Lección 8 de Primarios
UNA CITA CON DIOS
LLisa regresó de la escuela el viernes. ¡Allí estaba de nuevo ese aroma tan maravilloso! Mamá estaba horneando pan para el sábado. Lisa se lavó las manos y ayudó a su mamá a terminar la comida para el sábado. A Lisa le encantaba el sábado. Esta semana, después de la iglesia, iban a almorzar cerca de un lago con patos y luego darían un paseo en el bosque. Lisa estaba impaciente porque comenzara el sábado.
En nuestra historia bíblica de hoy, Jesús y sus discípulos se encontraban tomando un paseo de sábado. Vamos a acompañarlos.
Mateo 12: 1-13; Marcos 2:23-3:5; Lucas 6:1-10; El Deseado de todas las gentes, pp. 248-256.
“Sepan que el Hijo del hombre es Señor del sábado” (Mateo 12:8, NVI).
El sábado es un día para aprender más acerca del amor de Dios.
¡A Jesús le encantaba el sábado! Le gustaba mucho pasar tiempo con sus amigos y hablarles del amor de su Padre, el Dios del cielo. Le gustaba ayudar a sentirse mejor a las personas que estaban enfermas o se sentían tristes.
Cierto sábado, Jesús y sus discípulos regresaban de la iglesia. Pasaron por un campo de trigo que se mecía suavemente de aquí para allá bajo la tibia brisa. El olor que despedía los hizo pensar en pan que se cuece en el horno. ¡Jesús y sus discípulos tenían hambre!
En aquellos días, la gente tenía permiso de tomar alimento del sembrado de otra persona. Si una persona tenía hambre y no tenía alimento a la mano, podía comer algunas uvas en una viña. También podía cortar algunas espigas de trigo y comer los pequeños granos.
Por eso, mientras Jesús y sus discípulos cruzaban ese campo, cortaron algunas espigas y las iban frotando en sus manos. Cuando quedaba sólo el grano, separado del tamo, se echaban a la boca esos granos. ¡Qué sabrosos eran esos crujientes granos de trigo!
Pero no todos estaban contentos. Los fariseos que se encontraban por allí decidieron que los discípulos estaban haciendo algo malo. Pensaban que no debían cortar espigas y estrujarlas en las manos porque era sábado. Entonces los fariseos le dijeron a Jesús: “Cuando tus discípulos cortaron las espigas y las estrujaron con sus manos para sacar el grano, estaban trabajando como los agricultores; así que están quebrantando el sábado”. Los fariseos habían tomado el hermoso mandamiento divino del sábado y lo habían convertido en su propio mandamiento. Inventaron muchas otras reglas extras que hicieron del sábado una carga muy pesada. Dios deseaba que el sábado fuese un alegre regalo de él para nosotros. Deseaba que el sábado fuese un día especial del que pudieran gozar las personas. Deseaba que la gente aprendiera de su amor. Pero en vez de ello, muchas personas no gustaban del sábado.
Jesús conocía a esos fariseos. Los amaba y deseaba que ellos también experimentaran el gozo que trae el sábado. Entonces les dirigió algunas preguntas para hacerlos pensar. “¿Se acuerdan de David?”, les preguntó Jesús a los fariseos. “En cierta ocasión David y sus hombres estaban muy hambrientos y comieron del pan especial que estaba en el templo y que era solamente para los sacerdotes”. Los fariseos sabían muy bien esa historia. “Si eso estuvo bien hecho, entonces también está bien comer granos de trigo en sábado”. Jesús continuó diciendo: “Ustedes están confundidos acerca del sábado. La gente no debe sufrir o pasar mal el sábado. El sábado es para la gente. Yo lo sé bien, porque yo soy Señor del sábado”.
Otro sábado, mientras Jesús estaba en la iglesia, vio a un hombre cuya mano estaba paralizada. Jesús le preguntó a la gente: “¿Qué piensan ustedes, creen que es correcto hacer bien en sábado?” Algunos de los presentes no se preocupaban por las demás personas. No pensaban que ese hombre debía ser sanado, porque era sábado.
Jesús les hizo otra pregunta para hacerlos pensar. “Si una de sus ovejas cae en un hoyo, ¿la sacarían de ese hoyo? Las personas son mucho más valiosas que los animales. Por lo tanto, es correcto hacer bien en el sábado.
Entonces Jesús le dijo al hombre que tenía la mano paralizada: “Extiende tu mano”. Y la mano del hombre quedó completamente sana.
Jesús desea que sepamos que el sábado es un día de alegría y de sanidad. Algunas veces los niños piensan que el sábado es un día de “no hacer”. (No hagas esto, no hagas lo otro.) Por el contrario, el sábado es un día “de hacer”. Durante el sábado tenemos más tiempo de hacer algo especial. Tenemos tiempo de hacer cosas divertidas que nos enseñan acerca de Dios. Dios creó el sábado de manera que podamos pasar tiempo con él. Desea que aprendamos más y más acerca de su maravilloso amor.
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Dios les bendiga!!!
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