Intermediarios | Lección 12: Más secretos del reino | 2do Trimestre 2024

Lección 12 de Intermediarios
MÁS SECRETOS DEL REINO

Intermediarios | Lección 12: Más secretos del reino | 2do Trimestre | Año A

Textos clave y referencias:
Mateo 5:21, 22, 33-48;
El Deseado de todas las gentes, cap. 31, pp. 279-281; Así dijo Jesús [El discurso maestro de Jesucristo], cap. 3.)

Versículo para Memorizar:
"¡Vean qué bueno y agradable es que los hermanos vivan unidos!”
(Salmo 133:1).

Mensaje:
Porque Dios nos ama, podemos amar a nuestros amigos y a nuestros enemigos.

¿Has escuchado alguna vez un sermón tan directo, tan fuerte, que te dieron ganas de cambiar en ese mismo momento, pero que airó a otros? Muchas personas que escuchaban a Jesús tuvieron esa experiencia cuando concluyó su discurso acerca del Reino Invisible. Imagina que sucedió como sigue.

Manasés observaba a los fariseos mientras Jesús hablaba. Escuchaban con indiferencia. Supuso que no aprobaban lo que el Maestro decía.
—Deseo que aprendan muchas cosas —decía Jesús—. Si son verdaderamente hijos del Padre, entonces tratarán a sus amigos y a los desconocidos con amor y compasión. No siempre sentirán ganas de hacerlo, pero recuerden que si piden a Dios poder para hacerlo, él se lo dará.

Manasés recordó a los niños harapientos que deambulaban por el mercado. No se sentía a gusto cerca de ellos y los evitaba. Pensó que eso no estaba bien y que debía tratar de ayudarlos de alguna manera.
—Sus acciones revelarán a los demás lo que ustedes piensan —dijo Jesús—. Los fariseos les han dicho que es malo matar. Así es. Dios mismo lo dijo hace muchos años. Pero también es malo odiar tanto a otra persona hasta el punto de desear su muerte. Eso es lo mismo que si ustedes la mataran.

La multitud escuchaba con atención las palabras de Jesús. Los fariseos dieron muestra de molestia.
—En alguna ocasión cuando adoren a Dios, puede ser que recuerden que tuvieron una discusión con alguien. Tienen que pedirle perdón. No es posible que adoren a Dios cuando mantienen orgullo y odio en su corazón.

Manasés pensó en la discusión que había tenido con su amigo Benjamín. Después de eso no había sentido muchas ganas de platicar con Dios. Después que se pidieron disculpas desapareció de su interior esa sensación de vacío.

A eso debe referirse Jesús—pensó Manasés—. Me sentí solo porque ya no tenía la amistad de Benjamín, y porque estaba enojado con él. Me parecía que Dios estaba muy lejos.
—Es posible que haya algo que los induce continuamente a pecar —explicaba Jesús—. Aunque eso sea lo más valioso que tengan en su vida, es necesario que se deshagan de ello. No pueden retener nada que les impida estar con Dios en el cielo. Muchos dicen que está bien amar al prójimo y odiar a los enemigos. Pero deben recordar que Dios no hace que el sol brille únicamente sobre los que son sus seguidores. Él da lluvia y sol para todos. Si quieren ser como él, deben ayudar a otros, aunque ellos no los quieran a ustedes.
—Cuando ayudan únicamente a sus amigos e ignoran a sus enemigos o a los desconocidos, están siendo egoístas y crueles. Tienen que ser como su Padre celestial y tomar en cuenta las necesidades de todos.

Manasés miro a su madre y recordó que ella llevaba alimentos a una mujer viuda. En otras ocasiones llevaba ropa a personas pobres. Hacía el bien aunque no conociera a los necesitados. Ahora Jesús estaba diciendo:
—Tengan cuidado de no anunciar a todos cuando hacen el bien. Dios sabe lo que están haciendo por otros. Él es el único que necesita saberlo. Llegará el día cuando él anunciará a todos lo que ustedes han hecho.

Manasés pensó en que su madre nunca hacía alarde de su generosidad. Era muy diferente de otras personas. Los fariseos siempre se vanagloriaban de lo que hacían. Le parecía que los fariseos se veían ridículos golpeándose el pecho y anunciando a gritos las obras de bien que habían realizado. Se alegraba porque su madre no actuaba de ese modo.
—Como hijos del Padre celestial deben mostrar a los que no conocen lo que significa realmente ser sus seguidores —comentó Jesús—. Si ven que ustedes se tratan con amor y respeto, harán preguntas acerca de por qué actúan de ese modo. Entonces podrán hablarles de Dios y de lo que ha hecho en sus vidas. Pero si son descuidados en lo que hacen, entonces no revelarán el amor de Dios. Los que no lo conocen no verán nada diferente en sus vidas. Entonces perderán la oportunidad de hablarles de Dios y de lo que ha hecho por ustedes.

Más tarde Manasés dijo a sus padres: —Jesús dijo tantas cosas hoy, que no sé cómo podría hacer todo lo que recomendó.
—Recuerda que no puedes hacer nada por cuenta propia —dijo el padre a Manasés—. Dios te da el poder.
—¡Me gusta ese ideal! —contestó Manasés sonriendo.

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