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Intermediarios | Lección 6: ¿Muerto o dormido? | 1er Trimestre 2023 | Año D

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Intermediarios | Lección 6: ¿Muerto o dormido? | 1er Trimestre | Año D

Lección 6 de Intermediarios

¿MUERTO O DORMIDO?

 

¿Has experimentado alguna vez la muerte de alguien que amas entrañablemente? ¿Buscas a Jesús para que te consuele?
Aun cuando no podemos entender por qué permite ese dolor, podemos confiar en que él tiene un plan, y podemos enfocarnos en su poder.


Texto y clase de referencias:
Juan 11:1-16; El Deseado de todas las gentes, pp. 482-485.
Versículo para memorizar:
“Yo sé que mi Redentor vive, y que triunfará sobre la muerte. Y cuando mi piel haya sido destruida, todavía veré a Dios con mis propios ojos” (Job 19:25, 26).
Mensaje:
Jesús me da paz cuando enfrento el sufrimiento y la muerte.

 

María y Marta estaban preocupadas por su hermano, Lázaro. Una fiebre muy alta le vino de la noche a la mañana. Un día estaba atendiendo sus negocios, y al día siguiente estaba transpirando, prácticamente delirando por esa intensa fiebre. Lo único que se podía hacer era avisar a Jesús, quien era como otro hermano para ellas. El que había sanado a tanta gente en los últimos tres años. Las hermanas escribieron el mensaje y lo enviaron con un mensajero al lugar donde se encontraban Jesús y sus discípulos. Y esperaron con fe paciente.

Cuando Jesús recibió el mensaje: “Señor, tu amigo querido está enfermo” (Juan 11:3), respondió con calma: “Esta enfermedad no terminará en muerte” (versículo 4). El mensajero esperaba que Jesús dijera o escribiera algo, pero él prestó atención más bien a otras cosas. Obviamente, el Maestro no pensaba regresar a Betania en ese momento, y por eso el mensajero regresó sin Jesús.


—¿Dónde está Jesús? —le preguntaron las hermanas al mensajero cuando regresó.

El mensajero, moviendo la cabeza, les dijo:

—El Maestro dijo que esta enfermedad no es para muerte.

María y Marta se contentaron al escuchar esas noticias. Cuidadosamente le dieron el mensaje al paciente que se encontraba casi inconsciente. Ansiosamente se pusieron a esperar las señales de mejoría. Pero quedaron amargamente chasqueadas, y vieron cómo Lázaro moría. En su dolor se consolaban solo con la gracia de Jesús. Nunca dudaron ni lo culparon de nada.

Los discípulos, por otro lado, estaban confundidos acerca de la actitud de Jesús. Les parecía un poco fría. Recordaban aquella ocasión en la que no había respondido cuando encarcelaron a su primo Juan. ¿Por qué no lo había hecho? ¿Por qué no se apresuró a regresar a Betania? ¿Por qué siguió predicando como si nada hubiera sucedido? Sabían muy bien el gran consuelo que sería su presencia para la familia, esa familia que amaba tanto. Tal comportamiento era un misterio para ellos.

Durante dos días más Jesús siguió atendiendo sus negocios. No volvió a mencionar a Lázaro.

Los enemigos de Jesús, los fariseos, también se habían dado cuenta de que Jesús no había rescatado a Juan el Bautista. Para ellos era una realidad que Jesús no era el que pretendía ser, el Hijo de Dios. “Si él es el Hijo de Dios, y si tiene tanto poder”, razonaban los fariseos, “¿por qué permitió que su primo muriera? ¿Y por qué no sana a su amigo?”

Para los discípulos, esos dos días fueron de gran inquietud. Jesús había estado hablando sobre pruebas, pérdidas y persecución. ¿Sería capaz de olvidarlos a ellos en esos momentos de prueba de la misma manera como se había olvidado de Juan y de Lázaro?

Después de pasar dos días al otro lado del Jordán, Jesús fue a Betania. Aunque Jesús iba a consolar a sus amigos, los discípulos estaban alarmados.

—Allí es donde los judíos trataron de apedrearte —le recordaron—. ¿Estás seguro de que quieres regresar a Betania?

Pero Jesús no estaba preocupado por sí mismo, sabía que el Espíritu Santo lo estaba guiando.
—Lázaro duerme —les explicó.

Ahora los discípulos estaban más confundidos que nunca. Si Lázaro dormía, esa era la mejor muestra de mejoría. No podían comprender que Jesús no estaba hablando del sueño natural, sino de la muerte.

—Lázaro está muerto —les explicó más tarde.

Y antes de que los discípulos volvieran a preguntar: “¿Por qué?”, les dijo:

—Me alegro por ustedes, de que yo no haya estado allí, para que crean. Vamos a él.

Los discípulos lo acompañaron a Betania.

No entendían por qué Jesús permitía que sus amigos enfrentaran el sufrimiento y la muerte, pero confiaron en que él tenía todo bajo control.

 

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Dios les bendiga!!!

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