Lección 6 de Primarios
MUY VALIOSA PARA PERDERLA
Me ha pasado a mí. Le ha pasado a mi vecino. Puede ser que te haya pasado a ti también. ¿Puedes recordar alguna ocasión en que no podías encontrar algo que era muy importante para ti? En nuestra historia bíblica de hoy, Jesús cuenta acerca de una mujer que perdió algo muy importante. Tal vez sucedió de la manera siguiente...
Lucas 15:8-10; Palabras de vida del gran Maestro, pp. 151-155.
“Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10, NVI).
Jesús me busca porque soy valioso para él.
El sol de la mañana calentaba la espalda de las ocupadas mujeres. Reían de buena gana mientras se contaban historias unas a otras. El lavado de la ropa era un trabajo duro, pero les daba oportunidad de conversar juntas. Mientras las mujeres tallaban y enjuagaban la ropa, tenían siempre alguna noticia para comentar. “¿Han escuchado las historias que cuenta Jesús?”, preguntó una de ellas.
“Son muy interesantes”, contestó otra. Sabe muy bien cómo vivimos. Y las mujeres siguieron hablando acerca de cómo Jesús sanaba a los enfermos y de las cosas tan bonitas de las que hablaba Jesús.
“Pienso llevar mañana a mis niños para que escuchen a Jesús”, dijo sonriendo una joven madre.
“¡Oh, a mí me gustaría acompañarte!”, le dijo otra. Muy pronto, varias de las mujeres se encontraban haciendo planes para el día siguiente.
La mañana siguiente, los niños iban saltando muy felices al lado de las madres. Todos estaban emocionados. Luego todos tomaron asiento y Jesús comenzó a hablar. Les contó la historia de un pastor que había perdido una de sus ovejas y de lo feliz que se sintió cuando la encontró de nuevo.
Entonces Jesús comenzó a contar una historia a la que el grupo de mujeres que habían estado lavando ropa el día anterior prestó atención especial. Les dijo: “Había una mujer que tenía diez monedas de plata muy especiales. Eran su dote de matrimonio”. Las mujeres sonrieron. Sabían muy bien lo especiales que eran esas arras o monedas.
La dote o arras, era un regalo que el esposo daba a la familia de la esposa antes de casarse. Entonces se entregaban a la novia el día de su boda. Muchas veces la esposa hacía con ellas una pañoleta o tocado que se ponía en la cabeza. De esta manera, las personas podían verlo y saber que su esposo la quería mucho. Era un tesoro muy especial.
Jesús continuó contando su historia. “Un día, la mujer perdió una de las monedas de plata”.
“¡Oh, no!”, dijeron las mujeres, pensando en la pobre mujer de la historia. Eso era lo peor que podía pasarle a una esposa. ¿Qué iba a decir su esposo? ¿Qué iban a decir sus vecinos y amigos?
“La mujer encendió una lámpara y comenzó a barrer la casa”, dijo Jesús. “Buscó por todas partes su moneda perdida”. Jesús observó la cara de las personas que escuchaban su historia. Él sabía bien cómo eran sus casas. Siendo que las ventanas eran muy pequeñas y que algunas casas no tenían ventanas, estaba muy oscuro dentro, aun cuando fuera de día. Había paja en parte del suelo de tierra. Era muy difícil encontrar así una moneda.
“Pero ella siguió buscando. ¡No se daba por vencida! Buscó sobre la mesa, debajo de la mesa, detrás del cántaro de agua. La mujer buscó y buscó. La buscó en el suelo de tierra. ¡Y finalmente la vio! “¡La encontré!”, gritó emocionada y rápidamente la levantó del suelo. Luego se apresuró a salir para contárselo a sus vecinos y amigos. “¡Vengan a celebrar conmigo! ¡Había perdido una de mis monedas de plata, pero la he encontrado!”
Muchos en la multitud sonrieron aliviados. Jesús se rió con ellos y abrazó a un niñito que tenía en su regazo. Y añadió con un guiño de sus ojos: “Ese es el tipo de fiesta que celebran los ángeles cuando Dios encuentra y rescata a una persona que había estado perdida”.
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Dios les bendiga!!!
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