Lección 12: El profeta sin descanso | Descanso en Cristo | Escuela Sabática 3T 2021
Lección 12: Para el 18 de septiembre de 2021
EL PROFETA SIN DESCANSO
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Jonás 1–4; Jeremías 25:5; Ezequiel 14:6; Apocalipsis 2:5; Lucas 9:51–56; Judas 1–25.
PARA MEMORIZAR:
“¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?” (Jonás 4:11).
Una de las historias más interesantes de las Escrituras debe ser la de Jonás. Allí estaba él, un profeta de Dios, alguien llamado por Dios, y sin embargo, ¿qué? Huye del llamado de Dios. Entonces, después de haber sido persuadido de una manera dramática de cambiar de opinión y obedecer al Señor, lo hace; pero ¿solo para qué? ¡Para quejarse porque el pueblo al que fue llamado a testificar se arrepintió y se salvó de la destrucción que, de lo contrario, le habría tocado!
¡Qué ejemplo de alguien sin descanso, sin paz, hasta el punto de exclamar: “Ahora pues, oh Jehová, te ruego que me quites la vida; porque mejor me es la muerte que la vida” (Jon. 4:3)! El mismo Jesús se refirió a la historia de Jonás, diciendo: “Los habitantes de Nínive se levantarán en el juicio contra esta generación y la condenarán; porque ellos se arrepintieron al escuchar la predicación de Jonás, y aquí tienen ustedes a uno más grande que Jonás” (Mat. 12:41, NVI). ¡Más grande que Jonás, sin duda! De otra manera, no podría ser nuestro Salvador.
Esta semana, veamos a Jonás y lo que podemos aprender de su falta de descanso y paz.
Sábado
Entre las ciudades del mundo antiguo, mientras Israel estaba dividido, una de las mayores era Nínive, capital del reino asirio. Fundada en la orilla fértil del Tigris, poco después de la dispersión iniciada en la torre de Babel, había florecido a través de los siglos, hasta llegar a ser “ciudad sobremanera grande, de tres días de camino”. Jonás 3:3.
En el tiempo de su prosperidad temporal Nínive era un centro de crímenes e impiedad. La inspiración la ha caracterizado como “ciudad de sangres… llena de mentira y de rapiña”. Nahúm 3:1. En lenguaje figurativo, el profeta Nahum comparó a los ninivitas con un león cruel y devorador, al que preguntó: “¿Sobre quién no pasó continuamente tu malicia?” Vers. 19.
A pesar de lo impía que Nínive había llegado a ser, no estaba completamente entregada al mal. El que “vio a todos los hijos de los hombres” (Salmo 33:13) y cuyos “ojos vieron todo lo preciado” (Job 28:10) percibió que en aquella ciudad muchos procuraban algo mejor y superior, y que si se les concedía oportunidad de conocer al Dios viviente, renunciarían a sus malas acciones y le adorarían. De manera que en su sabiduría Dios se les reveló en forma inequívoca, para inducirlos, si era posible, a arrepentirse (Profetas y reyes, p. 198).
Como Jonás había estado tres días y tres noches en el vientre de la ballena, Cristo había de pasar el mismo tiempo “en el corazón de la tierra”. Y como la predicación de Jonás era una señal para los habitantes de Nínive, la predicación de Cristo era una señal para su generación. Pero, ¡qué contraste en la manera de recibir la palabra! Los habitantes de la gran ciudad pagana temblaron al oír la amonestación de Dios. Reyes y nobles se humillaron; encumbrados y humildes juntos clamaron al Dios del cielo, y su misericordia les fue concedida. “Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación —había dicho Cristo—, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás; y he aquí más que Jonás en este lugar”. Mateo 12:40, 41 (El Deseado de todas las gentes, p. 373).
Esto constituye una lección para los mensajeros que Dios envía hoy, cuando las ciudades de las naciones necesitan tan ciertamente conocer los atributos y propósitos del verdadero Dios, como los ninivitas de antaño. Los embajadores de Cristo han de señalar a los hombres el mundo más noble, que se ha perdido mayormente de vista… Mediante sus siervos el Señor Jesús invita a los hombres a luchar con ambición santificada para obtener la herencia inmortal. Les insta a hacerse tesoros junto al trono de Dios…
Nuestro Dios es un Dios de misericordia. Trata a los transgresores de su ley con longanimidad y tierna compasión. Sin embargo, en esta época nuestra, cuando hombres y mujeres tienen tanta oportunidad de familiarizarse con la ley divina según se revela en la Sagrada Escritura, el gran Príncipe del universo no puede contemplar con satisfacción las ciudades impías, donde reinan la violencia y el crimen. Se está acercando rápidamente el momento en que acabará la tolerancia de Dios hacia aquellos que persisten en la desobediencia (Profetas y reyes, pp. 204-206).
HUIDA
Jonás fue un misionero asombrosamente exitoso. Al mismo tiempo, también era muy reacio, al menos al principio. Independientemente de lo que estuviera haciendo Jonás, el llamado de Dios interrumpió su vida a lo grande. En lugar de llevar el yugo de Dios sobre sus hombros y descubrir por sí mismo que su yugo es fácil y su carga es liviana (Mat. 11:30), Jonás decidió buscar su propio “descanso”, y lo hizo huyendo en la dirección contraria de donde Dios lo estaba llamando a ir.
¿Dónde esperaba Jonás hallar paz y descanso del llamado de Dios? ¿Cuán
útil le resultó? Lee Jonás 1.
Jonás parte en la dirección contraria de donde Dios lo llamó. Ni siquiera se detiene a razonar con Dios, como lo hicieron muchos de los otros profetas bíblicos cuando fueron llamados a ser mensajeros de Dios (ver, p. ej., Éxo. 4:13).
