Lección 2: Sin descanso y rebeldes | Descanso en Cristo | Escuela Sabática 3T 2021
Lección 2: Para el 10 de julio de 2021
SIN DESCANSO Y REBELDES
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Números 11:1–33; 12:1–13; 13:27–33; 14:1–23; 1 Corintios 10:1–11; Números 14:39–45.
PARA MEMORIZAR:
“Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 Cor. 10:11).
A lo largo de los siglos, muchos han informado de comportamientos extraños y ansiosos en perros y otros animales domésticos antes de grandes terremotos.
Los científicos ahora han establecido que los animales pueden detectar la primera de las ondas sísmicas de un terremoto, la onda de presión, que llega antes que la onda secundaria. Algunos animales, como los elefantes, pueden percibir ondas sonoras de baja frecuencia y vibraciones anticipatorias que los seres humanos no pueden detectar.
Unos minutos antes del terremoto de 5,8 grados que sacudió la zona de Washington, D.C., el 23 de agosto de 2011, algunos de los animales del Zoológico Nacional del Instituto Smithsoniano comenzaron a comportarse de manera extraña. Entre ellos estaban los lémures, que comenzaron a gritar en voz alta durante unos quince minutos antes de que el suelo comenzara a temblar.
En el estudio de esta semana, analizaremos algunos ejemplos de extraña inquietud provocada no por desastres naturales inminentes como terremotos sino, más bien, por la pecaminosidad básica de los seres humanos caídos que no dependían de lo que Cristo les ofrece a todos los que acuden a él con fe y obediencia.
Sábado
Se dirigió mi atención al pasado, al antiguo Israel. Solo dos de los adultos que componían el vasto ejército que salió de Egipto entraron en la tierra de Canaán. Los cuerpos muertos de los demás quedaron regados por el desierto, debido a sus transgresiones. El Israel moderno se encuentra en mayor peligro de olvidar a Dios y de ser arrastrado a la idolatría, que su pueblo antiguo. Hay muchos ídolos que se adoran, aun entre los profesos guardadores del sábado. Dios le encargó a su pueblo en forma especial que se guardara de la idolatría, porque si eran desviados de su servicio al Dios viviente, su maldición recaería sobre ellos, mientras que si lo amaban con todo su corazón, con toda su alma y con toda su fortaleza, los bendeciría abundantemente en sus cestos y graneros, y quitaría la enfermedad de en medio de ellos.
Ante el pueblo de Dios se alza ahora una bendición o una maldición: una bendición si salen del mundo y se mantienen separados, caminando en la senda de la humilde obediencia; y una maldición si se unen con los idólatras que pisotean los exaltados derechos del cielo. Los pecados e iniquidades del rebelde Israel están registrados, y el cuadro se presenta a nosotros como una advertencia de que, si imitamos su ejemplo de transgresión y nos separamos de Dios, caeremos tan ciertamente como ellos. “Estas cosas les sucedieron por ejemplo, y fueron escritas para advertir a los que han llegado al fin de los siglos”. 1 Corintios 10:11 (Testimonios para la iglesia, t. 1, pp. 527, 528).
La historia de la vida de Israel en el desierto fue registrada en beneficio del Israel de Dios hasta la consumación de los siglos.
El relato de la forma como trató Dios a los peregrinos mientras iban de un lugar a otro, mientras pasaban hambre, sufrían sed y cansancio, y en las sorprendentes manifestaciones de su poder para auxiliarlos, está lleno de amonestaciones para su pueblo de la actualidad. Los diversos incidentes por los que pasaron los hebreos constituyeron una escuela donde se prepararon para actuar en su prometido hogar de Canaán. Dios quiere que su pueblo repase ahora, con corazón humilde y espíritu abierto, las pruebas por las cuales pasó el antiguo Israel, a fin de que pueda recibir instrucción y prepararse para la Canaán celestial (Cada día con Dios, p. 75).
La tierra hacia la cual viajamos es en todo sentido mucho más atrayente de lo que fue la tierra de Canaán para los hijos de Israel… ¿Qué detuvo su progreso precisamente a la vista de la buena tierra? Las dificultades ante ellos no eran tan grandes como las que habían encontrado previamente. El gran obstáculo estaba en ellos mismos. Fue su propia y determinada incredulidad lo que los hizo volverse. No estuvieron dispuestos a arriesgar nada por las promesas de Dios… La historia de los hijos de Israel está escrita como una amonestación para nosotros “a quienes han alcanzado los fines de los siglos”. 1 Corintios 10:11. Por así decirlo estamos en los mismos bordes de la Canaán celestial… Si tenemos fe en las promesas de Dios, mostraremos… que no vivimos para este mundo, sino que nuestra primera ocupación es prepararnos para esa tierra santa (A fin de conocerle, p. 170).
AGITACIÓN EN EL DESIERTO
Israel debió de haberse sentido intranquilo e infeliz cuando partió del Sinaí camino a Canaán. Había pasado más de un año desde que salieron de Egipto (Núm. 1:1). Estaban listos para entrar en la Tierra Prometida. Estaban contados y organizados. Habían sido testigos de increíbles demostraciones del favor divino y de claras señales de la presencia de Dios. Sin embargo, el primer lugar después de partir del Sinaí los encuentra quejándose.
Lee Números 11:1 al 15. ¿De qué se quejan los israelitas?
Los israelitas ansían la carne, los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y el ajo de Egipto. “Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo, y los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne! Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos; y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos” (Núm. 11:4-6). También debieron de haber sufrido de una memoria selectiva grave, ya que recordaban la comida pero se olvidaban de la esclavitud y las privaciones increíbles que habían soportado (comparar con Éxo. 1).
