Lección 13: El descanso supremo | Descanso en Cristo | Escuela Sabática 3T 2021
Lección 13: Para el 25 de septiembre de 2021
EL DESCANSO SUPREMO
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Apocalipsis 1:9–19; Mateo 24:4–8, 23–31; Apocalipsis 14:6–12; Hebreos 11:13–16; Filipenses 4:4–6.
PARA MEMORIZAR:
“Antes bien, como está escrito: cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Cor. 2:9).
Alguna vez sentiste que estabas en medio de una gran batalla, una especie de lucha entre el bien y el mal? Y nos sentimos así porque, bueno, es verdad: estamos en una gran batalla entre el bien y el mal, entre Cristo (el bueno) y Satanás (el malo).
Por ende, la vida en realidad sucede en dos niveles. El Gran Conflicto entre Cristo y Satanás está teniendo lugar a escala mundial; por cierto, incluso en un nivel cósmico, porque en el cielo es donde comenzó (Apoc. 12:7). No obstante, en la confusión de los acontecimientos, podemos perder fácilmente el cuadro general del plan de escape que Dios ideó para este mundo. Las guerras, la agitación política y los desastres naturales pueden causarnos terror e indefensión. Pero la conducción profética de Dios puede ayudarnos a tener presente el panorama general de hacia dónde vamos y cómo llegaremos allí.
El Gran Conflicto también se está librando en un nivel mucho más personal. Todos enfrentamos individualmente los desafíos de la fe en nuestra vida diaria, y si no vivimos hasta la segunda venida de Jesús, también enfrentaremos la muerte. Esta semana, veremos cómo podemos descansar en Jesús frente a las agitaciones globales y nuestro futuro personal incierto, al menos a corto plazo. ¡A largo plazo, las cosas se ven muy prometedoras, por cierto!
Sábado
Cristo comenzó su misión de misericordia, y desde el pesebre hasta la cruz fue acosado por el enemigo. Satanás disputó cada centímetro de terreno, ejerciendo su máximo poder para vencerlo. Como una tempestad, tentación tras tentación se abatieron sobre él. Pero cuanto más caían sin misericordia sobre él, más firmemente se aferraba el Hijo de Dios de la mano de su Padre, y continuaba en su senda manchada de sangre.
La seriedad del conflicto por el que Cristo pasó fue proporcional a la dimensión de los intereses involucrados en su éxito o fracaso… Satanás buscaba vencer a Cristo, a fin de que él pudiera continuar reinando en este mundo como el gobernante supremo… El Padre, el Hijo y Lucifer han dejado aclarada su auténtica relación mutua. Dios ha dado evidencias indiscutibles de su justicia y su amor (Reflejemos a Jesús, p. 50).
[V]emos revelado el gran plan de redención [en la Palabra de Dios], el medio ideado para liberar a la humanidad del poder de Satanás. Vemos a Cristo, el Capitán de nuestra salvación, enfrentando al príncipe de las tinieblas en batalla abierta y obteniendo la victoria por nosotros. Aprendemos también que, mediante esta victoria, se nos abrió una puerta de esperanza, una fuente de poder, y que como soldados fieles podemos pelear nuestras propias batallas con el astuto enemigo, y vencer en el nombre de Jesús. Cada alma debe hacer frente a los poderes de las tinieblas. Los jóvenes y los ancianos serán atacados, y todos deben comprender cuál es la naturaleza del gran conflicto entre Cristo y Satanás, y deben comprender que atañe a ellos mismos…
No basta poseer un conocimiento intelectual de la verdad… La palabra debe penetrar en nuestro corazón. Debe arraigarse en nosotros mediante el poder del Espíritu Santo. La voluntad debe ser puesta en armonía con sus requerimientos. No solo el intelecto sino el corazón y la conciencia deben concurrir en la aceptación de la verdad (A fin de conocerle, p. 193).
Satanás es un enemigo vigilante e incansable que no duerme. Sabe que tiene poco tiempo y obrará hasta el fin mediante toda clase de engaño para atraer a las almas a su trampa y arruinarlas. Tengo un mensaje para Uds.: “Velad y orad, para que no entréis en tentación”. No permitan que el diablo se interponga entre Uds. y Cristo, pues de lo contrario les gustarán las cosas que son de los hombres y no de Dios. Si su fe es genuina producirá obediencia. Dios no nos ordena que hagamos algo que no podemos hacer. Otorgará fortaleza a cada alma creyente y confiada…
Alimenten el amor de Jesús en el corazón y respétense unos a otros, porque Cristo dio su vida por Uds. Toda alma es preciosa a la vista de Dios. Es algo maravilloso ser recordados y protegidos cada hora por él (Alza tus ojos, p. 18).
UNA VISIÓN DEL FIN
El último discípulo vivo que anduvo con Jesús estaba sentado en una
rocosa isla-prisión, lejos de todos sus allegados y seres queridos. ¿Qué debió
de haber cruzado por la mente de Juan cuando se encontró varado en esta
isla desolada? ¿Cómo fue que terminó allí de esa manera? Al fin y al cabo, él
vio irse a Jesús, y a los dos ángeles allí parados diciendo: “Varones galileos,
¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado
de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hech. 1:11).
Sin embargo, eso había sido muchísimos años atrás, y Jesús aún no había
regresado. Por su parte, los otros apóstoles presentes ese día ya habían
fallecido, la mayoría de ellos martirizados por dar testimonio de Jesús. La
joven iglesia había pasado por un cambio generacional, y ahora enfrentaba
una horrible persecución externa y extraños movimientos heréticos desde
adentro. Juan se habrá sentido solo, cansado y sin descanso. Y entonces, de
repente recibió una visión.