Curiosamente, esta no es la primera vez que Jonás recibe un llamado para hablar por Dios, como sugiere 2 Reyes 14:25. Sin embargo, en ese caso, al parecer, Jonás hizo lo que el Señor le había pedido. No obstante; esta vez, no. Los registros históricos y arqueológicos documentan la crueldad de los gobernantes neoasirios que dominaron el antiguo Cercano Oriente durante el siglo VIII a.C., la época en que Jonás sirvió en Israel. Aproximadamente 75 años después, el rey neoasirio Senaquerib atacó a Judá. Israel y Samaria ya habían caído unos veinte años antes, y el rey Ezequías aparentemente se había unido a una coalición local antiasiria.
Ahora había llegado el momento de que los asirios saldaran cuentas. La Biblia (2 Rey. 18; Isa. 36), los documentos históricos asirios y los relieves de las paredes del palacio de Senaquerib en Nínive nos cuentan la cruel historia de la caída de Laquis, una de las fortalezas fronterizas más importantes y mejor fortificadas de Ezequías. En una inscripción, Senaquerib afirma haber tomado a más de 200 mil prisioneros de 46 ciudades fortificadas que aseveró haber destruido. Cuando el rey asirio tomó Laquis, cientos o miles de prisioneros fueron empalados; los partidarios incondicionales del rey Ezequías fueron desollados vivos, mientras el resto fue enviado a Asiria como mano de obra barata.
Los asirios podían ser increíblemente crueles, incluso para los estándares del mundo en ese entonces. ¿Y Dios estaba enviando a Jonás al corazón mismo de ese imperio? ¿Sorprende que Jonás no quisiera ir?
■ ¿Huir de Dios? ¿Hiciste eso antes? Si es así, ¿cuánto éxito tuviste? ¿Qué lecciones deberías haber aprendido de ese error?
Domingo
Satanás había estado obrando para ahondar y hacer insalvable el abismo entre el cielo y la tierra. Por sus mentiras, había envalentonado a los hombres en el pecado. Se proponía agotar la tolerancia de Dios, y extinguir su amor por el hombre, a fin de que abandonase al mundo a la jurisdicción satánica.
Satanás estaba tratando de privar a los hombres del conocimiento de Dios, de desviar su atención del templo de Dios, y establecer su propio reino. Su contienda por la supremacía había parecido tener casi completo éxito. Es cierto que en toda generación Dios había tenido sus agentes. Aun entre los paganos, había hombres por medio de quienes Cristo estaba obrando para elevar el pueblo de su pecado y degradación. Pero eran despreciados y odiados. A muchos se les había dado muerte. La obscura sombra que Satanás había echado sobre el mundo se volvía cada vez más densa.
Mediante el paganismo, Satanás había apartado de Dios a los hombres durante muchos siglos; pero al pervertir la fe de Israel había obtenido su mayor triunfo. Al contemplar y adorar sus propias concepciones, los paganos habían perdido el conocimiento de Dios, y se habían ido corrompiendo cada vez más. Así había sucedido también con Israel. El principio de que el hombre puede salvarse por sus obras, que es fundamento de toda religión pagana… Satanás lo había implantado; y doquiera se lo adopte, los hombres no tienen defensa contra el pecado (El Deseado de todas las gentes, p. 26).
El Señor le dijo: “Levántate, y ve a Nínive, ciudad grande, y pregona contra ella; porque su maldad ha subido delante de mí”. Jonás 1:1, 2.
Mientras el profeta pensaba en las dificultades e imposibilidades aparentes de lo que se le había encargado, se sintió tentado a poner en duda la prudencia del llamamiento. Desde un punto de vista humano, parecía que nada pudiera ganarse proclamando un mensaje tal en aquella ciudad orgullosa. Se olvidó por el momento de que el Dios a quien servía era omnisciente y omnipotente. Mientras vacilaba y seguía dudando, Satanás le abrumó de desaliento. El profeta fue dominado por un gran temor, y “se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis”…
El encargo que había recibido imponía a Jonás una pesada responsabilidad; pero el que le había ordenado que fuese podía sostener a su siervo y concederle éxito. Si el profeta hubiese obedecido sin vacilación, se habría ahorrado muchas experiencias amargas, y habría recibido abundantes bendiciones. Sin embargo, el Señor no abandonó a Jonás en su hora de desesperación. Mediante una serie de pruebas y providencias extrañas, debía revivir la confianza del profeta en Dios y en su poder infinito para salvar (Profetas y reyes, pp. 198, 199).
Una oveja perdida nunca encuentra por sí misma el camino de vuelta al redil. Si el pastor vigilante no la busca ni la salva continúa errante hasta que perece. ¡Qué formidable es esta representación del Salvador! Si no fuera porque Jesús, el buen Pastor, vino para buscar y salvar a los extraviados, todos habríamos perecido. Los fariseos enseñaban que no se salvaría nadie fuera del pueblo judío, y por eso trataban con desprecio a todas las demás nacionalidades (Exaltad a Jesús, p. 206).
UN DESCANSO DE TRES DÍAS
Al huir de Dios, Jonás no estuvo libre de problemas. Su breve “descanso” se vio perturbado cuando Dios intervino milagrosamente con la tormenta. Dios salva a Jonás de una tumba de agua y manda un animal acuático para salvar a Jonás.
Sin embargo, recién cuando Jonás se encuentra en un descanso obligado de tres días en el estómago del gran pez se da cuenta de cuán dependiente es de Dios. A veces necesitamos caer en algún lugar que no tenga nada de lo que este mundo ofrece para darnos cuenta de que Jesús es a quien realmente necesitamos.
Lee la oración de Jonás en el vientre del pez (ver Jon. 2:1–9). ¿Por qué ora?