Se habían alimentado con el maná de Dios por más de un año; sin embargo, se sentían inquietos y querían algo más. Incluso Moisés se ve afectado. Tratar de liderar a un grupo de personas inquietas no es fácil. Pero Moisés sabe a quién acudir. “¿Por qué has hecho mal a tu siervo? ¿Y por qué no he hallado gracia en tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre mí?” (Núm. 11:11).
¿Cómo responde Dios a las quejas? Lee Números 11:16 al 33.
Dios no es sordo a nuestras necesidades cuando nos sentimos inquietos. En el caso de Israel, les dio codornices para satisfacer su hambre de carne. Pero, no era realmente carne lo que Israel ansiaba. Cuando nos sentimos descontentos, inquietos y enojados, aquello que nos enoja, a menudo, es solo el detonador, no la causa del conflicto. Luchamos porque hay algo más profundo que está afectando nuestras relaciones básicas. Israel se rebeló contra la conducción de Dios; algo con lo que todos debemos tener cuidado, más allá de nuestra situación y nuestro contexto inmediatos, porque es más fácil de lo que pensamos.
■ ¿Por qué es tan fácil recordar el pasado como algo mejor de lo que realmente fue?
Domingo
Cuando Dios sacó a los hijos de Israel de Egipto, era su propósito establecerlos en la tierra de Canaán, para que constituyeran un pueblo puro, feliz y lleno de salud. Consideremos los medios por los cuales él quería realizar esto. Los sometió a un sistema de disciplina que, si lo hubieran seguido alegremente, habría resultado para el bien, tanto de ellos mismos como de su posteridad. Quitó la carne de su alimentación en gran medida. Les había concedido carne en respuesta a sus clamores, precisamente antes de llegar al Sinaí, pero fue provista solamente por un día. Dios podría haber provisto carne tan fácilmente como maná, pero impuso al pueblo una restricción para su bien. Era el propósito de Dios proveerles un alimento más adecuado a sus necesidades que el régimen afiebrante al cual muchos de ellos habían estado acostumbrados en Egipto. El apetito pervertido debía ser reducido a un estado más saludable, para que pudieran disfrutar de los alimentos provistos originalmente para el hombre: las frutas de la tierra, que Dios les dio a Adán y Eva en el Edén (Consejos sobre el régimen alimenticio, p. 451).
Satanás, el autor de la enfermedad y la aflicción, se acercará al pueblo de Dios por donde pueda tener mayor éxito… Él primeramente se dirigió con sus tentaciones a la multitud mixta, a los egipcios creyentes, y los indujo a quejarse sediciosamente. No querían contentarse ellos con los alimentos saludables que Dios les había provisto. Su apetito depravado exigía una mayor variedad, especialmente carne.
Este descontento pronto infectó casi la totalidad del pueblo. Al comienzo, Dios no complació su apetito pecaminoso, sino que hizo que sus juicios cayeran sobre ellos, y consumió a los más culpables por medio de rayos procedentes del cielo. Este castigo, en lugar de humillarlos, al parecer tan solo aumentó sus quejas…
“Y vino un viento de Jehová, y trajo codornices del mar, y las dejó sobre el campamento, un día de camino a un lado, y un día de camino al otro, alrededor del campamento… Entonces el pueblo estuvo levantado todo aquel día y toda la noche, y todo el día siguiente, y recogieron codornices… “Aún estaba la carne entre los dientes de ellos, antes que fuese masticada, cuando la ira de Jehová se encendió en el pueblo, e hirió Jehová al pueblo con una plaga muy grande”. Números 11:33.
Se habían entregado a una murmuración sediciosa contra Moisés, y contra el Señor, porque no habían aceptado el conocimiento de las cosas que los perjudicarían. Su apetito depravado los dominó, y Dios les dio carne, como deseaban, y permitió que sufrieran los resultados producidos por la gratificación de su apetito sensual (Consejos sobre el régimen alimenticio, pp. 448-450,)
ES CONTAGIOSO
Lee Números 12:1 al 3. ¿Por qué están molestos María y Aarón?
Evidentemente, María y Aarón estaban descontentos con la esposa cusita de Moisés. Séfora era una forastera proveniente de Madián (ver Éxo. 3:1). Incluso entre la “élite” de Israel se revela la naturaleza caída, y de una manera no muy agradable, por cierto.
Sin embargo, el texto bíblico muestra claramente que esto era un pretexto. El motivo principal de su queja era sobre el don profético. En el capítulo anterior, Dios había encomendado a Moisés que nombrara a setenta de los ancianos de Israel que lo ayudarían a llevar la carga administrativa del liderazgo (Núm. 11:16, 17, 24, 25). Aarón y María también habían estado desempeñando roles clave de liderazgo (Éxo. 4:13-15; Miq. 6:4), pero ahora se sentían amenazados por la formación de nuevos líderes, y dijeron: “¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros?” (Núm. 12:2).
¿Cómo responde Dios a esta queja? Lee Números 12:4 al 13. ¿Por qué crees que Dios responde de manera tan decisiva?
La respuesta de Dios es inmediata y no deja lugar a interpretaciones. El don profético no es un arma que se utilice para ejercer más poder. Moisés estaba bien preparado para el liderazgo porque había aprendido a depender en forma extrema de Dios.