¿Cuánto consuelo crees que recibió Juan con esta visión? Lee Apocalipsis
1:9 al 19.
Jesús había dicho a sus seguidores: “He aquí yo estoy con vosotros todos
los días, hasta el fin del mundo” (Mat. 28:20); palabras que, sin duda, habrán
animado a Juan al afrontar su solitario exilio. Seguramente, esta visión, esta
“revelación” de Jesús, debió haber sido un gran consuelo para él, al saber que
Jesús, “el Alfa y la Omega, el primero y el último”, se estaba manifestando
ahora de una manera especial al apóstol exiliado.
Lo que sucede a partir de estos versículos son visiones sobre el futuro
de este mundo. Se presentó ante él una impresionante vista panorámica
de la historia, básicamente, lo que para nosotros es la historia de la iglesia
cristiana, pero para él era el futuro. Y no obstante, en medio de las pruebas y
las tribulaciones que ocurrirían, a Juan se le mostró cómo terminaría todo:
“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera
tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la
nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa
ataviada para su marido” (Apoc. 21:1, 2).
La gran visión apocalíptica que Juan registró lo ayudó a descansar con
confianza en los preceptos y las promesas de Dios.
■ La vida ahora puede ser difícil, y hasta aterradora incluso. Sin embargo, ¿cómo nos reconforta ahora saber que Dios conoce el futuro y que el futuro, a largo plazo, es bueno?
Domingo
Patmos, una isla árida y rocosa del mar Egeo, había sido escogida por las autoridades romanas para desterrar allí a los criminales; pero para el siervo de Dios esa lóbrega residencia llegó a ser la puerta del cielo. Allí, alejado de las bulliciosas actividades de la vida, y de sus intensas labores de años anteriores, disfrutó de la compañía de Dios, de Cristo y de los ángeles del cielo, y de ellos recibió instrucciones para guiar a la iglesia de todo tiempo futuro…
Entre los riscos y rocas de Patmos, Juan mantuvo comunión con su Hacedor. Repasó su vida pasada, y, al pensar en las bendiciones que había recibido, la paz llenó su corazón. Había vivido la vida de un cristiano, y podía decir con fe: “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida”. 1 Juan 3:14. No así el emperador que le había desterrado. Este podía mirar hacia atrás y ver únicamente campos de batalla y matanza, hogares desolados, viudas y huérfanos llorando: el fruto de su ambicioso deseo de preeminencia (Los hechos de los apóstoles, p. 456).
Juan invita a rememorar los maravillosos incidentes de los cuales fue testigo en la vida de Cristo. En su imaginación goza de nuevo de las preciosas oportunidades con las cuales una vez se vio favorecido, y se siente grandemente confortado. De repente su meditación se detiene; alguien le habla en tonos distintos y claros. Se da vuelta para ver de dónde viene la voz, y he aquí ¡contempla a su Señor, a quien él ha amado… Ya no es “varón de dolores, experimentado en quebranto”. Isaías 53:3…
Juan, que tanto amaba a su Señor, que se había adherido tan firmemente a la verdad pese a la prisión, los azotes y la muerte que lo amenazaba, no puede soportar la excelente gloria de la presencia de Cristo, y cae a tierra como herido de muerte. Jesús entonces coloca su mano sobre el cuerpo postrado de su siervo, diciendo: “No temas; yo soy… el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos”. Apocalipsis 1:17, 18. Juan fue fortalecido para vivir en la presencia de su glorificado Señor; y entonces se presentaron delante de él en santa visión los propósitos de Dios para las edades futuras (La edificación del carácter, p. 76).
“Jesús se acercó y les habló diciendo… he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Aquí está nuestro poder, nuestro consuelo. Por nosotros mismos no tenemos fuerza. Pero él dice: “Estoy con vosotros todos los días”, ayudándoos a cumplir con vuestros deberes, guiándoos, confortándoos, santificándoos y sosteniéndoos, dándoos éxito en hablar palabras que llamen la atención de otros hacia Cristo y despierten en sus mentes el deseo de entender la esperanza y el significado de la verdad, volviéndolos de las tinieblas a la luz…
El transcurso del tiempo no ha cambiado la promesa que hizo al partir. Él está con nosotros hoy tan ciertamente como estuvo con los discípulos, y estará con nosotros “hasta el fin” (In Heavenly Places, p. 188; parcialmente en En los lugares celestiales, p. 190).
CUENTA REGRESIVA
En el Monte de los Olivos, Jesús pintó la historia a grandes trazos al responder
las preguntas de los discípulos: “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y
qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (Mat. 24:3).
El famoso sermón de Jesús registrado en Mateo 24 abarca ininterrumpidamente
la línea de tiempo histórica desde su época hasta la Segunda
Venida y más allá.
Jesús quiso dar a su pueblo de todas las épocas una descripción esquemática
del plan divino para las profecías del tiempo del fin, con el fin de
que los que vivan en ese tiempo puedan estar preparados para el evento
final. Quería que pudiéramos descansar confiadamente en su amor, incluso
cuando todo a nuestro alrededor se cayera a pedazos.
Los adventistas conocen bien la descripción de Daniel de un “tiempo
de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces” (Dan.
12:1). Jesús quiere que estemos preparados para este acontecimiento, que
precede a su segunda venida.
¿Cómo será su Venida? ¿Cómo podemos evitar caer en el engaño? Lee
Mateo 24:4 al 8, y 23 al 31.
La venida de Jesús será un acontecimiento literal en el tiempo del fin.
Dado el espacio que se dedica a su regreso en la profecía, e incluso en los
sermones de Jesús, este suceso es sumamente importante.
