había sido un día muy largo para Eutico y el calor lo adormecía. Se movió un poquito en la ventana para acomodarse mejor. Había llegado tarde y como había tanta gente, el marco de la ventana le pareció un buen asiento. Y tal vez hasta más fresco. Eutico volvió a bostezar.
De pronto un amigo que estaba sentado cerca exclamó:
—¡Eutico! ¡Oh, no. Eutico se cayó de la ventana!
El hombre se lanzó por el corredor que llevaba a las escaleras y las bajó apresuradamente hasta llegar a la calle. El apóstol Pablo lo siguió de cerca. Todos en la audiencia se alarmaron.
Mucha gente corrió a ver si podía ayudar en algo. Se apresuraron a llegar a donde estaba, pero Eutico permanecía inmóvil. No cabía duda de que estaba muerto. Todos estaban como mudos. No sabían qué decir.
El apóstol Pablo se inclinó hacia Eutico y lo tomó en sus brazos. Luego oró en silencio.
Finalmente, dirigiéndose a sus amigos, el apóstol Pablo dijo: —No se preocupen. ¡Eutico está vivo!
Eutico abrió los ojos y miró a su alrededor. Vio lágrimas en los ojos de sus amigos. —¿Qué sucedió —preguntó—. ¿Por qué lloran?
Con esto se acabó la tranquilidad de la noche. De pronto todos estaban más que despiertos y llenos de alegría.
—¡Eutico, Eutico, estás vivo! ¡Oh, gracias a Dios! —decían todos. Volvieron a subir por las escaleras y entraron nuevamente al salón de reuniones.
¡Ya nadie estaba adormilado! Pablo continuó predicando a una audiencia muy atenta y siguió hablando con ellos hasta la madrugada.
Aunque el apóstol Pablo hablaba de Jesús a sus amigos, hizo un alto para ayudar a Eutico. Y eso es lo que Dios desea que hagamos. Pide a Jesús ahora mismo que te ayude a ayudar a otros en cualquier momento. Servir a Jesús significa que no importa lo que estemos haciendo o dónde nos encontremos, estamos listos y dispuestos a ayudar a otros.
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Dios les bendiga!!!
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