El hecho de que se mencione a María antes que a Aarón en el versículo 1 sugiere que ella pudo haber sido la instigadora del ataque a Moisés. A estas alturas, Aarón ya se desempeñaba como sumo sacerdote de Israel. Si hubiera sido herido de lepra, no habría podido entrar en el Tabernáculo ni servir en nombre del pueblo. El castigo de Dios a María con lepra temporal comunica vívidamente su disgusto por ambos y ayuda a lograr el cambio de actitud que esta familia necesita. La súplica de Aarón a favor de ella confirma que él también estaba involucrado (Núm. 12:11); y ahora, en lugar de críticas y descontento, vemos que Aarón suplica por María, y vemos que Moisés intercede por ella (Núm. 12:11–13). Esta es la actitud que Dios quiere ver en su pueblo.
■ Aunque siempre es fácil ser crítico con los líderes de la iglesia, en cualquier nivel, ¿cuánto mejor sería nuestra iglesia y nuestra vida espiritual si, en lugar de quejarnos, intercediéramos en favor de nuestros líderes incluso cuando no estamos de acuerdo con ellos?
Lunes
Después de que María se puso celosa, se imaginó que Aarón y ella misma habían sido descuidados, y que la esposa de Moisés era la causa, que ella había influido en la mente de su esposo para que no los consultara sobre asuntos importantes tanto como antes.
El Señor escuchó las palabras de murmuración contra Moisés y se disgustó… Y la ira del Señor se encendió contra ellos, y se fue. Y la nube se apartó del tabernáculo y he aquí que María se puso leprosa, blanca como la nieve… Y clamó Moisés a Jehová, diciendo: Sáname ahora, oh Jehová, te ruego. “Y María fue excluida del campamento durante siete días; y el pueblo no viajó hasta que María fue traída de nuevo”…
[Por] las quejas de María contra el siervo escogido de Dios, ella no solo se comportó de manera irreverente con Moisés, sino con Dios mismo, quien lo había elegido. Aarón se sintió atraído por el espíritu celoso de su hermana María. Él podría haber prevenido el mal si no se hubiera compadecido de ella y le hubiera presentado la pecaminosidad de su conducta. Pero en lugar de esto, escuchó sus palabras de queja. Las murmuraciones de María y Aarón quedaron registradas como una reprimenda para todos los que cederán a los celos y se quejarán de aquellos sobre quienes Dios deposita la carga de su obra (Spiritual Gifts, t. 4, pp. 20, 21).
Debemos esgrimir las armas de nuestra milicia contra nuestros enemigos, pero nunca volverlas contra los que se hallan bajo las órdenes de marcha del Rey de reyes, que están peleando virilmente las batallas del Señor de señores. Nadie luche contra un soldado a quien el Señor reconoce, a quien Dios ha enviado para llevar un mensaje especial al mundo, y para hacer una obra especial.
Los soldados de Cristo no siempre revelan perfección en su obra, pero sus errores no deben producir de parte de sus camaradas palabras que debiliten, sino palabras que fortalezcan, y los ayuden a recuperar el terreno que han perdido. No deben tomar la gloria de Dios en deshonor, y dar ventaja a los más acerbos adversarios de su Rey (Mensajes selectos, t. 3, p. 394).
Que los soldados que luchan con ellos no sean jueces severos e irrazonables de sus camaradas, exagerando hasta el máximo todo defecto. No manifiesten los atributos satánicos convirtiéndose en acusadores de los hermanos, pues nos hallaremos falsamente presentados mientras sostenemos la verdad y defendemos la pisoteada ley de Dios; pero no deshonre nadie la causa del Todopoderoso haciendo público algún error que los soldados de Cristo pueden cometer, cuando ese error ha sido visto y corregido por los mismos que han tomado alguna posición falsa…
Dios culpará a los que con falta de sabiduría exponen los errores de sus hermanos, de pecado de mayor magnitud que aquel del cual ellos acusan al que hace un error. La crítica y la condenación a los hermanos es contada como crítica y condenación a Cristo (Mensajes selectos, t. 3, pp. 394, 395).
EL DESCONTENTO LLEVA A LA REBELIÓN
La historia comienza con una observación positiva. Los israelitas finalmente llegaron a las fronteras de Canaán y enviaron a doce espías para explorar la tierra. El informe es extraordinario.
Lee el informe de los espías en Números 13:27 al 33. ¿En qué momento se
frustraron las expectativas de los israelitas?
A pesar de la intervención de Caleb, prevalecen las voces de los incrédulos y escépticos. Israel no se dispone a conquistar lo que Dios le había prometido. Inquietos de corazón, eligen llorar y murmurar antes que marchar y gritar por la victoria.
Cuando tenemos un corazón agitado, luchamos por andar por fe. Sin embargo, el descontento no solo afecta nuestras emociones. Los científicos nos dicen que existe una relación directa de causa y efecto entre muy poco descanso (incluida la falta de sueño) y las malas decisiones, lo que ocasiona obesidad, adicciones y más agitación e infelicidad.
Lee Números 14:1 al 10. ¿Qué sucedió después?
Las cosas van de mal en peor. La súplica desesperada de Caleb, “no seáis rebeldes contra Jehová” (Núm. 14:9), es desoída, y toda la asamblea se prepara para apedrear a sus líderes. El descontento conduce a la rebelión, y la rebelión finalmente lleva a la muerte.
“A grandes voces, los espías infieles denunciaron a Caleb y a Josué, y se elevó un clamor para que se los apedreara. El populacho enloquecido tomó piedras para matar a aquellos hombres fieles. Pero, cuando se precipitó hacia delante con loco frenesí, de repente las piedras se les cayeron de las manos, se hizo silencio y comenzaron a temblar de miedo. Dios había intervenido para impedir su propósito homicida. La gloria de su presencia, como una luz fulgurante, iluminó el Tabernáculo. Todo el pueblo presenció la manifestación del Señor. Uno más poderoso que ellos se había revelado, y ninguno osó continuar la resistencia. Los espías que trajeron el informe perverso se arrastraron aterrorizados, y con respiración entrecortada buscaron sus tiendas” (PP 411).