La última vez que hubo un acontecimiento climático mundial, solo ocho
personas en todo el mundo estuvieron preparadas para él. Jesús compara lo
inesperado de la Segunda Venida con ese evento: el Diluvio (Mat. 24:37–39).
Pero, aunque nadie sabe el día ni la hora de la Segunda Venida (Mat. 24:36),
Dios nos ha dado una cuenta regresiva profética, cuyo cumplimiento podemos
presenciar en el mundo que nos rodea.
Se nos ha dado un rol para cumplir en este drama profético. ¿Cuál es nuestra parte? Concéntrate en Mateo 24:9 al 14.
En este conflicto cósmico, somos más que meros observadores. Debemos ser participantes activos en la difusión del evangelio hasta los confines del mundo, lo que significa que nosotros también sufriremos persecución.
■ ¿Qué significa “perseverar hasta el fin”? ¿Cómo se logra eso? ¿Qué decisiones debemos tomar todos los días para no apartarnos, como muchos lo han hecho?
Lunes
Lo porvenir les era misericordiosamente velado a los discípulos. De haber visto con toda claridad esos dos terribles acontecimientos futuros: los sufrimientos del Redentor y su muerte, y la destrucción del templo y de la ciudad, los discípulos hubieran sido abrumados por el miedo y el dolor. Cristo les dio un bosquejo de los sucesos culminantes que habrían de desarrollarse antes de la consumación de los tiempos. Sus palabras no fueron entendidas plenamente entonces, pero su significado iba a aclararse a medida que su pueblo necesitase la instrucción contenida en esas palabras. La profecía del Señor entrañaba un doble significado: al par que anunciaba la ruina de Jerusalén presagiaba también los horrores del gran día final (El conflicto de los siglos, p. 25).
[V]olviéndose a los discípulos, Cristo dijo: “Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán”. Muchos falsos mesías iban a presentarse pretendiendo realizar milagros y declarando que el tiempo de la liberación de la nación judía había venido. Iban a engañar a muchos. Las palabras de Cristo se cumplieron. Entre su muerte y el sitio de Jerusalén, aparecieron muchos falsos mesías. Pero esta amonestación fue dada también a los que viven en esta época del mundo. Los mismos engaños practicados antes de la destrucción de Jerusalén han sido practicados a través de los siglos, y lo serán de nuevo (El Deseado de todas las gentes, p. 582).
Es un error fatal suponer que la obra de salvar almas depende solamente del ministerio. El humilde y consagrado creyente a quien el Señor de la viña le ha dado preocupación por las almas, debe ser animado por los hombres a quienes Dios ha confiado mayores responsabilidades. Los dirigentes de la iglesia de Dios han de comprender que la comisión del Salvador se da a todo el que cree en su nombre. Dios enviará a su viña a muchos que no han sido dedicados al ministerio por la imposición de las manos.
Cientos, sí, miles que han oído el mensaje de salvación, están todavía ociosos en la plaza, cuando podrían estar empleados en algún ramo de servicio activo. A los tales Cristo les dice: “¿Por qué estáis aquí todo el día ociosos?” y añade: “Id también vosotros a mi viña”. Mateo 20:6, 7. ¿Por qué muchos más no responden al llamado? ¿Es porque se consideran excusados por el hecho de no predicar desde el púlpito? Ojalá entiendan que hay una gran obra que debe hacerse fuera del púlpito, por miles de consagrados miembros laicos.
Largo tiempo ha esperado Dios que el espíritu de servicio se posesione de la iglesia entera, de suerte que cada miembro trabaje por él según su capacidad. Cuando los miembros de la iglesia de Dios efectúen su labor señalada en los campos menesterosos de su país y del extranjero, en cumplimiento de la comisión evangélica, pronto será amonestado el mundo entero, y el Señor Jesús volverá a la tierra con poder y grande gloria. “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, por testimonio a todos los Gentiles; y entonces vendrá el fin”. Mateo 24:14 (El Deseado de todas las gentes, pp. 90, 91).
ÓRDENES DE MARCHA
El panorama profético de la historia no solo no nos permite sentarnos de
brazos cruzados a medida que se desarrollan los acontecimientos, acontecimientos
que en realidad no podemos controlar. Muy a menudo, la actitud
puede ser: “Bueno, los sucesos finales van a suceder según lo predicho; entonces,
¿qué podemos hacer al respecto, que no sea simplemente aceptarlos?”
Pero, no es así como los cristianos deben relacionarse con el mundo
que los rodea y, en especial, con los acontecimientos finales. Apocalipsis
14 nos dice que nuestro propósito en este momento de la historia es contar
a otros sobre el Juicio de Dios y ayudarlos a prepararse para la segunda
venida de Jesús.
Lee Apocalipsis 14:6 al 12. ¿Qué se enseña aquí y qué debemos proclamar
al mundo? ¿Por qué este mensaje es de tanta urgencia?
Como Adventistas, creemos que la “verdad presente” (2 Ped. 1:12) se encuentra,
específicamente, en estos versículos a los que nos referimos como
“el mensaje de los tres ángeles”.
Fíjate que comienza con el “evangelio eterno”, la maravillosa noticia de
la muerte y la resurrección de Cristo, sobre la que descansa nuestra única
esperanza de salvación. También se presenta el mensaje de que “la hora de su
juicio ha llegado” (Apoc. 14:7), una señal poderosa que indica el fin del tiempo.
Luego, también tenemos el llamado a adorar a “aquel que hizo el cielo y la
tierra”, en contraste con la terrible advertencia acerca de los que, al quedarse
en Babilonia, adoran a “la bestia y a su imagen”. Finalmente, se menciona
la descripción del pueblo de Dios del tiempo del fin: “Aquí está la paciencia
de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”.
