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Primarios | Lección 3: Un amigo siempre ayuda | 1er Trimestre 2023 | Año D

Lección 3 de Primarios

UN AMIGO SIEMPRE AYUDA

 

¿Conoces a alguien que tiene una enfermedad muy seria? Si necesitara la ayuda de un médico, ¿romperías el techo del hospital para poder meterlo dentro? ¡Los amigos de un hombre muy enfermo hicieron algo así!


Texto y clase de referencias:
Mateo 9: 1-8; Marcos 2:1-12; Lucas 5:17-26; El Deseado de todas las gentes, pp. 232-237.
Versículo para memorizar:
“Ámense los unos a los otros con amor fraternal” (Romanos 12:10, NVI).
Mensaje:
Deseo traer a otros a Jesús.

 

Si hubieras estado caminando un día por las calles de Capernaum, probablemente habrías escuchado lo siguiente: “¡Jesús está en la ciudad! ¡Jesús está en la ciudad!”. Mucha gente vino hasta la casa donde Jesús estaba enseñando y sanando. ¡Era una gran multitud! Ya no cabía nadie dentro de la casa. Tampoco había lugar en el patio. Toda clase de gente estaba con Jesús, dentro de la casa: fariseos, maestros de la ley, personas ordinarias y muchos, muchos enfermos.

Un hombre muy enfermo se estaba muriendo en esa ciudad. ¡Oh, cuánto deseaba ver a Jesús! Pero tenía un gran problema. Era paralítico. ¿Cómo podría llegar hasta donde estaba Jesús? No se podía mover. No podía hacer más que quedarse acostado en su cama y pensar en lo pecador que era y en lo enfermo que estaba. ¡Si tan sólo pudiera ver a Jesús! Él sabía que Jesús le perdonaría sus pecados y lo sanaría de su enfermedad.

El paralítico era afortunado al menos en una cosa. Tenía cuatro muy buenos amigos que estaban dispuestos a llevarlo a donde estaba Jesús. Cada uno de ellos tomó una esquina de la estera donde estaba recostado el enfermo y salieron a buscar a Jesús. Pero cuando encontraron la casa en donde Jesús estaba sanando, no pudieron llegar hasta él. Había personas por todos lados. Nadie los dejaba pasar por entre la multitud. ¡Estaban tan cerca y a la vez tan lejos!

El paralítico se puso triste al pensar que después de todo, no iba a poder ver a Jesús. ¿Qué podían hacer él y sus cuatro amigos? Debía de haber una forma de pasar por entre la multitud. Y sus amigos lo subieron al techo de la casa. ¡Qué extraño! ¿Te has metido a una casa por el techo? No es muy fácil. ¿Sabes lo que hicieron entonces sus amigos? Hicieron un agujero en el techo lo suficientemente grande como para que pudiera pasar por él su amigo enfermo en el camastro en que estaba acostado. Luego, con ayuda de cuerdas, bajaron más y más al hombre hasta que quedó exactamente a los pies de Jesús.

Jesús miró a este hombre paralítico con ojos llenos de bondad y le dijo: “Hijo, tus pecados te son perdonados”.

“¡Perdonado!, ¡Estoy perdonado!”, se decía a sí mismo el pobre hombre. Eso era lo que anhelaba y ahora había ocurrido. ¡Qué día tan feliz!

Los fariseos y los maestros de la ley no estaban muy contentos. Estaban pensando: “¡Cómo se atreve Jesús a tratar de perdonar pecados! ¡Sólo Dios puede perdonar los pecados!”

Jesús podía leer su mente y les dijo firmemente:

“¿Por qué están pensando esas cosas? La gente necesita que la ayuden. ¿Qué es más fácil; decir que está perdonado, o decir que ha sido sanado? ¡Pues van a ver ahora que puedo perdonar pecados en esta tierra!”

Entonces Jesús se volvió al paralítico y le dijo: “¡Levántate, toma tu lecho y vete a tu casa!” De pronto el hombre pudo mover sus brazos y piernas. ¡Estaba sano! Se levantó, enrolló su lecho, salió del cuarto y se fue a su casa. ¡Esta vez la multitud le abrió paso!

Todos estaban sorprendidos y alababan a Dios, diciendo: “¡Nunca habíamos visto algo como esto!”

Los cuatro amigos estaban muy felices de haber traído a su amigo a ver a Jesús. ¿Te gustaría a ti también estar feliz? ¡Trae a alguien a Jesús!

 

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Dios les bendiga!!!

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