La gloria del Señor se manifiestó públicamente. Podemos escuchar la conversación de Dios con Moisés. Dios reconoce que, aunque las piedras están dirigidas a Moisés, Caleb y Josué, en última instancia, la rebelión es contra Dios mismo.
Martes
[D]espués de describir la hermosura y la fertilidad de la tierra, todos los espías, menos dos de ellos, explicaron ampliamente las dificultades y los peligros que arrostraría Israel si emprendía la conquista de Canaán…
Mientras los espías expresaban los sentimientos de sus corazones incrédulos y llenos de un desaliento causado por Satanás, la esperanza y el ánimo se fueron trocando en cobarde desesperación. La incredulidad arrojó una sombra lóbrega sobre el pueblo, y este se olvidó de la omnipotencia de Dios, tan a menudo manifestada en favor de la nación escogida. El pueblo no se detuvo a reflexionar ni razonó que Aquel que lo había llevado hasta allí le daría ciertamente la tierra; no recordó cuán milagrosamente Dios lo había librado de sus opresores, abriéndole paso a través de la mar y destruyendo las huestes del faraón que lo perseguían. Hizo caso omiso de Dios, y obró como si debiera depender únicamente del poder de las armas.
En su incredulidad, los israelitas limitaron el poder de Dios, y desconfiaron de la mano que hasta entonces los había dirigido felizmente. Volvieron a cometer el error de murmurar contra Moisés y Aarón (Historia de los patriarcas y profetas, p. 408).
Caleb era fiel y constante. No era jactancioso, no hacía alarde de sus méritos y buenas obras; pero su influencia siempre estaba del lado del bien. ¿Y cuál fue su recompensa? Cuando el Señor pronunció sus juicios contra los hombres que habían rehusado escuchar su voz, dijo: “Pero a mi siervo Caleb, por cuanto hubo en él otro espíritu, y decidió ir en pos de mí, yo le meteré en la tierra donde entró, y su descendencia la tendrá en posesión”. Números 14:24. Mientras que los cobardes y murmuradores perecieron en el desierto, el fiel Caleb tenía un hogar asegurado en la Canaán prometida (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 283).
Estos hombres [los diez espías], habiéndose iniciado en una conducta errónea, se opusieron tercamente a Caleb y Josué, así como a Moisés y a Dios mismo. Cada paso que daban hacia adelante los volvía más obstinados. Estaban resueltos a desalentar todos los esfuerzos tendientes a obtener la posesión de Canaán. Tergiversaron la verdad para apoyar su funesta influencia. “La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores”, manifestaron. No solo era este un mal informe, sino que era una mentira y una inconsecuencia… Pero cuando los hombres entregan su corazón a la incredulidad, se colocan bajo el dominio de Satanás, y nadie puede decir hasta dónde los llevará…
A esto siguió pronto la rebelión abierta y el amotinamiento; porque Satanás ejercía absoluto dominio, y el pueblo parecía estar privado de razón… No solo acusaron a Moisés, sino también a Dios mismo, de haberlos engañado, al prometerles una tierra que ellos no podían poseer. Y llegaron hasta el punto de nombrar un capitán que los llevara de vuelta a la tierra de su sufrimiento y esclavitud, de la cual habían sido libertados por el brazo poderoso del Omnipotente (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 409, 410).
UN INTERCESOR
¿Qué oportunidad ofrece Dios a Moisés frente a esta rebelión? Lee
Números 14:11 y 12.
Dios le ofrece destruir a los israelitas y hacer una nación completamente nueva, con Moisés como el padre de todos ellos.
¿Cómo responde Moisés a esta abierta rebelión, no simplemente contra él sino en contra de Dios? (Núm. 14:13-19).
Este es el momento en que podemos ver al verdadero hombre de Dios. La respuesta de Moisés, congelada en el tiempo, anticipa al Intercesor que, más de 1.400 años después, oraría por sus discípulos en sus aflicciones (Juan 17). De hecho, en lo que hizo Moisés aquí, muchos teólogos y estudiosos de la Biblia han visto un ejemplo de lo que Cristo hace por nosotros. Si es culpa de ellos, si es suya, ni siquiera se lo cuestiona; y, sin embargo, Moisés suplica, diciendo: “según la grandeza de tu misericordia” (Núm. 14:19), por favor, perdona a este pueblo. Y así como el Señor lo hizo en aquel entonces por intercesión de Moisés, así lo hace por nosotros gracias a Jesús, su muerte, su resurrección ysu intercesión por nosotros.
Por lo tanto, Moisés suplica: “Perdona ahora la iniquidad de este pueblo
según la grandeza de tu misericordia, y como has perdonado a este pueblo
desde Egipto hasta aquí” (Núm. 14:19). La gracia combate la rebelión y el
descontento de raíz. El perdón ofrece un nuevo comienzo.
Sin embargo, hay un costo: la gracia nunca puede ser barata. Aunque el
pueblo recibe el perdón, enfrentará las consecuencias de sus rebeliones, y
esa generación no entrará en la Tierra Prometida (Núm. 14:20-23).
Sí, Dios los sostendrá durante otros 38 años en el desierto. Él los alimentará. Les hablará desde el Santuario. Estará a su lado en el desierto. Pero luego morirán, y una nueva generación tendrá que tomar el relevo y hallar descanso en la Tierra Prometida.