Lee Apocalipsis 14:11. ¿Qué dice sobre la falta de descanso de quienes adoran a la bestia y a su imagen?
Aunque existen varias ideas sobre lo que esto significa exactamente, todos coinciden en que estas personas no experimentan el tipo de descanso que Dios ofrece a quienes le son fieles.
■ ¿Por qué crees que la primera parte del mensaje de los tres ángeles es el “evangelio eterno”? ¿Por qué debemos tener siempre presente esta maravillosa verdad mientras proclamamos estos mensajes al mundo? ¿Cuán esencial es entender el evangelio para el concepto de descanso?
Martes
En el gran plan de Dios para la redención de la raza perdida, él se ha colocado en la necesidad de usar agentes humanos como su mano ayudadora. Debe tener una mano que lo ayude para alcanzar a la humanidad. Debe contar con la cooperación de quienes sean activos, prontos para ver las oportunidades, prontos para discernir lo que debe ser hecho para sus prójimos…
Por todos lados nos rodean almas afligidas. Busquemos para descubrir a esos dolientes, y digamos una palabra oportuna para consolar su corazón. Aquí y allí —por dondequiera— los encontraremos. Seamos siempre los canales por los cuales fluyan hasta ellos las refrigerantes aguas de la compasión…
Muchos están en tinieblas. Han perdido el rumbo. O saben qué camino tomar. Los que están perplejos busquen a otros que están en perplejidad, y háblenles palabras de esperanza y ánimo. Cuando comiencen a hacer esta obra, la luz del cielo les revelará la senda que deben seguir. Serán consolados ellos mismos por sus palabras de consuelo a los afligidos. Al ayudar a otros ellos mismos serán ayudados a salir de sus dificultades. El gozo toma el lugar del pesar y de la lobreguez. El corazón lleno del Espíritu de Dios brilla con cordialidad para con cada prójimo (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 4, p. 1173).
El mensaje que salva las almas, el mensaje del tercer ángel, es el mensaje que ha de darse al mundo. Tanto los mandamientos de Dios como la fe de Jesús son importantes, inmensamente importantes, y deben ser dados con igual fuerza y poder. La primera parte del mensaje es la que se ha presentado más, mientras que la segunda lo ha sido solo de paso. La fe de Jesús no es comprendida…
¿Por qué se hallan tan callados nuestros labios acerca del tema de la justicia de Cristo y su amor por el mundo? ¿Por qué no le damos a la gente lo que los reavivará y reanimará con nueva vida?…
El carácter de Cristo es un carácter infinitamente perfecto, y él debe ser ensalzado, debe mantenerse en un sitio prominente, pues él es el poder, las fuerzas, la santificación y la justicia de todos los que creen en él (Reflejemos a Jesús, p. 74).
Juan en el Apocalipsis predice la proclamación del mensaje evangélico precisamente antes de la segunda venida de Cristo. Él contempla a un “ángel volar por en medio del cielo, que tenía el Evangelio eterno para predicarlo a todos los que moran en la tierra, y a toda nación y tribu y lengua y pueblo, diciendo en alta voz: Temed a Dios, y dadle honra; porque la hora de su juicio es venida”. Apocalipsis 14:6, 7.
En la profecía, esta amonestación referente al juicio, con los mensajes que con ella se relacionan, es seguida por la venida del Hijo del hombre en las nubes de los cielos. La proclamación del juicio es el anunció de que la segunda aparición del Salvador está por acaecer. Y a esta proclamación se denomina el evangelio eterno. Así se ve que la predicación de la segunda venida de Cristo, el anunció de su cercanía, es una parte esencial del mensaje evangélico (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 179, 180).
QUE EN PAZ DESCANSE
Durante muchos siglos, los cristianos han estado esperando el regreso de Cristo. Este es, verdaderamente, la culminación de todas nuestras esperanzas; y no solo las nuestras, sino las esperanzas de todos los fieles de Dios a lo largo de toda la historia.
Lee Hebreos 11:13 al 16. ¿Qué gran promesa hay no solo para la gente de
antaño, sino también para nosotros?
En cierto modo, estos versículos no tendrían sentido si la concepción
común y popular de la muerte fuera cierta. ¿De qué habla el pasaje, cuando
dice que estas personas murieron “sin haber recibido lo prometido”? Están
muertas, presuntamente en el cielo con Jesús ahora, disfrutando de su
gran recompensa. Por ejemplo, cuando murió Billy Graham, repetidamente
escuchamos que ahora está en el cielo con Jesús.
También hay una ironía en este enfoque, porque a menudo, cuando
alguien muere, escuchamos decir: “Que en paz descanse”. Pero ¿qué pasa
aquí? Estas personas ¿están descansando en paz o están en el cielo haciendo
lo que se supone que deben hacer (como, por ejemplo, presenciar toda la
“diversión” de aquí abajo)?
¿Cómo describe Jesús la muerte? Lee Juan 11:11.
A decir verdad, la idea de descansar “en paz” es lo que verdaderamente
ocurre al morir, ¿no es así? Los muertos efectivamente están descansando.
“Para el creyente, la muerte es un asunto trivial. Cristo habla de ella como si
fuera de poca importancia. ‘El que guarda mi palabra, nunca verá muerte’,
‘nunca sufrirá muerte’. Para el cristiano, la muerte es tan solo un sueño, un
momento de silencio y tinieblas. La vida está oculta con Cristo en Dios, y
‘cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis
manifestados con él en gloria’ (Juan 8:51, 52; Col. 3:4)’ ” (DTG 731).