Aunque estaba allí, en lo profundo, en una situación muy peligrosa, Jonás, en su oración, ora por el Santuario. Verá el “santo Templo” de Dios. ¿Qué está pasando aquí?
El Templo constituye un punto central en esta oración, y debería ser el
punto central de la oración en general. Solo hay un lugar, para el Antiguo
Testamento, donde se puede encontrar a Dios; está en el Santuario (ver Éxo.
15:17; 25:8). El Santuario es el punto central de oración y comunión con Dios.
Sin embargo, Jonás no se refiere al Templo de Jerusalén; más bien, habla
del Santuario celestial (Jon. 2:7). Allí es donde está depositada su esperanza,
porque de ahí proviene Dios y la salvación que él ofrece.
Finalmente Jonás comprende esta verdad importante. Ha experimentado la gracia de Dios. Ha sido salvo. Cuando el gran pez lo escupe, él comprende de primera mano el amor de Dios hacia él, un profeta fugitivo. Ciertamente ha aprendido (aunque con algunos rodeos en el viaje) que el único camino seguro para cualquier creyente es procurar hacer la voluntad de Dios.
Por ende, ahora decide cumplir con su deber y obedecer las órdenes de Dios, y finalmente se dirige a Nínive, sin duda por fe; se dirige hacia una ciudad extremadamente malvada, a cuyos ciudadanos no les agradaría que este profeta extranjero les dijera cuán malos son.
■ A veces, quizá solo necesitemos tomar distancia de todo para tener una nueva perspectiva de las cosas. Aunque la historia de Jonás, quien sobrevivió milagrosamente en el vientre de su pez, es un caso bastante extremo, tomar distancia de tu entorno normal, ¿cómo podría permitirte verlo desde una perspectiva nueva y, quizá, necesaria?
Lunes
“Mas Jehová había prevenido un gran pez que tragase a Jonás: y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches.
“Y oró Jonás desde el vientre del pez a Jehová su Dios, y dijo:
“Clamé de mi tribulación a Jehová, y él me oyó; Del vientre del sepulcro clamé, y mi voz oíste…”
Por fin, Jonás había aprendido que “de Jehová es la salud”. Salmo 3:8. Al arrepentirse y al reconocer la gracia salvadora de Dios, obtuvo la liberación. Jonás fue librado de los peligros del hondo mar, y fue arrojado en tierra seca.
Una vez más se encargó al siervo de Dios que fuera a dar la advertencia a Nínive. “Y fue palabra de Jehová segunda vez a Jonás, diciendo: Levántate, y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y publica en ella el pregón que yo te diré”. Esta vez no se detuvo a preguntar ni a dudar, sino que obedeció sin vacilar. “Levantóse Jonás, y fue a Nínive, conforme a la palabra de Jehová”. Jonás 3:1-3 (Profetas y reyes, pp. 200, 201).
No necesitáis ir hasta los confines de la tierra para buscar sabiduría, pues Dios está cerca. No son las capacidades que poseéis hoy, o las que tendréis en lo futuro, las que os darán éxito. Es lo que el Señor puede hacer por vosotros. Necesitamos tener una confianza mucho menor en lo que el hombre puede hacer, y una confianza mucho mayor en lo que Dios puede hacer por cada alma que cree. Él anhela que extendáis hacia él la mano de la fe. Anhela que esperéis grandes cosas de él. Anhela daros inteligencia así en las cosas materiales como en las espirituales. Él puede aguzar el intelecto. Puede impartir tacto y habilidad. Emplead vuestros talentos en el trabajo; pedid a Dios sabiduría, y os será dada.
Haced de la Palabra de Cristo vuestra seguridad. ¿No os ha invitado a ir a él? Nunca os permitáis hablar de una manera descorazonada y desesperada. Si lo hacéis perderéis mucho. Mirando las apariencias, y quejándoos cuando vienen las dificultades y premuras, revelaréis una fe enferma y débil. Hablad y obrad como si vuestra fe fuera invencible. El Señor es rico en recursos: el mundo le pertenece. Mirad al cielo con fe. Mirad a Aquel que posee luz, poder y eficiencia (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 112, 113).
Toda verdadera obediencia proviene del corazón. La de Cristo procedía del corazón. Y si nosotros consentimos, se identificará de tal manera con nuestros pensamientos y fines, amoldará de tal manera nuestro corazón y mente en conformidad con su voluntad, que cuando le obedezcamos estaremos tan solo ejecutando nuestros propios impulsos. La voluntad, refinada y santificada, hallará su más alto deleite en servirle. Cuando conozcamos a Dios como es nuestro privilegio conocerle, nuestra vida será una vida de continua obediencia (El Deseado de todas las gentes, p. 621).
MISIÓN CUMPLIDA
En comparación con cualquier ciudad o pueblo de Israel, Nínive es una ciudad enorme. Es una “ciudad grande en extremo, de tres días de camino” (Jon. 3:3).
Lee Jonás 3:1 al 10. ¿Cuál es la respuesta de este lugar malvado? ¿Qué
lecciones podemos aprender de esta historia, en nuestros esfuerzos para
dar testimonio a los demás?
Mientras camina por la ciudad, Jonás proclama el mensaje de Dios: “De aquí a cuarenta días Nínive será destruida” (Jon. 3:4). El mensaje va directo al grano. Aunque no se brindan detalles, queda en claro que el mensaje llega a oídos receptivos, y la gente de Nínive (¡en forma colectiva!) cree en las palabras de advertencia de Jonás.
De una manera típica del Cercano Oriente, el rey de Nínive proclama un decreto para demostrar un cambio de corazón. Todos, incluso los animales, tienen que ayunar y afligirse (cómo se afligen los animales, el texto no lo dice). El rey desciende de su trono y se sienta sobre el polvo, un acto simbólico muy importante.