Aunque suene a juicio, en realidad es gracia. ¿Cómo podría esta generación conquistar las poderosas ciudades-Estado de Canaán, si aún no habían aprendido a confiar en él? ¿Cómo podrían ser una luz para las naciones, cuando ellos mismos tropezaban en la oscuridad?
■ ¿Qué lecciones difíciles has aprendido sobre las consecuencias del pecado perdonado?
Miércoles
Moisés fue el hombre más grande que jamás haya estado como dirigente del pueblo de Dios. Fue grandemente honrado por Dios, no por la experiencia que había ganado en la corte de Egipto, sino porque fue el más manso de los hombres. Dios hablaba con él cara a cara así como un hombre habla con un amigo. Si los hombres desean ser honrados por Dios, sean humildes. Los que llevan adelante la obra de Dios debieran distinguirse de todos los demás por su humildad. Del hombre que es notable por su humildad, Cristo dice que se puede confiar en él. Mediante él, yo puedo revelarme al mundo. Él no entretejerá en la trama ninguna fibra de egoísmo. Me manifestaré a él como no lo hago con el mundo (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 1, p. 1127).
Cuando Moisés oyó que el pueblo lloraba a la puerta de sus tiendas, y que se quejaba por sus familias, quedó muy disgustado. Presentó delante del Señor las dificultades de esta situación, y el espíritu revoltoso de los israelitas, y la posición en la cual Dios lo había colocado ante el pueblo: la de un padre protector, quien debía sentir en carne propia los sufrimientos del pueblo. Preguntó al Señor cómo podría soportar el pesar de ver constantemente la desobediencia de Israel y escuchar sus quejas en contra de sus instrucciones y contra Dios mismo. Declaró ante el Señor que preferiría morir antes que ver a Israel, en su perversidad, atraer sobre sí mismo los juicios divinos, a la vez que los enemigos de Dios se regocijaban viendo su destrucción (Spiritual Gifts, vol. 4a, p. 16).
El pecado ciega los ojos y profana el corazón. La integridad, la firmeza y la perseverancia son cualidades que todos deberían cultivar sinceramente. Porque revisten al que las posee de un poder que es irresistible, un poder que lo hace fuerte para obrar el bien, para resistir al mal y afrontar la adversidad. Aquí brilla la verdadera excelencia del carácter con su mayor resplandor…
Dios nos ha dado nuestras facultades intelectuales y morales; pero en extenso grado cada persona es arquitecto de su propio carácter. Cada día va subiendo la estructura. La Palabra de Dios nos advierte que prestemos atención a cómo edificamos, para que nuestro edificio se funde, en la Roca eterna. Llegará el tiempo en que nuestra obra quedará revelada tal cual es. Ahora es el momento para que todos cultiven las facultades que Dios les ha dado, a fin de que puedan desarrollar un carácter que tenga utilidad aquí y sea apto para la vida superior.
Cada acto de la existencia, por muy insignificante que sea, tiene su influencia en la formación del carácter. Un buen carácter es más precioso que las posesiones mundanales; y la obra de su formación es la más noble a la cual puedan dedicarse los hombres (Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 649).
FE VERSUS PRESUNCIÓN
¿Qué similitudes ves en las peregrinaciones de Israel por el desierto y
el pueblo de Dios que vive justo antes de la segunda venida de Jesús? (Ver
1 Cor. 10:1–11.)
A lo largo de la historia, el pueblo de Dios ha estado vagando por el desierto en busca de la Tierra Prometida. Este desierto tiene muchas facetas. En la actualidad, se asemeja a un continuo aluvión de medios, a los pitidos constantes de los mensajes entrantes y al ruido intenso del entretenimiento interminable. Intenta vendernos la pornografía como amor; y el materialismo, como respuesta a nuestros problemas. Si pudiéramos estar un poco más en forma, ser un poco más jóvenes, un poco más ricos, un poco más sexis, eso solucionaría todos nuestros problemas.
Como los israelitas, nos sentimos intranquilos en nuestra búsqueda de paz, y muy a menudo la buscamos en los lugares equivocados.
¿Cómo reaccionaron los israelitas al juicio de Dios en Números 14:39 al 45?
La reacción de Israel al juicio divino es típica. “Hemos pecado”, dijeron. “Henos aquí para subir al lugar del cual ha hablado Jehová” (Núm. 14:40). El compromiso a medias es como una vacuna mal administrada: no funciona. En la actualidad, los médicos recomiendan una vacuna contra la hepatitis B inmediatamente después del nacimiento, dentro de las primeras 24 horas de vida. Ese es un buen comienzo. Sin embargo, después de esa primera dosis, si no se administran dos o tres vacunas de refuerzo en el momento adecuado y en las dosis apropiadas, entonces no existe protección alguna contra la hepatitis B.
El giro rebelde de Israel, que aparece en los últimos versículos de Números 14, ocasiona muerte y desilusión cuando los israelitas ahora se niegan a aceptar las nuevas instrucciones de Dios y obstinadamente realizan un ataque sin el Arca del Pacto ni el liderazgo de Moisés.
La presunción es costosa; la presunción conduce a la muerte. Con mucha frecuencia, el miedo alimenta la presunción. Porque tenemos miedo a algo, tomamos decisiones de las que luego nos arrepentimos.
■ Piensa en un momento en que actuaste por fe y un momento en que actuaste por presunción. ¿Cuál fue la diferencia básica?