Jesús compara la condición de una persona entre la muerte y la mañana
de la resurrección con un sueño inconsciente (Juan 11:11, 14), pero también
enfatiza que tanto los salvos como los perdidos recibirán su recompensa
después de la resurrección (Juan 5:28, 29). El Señor recalca la necesidad de
estar preparados para la muerte, cuando llegue la hora.
■ ¿Qué consuelo tienes al saber que tus seres queridos fallecidos ahora están descansando?
Miércoles
“Lázaro nuestro amigo duerme”. ¡Cuán conmovedoras son estas palabras! ¡Cuán llenas de simpatía! Mientras pensaban en el peligro que su Maestro estaba por arrostrar yendo a Jerusalén, los discípulos casi se habían olvidado de la familia enlutada de Betania. Pero no así Cristo. Los discípulos se sintieron reprendidos. Les había sorprendido que Cristo no respondiera más prontamente al mensaje. Habían estado tentados a pensar que él no tenía por Lázaro y sus hermanas el tierno amor que ellos le atribuían y que debiera haberse vuelto rápidamente con el mensajero. Pero las palabras: “Lázaro nuestro amigo duerme”. despertaron en ellos los debidos sentimientos. Quedaron convencidos de que Cristo no se había olvidado de sus amigos que sufrían.
“Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, salvo estará. Mas esto decía Jesús de la muerte de él: y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño”. Cristo presenta a sus hijos creyentes la muerte como un sueño. Su vida está oculta con Cristo en Dios, y hasta que suene la última trompeta los que mueren dormirán en él (El Deseado de todas las gentes, pp. 485, 486).
A consecuencia del pecado de Adán, la muerte pasó a toda la raza humana. Todos descienden igualmente a la tumba. Y debido a las disposiciones del plan de salvación, todos saldrán de los sepulcros. “Ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos”. Hechos 24:15. “Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados”. 1 Corintios 15:22. Pero queda sentada una distinción entre las dos clases que serán resucitadas. “Todos los que están en los sepulcros oirán su voz [del Hijo del hombre]; y los que hicieron bien, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron mal a resurrección de condenación”. Juan 5:28, 29. Los que hayan sido “tenidos por dignos” de resucitar para la vida son llamados “dichosos y santos”. “Sobre los tales la segunda muerte no tiene poder”. Apocalipsis 20:6 (El conflicto de los siglos, p. 532).
Cristo va a venir en las nubes y con grande gloria. Le acompañará una multitud de ángeles resplandecientes. Vendrá para resucitar a los muertos y para transformar a los santos vivos de gloria en gloria. Vendrá para honrar a los que le amaron y guardaron sus mandamientos, y para llevarlos consigo. No los ha olvidado ni tampoco ha olvidado su promesa. Volverán a unirse los eslabones de la familia. Cuando miramos a nuestros muertos, podemos pensar en la mañana en que la trompeta de Dios resonará, cuando “los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados”. 1 Corintios 15:52. Aun un poco más, y veremos al Rey en su hermosura. Un poco más, y enjugará toda lágrima de nuestros ojos. Un poco más, y nos presentará “delante de su gloria irreprensibles, con grande alegría”. Judas 1:24. Por lo tanto, cuando dio las señales de su venida, dijo: “Cuando estas cosas comenzaren a hacerse, mirad, y levantad vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca” (El Deseado de todas las gentes, p. 586).
REGOCIJAOS EN EL SEÑOR SIEMPRE
Una de las aplicaciones más utilizadas en nuestros teléfonos inteligentes es Google Maps. A la mayoría se nos hace difícil recordar cómo hacíamos antes de que existieran los mapas con GPS en nuestros teléfonos. Tal vez estemos nerviosos al dirigirnos hacia un lugar en el que nunca hemos estado antes, pero con Google Maps en nuestros teléfonos podemos aventurarnos con confianza y abrirnos camino en cualquier ciudad extranjera. Esta certeza ¿podría ser una ilustración del tipo de descanso que Dios desea darnos con su calendario profético?
Lee Filipenses 4:4 al 6. ¿Qué nos dice Pablo aquí sobre la forma de hallar
verdadero descanso, verdadera paz, incluso en medio de un mundo atormentado
y angustiado?
En este pasaje, Pablo no está diciendo que nos regocijemos, siempre,
en todas las pruebas que enfrentamos. Lo que dice es: “Regocijaos en el
Señor siempre”. Más allá de nuestra situación actual, de las pruebas que
enfrentamos, si permanecemos en Dios, en su bondad, en su amor y en su
sacrificio en la Cruz por nosotros, podremos regocijarnos en él y tener paz
para nuestra alma cansada.
La misma tónica de los textos implica descanso, paz y una esperanza
trascendente de algo más allá de este mundo.
Imagínate también el tipo de descanso que tendríamos para nuestra
alma si efectivamente no nos “inquiet[áramos] por nada” (NVI). Esto difícilmente
parezca realista para alguien de este mundo (incluso Pablo tenía
muchas preocupaciones), pero nuevamente, saber que en última instancia
un Dios amoroso tiene el control de todo y nos salvará en su Reino puede
ayudarnos a poner en la perspectiva adecuada las cosas que nos inquietan.
¿“El Señor está cerca”? Es decir, él siempre está cerca de nosotros, y tan
pronto como cerramos los ojos y descansamos en el sueño de la muerte, lo
siguiente que veremos será el regreso de Cristo.
Sin duda, la vida está llena de tensiones, pruebas y luchas; ninguno de
nosotros escapa a ellos. Desde luego, el apóstol Pablo tampoco estaba exento
(ver 2 Cor. 11). No obstante, su objetivo es decirnos que, incluso con todo lo
que soportamos ahora, podemos regocijarnos en lo que se nos ha dado en
Cristo y, de hecho, podemos hallar descanso para nuestra alma, aun ahora.