Lee Jonás 3:6 al 9. Compáralo con Jeremías 25:5; Ezequiel 14:6; y Apocalipsis 2:5. ¿Qué elementos abarca el discurso del rey, que muestran que él comprende de qué se trata el verdadero arrepentimiento?
El sermón fue breve, al grano, pero lleno de teología correcta con respecto al verdadero arrepentimiento. Mientras Jonás predicaba, el Espíritu Santo debió haber estado trabajando arduamente en el corazón de los ninivitas.
Los ninivitas no contaban con todas las historias de la tierna conducción de Dios que tuvieron los israelitas; sin embargo, le respondieron de manera positiva. Por cierto, dicen: “¡Confiemos en la misericordia de Dios, no en nuestros propios logros! Apoyémonos completamente en su bondad y su gracia”.
Aunque parezca extraño, Jonás, que ha experimentado personalmente la gracia de Dios, aparentemente piensa que la gracia de Dios es algo tan exclusivo que solo algunos pueden tener la oportunidad de descansar en ella.
■ ¿Por qué el arrepentimiento es una parte tan esencial de la experiencia cristiana? ¿Qué significa verdaderamente arrepentirnos de nuestros pecados, especialmente los pecados que cometemos una y otra vez?
Martes
Al entrar Jonás en la ciudad, comenzó en seguida a pregonarle el mensaje: “De aquí a cuarenta días Nínive será destruida”. Jonás 3:4. Iba de una calle a la otra, dejando oír la nota de advertencia.
El mensaje no fue dado en vano. El clamor que se elevó en las calles de la ciudad impía se transmitió de unos labios a otros, hasta que todos los habitantes hubieron oído el anunció sorprendente. El Espíritu de Dios hizo penetrar el mensaje en todos los corazones, e indujo a multitudes a temblar por sus pecados, y a arrepentirse en profunda humillación…
Mientras que el rey y los nobles, así como el común del pueblo, encumbrados y humildes, “se arrepintieron a la predicación de Jonás” (Mateo 12:41), y se unían para elevar su clamor al Dios del cielo, él les concedió su misericordia. “Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino: y arrepintióse del mal que había dicho les había de hacer, y no lo hizo”. Jonás 3:10. Su condenación fue evitada; el Dios de Israel fue exaltado y honrado en todo el mundo pagano, y su ley fue reverenciada (Profetas y reyes, pp. 201, 202).
Una vez que el pecado amortiguó la percepción moral, el que obra mal no discierne los defectos de su carácter ni comprende la enormidad del mal que ha cometido; y a menos que ceda al poder convincente del Espíritu Santo permanecerá parcialmente ciego con respecto a su pecado. Sus confesiones no son sinceras ni provienen del corazón. Cada vez que reconoce su maldad añade una disculpa de su conducta al declarar que si no hubiese sido por ciertas circunstancias no habría hecho esto o aquello que se le reprocha (El camino a Cristo, p. 40).
No podemos permitirnos descuidar ni un solo rayo de la luz que Dios ha dado. Ser perezosos en nuestra práctica de aquellas cosas que requieren diligencia es cometer un pecado. El agente humano ha de cooperar con Dios y mantener en sujeción aquellas pasiones que debieran ser sometidas. Para lograr esto, debe ser incansable en sus oraciones a Dios y debe obtener siempre la gracia para regir su espíritu, carácter y acciones. Mediante la gracia impartida de Cristo, puede ser capacitado para vencer. Ser vencedor significa más que lo que muchos suponen.
El Espíritu de Dios responderá al clamor de cada corazón arrepentido, pues el arrepentimiento es don de Dios y una evidencia de que Cristo atrae al alma hacia él. Así como no podemos arrepentirnos del pecado sin Cristo, tampoco podemos ser perdonados sin Cristo. Y sin embargo es una humillación para el hombre con su pasión humana y su orgullo el ir a Jesús directamente, creyendo y confiando en él, para todo lo que necesita…
No presente nadie la idea de que el hombre tiene poco o nada que hacer en la gran obra de vencer, pues Dios no hace nada para el hombre sin su cooperación… Los esfuerzos del hombre solo no son nada sino inutilidad, pero la cooperación con Cristo significa victoria. Por nosotros mismos, no tenemos poder para arrepentirnos del pecado. A menos que aceptemos la ayuda divina, no podemos dar el primer paso hacia el Salvador (Mensajes selectos, t. 1, pp. 446, 447).
UN MISIONERO ENOJADO Y SIN DESCANSO
Lamentablemente, la historia de Jonás no termina con el capítulo 3.
Lee Jonás 4:1 al 11. ¿Cuál es el problema de Jonás? ¿Qué lección podemos
aprender de su carácter defectuoso?
Jonás 4 comienza relatando la ira de Jonás contra Dios porque el alcance de su misión fue sumamente exitoso. Jonás teme quedar como tonto. Vemos que Dios se toma su tiempo para hablar y razonar con el profeta, quien se comporta como un niñito con una rabieta.
Esta es una evidencia de que los verdaderos seguidores de Dios, incluso los profetas, todavía pueden crecer y superarse.
“Cuando Jonás conoció el propósito que Dios tenía de perdonar a la ciudad, que a pesar de su maldad había sido inducida a arrepentirse en saco y ceniza, debería haber sido el primero en regocijarse por la asombrosa gracia de Dios; pero en vez de hacerlo, permitió que su mente se espaciase en la posibilidad de que se lo considerara falso profeta. Celoso de su reputación, perdió de vista el valor infinitamente mayor de las almas de aquella miserable ciudad” (PR 202).