Jueves
Debemos elevarnos a un grado más alto en el tema de la fe. Tenemos tan poca fe. La Palabra de Dios es nuestro respaldo. Debemos tomarla, creyendo sencillamente cada palabra. Con esta seguridad podemos pedir grandes cosas, y de acuerdo con nuestra fe nos serán concedidas… Si humillamos nuestros corazones delante de Dios; si buscamos morar en Cristo, tendremos una experiencia más santa y elevada…
La verdadera fe consiste en hacer precisamente las cosas que Dios ha ordenado, no las que no ha mandado. Los frutos de la fe son la justicia, la verdad y la misericordia. Necesitamos caminar a la luz de la Ley de Dios; y entonces las buenas obras serán el fruto de nuestra fe, los resultados de un corazón renovado cada día…
Si hubiéramos ejercitado más fe en Dios y confiado menos en nuestras propias ideas y sabiduría, Dios habría manifestado su poder sobre los corazones humanos de una manera señalada. Por medio de la unión con El, por medio de la fe viviente, tenemos el privilegio de gozar de la virtud y la eficacia de mediación. En consecuencia, somos crucificados, muertos y resucitados con Cristo, para caminar en novedad de vida con él (Alza tus ojos, p. 344).
A medida que Satanás trata de romper las barreras del alma, tentándonos a transigir en el pecado, debemos procurar mantener nuestra relación con Dios mediante una fe viva, y tener confianza en su fortaleza para capacitarnos para vencer toda barrera. Debemos huir del mal y buscar la justicia, la humildad, y la santidad…
Es tiempo de que cada uno de nosotros decida de qué lado estamos. Los instrumentos satánicos trabajarán con toda mente que se preste a ello. Pero también hay instrumentos celestiales, que esperan comunicar los brillantes rayos de la gloria de Dios a todos los que están ansiosos de recibirlos.
A nosotros nos toca decidir si seremos contados entre los seguidores de Cristo, o los siervos de Satanás. Cada día demostramos, mediante nuestra conducta, al servicio de quién hemos elegido estar (Nuestra elevada vocación, p. 17).
El espíritu que prevalece en nuestro tiempo es de incredulidad y apostasía. Es un espíritu que se cree iluminado por el conocimiento de la verdad, cuando no es sino la más ciega presunción. Se exaltan las teorías humanas y se les hace reemplazar a Dios y a su ley. Satanás tienta a los hombres y mujeres a desobedecer al prometerles que en la desobediencia hallarán una libertad que los hará como dioses. Se manifiesta un espíritu de oposición a la sencilla palabra de Dios, un ensalzamiento idólatra de la sabiduría humana sobre la revelación divina. Los hombres permiten que sus mentes se llenen a tal punto de obscuridad y confusión por la conformidad con las costumbres e influencias humanas, que parecen haber perdido toda facultad de discriminar entre la luz y las tinieblas, entre la verdad y el error. Se han alejado tanto del camino recto que consideran las opiniones de algunos así llamados filósofos como más fidedignas que las verdades de la Biblia. Las súplicas y las promesas de la Palabra de Dios, sus amenazas contra la desobediencia y la idolatría, parecen carecer de poder para subyugar sus corazones. Una fe como la que impulsó a Pablo, Pedro y Juan es considerada anticuada, mística e indigna de la inteligencia de los pensadores modernos (Profetas y reyes, pp. 132, 133).
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
“Entonces los israelitas parecieron arrepentirse sinceramente de su conducta pecaminosa; pero estaban entristecidos por el resultado de su mal proceder, y no por reconocer su ingratitud y desobediencia. Cuando vieron que el Señor era inflexible en su decreto, volvió a despertarse su terca voluntad, y declararon que no volverían al desierto. Al ordenarles que se retiraran de la tierra de sus enemigos, Dios probó la sumisión aparente de ellos, y demostró que no era real. Sabían que habían pecado gravemente al permitir que los dominaran sentimientos temerarios, y al querer dar muerte a los espías que los habían incitado a obedecer a Dios; pero solo sintieron terror al darse cuenta de que habían cometido un error fatal, cuyas consecuencias resultarían desastrosas. Su corazón no estaba cambiado, y solo necesitaban una excusa para rebelarse otra vez. Esta excusa se les presentó cuando Moisés les ordenó, por mandato divino, que regresaran al desierto” (PP 412, 413).
“Pero la fe no tiene ninguna conexión con la presunción. Solo el que tenga verdadera fe estará seguro contra la presunción. Porque la presunción es la falsificación satánica de la fe. La fe se aferra a las promesas de Dios y produce fruto de obediencia. La presunción también reclama las promesas, pero las usa como Satanás, para disculpar la transgresión. La fe habría inducido a nuestros primeros padres a confiar en el amor de Dios y a obedecer sus mandamientos. La presunción los indujo a transgredir su Ley, creyendo que su gran amor los salvaría de las consecuencias de su pecado. No es fe lo que reclama el favor del Cielo sin cumplir las condiciones bajo las cuales se concede un favor. La fe genuina tiene su fundamento en las promesas y las provisiones de las Escrituras” (DTG 101, 102).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Analicen la diferencia entre la fe y la presunción. ¿Por qué conquistar la tierra de Canaán se considera primeramente un acto de fe y luego, cuando los israelitas atacan realmente, se considera un acto presuntuoso? ¿En qué medida las motivaciones y las circunstancias juegan un papel importante en la diferencia entre fe y presunción?
2. Reflexionen sobre el hecho de que, aunque el pecado puede ser perdonado, a menudo tenemos que vivir con sus consecuencias. ¿Cómo ayudar a quienes se les complica saber que han sido perdonados por un pecado que, no obstante, los sigue impactando, e incluso a sus seres queridos, en forma negativa?
