Lección 10: El descanso sabático | Descanso en Cristo | Escuela Sabática 3T 2021
Lección 10: Para el 4 de septiembre de 2021
EL DESCANSO SABÁTICO
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 1:26, 27; 9:6; 2 Pedro 2:19; Romanos 6:1–7; Éxodo 19:6; Juan 5:7–16.
PARA MEMORIZAR:
“Seis días se trabajará, mas el séptimo día será de reposo, santa convocación; ningún trabajo haréis; día de reposo es de Jehová en dondequiera que habitéis” (Lev. 23:3).
Escuchamos todo tipo de argumentos en contra de guardar el sábado, ¿verdad? Escuchamos de todo, desde que Jesús cambió el sábado al domingo, o que Jesús abolió el sábado, o que Pablo lo hizo, o que los apóstoles reemplazaron el sábado por el domingo en honor a la resurrección, entre otras cosas. En los últimos años, algunos de los argumentos se han vuelto más sofisticados. Estos afirman, por ejemplo, que Jesús es nuestro descanso sabático y, por lo tanto, no necesitamos santificar el sábado ni ningún otro día. Y, por supuesto, siempre existirá el argumento, por extraño que sea, de que al descansar el séptimo día, de alguna manera, buscamos ganarnos el cielo.
Por supuesto, como adventistas del séptimo día entendemos la perpetuidad de la Ley moral de Dios y que la obediencia al cuarto Mandamiento, tal como está escrito, no nos abre camino al cielo así como tampoco nos ganamos el cielo al obedecer el quinto, el sexto, el primero o cualquier otro Mandamiento.
Esta semana analizaremos con más detalle el descanso que Dios nos ha dado en el Mandamiento del sábado y por qué es importante.
Sábado
Dios dio a los hombres el recordativo de su poder creador, a fin de que lo vieran en las obras de sus manos. El sábado nos invita a contemplar la gloria del Creador en sus obras creadas. Y a causa de que Jesús quería que lo hiciéramos, relacionó sus preciosas lecciones con la hermosura de las cosas naturales. En el santo día de descanso, más especialmente que en todos los demás días, debemos estudiar los mensajes que Dios nos ha escrito en la naturaleza. Debemos estudiar las parábolas del Salvador allí donde las pronunciara, en los prados y arboledas, bajo el cielo abierto, entre la hierba y las flores. Cuando nos acercamos íntimamente al corazón de la naturaleza, Cristo hace que su presencia sea real para nosotros, y habla a nuestros corazones de su paz y amor (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 14, 15).
Dios dijo: “El séptimo día será reposo para Jehová tu Dios”. Puso su santidad sobre ese día y lo bendijo y santificó como día de reposo… Es el único mandamiento del Decálogo que nos dice quién es Dios. Diferencia a Dios de todo otro dios. Dice que el Dios que hizo el cielo y la tierra, el Dios que hizo los árboles y las flores y creó al hombre, es el Dios que debéis presentar a vuestros hijos, y que solo tenéis que señalarles las flores y decirles que Dios las hizo y descansó en el séptimo día de todas sus labores… El séptimo día es el monumento dado por Dios.
Al señalar a Dios como el Hacedor de los cielos y de la tierra, el sábado distingue al verdadero Dios de todos los falsos dioses. Todos los que guardan el séptimo día demuestran al hacerlo que son adoradores de Jehová. Así el sábado será la señal de lealtad del hombre hacia Dios, mientras haya en la tierra quien le sirva (Hijos e hijas de Dios, p. 61).
La ley de Dios no se dio solo a los judíos. Es de alcances mundiales y de obligación perpetua. El que ofende “en un punto, se hace culpable de todos”. Sus diez preceptos son como una cadena de diez eslabones; si se rompe uno, ya no sirve la cadena. No se puede revocar o cambiar ni un solo precepto para salvar al transgresor. Mientras existan familias y naciones; mientras deban resguardarse la propiedad, la vida y el carácter; mientras sean antagónicos el mal y el bien y una bendición o una maldición deban acompañar los actos de los hombres, nos deberá controlar la ley divina. Cuando Dios deje de demandar que los hombres lo amen por encima de todas las cosas, que reverencien su nombre y observen santamente el sábado; cuando les permita que no tomen más en cuenta los derechos de sus prójimos, que se aborrezcan y se hagan daño mutuamente, entonces, y solo entonces perderá su fuerza la ley moral (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 2, p. 1008).