La paciencia de Dios con su profeta es asombrosa. Parece decidido a usar a Jonás, y cuando Jonás huye, Dios envía la tormenta y el animal marino para traer de vuelta al fugitivo. E incluso ahora, nuevamente, cuando Jonás es obstinado, Dios busca razonar con él por su mala actitud, diciéndole: “¿Haces tú bien en enojarte tanto?” (Jon. 4:4).
Lee Lucas 9:51 al 56. ¿En qué se asemeja este relato a lo que sucedió en la historia de Jonás?
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16); o, como expresa Dios en Jonás 4:11: “¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?” Cuán agradecidos deberíamos estar porque, en última instancia, Dios es el Juez supremo de corazones, mentes y motivos, y no nosotros.
■ ¿Cómo podemos aprender a tener la clase de compasión y paciencia por los demás que tiene Dios, o al menos aprender a reflejar esa compasión y paciencia?
Miércoles
Cuando Jonás conoció el propósito que Dios tenía de perdonar a la ciudad, que, a pesar de su maldad había sido inducida a arrepentirse en saco y ceniza, debiera haber sido el primero en regocijarse por la asombrosa gracia de Dios; pero en vez de hacerlo permitió que su mente se espaciase en la posibilidad de que se le considerase falso profeta. Celoso de su reputación, perdió de vista el valor infinitamente mayor de las almas de aquella miserable ciudad. Pero al notar la compasión manifestada por Dios hacia los arrepentidos ninivitas “Jonás se apesadumbró en extremo, y enojóse”…
Una vez más cedió a su inclinación a dudar, y una vez más fue abrumado por el desaliento. Perdiendo de vista los intereses ajenos, y dominado por el sentimiento de que era preferible morir antes que ver sobrevivir la ciudad, exclamó, en su desconformidad: “Ahora pues, oh Jehová, ruégote que me mates; porque mejor me es la muerte que la vida” (Profetas y reyes, pp. 202, 203).
Confundido, humillado e incapaz de comprender el propósito que tenía Dios al perdonar a Nínive, Jonás había cumplido sin embargo la comisión que se le diera de amonestar aquella gran ciudad; y aun cuando no se cumplió el acontecimiento predicho, el mensaje de advertencia no dejaba de haber procedido de Dios. Cumplió el propósito que Dios tenía al mandarlo. La gloria de su gracia se reveló entre los paganos. Los que habían estado “en tinieblas y sombra de muerte, aprisionados en aflicción y en hierros… clamaron a Jehová en su angustia” y “librólos de sus aflicciones. Sacólos de las tinieblas y de la sombra de muerte, y rompió sus prisiones”. Salmo 107:10, 13, 14 (Profetas y reyes, pp. 203, 204).
Sus pasos [del Salvador] se dirigieron a Jerusalén, donde sus enemigos habían tramado desde hacía mucho tiempo quitarle la vida; ahora la depondría. Afirmó su rostro para ir hacia la persecución, la negación, el rechazamiento, la condenación y la muerte.
“Y envió mensajeros delante de sí, los cuales fueron y entraron en una ciudad de los samaritanos, para prevenirle”. Pero los habitantes rehusaron recibirle, porque estaba en camino a Jerusalén. Interpretaron que esto significaba que Cristo manifestaba preferencia por los judíos, a quienes ellos aborrecían con acerbo odio. Si él hubiese venido a restaurar el templo y el culto en el monte Gerizim, le hubieran recibido alegremente; pero iba en camino a Jerusalén, y no quisieron darle hospitalidad. ¡Cuán poco comprendieron que estaban cerrando sus puertas al mejor don del cielo!…
No es parte de la misión de Cristo obligar a los hombres a recibirle. Satanás, y los hombres impulsados por su espíritu son quienes procuran violentar las conciencias… pero Cristo está siempre manifestando misericordia, siempre procura conquistarlos por la revelación de su amor. Él no puede admitir un rival en el 452alma ni aceptar un servicio parcial; pero desea solamente un servicio voluntario, la entrega voluntaria del corazón, bajo la compulsión del amor (El Deseado de todas las gentes, pp. 450-452).
UNA VÍA DE DOBLE MANO
Jonás parece ser más problemático de lo que es. Nínive era peligrosa, pero en la historia de Jonás los ninivitas no parecen ser el problema. Entienden el mensaje y se arrepienten rápidamente. Jonás, el misionero, parece ser el eslabón débil de esta historia misionera.
En este relato, Dios persigue a un profeta reacio porque sabe que Jonás necesitaba el viaje misionero a Nínive tanto como los ninivitas necesitaban escuchar el mensaje del misionero.
Lee el libro de Judas. ¿Cómo podemos “conserva[rn]os en el amor de Dios”
(Jud. 21)? ¿Qué significa eso?
En su breve libro del Nuevo Testamento, Judas nos dice en el versículo 21: “Manténganse en el amor de Dios [...] mientras esperan que nuestro Señor Jesucristo, en su misericordia, les conceda vida eterna” (NVI).
Experimentar el amor y la gracia de Dios personalmente no es un evento único. Una forma segura de mantenernos en el amor de Dios es acercarnos a los demás. En los siguientes versículos, Judas nos dice que “tenga[mos] compasión” y que salvemos a los demás “arrebatándolos del fuego” (NVI).
Lee Judas 20 al 23. ¿Qué dice aquí que se relaciona con la historia de Jonás, y qué nos dice esto a nosotros también?