■ Vuelve a leer Filipenses 4:4 al 6. ¿De qué manera puedes aplicar estas maravillosas palabras a tu experiencia en este mismo momento para cualquier prueba y tribulación que estés atravesando?
Jueves
Puede parecer difícil regocijarse en el Señor cuando se está en dificultad, pero perdemos mucho al entregarnos a un espíritu de queja. Es nuestro privilegio tener en nuestros corazones, en todo tiempo la paz de Cristo. No deberíamos permitir ser fácilmente perturbados. Dios nos hace pasar por pruebas y dificultades para probarnos, y si somos pacientes y confiados bajo su período de prueba él nos purificará de toda escoria, y finalmente nos hará aparecer con triunfo y regocijo. Se reservan grandes bendiciones para aquellos que se someten sin quejarse al yugo que Dios desea que lleven…
“Dad gracias en todo” (1 Tesalonicenses 5:18) por el poder sustentador de Dios mediante Jesucristo… En el momento en que ofrecéis vuestra oración en demanda de ayuda podéis no sentir todo el gozo y la bendición que quisierais experimentar, pero si creéis que Cristo oirá y contestará vuestra petición, la paz de Cristo vendrá (Nuestra elevada vocación, p. 328).
Tengo la cabeza cansada esta mañana. Neblinas y nubes envuelven mi mente, pero no voy a aceptar la insinuación del enemigo de que desconfíe del Señor. Ha llegado el momento de librar la buena batalla de la fe. Ha llegado la ocasión cuando necesito la fe firme que obra por el amor y purifica mi alma. Busco al Señor con mucho fervor…
Asa recibió el mensaje del profeta del Señor: “Jehová estará con vosotros, si vosotros estuviereis con él; y si le buscareis, será hallado de vosotros; mas si le dejareis, él también os dejará”. 2 Crónicas 15:2. Compárese con. Jeremías 29:11-13. Mi corazón se eleva mediante la fe. La fe no es sentimiento; la fe no es vista…
Creo que la promesa es para mí y me apropio de ella para mí misma. La promesa en sí no tiene ningún valor a menos que crea plenamente que Aquel que ha hecho la promesa es capaz de cumplirla abundantemente y tiene un poder infinito para hacer todo lo que ha dicho (This Day With God, p. 156; parcialmente en Cada día con Dios, p. 154).
¡Oh, cuán privilegiados somos porque podemos venir a Jesús tal como somos y podemos descansar en su amor! No tenemos esperanza fuera de Jesús. Solo él puede tomarnos con su mano y sacarnos de las profundidades del desánimo y la impotencia para colocar nuestros pies sobre la Roca. Aunque el alma humana puede aferrarse a Jesús comprendiendo desesperadamente su gran necesidad, Jesús se aferrará de las almas compradas con su propia sangre con mayor firmeza aun que la del pecador que se aferra de él…
Qué Salvador tenemos: ¡un Salvador resucitado, uno que puede salvar a todos los que acuden a él! (That I May Know Him, p. 80; parcialmente en A fin de conocerle, p. 81).
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
“Todos deseamos recibir contestaciones inmediatas y directas a nuestras
oraciones, y estamos tentados a desanimarnos cuando la contestación
demora o nos llega en una forma que no esperábamos. Pero Dios es demasiado
sabio y bueno para contestar nuestras oraciones siempre en el preciso
momento y de la precisa manera que deseamos. Él hará para nosotros
algo más y mejor que cumplir con todos nuestros deseos. Y, como podemos
confiar en su sabiduría y su amor, no debemos pedirle que nos conceda lo
que queremos, sino tratar de compenetrarnos de su propósito y ejecutarlo.
Nuestros deseos e intereses deben perderse en su voluntad” (OE 227).
“Transcurrirá solo un poquito más de tiempo antes de que Jesús venga
a salvar a sus hijos y a darles el toque final de la inmortalidad. [...] Los sepulcros
se abrirán, y los muertos saldrán victoriosos y exclamarán: ‘Muerte,
¿dónde está tu aguijón? Sepulcro, ¿dónde está tu victoria?’ (1 Cor. 15:55).
Nuestros seres amados que duermen en Jesús resucitarán revestidos con
la inmortalidad” (CMC 340).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Reflexiona en la realidad del Gran Conflicto. ¿Cómo ves que se está desarrollando en el mundo? ¿Qué tal tu propia vida personal? Es muy real, ¿no? De hecho, es más real de lo que mucha gente piensa, porque muchos no creen en un diablo literal. ¿Por qué es tan importante entender la realidad del Gran Conflicto para comprender el estado de nuestro mundo? Además, ¿por qué es tan reconfortante entender cómo terminará este Gran Conflicto?
2. La profecía puede ser una distracción si intentamos ir más allá de lo que esta revela claramente. ¿Con qué frecuencia los miembros de la iglesia se han metido en problemas al hacer predicciones sobre acontecimientos que no sucedieron, o al creer en las predicciones de otras personas que no sucedieron? ¿Cómo podemos protegernos de caer en ese tipo de trampa?
3. Con la clase, repasen Apocalipsis 14:9 al 11, y la pregunta relacionada con los que adoran a la bestia y a su imagen y su falta de descanso. ¿Qué podría significar eso?
4. Un tema controvertido en la iglesia tiene que ver con qué papel desempeñamos en la fecha del regreso de Cristo. Más allá de la postura que adoptemos al respecto, ¿por qué continúa siendo tan importante que asumamos un papel activo en la difusión del mensaje de su regreso al mundo?
