Navigation

Intermediarios | Lección 9: Contento o triste, alaba a Dios | 1er Trimestre 2023 | Año D

Intermediarios | Lección 9: Contento o triste, alaba a Dios | 1er Trimestre 2023 | Año D
Intermediarios | Lección 9: Contento o triste, alaba a Dios | 1er Trimestre | Año D

Lección 9 de Intermediarios

CONTENTO O TRISTE, ALABA A DIOS

 

¿Te has sentido alguna vez tan triste que pensaste que se te rompería el corazón? ¿O has estado tan perturbado que no dejabas de llorar? En esta historia una mujer se sentía de esa manera. Pero pudo encontrar una solución al hablar con Dios de su inquietud. Imagínate a esa mujer contándoles a sus nietas lo que le había sucedido.


Texto y clase de referencias:
1 Samuel 1; 2:1-11; Patriarcas y profetas, pp. 614-619.
Versículo para memorizar:
“No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias” (Filipenses 4:6).
Mensaje:
Alabamos a Dios al hablar con él, ya sea que estemos felices o tristes.

 

—Cuéntanos de nuevo la historia de nuestro tío Samuel —le rogaron Abbe y Michal a su abuela.
Ana sonrió y dejó de tejer; luego se sentaron en lugares cómodos para escuchar su historia.

“Hace mucho tiempo”, comenzó Ana, “antes de que naciera la madre de ustedes, su abuelo Elcana y yo vivíamos en Ramatayin, con Penina, la otra esposa de su abuelo, y sus hijos.

“Esos no fueron los días más felices de mi vida. El abuelo de ustedes fue siempre bueno conmigo, pero Penina se divertía amargándome la vida. En ese entonces ella tenía hijos y yo no. Se mofaba de mí, diciendo:

“—Como puedes ver, Dios me ha bendecido a mí con muchos hijos; ¿qué has hecho tú, Ana? ¿Le fuiste infiel a Elcana? ¿Es por eso que Dios no te ha bendecido también?

“Había noches en las que lloraba hasta quedarme dormida porque sus palabras me ofendían profundamente.

“Sin embargo, cuando íbamos a Silo a ofrecer sacrificios anuales, Elcana nos daba porciones de carne a cada una de nosotras, pero a mí me daba una porción doble. Por supuesto, esto hacía que Penina fuera más mala conmigo. Ella sabía que yo era la esposa favorita de Elcana. Durante esos viajes me atormentaba hasta hacerme llorar y perder el apetito.

“Una tarde, después de la cena, yo estaba tan disgustada que fui al portal del tabernáculo, y comencé a contarle a Dios en oración todo mi dolor, toda mi pena, toda mi frustración. Hice un voto. Le prometí a Dios que si me daba un hijo, se lo daría a él”.

Abby y Michal asintieron con una sonrisa bonachona. Conocían la parte de la historia que iba a venir.

Ana continuó: “De pronto mi oración fue interrumpida. Escuché una voz masculina que decía: ‘¿Hasta cuándo te va a durar la borrachera? ¡Deja ya el vino!’ (1 Samuel 1:12). Cerré los ojos y después los abrí. ¿Borracha yo? ¿Cómo puede pensar él que estoy borracha? Elí, el sacerdote, estaba sentado en una silla cerca del portal y me había visto orando silenciosamente y derramando mi corazón. Mis labios se movían, pero no emitían sonido alguno.


“Rápidamente le expliqué a Elí que de ninguna manera estaba borracha, sino que estaba derramando mi alma apesadumbrada ante el Señor. Él sonrió y me bendijo. ‘Ve en paz, y quiera el Dios de Israel concederte el pedido que le has hecho’ (versículo 17).

“Cuando escuché esas palabras, sentí que mi corazón bailaba de esperanza dentro de mí.

“Nueve meses después di a luz un hermoso niño”.

—Tío Samuel —dijo Michal en voz alta y con una gran sonrisa.

—Sí, fue su tío Samuel —repuso Ana—. Me gustaba acariciar su carita y hacerle cosquillas en los dedos. Su tío fue una oración que se convirtió en realidad. Fue el fin de mi miseria y el comienzo de mi gozo.

—Pero, abuela, ¿qué sucedió con la promesa que le había hecho a Dios? —preguntó Abbe.

“Oh, no me olvidé de la promesa que le había hecho a Dios. La historia no ha terminado. Yo cuidé con esmero al bebé Samuel; cuando estaba suficientemente grande como para separarse de mí, fue el momento oportuno para cumplir con mi voto y entregarlo a Dios.

“Fuimos a Silo para ofrecer un sacrificio y llevé a Samuel al sacerdote Elí, y le dije: ‘Soy aquella mujer que se paró frente a usted para orar a Dios. Oré por este niño, y el Señor me concedió lo que le había pedido’ (versículos 17, 18).

“Hice una oración diferente ese día. Esta vez nadie me acusó de estar borracha. Hice una oración de alabanza a Dios, la cual ustedes dos han escuchado muchas veces”.

Ana suspiró profundamente y se sonrió con sus nietas.

—Muchachas —les dijo—, no olviden nunca que Dios se preocupa por ustedes en todo momento. Siempre pueden hablar con él, no importa cómo se sientan. Si están contentas o tristes, disgustadas o frustradas, heridas o asustadas, siempre pueden hablar con Dios. Lo están adorando cuando le comunican todos sus sentimientos. Él no les dará siempre lo que le pidan, pero siempre les concederá lo que es mejor para ustedes.

 

LECCIONES DE INTERMEDIARIOS
📖 L1 L2 L3 L4 L5 L6
L7 L8 L9 L10 L11 L12 L13

 

Dios les bendiga!!!

Share

Post A Comment:

0 comments:

Escribe tu comentario.