Dios llamó a Jonás para que fuera a Nínive porque probablemente él no había dedicado mucho tiempo a pensar en su relación con los asirios antes de este llamado en particular. Probablemente sabía que le disgustaban, pero no tenía idea de cuánto los odiaba o de los extremos por los que pasaría para evitarlos, incluso después de recibir el llamado. Jonás no estaba preparado para tener a un ninivita como vecino en el cielo. Jonás no había aprendido a amar como Dios ama. Dios llama a Jonás para que vaya a Nínive porque ama a los ninivitas y los quiere en su Reino. Pero Dios también llama a Jonás porque lo ama. Quiere que Jonás crezca y se asemeje más a él mientras trabajan juntos. Dios anhela que Jonás halle el verdadero descanso que llega solo al tener una relación salvífica con él y al realizar la voluntad de Dios, que incluye acercarse a los demás y señalarles la fe y la esperanza que tenemos.
■ ¿Cuánto tiempo dedicas a trabajar por la salvación de los demás? En un sentido espiritual, este tipo de trabajo, ¿cómo nos lleva a hallar el verdadero descanso en Jesús?
Jueves
Nuestro Dios es un Dios de misericordia. Trata a los transgresores de su ley con longanimidad y tierna compasión. Sin embargo, en esta época nuestra, cuando hombres y mujeres tienen tanta oportunidad de familiarizarse con la ley divina según se revela en la Sagrada Escritura, el gran Príncipe del universo no puede contemplar con satisfacción las ciudades impías, donde reinan la violencia y el crimen. Se está acercando rápidamente el momento en que acabará la tolerancia de Dios hacia aquellos que persisten en la desobediencia…
Los mensajeros de Dios en las grandes ciudades no deben desalentarse por la impiedad, la injusticia y la depravación que son llamados a arrostrar mientras tratan de proclamar las gratas nuevas de salvación. El Señor quisiera alentar a todos los que así trabajan con el mismo mensaje que dio al apóstol Pablo en la impía ciudad de Corinto: “No temas, sino habla, y no calles: porque yo estoy contigo, y ninguno te podrá hacer mal; porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad”. Hechos 18:9, 10… En toda ciudad, por muy llena que esté de violencia y de crímenes, hay muchos que con la debida enseñanza pueden aprender a seguir a Jesús. A miles puede comunicarse así la verdad salvadora, e inducirlos a recibir a Cristo como su Salvador personal (Profetas y reyes, pp. 205-207).
La instrucción dada por Judas desde el versículo veinte hasta el fin del capítulo, tiene el propósito de hacer de nuestra obra una obra completa. Nos enseña cómo dirigir la batalla en el servicio de Cristo. No debe demostrarse ningún derroche desequilibrado, no debe albergarse ninguna indolencia ni negligencia. No debemos ignorar la individualidad de nadie, ni justificar en alguna forma la crítica despiadada o las prácticas egoístas.
Este pasaje destaca el hecho de que hay una obra sumamente importante que se debe hacer, y necesitamos intuición divina para que podamos saber cómo trabajar por las almas que están a punto de perecer. Hay almas que deben ser arrebatadas del fuego, hay almas que deben ser tratadas con la más tierna compasión. Se necesitan obreros que hayan aprendido en la escuela de Cristo su método de salvar almas (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 7, pp. 964, 965).
Cristo impartirá a sus mensajeros el mismo anhelante amor que tiene él para buscar a los perdidos. No hemos de decir meramente: “Ven”. Hay quienes oyen el llamado, pero tienen oídos demasiado embotados para comprender su significado. Sus ojos están demasiado cegados para ver cualquier cosa buena provista para ellos. Muchos comprenden su gran degradación. Dicen: no soy digno de ser ayudado, dejadme solo. Pero los obreros no deben desistir. Sostened con ternura y piadoso amor a los desalentados e impotentes. Infundidles vuestro valor, vuestra esperanza, vuestra fuerza. Compeledlos por la bondad a venir. “A los unos en piedad, discerniendo: mas haced salvos a los otros por temor, arrebatándolos del fuego”. Judas 22, 23 (Palabras de vida del gran Maestro, p. 187).
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
“El encargo que había recibido imponía a Jonás una pesada responsabilidad; pero quien le había ordenado que fuese podía sostener a su siervo y concederle éxito. Si el profeta hubiese obedecido sin vacilación, se habría ahorrado muchas experiencias amargas, y habría recibido abundantes bendiciones. Sin embargo, el Señor no abandonó a Jonás en su hora de desesperación. Mediante una serie de pruebas y providencias extrañas, debía revivir la confianza del profeta en Dios y en su poder infinito para salvar” (PR 199).
“Miles de personas pueden ser alcanzadas en la forma más sencilla y humilde. Los más intelectuales, quienes son considerados los hombres y las mujeres más talentosos del mundo, son frecuentemente refrigerados por las palabras sencillas de alguien que ama a Dios y puede hablar de ese amor tan naturalmente como el mundano habla de las cosas que más profundamente le interesan” (PVGM 183).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. ¿Un “profeta de Dios” que está molesto porque el pueblo al que Dios lo llamó para dar testimonio aceptó la salvación? ¿Cómo entender esta actitud de Jonás? ¡Qué ejemplo tan poderoso de la paciencia de Dios con su pueblo, incluso cuando actúa en contra de la luz que tiene!
2. La historia de Jonás parece sugerir que Dios no solo se dedica de salvar a los descarriados, sino también está muy interesado en transformar a sus seguidores. ¿Cómo podemos conseguir un “corazón nuevo” y un “espíritu nuevo” aunque ya conozcamos al Señor y la verdad para este tiempo? ¿Cuál es la diferencia entre conocer la verdad y ser transformado por ella?
3. Lee el libro de Judas nuevamente. ¿Cuál es el mensaje esencial del libro y por qué ese mensaje es relevante para nosotros como iglesia hoy?
4. ¿Cómo es que la experiencia de trabajar por la salvación de los demás nos hace tanto bien a nosotros también, espiritualmente hablando?