Viernes
Conflicto y valor, 19 de enero, “Dos caminos” p. 25;
Patriarcas y profetas, “Del Sinaí a Cades”, pp. 391-406.
"DESCANSO EN CRISTO"
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Dios lo bendiga!!!
Lección 2
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Parte I: RESEÑA
La lección de esta semana, “Sin descanso y rebeldes”, se centra en la relación entre la pecaminosidad de nuestra naturaleza humana caída y la falta de paz interior. La inquietud es ese molesto descontento con la vida. La inquietud lucha contra las circunstancias de la vida cuando no resultan ser como esperábamos. La inquietud, trágicamente, no acepta la vida en otros términos que no sean los suyos. No está satisfecha con lo que tiene, y busca más.
Este descontento se revela en la actitud de rebelión de Israel en el desierto. En su misericordia, Dios les había provisto el maná para satisfacer su hambre mientras deambulaban por el desierto camino a Canaán. Insatisfechos, se quejaron con Moisés y suplicaron por las “ollas de carne” de Egipto (Éxo. 16:3). Su ansiedad y su rebelión los llevó a pedir volver a Egipto. La rebelión conduce a la inquietud, y la inquietud conduce a una mayor rebelión.
Estas hermanas mellizas, la inquietud y la rebelión, a menudo son el resultado de la falta de fe. En la lección de esta semana, consideraremos la experiencia de los diez espías que exploraron la Tierra Prometida. Ellos vieron las asombrosas bondades de la tierra, la reconocieron como una tierra que fluía leche y miel, pero no tenían fe para creer que Dios podía derrotar a sus enemigos que la ocupaban. Esta falta de fe estalló en abierta rebelión. Luego, cuando Dios describió las consecuencias de su rebelión, se precipitaron a la batalla, en contra de las instrucciones de Dios, y sufrieron una terrible derrota.
La intranquilidad y la rebelión conducen a decisiones precipitadas y a consecuencias nefastas. También encontramos esto en la experiencia de Aarón y María, que se rebelaron contra la autoridad de Dios en el liderazgo de Moisés. En lugar de permitir que estos dos dirigentes sufrieran el impacto total de las consecuencias de su rebelión, Moisés intercedió por ellos. Dios escuchó sus oraciones. La intercesión marca una gran diferencia en el conflicto entre el bien y el mal.
Parte II: COMENTARIO
Hay una historia fascinante sobre un rey piadoso que se sintió perturbado por la ingratitud de su corte real. Les preparó un gran banquete. Cuando el rey y sus invitados reales estaban sentados a la mesa (según los planes), un mendigo entró arrastrando los pies al salón, se sentó a la mesa del rey y se atiborró de comida. Sin decir una palabra, salió del salón. Los invitados se enfurecieron y pidieron permiso para prender al vagabundo y descuartizarlo por su ingratitud. El rey respondió: “Ese mendigo le ha hecho solo una vez a un rey terrenal lo que cada uno de ustedes hace tres veces al día con Dios. Se sientan a la mesa a comer hasta que están satisfechos. Luego se van, sin reconocer a Dios ni expresarle una palabra de agradecimiento”.
Este era precisamente el problema de Israel. La ingratitud está en el centro mismo de la lección de esta semana, “Sin descanso y rebeldes”. Cuando olvidamos lo que Dios ha hecho por nosotros en el pasado, lo que está haciendo en el presente y lo que hará por nosotros en el futuro, el resultado natural es el descontento. En una declaración notable, Elena de White habla directamente del problema de olvidar las bendiciones de Dios en nuestra vida.
“Olvidaron su amarga servidumbre en Egipto. Olvidaron las bondades y el poder que Dios había manifestado en su favor al liberarlos de la esclavitud. Olvidaron cómo sus hijos se habían salvado cuando el ángel exterminador dio muerte a todos los primogénitos de Egipto. Olvidaron la gran demostración del poder divino en el Mar Rojo. Olvidaron que, mientras que ellos habían cruzado con felicidad el sendero abierto especialmente para ellos, los ejércitos enemigos, al intentar perseguirlos, se habían hundido en las aguas del mar. Veían y sentían tan solo las incomodidades y las pruebas que estaban soportando, y en lugar de decir: ‘Dios ha hecho grandes cosas por nosotros, ya que habiendo sido esclavos nos hace una nación grande’, hablaban de las durezas del camino, y se preguntaban cuándo terminaría su tedioso peregrinaje” (PP 298).
La ingratitud denota inmadurez espiritual. ¿Has notado alguna vez que los bebés tienen muy poca memoria? Quieren que se satisfagan sus necesidades de inmediato. No tienen mucha paciencia. No recuerdan que sus padres atendieron sus necesidades ayer ni tienen la seguridad de que las satisfarán mañana. Viven para el presente. Los israelitas eran, en cierto modo, como niños inmaduros. Querían satisfacer sus necesidades de inmediato y olvidaron lo que Dios había hecho por ellos en el pasado.
Al vagar por el árido desierto, atravesando las arenas ardientes, los estrechos desfiladeros montañosos y cruzando los accidentados terrenos pedregosos, los israelitas, exhaustos y cansados, pensaban solo en sus necesidades inmediatas. Olvidaron la abundancia de las bendiciones de Dios. Carecían de madurez espiritual. La ingratitud siempre conduce a la ansiedad. El descontento aumenta cuando no somos agradecidos, y es causado en gran parte por la falta de fe. Cuando Moisés se casó con Séfora, que era una forastera de Madián, María y Aarón estaban descontentos. No confiaron en la conducción de Dios. Cuando Dios les proveyó maná en el desierto, muchos israelitas estaban disgustados y querían regresar a Egipto. Nos inquietamos cuando perdemos la perspectiva. El salmista David nos anima a “no olvid[ar] ninguno de sus beneficios” (Sal. 103:2). Tener siempre presente la bondad de Dios trae paz a nuestro corazón. Todos los días, durante cuarenta años en su peregrinaje por el desierto, los israelitas tuvieron la oportunidad de regocijarse en la bondad de Dios cuando caía el maná.