Viernes
Cada día con Dios, 29 de abril, “Compromiso total”, p. 126;
Alza tus ojos, 20 de diciembre, “Escudriñad las escrituras”. p. 366.
"DESCANSO EN CRISTO"
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Dios lo bendiga!!!
Lección 13
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Parte I: RESEÑA
El título de la lección de esta semana, “El descanso supremo”, implica que nuestro descanso aquí es solo temporal. Hoy descansamos en Cristo, pero nuestro descanso siempre está en el contexto de un mundo de sufrimiento, dolor y enfermedad. Se acerca el día en que entraremos en el descanso eterno. Todas las angustias de la vida se acabarán. Las enfermedades, los desastres y la muerte desaparecerán para siempre.
Jesús dio al anciano apóstol Juan, exiliado en la isla de Patmos, una visión de sí mismo. Esta visión de Cristo dio ánimo y esperanza al apóstol. En las revelaciones proféticas, Juan vio la historia de la iglesia cristiana y los acontecimientos trascendentales del final de la historia de esta Tierra. El libro de Apocalipsis concluye presentando un cielo nuevo y una Tierra Nueva, que marcan el comienzo del descanso definitivo y supremo de Dios.
Antes de ese descanso definitivo, habrá señales específicas que indicarán el regreso de Jesús. En Mateo 24, Jesús describe estos sucesos del tiempo del fin, que ocurrirán con mayor frecuencia antes de su gloriosa segunda venida. A lo largo de los siglos, los patriarcas y los profetas esperaron con ansias el regreso del Señor sin haber experimentado todavía el “descanso supremo” que Cristo prometió. Murieron previendo un evento futuro, pero murieron con esperanza. En Apocalipsis 14:6 al 12, el ángel que visitó a Juan proclamó el mensaje celestial de los últimos días con el fin de preparar al mundo para el regreso de Cristo.
Mientras la batalla entre el bien y el mal ruge a escala global, Cristo nos invita a “velar” y “estar preparados” para su pronto regreso, y estar preparados para entrar en su descanso eterno.
Parte II: COMENTARIO
Juan nos informa que estaba en la isla de Patmos cuando recibió las visiones que componen el libro de Apocalipsis. Patmos es una islita en el mar Egeo entre las costas de Turquía y Grecia. Tiene unos catorce kilómetros de largo. En la época de Juan, era una colonia penal romana, rocosa y estéril, donde exiliaban a los prisioneros. Allí también había una pequeña comunidad minera, y no mucho más.
Juan era un anciano de unos noventa años cuando recibió las visiones del Apocalipsis. Había vivido una larga vida al servicio de su amado Maestro. Probablemente vivía en Éfeso antes de ser exiliado a Patmos. Ahora estaba separado de sus amigos y familiares. Estaba frágil, y era improbable que alguna vez saliera de esta isla pequeña y aislada. Pero entonces Jesús, en un resplandor de gloria, reveló a Juan la verdad divina que iluminaría y animaría al pueblo de Dios durante siglos. Estas verdades de los últimos días revelan los acontecimientos que sucederán pronto en este mundo, a fin de preparar al pueblo de Dios para lo que vendrá. A veces es en las pruebas más grandes de nuestra vida cuando Dios nos habla con mayor claridad. Cuando nos sentimos solos y desanimados, Jesús nos visita como lo hizo con Juan y nos llena con el calor de su presencia.
El libro de Apocalipsis es un libro sobre el Jesús que interviene. No se sienta simplemente en su Trono en el cielo; participa en los asuntos de la vida aquí, en la Tierra. Él satisface nuestras necesidades en el trauma, el dolor y las decepciones que enfrentamos. Cuando Jesús descendió a hablar con su amado discípulo, iluminó la rocosa y estéril Patmos con su gloria. No hay lugar en el que podamos encontrarnos que esté más allá del alcance de Dios. Él se encontrará contigo dondequiera que estés mediante su presencia. El Apocalipsis está lleno de esperanza. Aquel que ahora está con nosotros a través de su Espíritu Santo pronto vendrá en gloria para llevarnos a casa. Juan declara con alegría: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá” (Apoc. 1:7).
Señales del regreso de Jesús
Jesús vaticinó a sus discípulos que en determinado momento un ejército atacante rodearía Jerusalén y la destruiría (Luc. 21:20). Esto sucedió en el año 70 d.C. cuando Tito, el general romano, invadió Israel y sitió la ciudad. El historiador judío Flavio Josefo describe los efectos devastadores del asedio. Dice que la gente, hambrienta, “a menudo llegaba a las manos por un trocito de pan; los niños solían arrancar la comida de la boca de sus padres. Ni el hermano ni la hermana se tenían piedad. Un celemín de maíz era más precioso que el oro” (D. J. Muehlenbruch, trad., The Destruction of Jerusalem). Hubo casos, durante el asedio, en los que los padres hervían a sus hijos que habían muerto y se los comían. Josefo prosigue: “Empujados por el hambre, algunos comían estiércol; otros, las cinchas de sus sillas de montar; aun otros, el cuero despojado de sus escudos; algunos todavía tenían heno en la boca cuando se encontraron sus cuerpos”. Los efectos del ataque de los romanos a Jerusalén fueron espantosos y devastadores. Antes de que terminara, estalló un incendio y otros miles murieron en las llamas.
En la década de 1970, los arqueólogos descubrieron la casa de una familia aristocrática que fue reducida a cenizas en el incendio durante el asedio del año 70 d.C. Esta casa es un testimonio notable de la intensidad de las llamas y del grado de devastación total y de la destrucción absoluta.