5. Por más que Jonás haya tenido (o creía tener) buenas razones para no querer ir a Nínive, Dios le demostró lo equivocado que había estado en realidad. ¿Qué actitud podríamos tener hacia los demás que refleje la misma actitud incorrecta que mostró Jonás?
Viernes
La edificación del carácter, “El orgullo y la ambición reprobados” pp, 55-57;
El ministerio de curación, “Desengaños y peligros”, pp. 132-137.
"DESCANSO EN CRISTO"
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Dios lo bendiga!!!
Lección 12
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Parte I: RESEÑA
La estrategia de Dios para salvar a la humanidad perdida a veces parece extraña. Nínive, una ciudad de ciento veinte mil habitantes, era una ciudad importante en la antigua Asiria. Los ejércitos asirios eran algunos de los más despiadados del Cercano Oriente. Su crueldad era famosa en toda la cuenca mediterránea. No solo atacaban las fortalezas enemigas, también las destruían. Asesinaban brutalmente a los adversarios y se llevaban a miles de jóvenes como esclavos.
Imagínate la reacción de Jonás cuando Dios le dio instrucciones de viajar de Israel a Nínive a fin de predicar un mensaje de arrepentimiento en esta ciudad inicua. En lugar de confiar en el poder de Dios para cumplir su mandato, se sintió abrumado por la ansiedad. No tenía descanso ni paz mental, por lo que huyó en dirección contraria. Una de las cosas más notables de esta historia es el sincero deseo de Dios de salvar a los habitantes de Nínive. A Dios le apasiona salvar a los perdidos. Él hará lo que sea necesario para redimirlos. La historia de Jonás no tiene que ver solo con la salvación de Nínive; también tiene que ver con la salvación de Jonás, el profeta reacio.
Probablemente Jonás no se haya dado cuenta de la profundidad de su animosidad hacia los ninivitas. Al huir de Dios, terminó en el vientre de un pez enorme y tuvo tres días para reconsiderar su relación con Dios. En un acto de pura desesperación, Jonás clamó a Dios. Cuando el enorme pez lo escupió en la orilla, el fugitivo reacio se convirtió en un misionero exitoso. Pero la historia no termina allí. Jonás predicó a Nínive; y cuando estos se arrepintieron, él se enojó. Pensaba más en su reputación que en el honor de Dios y su amor por la gente de Nínive. En la lección de esta semana, descubrimos esta maravillosa verdad: Jonás necesitaba el evangelio tanto como la gente de Nínive, y nosotros también.
Parte II: COMENTARIO
Jonás residía en una pequeña ciudad llamada Gat-hefer, ubicada a poca distancia de la ciudad portuaria de Jope (2 Rey. 14:25). Embargado de miedo por la crueldad de los habitantes de Nínive, huyó del llamado de Dios para testificarles. A bordo de un velero que se dirigía a Tarsis, deseaba alejarse lo máximo posible de Nínive. Aunque no podemos asegurarlo, muchos comentaristas bíblicos creen que Tarsis es Tartessos, en el sur de España, cerca de Gibraltar. El viaje por mar desde Jope hasta Tartessos era de aproximadamente 3.500 kilómetros; Nínive, por otro lado, se encontraba a unos 1.100 kilómetros de Jope.
La idea de hacer el ridículo, de que lo rechazaran o, peor aún, de que lo persiguieran, abrumaba al profeta. Las dificultades que tenía ante él parecían tan grandes que no podía afrontarlas. Al comentar sobre la falta de fe de Jonás, Elena de White describe la mentalidad del profeta: “Mientras el profeta pensaba en las dificultades y las imposibilidades aparentes de lo que se le había encargado, se sintió tentado a poner en duda la sabiduría del llamado. Desde un punto de vista humano, parecía que nada se ganaría proclamando un mensaje tal en esa ciudad orgullosa. Se olvidó por el momento de que el Dios a quien servía era omnisciente y omnipotente. Mientras vacilaba y seguía dudando, Satanás lo abrumó de desaliento. El profeta fue dominado por un gran temor, y ‘se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis’. Fue a Jope, allí encontró un barco a punto de zarpar y, ‘pagando su pasaje, entró en él para irse con ellos’ (Jon. 1:3).
“El encargo que había recibido imponía a Jonás una pesada responsabilidad; pero quien le había ordenado que fuese podía sostener a su siervo y concederle éxito. Si el profeta hubiese obedecido sin vacilación, se habría ahorrado muchas experiencias amargas, y habría recibido abundantes bendiciones” (PR 198, 199).
Jonás no resolvió su problema al huir de él; correr solo lo sumió en más dificultades. El Dios que lo comisionó para que predicara el arrepentimiento en Nínive era completamente capaz de sostenerlo, apoyarlo y fortalecerlo. Dios nunca nos asigna una tarea sin darnos la capacidad de realizarla. “A medida que la voluntad del hombre coopera con la voluntad de Dios, llega a ser omnipotente. Cualquier cosa que debe hacerse por orden suya puede llevarse a cabo con su fuerza. Todos sus mandatos son habilitaciones” (PVGM 268). Jonás pensó más en su debilidad que en la fuerza de Dios. Pero Dios aún no había terminado con él…
Jonás iba hacia Tarsis, pero Dios iba hacia Jonás. Cuando el profeta huyó del llamado de Dios, Dios llamó al profeta. La Escritura dice: “Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave” (Jon. 1:4). La tormenta fue tan feroz que amenazó con hacer pedazos el barco. Cuando parecía que la carga y toda la tripulación se perderían, con total desesperación Jonás les rogó que lo tiraran por la borda, pues creyó que era el causante. Mientras se hundía bajo las olas, fue tragado por un pez grande. La Biblia dice: “Pero Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás; y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches” (1:17).
