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Intermediarios | Lección 5: El viaje a Jerusalén | 2do Trimestre 2024 | Año A

Lección Intermediarios 2do Trimestre 2020, Intermediarios 2 Trimestre 2020

Lección 5 de Intermediarios
EL VIAJE A JERUSALÉN


Intermediarios | Lección 5: El viaje a Jerusalén | 2do Trimestre | Año A

Textos clave y referencias:
Esdras 1-3; Nehemías 8:14-18;
Profetas y reyes, cap. 45.

Versículo para Memorizar:
“Unos cantaban alabanzas, y otros
respondían: Den gracias al Señor,
porque él es bueno, porque su
amor por Israel es eterno. Y todo
el pueblo gritaba de alegría y
alababa al Señor, porque ya se
había comenzado a
reconstruir el templo del
Señor” (Esdras 3:11).

Mensaje:
Una manera de adorar a Dios es trabajando juntos para la edificación de su iglesia.



¿Hizo planes alguna vez tu familia de mudarse a otra ciudad? ¿Cómo te sentiste? ¿Estabas asustado o entusiasmado? Imagina a una familia del antiguo testamento que está a punto de efectuar un cambio importante.

Tabita, que ayudaba a su madre a servir la comida del mediodía, vio que su padre entraba apresuradamente..
—¡Traigo buenas noticias! —exclamó su padre—. Agradezcamos a Dios por los alimentos y entonces se las daré.


Después de la oración de agradecimiento, todos se dispusieron a comer.
—El rey Ciro —informó el padre— ha aprobado un decreto oficial esta mañana. Todos los que deseen regresar a Jerusalén y ayudar a reconstruir el templo, tienen permiso para hacerlo.
—¡Eso es admirable!
—dijo la madre con entusiasmo—. Tal como hemos orado para que sucediera.

Tabita miró a su hermano Samuel. Sentía una sensación desagradable en el estómago, y se preguntaba si su hermano estaría pensando lo mismo que ella. ¿Qué sucedería si sus padres decidían volver a Jerusalén? Tabita pensó que sería peor si su familia regresaba a Jerusalén y la familia de su mejor amiga no lo hacía.

Tabita no habló durante la comida. El padre dijo que había oído que el rey había leído la profecía de Isaías que hablaba de él. El rey Ciro se conmovió a causa de eso y promulgó el decreto.

Cuando todos terminaron de comer, Tabita hizo la pregunta cuya respuesta temía.
—¿Significa esto que regresaremos a Jerusalén?

El padre y la madre miraron sorprendidos a Tabita. El padre dijo:
—Tabita, tú sabes que hemos estado orando precisamente para que esto sucediera, porque deseamos volver a Jerusalén. Nuestros abuelos anhelaban ver este día.
—Lo sé —dijo Tabita—. Pero ir a un lugar que nunca hemos visto me asusta.
—Tienes razón —reconoció la madre—. También nos asusta a nosotros; pero volver y ayudar a reconstruir el templo es una experiencia maravillosa.

No hubo más discusión. Tabita sintió que su mundo cambiaba por completo. Pidieron al padre que fuera a recibir el oro, la plata, la ropa, las provisiones y los animales que el rey Ciro daba a los que regresarían a Jerusalén. Además, el rey había dicho que los hebreos que no regresaran a su tierra debían hacer regalos a los que lo hicieran. Hasta devolvió los utensilios del templo que el rey Nabucodonosor se había llevado, y dio dinero de la tesorería del reino.

Por fin todo quedó listo. Tabita se acostó en su cama por última vez. La mamá fue a platicar con ella. Le dijo:
—Tabita, todo saldrá bien. Sabemos que esto es lo que debemos hacer. Dios nos acompañará.
—Lo sé, mamá —dijo la niña—. Y me alegro porque Sara también irá. El largo viaje por el caluroso desierto comenzó a la mañana siguiente. La familia de Tabita tenía un camello en el que cabalgaban por turnos. Llevaban sus pertenencias en otros camellos.


Los días de viaje por el desierto pasaron lentamente. Finalmente llegó el día en que contemplaron la ciudad de Jerusalén desde lo alto de una colina. Zorobabel, el gobernador de Judá, quien los había guiado, reunió a todos los viajeros y les dijo:
—Amigos, Dios ha sido bueno con nosotros y nos ha permitido pasar a salvo por el desierto y llegar a nuestra patria. Alabémoslo juntos.

Después de la oración, Zorobabel comenzó a dar instrucciones. Llegaron a Jerusalén a mediados de septiembre. Tabita estaba feliz porque viviría en la ciudad. Eso significaba que no tendrían que volver a viajar. También se alegraba porque Sara vivía en una casa vecina.

Zorobabel y Josué decidieron que lo primero que debían hacer era reconstruir el altar de Dios. Deseaban estar listos para hacer ofrendas encendidas (quemadas con fuego) tan pronto como fuera posible.


Todos se congregaron y ofrecieron sacrificios. Después Zorobabel anunció:
—Celebraremos la Fiesta de los Tabernáculos, tal como nuestras familias lo hicieron en el pasado. Todos deben levantar sus altares alrededor del templo. Celebraremos juntos esta fiesta en nuestra nueva patria.
—Yo no quería regresar a Jerusalén —dijo Tabita a su familia—. Pero ahora me alegro de que el rey Ciro haya prestado atención a la profecía. Siento impaciencia por ayudar en la reconstrucción del nuevo templo. ¿Cuándo comenzaremos, papá?

 

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Dios les bendiga!!!

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