Las preguntas de los discípulos
Cuando Jesús habló a sus discípulos de este desastre que se avecinaba, pensaron que algo tan destructivo solo podía suceder en el fin del mundo. Por eso, le preguntaron: “¿Cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (Mat. 24:3).
Los discípulos en realidad estaban haciendo dos preguntas diferentes. La primera pregunta, “¿Cuándo serán estas cosas?”, se refiere a la caída de Jerusalén y la destrucción del Templo. La segunda pregunta fue: “¿Qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” En su respuesta, como se registra en Mateo 24, Jesús combinó los dos acontecimientos. Habló de los sucesos que llevarían a la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. Estos hechos servirían como un anticipo de lo que sucedería justo antes de su segunda venida. En Mateo 24, Jesús mencionó las señales que precederían a su regreso.
El Salvador no nos dio una fecha exacta para su venida, pero nos habló de las señales que nos permitirían saber cuándo estará cerca. El sermón de Jesús sobre las señales de los últimos días se centra en cuatro aspectos específicos: (1) las señales en el ámbito religioso; (2) las cuestiones internacionales; (3) la naturaleza; y (4) la sociedad. Estas señales incluyen falsos reavivamientos espirituales, conflictos globales, guerras, hambrunas, desastres naturales, pestilencias, pandemias, delincuencia y violencia en aumento, decadencia de la moralidad y, finalmente, la rápida propagación del evangelio a todo el mundo.
Mateo 24 describe las señales del regreso de Cristo; Apocalipsis 14 es un llamado urgente a estar preparados para su venida.
El mensaje del Apocalipsis para los últimos días
En Apocalipsis 14, el ángel que visita a Juan revela que el mensaje final de Dios se proclamará rápidamente a cada nación, tribu, lengua y pueblo con el propósito de preparar al mundo para su pronto regreso. Es el mensaje del “evangelio eterno”, de la asombrosa gracia de Dios para todo un planeta. Es un llamado evangélico a llevar una vida de obediencia, a glorificar a Dios en todo lo que hacemos, en la hora del Juicio. En una era evolucionista, es un llamado a adorarlo como Creador. Es un mensaje de esperanza para el tiempo del fin.
Jesús nos representará en el Juicio y ofrecerá su vida justa en lugar de nuestra vida impía. El apóstol Juan nos da este aliciente: “Y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan 2:1). El Juicio final de Dios es justo. Él puede representar solamente a quienes le entregan su vida y por fe aceptan la vida y la muerte de Jesús en su favor.
Regocijaos en el Señor siempre
Encarcelado en Roma, el apóstol Pablo escribió una carta alentadora a los creyentes de Filipos. Algunos comentaristas de la Biblia han etiquetado el libro de Filipenses como la epístola del gozo. En esta breve carta de cuatro capítulos, Pablo utiliza las palabras “gozo” o “regocijo” repetidamente. El tema del capítulo 1 es “Gozo en las pruebas”. El tema del capítulo 2 es “Gozo en la humildad”, el tema del capítulo 3 es “Gozo en la entrega” y el tema del capítulo 4 es “Gozo en la gratitud”.
Pablo aprendió a vivir en el gozo de Cristo porque descubrió cómo descansar en Cristo. Creía que Cristo lo fortalecería en cada situación y supliría sus necesidades (Fil. 4:13, 19). Su confianza estaba fija en la realidad divina de que su “ciudadanía está en los cielos” y que, un día, Cristo “transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya”. Esperaba ansiosamente la venida del Salvador Jesucristo (Fil. 3:20, 21). Él podía “regocija[rse] en el Señor siempre” (Fil. 4:4), porque tenía absoluta confianza en el cuidado de Cristo en el presente y en el cumplimiento del plan eterno de Cristo en el futuro. Su declaración “El Señor está cerca” le daba la “paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento” (Fil. 4:5, 7). Junto con el apóstol Pablo, podemos regocijarnos en que nunca habrá una situación en la que Cristo no nos brinde ayuda inmediata hoy, esperanza para el mañana y la promesa del descanso supremo en Cristo por toda la eternidad.
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
Hace algún tiempo, un amigo compartió esta desgarradora historia. Su hijo de ocho años estaba muriendo a causa de una rara enfermedad de la sangre. Gente de todo el país oró fervientemente por la recuperación del niño. Buscaron a Dios en oración pidiendo una curación milagrosa. El niño empeoraba progresivamente. Los últimos días de su vida, su madre se sentó junto a su cama constantemente sosteniendo su mano y acariciando suavemente su cabello. Cuando se hizo evidente que solo le quedaban unas horas de vida, ella lo tomó en sus brazos y se sentó en una mecedora, entonando suavemente los cantos del cielo. Tiempo después de su muerte, estábamos hablando, y ella hizo esta notable declaración: “Aunque hay un profundo dolor punzante en mi corazón, Dios me ha dado una paz ‘que sobrepasa todo entendimiento’ ”. Cuando alguien le preguntó cuál era esa paz que sobrepasaba todo entendimiento, ella simplemente respondió: “Cuando no comprendes, aún puedes descansar en el amor y el cuidado de Cristo”.
Cuando esta serie de lecciones de estudio de la Biblia llega a su fin, más allá de lo que suceda personalmente en tu vida, Jesús anhela brindarte una “paz […] que sobrepasa todo entendimiento”. Él está allí para ti, hoy, mañana y siempre. Sus planes son más grandes de lo que puedas imaginar. Recuerda las palabras de Jesús: “El que persevere hasta el fin, este será salvo” (Mar. 13:13). Confía en su fuerza para que te ayude a superar los desafíos de la vida y estar en paz.
"DESCANSO EN CRISTO"
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Dios los bendiga!!
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