Hay quienes creen que la historia de Jonás es demasiado fantasiosa para ser verdad. Piensan que es un relato mítico de ficción, más que una narración histórica. Sin embargo, las evidencias de las Escrituras, la historia y la arqueología contradicen ese enfoque. Entre otras razones para creer que la historia de Jonás es un acontecimiento de la vida real, 2 Reyes 14:25 menciona a Jonás como un personaje histórico. Los judíos consideraban que el libro de Jonás era histórico. Los hallazgos arqueológicos de Nínive confirman el tamaño de la ciudad según se describe en la Biblia. Jesús mismo se refiere a Nínive y la historia de Jonás (Mat. 12:39, 40; Luc. 11:29, 30). Uno de los principales problemas gira en torno a si un pez podría tragarse a alguien y si esta persona podría sobrevivir.
El Dr. John D. Morris, científico del Creation Institute, explica de esta manera la posibilidad de que Jonás fuese tragado por un pez grande: “Hay varias especies de ballenas y tiburones vivos hoy con gargantas lo suficientemente grandes como para tragar a un hombre entero. Entre los animales extintos como los plesiosaurios, se podría decir lo mismo, y tal vez se trataba de un pez de gran tamaño, hasta ahora desconocido. El caso es que la historia no es imposible. Sin embargo, lo más importante es que la Biblia dice que ‘Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás’ (Jon. 1:17). Sin duda, este acontecimiento fue milagroso, y no un fenómeno naturalista. Por lo tanto, no tenemos que darle una explicación que se limite a la experiencia o el conocimiento modernos.
“¿Podría un hombre sobrevivir en el vientre de un pez? Se ha demostrado claramente, tanto en las Escrituras como en otras fuentes, que el modismo hebreo ‘tres días y tres noches’ significa un período que comienza un día y termina el día posterior al siguiente. No significa necesariamente tres días y noches completos. Además, se han reportado varios casos de marineros modernos u otras personas ingeridas por un animal de este tipo que fueron recuperados muchas horas después” (J. D. Morris, “Did Jonah Really Get Swallowed by a Whale?”). Morris sigue diciendo que, como cristianos, creemos en los milagros, por lo que aceptamos la Palabra de Dios tal como indica la historia en el libro de Jonás.
Allí, en el vientre de ese gran pez, Jonás pudo pensar seriamente. Lleno de irremediable desesperación, clamó a Dios: “Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová, y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo” (Jon. 2:7). Jonás miró más allá de la oscuridad hacia la luz radiante que brillaba desde el Santuario celestial. Centró su atención en lo Eterno. El salmista declara: “Te he visto en tu santuario y he contemplado tu poder y tu gloria” “¡Eres el Dios de grandes maravillas! Demuestras tu asombroso poder entre las naciones” (Sal. 63:2; 77:14, NTV). Jonás descubrió al Dios que hace maravillas. Cualquiera que sea la circunstancia en la que nos encontremos, mientras miremos hacia el Santuario y contemplemos la gloria de Dios, como Jonás, nuestra confianza en Dios y su poder infinito aumentará. Al comentar sobre la experiencia de Jonás, Elena de White declara: “Sin embargo, el Señor no abandonó a Jonás en su hora de desesperación. Mediante una serie de pruebas y providencias extrañas, debía revivir la confianza del profeta en Dios y en su poder infinito para salvar” (PR 199).
Cuando su fe revivió, el Señor obró un milagro, y el gran pez escupió a Jonás en la orilla. Jonás viajó a Nínive y predicó que Dios iba a destruir la ciudad inicua. Para su sorpresa, la gente se arrepintió. Hubo un gran reavivamiento espiritual. El rey aprobó un decreto, en armonía con la costumbre oriental, y toda la nación ayunó, confesó su pecado y se arrepintió. Increíblemente, Jonás se sintió totalmente decepcionado: había cumplido el mandato de Dios, pero las terribles consecuencias no se concretaron.
En la profecía, hay algo que se conoce como profecía condicional. Este concepto se expresa bien en Jonás 3:10: “Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo”. El cumplimiento de la profecía se basó en la respuesta de ellos. Cuando se arrepintieron, Dios “cedió”. La predicación de Jonás había sido un éxito, pero el reacio profeta no lo reconoció. Se sintió un fracasado; pero, siglos después, Jesús citó a Jonás como un ejemplo de fidelidad en su predicación en Nínive. Esta es una noticia increíblemente buena: Dios no se rinde fácilmente con nosotros. Jonás necesitaba el evangelio tanto como los ninivitas. Dios lo persiguió, no lo dejó ir y se aferró a él hasta que Jonás reconoció su mano poderosa.
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
¿Alguna vez has sentido que Dios te guiaba a hacer algo pero eras renuente a hacerlo? ¿Alguna vez sentiste que el Espíritu Santo estaba obrando en tu corazón, convenciéndote de que tomaras una decisión, y dudaste debido a las aparentes consecuencias? Tal vez, como Jonás, has sido un misionero renuente. Escuchaste el llamado de Dios para ocupar un cargo en la iglesia, testificar a un vecino o un compañero de trabajo, o para compartir el evangelio con un familiar incrédulo. Al mismo tiempo, te preocupa el hecho de no estar calificado para hacerlo. O en tu testimonio, tienes miedo de decir algo incorrecto. Tienes miedo de que no acepten lo que tienes para decir. Peor aún, tienes miedo de que te rechacen. Debes recordar un par de cosas: en primer lugar, Dios no llama a los calificados; califica a quienes llama. En segundo lugar, cuando Dios te impresiona para que hagas algo y tú aceptas ese encargo, él asume la responsabilidad por los resultados. Dios no nos llama al “éxito”; nos llama a la fidelidad. Si somos fieles a la tarea asignada, un día te dirá: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mat. 25:21).
"DESCANSO EN CRISTO"
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