El maná: símbolo del Pan de vida
La caída del maná en el desierto era un símbolo poderoso del cuidado constante de Dios. También era un recordatorio del Mesías, que vendría para satisfacer su hambre espiritual y darles un verdadero descanso. Los profetas judíos veían, en la imagen del pan, un símbolo de la venida del Mesías que supliría todas las necesidades de Israel. El profeta Isaías declaró: “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. […] ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura” (Isa. 55:1, 2). Aquí el pan es, obviamente, un símbolo del alimento espiritual que satisface el alma. Después de alimentar a los cinco mil en la ladera de una colina en Galilea –un milagro que recuerda cuando Israel era alimentado divinamente por el maná–, Jesús declaró: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre” (Juan 6:51). El maná que caía diariamente en el desierto para satisfacer las necesidades físicas del pueblo de Dios tenía un mensaje más profundo. Así como Dios había satisfecho su hambre física, él satisfaría el apetito de su alma. Anhelaba darles descanso para la mente y el cuerpo, ya que por fe confiarían en sus provisiones para satisfacer sus necesidades. Pero no pudieron apreciar las bendiciones del Cielo y su espíritu inquieto los llevó a rebelarse contra los planes de Dios para su vida.
La historia del peregrinaje de Israel por el desierto es una historia clásica de ingratitud, descontento y falta de fe. La inquietud, la ansiedad paralizante y la preocupación excesiva son a menudo señales de falta de fe. Hay excepciones; a veces, la angustia emocional profundamente arraigada proviene de una condición física o mental y requiere una solución médica. Pero la mayoría de las veces, como en el caso de Israel, es la falta de fe lo que conduce a nuestra falta de descanso y ansiedad.
Diez espías: ansiedad y presunción
Esto indudablemente es cierto en el caso de los espías que envió Moisés para espiar la tierra de Canaán. Su exploración debía ser minuciosa. Los ejércitos atacantes de Israel debían estar plenamente informados. Un informe positivo los alentaría a emprender una valiente conquista. Siguieron las instrucciones de Moisés cuidadosamente. Fueron fieles en su misión. Exploraron la tierra durante cuarenta días y luego regresaron. Dieron un informe entusiasta. Con entusiasmo hablaron de una tierra que era rica y fértil, con abundantes cosechas. Pero luego, su terrible ansiedad hizo que se explayaran sobre lo que percibían como gigantes en la tierra, fortalezas impenetrables y cuantiosos ejércitos enemigos. Estaban inquietos y les faltaba fe para creer que Dios podía librarlos. Se sintieron tan frustrados que amenazaron con apedrear a los dos espías –Caleb y Josué– que dieron un informe positivo sobre sus posibilidades de conquista. Finalmente, en un acto imprudente, después de que Dios les prohibiera avanzar, se lanzaron a la batalla y sufrieron una aplastante derrota.
La fe los habría impulsado a confiar en Dios para la victoria. La presunción los impulsó a confiar en sus propias habilidades para realizar la tarea, y fueron completamente derrotados. La fe espera en Dios, le toma la palabra y avanza hacia la victoria. La presunción confía en el impulso humano, y sustituye la fe por los sentimientos y los juicios humanos.
Moisés: Intercesión
Uno de los mayores énfasis en la lección de esta semana es la intercesión de Moisés por su pueblo. A pesar de la rebelión incansable de Israel, Moisés no lo abandonó. Él intercedió en favor de ellos hasta que tuvo la seguridad de que Dios perdonaría a su pueblo y finalmente lo conduciría a la Tierra Prometida. Moisés es un tipo de Cristo. Jesús nos conduce de la esclavitud del Egipto de este mundo, a través del desierto, a la Tierra Prometida. Nunca nos abandonará; no nos abandonará porque le hayamos fallado. Hoy intercede por ti. Estás en sus pensamientos. Estás en su corazón. Si se lo permitimos, nuestro poderoso Intercesor nos llevará a casa para vivir con él para siempre.
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
Elena de White hace este comentario esclarecedor que revela la causa subyacente de todo descontento e ingratitud: “¿Hacemos bien en ser tan incrédulos? ¿Por qué hemos de ser ingratos y desconfiados? Jesús es nuestro amigo; todo el cielo está interesado en nuestro bienestar; y nuestra ansiedad y temor apesadumbran al Santo Espíritu de Dios. No debemos abandonarnos a la ansiedad, que nos irrita y desgasta, y que en nada nos ayuda a soportar las pruebas. No debe darse lugar a esa desconfianza en Dios que nos lleva a hacer de la preparación para las necesidades futuras el objeto principal de la vida, como si nuestra felicidad dependiera de las cosas terrenales. No es voluntad de Dios que su pueblo esté cargado de preocupaciones” (PP 299). El apóstol Pedro nos invita a depositar “toda [n]uestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de [n]osotros” (1 Ped. 5:7).
¿Cómo aprendemos a confiar verdaderamente en Dios y en sus promesas, además de actuar por fe en esas promesas? Compartan ejemplos de sus experiencias de cómo actuaron siguiendo las promesas de Dios.
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