Lección 6 de Intermediarios
LA CONSTRUCCIÓN DEL TEMPLO
Textos clave y referencias:
Esdras 4-6;
Profetas y reyes, cap. 46.
Versículo para Memorizar:
“Ten ahora presente que el Señor te ha escogido para que construyas un edificio que será su santuario. Por tanto, ¡ánimo y manos a la obra!”
(1 Crónicas 28:10).
Mensaje:
Podemos adorar a Dios incluso cuando estemos desanimados.
Esdras 4-6;
Profetas y reyes, cap. 46.
Versículo para Memorizar:
“Ten ahora presente que el Señor te ha escogido para que construyas un edificio que será su santuario. Por tanto, ¡ánimo y manos a la obra!”
(1 Crónicas 28:10).
Mensaje:
Podemos adorar a Dios incluso cuando estemos desanimados.
¿Ha tratado alguien de estorbarte y hacerte desistir de algún trabajo o proyecto que realizabas con entusiasmo? ¿Cómo trataste a esa persona? Imagina que vives en el tiempo en que el templo estaba siendo reconstruido.
Tabita tomó el canasto que contenía el almuerzo para su hermano y su padre y se dirigió hacia el templo. No podía creer que ahora comenzaba a considerar a Jerusalén como su hogar.
Cuando se acercaba a la casa de su amiga Sara, esta iba saliendo con el almuer zo para su padre, de modo que se fueron juntas. Las niñas disfrutaron del calor del día y pronto llegaron al lugar de la construcción. Mientras sus padres comían, ellas escuchaban las noticias de lo que había sucedido durante la mañana.
—No sé lo que Zorobabel hará con el pedido de los samaritanos —dijo el padre de Tabita a los demás hombres—. Yo creo que no deben trabajar con nosotros.
—También Zorobabel se opone. Platiqué con él esta mañana —comentó el padre de Sara—. Quiere que nos reunamos con él después del almuerzo.
—Papá —preguntó Tabita—, ¿no sería una ventaja tener más personas que ayuden en los trabajos del templo? Se harían con más rapidez.
—Así es, hija. Pero esos samaritanos adoran ídolos y tratarían de introducirlos en nuestro templo. Es mejor que nos mantengamos separados de ellos.
Esa noche, a la hora de la cena, el padre informó:
—Dijimos a los samaritanos que no podrían ayudarnos en los trabajos de reconstrucción. Temo que causen problema por haberlos rechazado. No se veían muy felices
cuando se lo dijimos.
No pasó mucho tiempo hasta que los samaritanos comenzaron a crear dificultades. Difundieron falsos rumores. Muchos judíos dejaron de trabajar. Las familias israelitas continuaron orando para que Dios interviniera y los samaritanos dejaran de molestarlos. Pero la difusión de mentiras por parte de los samaritanos continuó durante varios años. Los obreros se desanimaron tanto que finalmente todos dejaron de trabajar.
Un día Samuel, hermano de Tabita, llegó a la casa gritando que había oído decir que el rey Darío había decretado que podían seguir construyendo el templo. Pero la alegría no duró mucho, porque después de un corto tiempo volvieron a tener dificultades.
—Sara —dijo Tabita a su amiga que tejía una alfombra en el telar—, ¿puedes creer que esos samaritanos revoltosos volvieron a escribir al rey diciendo que los judíos se rebelarían si seguían construyendo el templo?
—Me enteré de la mala noticia —contestó Sara—, pero Dios ha intervenido y los hombres pueden seguir trabajando hasta que se reciba la respuesta del rey.
—Sí, y esta vez también dieron a los cancilleres persas la información de que el rey Ciro había decretado que se reconstruyera el templo. Me pregunto si eso servirá de algo —dijo Tabita—. Espero que sí, porque los profetas Hageo y Zacarías están animando a todos.
—Nuevamente circularon rumores según los cuales Darío ordenaría que los judíos pararan el trabajo. Otros afirmaban que permitiría que concluyeran la obra.
Transcurrieron varias semanas. Un día, cuando Tabita llevaba el almuerzo como de costumbre, vio avanzar a una multitud que se dirigía al templo. Iban diciendo que el rey Darío había enviado una respuesta al pedido que se le había hecho. Cuando llegaron, Tabita se ubicó cerca de la escalinata para oír mejor. Pronto vio que Hageo se disponía a leer la carta.
“A los dirigentes del territorio situado al occidente del río Eufrates se les ordena mantenerse alejados de la provincia de Judá. No deben interferir con la construcción del templo de Jerusalén. Que el gobernador de Judá y sus asociados reconstruyan el templo de Dios en su sitio original”.
La multitud lanzó exclamaciones de alegría. ¡Por fin podrían terminar el templo! La carta decía, además, que el rey Darío había instruido a los dirigentes persas que ayudaran a los judíos con provisiones y materiales.
—¡Ahora podremos terminar el templo! —exclamó Tabita mientras abrazaba a su Padre.
Después de oír el decreto de Darío, todos querían ayudar a terminar el templo. Varios años después, los judíos habían terminado la reconstrucción y se preparaban para la dedicación del templo.
La mañana de la dedicación Tabita se puso su mejor ropa. No cabía en sí de alegría. Comentó con su madre lo hermoso que era.
—Sí —dijo la madre—. Hace tantos años salimos de Babilonia para venir aquí, y ahora finalmente podremos adorar en nuestro propio templo. Dios nos acompañó durante esos años difíciles y también estará con nosotros en la dedicación.
—Me alegro porque Dios está siempre con nosotros —dijo Tabita—. No me quiero perder nada de la ceremonia.
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Dios les bendiga!!!
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