EL SÁBADO Y LA CREACIÓN
De todos los Diez Mandamientos, solo el cuarto comienza con el verbo “Acuérdate”. No es: “Acuérdate, no robarás” o “Acuérdate, no codiciarás”. Solo hay un “Acuérdate del día de reposo...”
La idea de recordar supone historia, supone que algo sucedió en el pasado que necesitamos recordar. Cuando recordamos, hacemos conexiones con el pasado, y “Acuérdate del día de reposo para santificarlo” marca una relación directa hasta la misma semana de la Creación.
Lee Génesis 1:26 y 27; y 9:6. ¿Qué nos enseñan estos versículos acerca de
cuán especiales somos los seres humanos y cuán radicalmente diferentes
somos del resto de la creación terrenal de Dios? Y también, ¿por qué es tan
importante que comprendamos esta distinción?
Al recordar la Creación, nos acordamos de que fuimos creados a imagen de Dios, algo que no se dice de las demás cosas descritas en el relato de la Creación. Es obvio que, como seres humanos, somos radicalmente diferentes de cualquier otra criatura del planeta, independientemente de cuánto ADN compartamos con otros animales. Y, contrariamente a la mitología popular, no somos simples simios con inteligencia superior ni versiones más evolucionadas de algún primate primitivo. Como seres humanos, hechos a imagen de Dios, somos únicos entre todo lo que Dios creó en este mundo.
La historia de la Creación ¿cómo nos recuerda nuestra relación con la Creación? Génesis 2:15, 19.
Entender también que Dios creó nuestro mundo nos recuerda nuestra responsabilidad con la Creación. Debemos “señorear” sobre la Creación. Ejercer dominio no significa explotarlo; debemos gobernar como regentes de Dios. Debemos interactuar con el mundo natural como lo haría Dios.
Sí, el pecado estropeó todo y lo echó a perder, pero esta Tierra continúa siendo creación de Dios y nada nos da derecho a explotarla; especialmente en detrimento de otros seres humanos, como ocurre tan a menudo.
■ Además de ser un monumento recordativo de Dios como Creador, ¿de qué manera la observancia del sábado puede ayudarnos a ser más conscientes de nuestra necesidad de ser buenos mayordomos del medio ambiente?
Domingo
El sábado dirige nuestros pensamientos a la naturaleza, y nos pone en comunión con el Creador. En el canto de las aves, el murmullo de los árboles, la música del mar, podemos oír todavía esa voz que habló con Adán en el Edén al frescor del día. Y mientras contemplamos su poder en la naturaleza, hallamos consuelo, porque la palabra que creó todas las cosas es la que infunde vida al alma. El “que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”. 2 Corintios 4:6 (El Deseado de todas las gentes, p. 248).
Dios creó al hombre conforme a su propia imagen. No hay en esto misterio. No existe fundamento alguno para la suposición de que el hombre llegó a existir mediante un lento proceso evolutivo de las formas bajas de la vida animal o vegetal. Tales enseñanzas rebajan la obra sublime del Creador al nivel de las mezquinas y terrenales concepciones humanas. Los hombres están tan resueltos a excluir a Dios de la soberanía del universo que rebajan al hombre y le privan de la dignidad de su origen. El que colocó los mundos estrellados en la altura y coloreó con delicada maestría las flores del campo, el que llenó la tierra y los cielos con las maravillas de su potencia, cuando quiso coronar su gloriosa obra, colocando a alguien para regir la hermosa tierra, supo crear un ser digno de las manos que le dieron vida. La genealogía de nuestro linaje, como ha sido revelada, no hace remontar su origen a una serie de gérmenes, moluscos o cuadrúpedos, sino al gran Creador. Aunque Adán fue formado del polvo, era el “hijo de Dios”. Lucas 3:38 (VM).
Adán fue colocado como representante de Dios sobre los órdenes de los seres inferiores. Estos no pueden comprender ni reconocer la soberanía de Dios; sin embargo, fueron creados con capacidad de amar y de servir al hombre. El salmista dice: “Hicístelo enseñorear de las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies… asimismo las bestias del campo; las aves de los cielos… todo cuanto pasa por los senderos de la mar”. Salmo 8:6-8 (Historia de los patriarcas y profetas, p. 25).
Al ser creado, Adán recibió el señorío de la tierra. Pero al ceder a la tentación, cayó bajo el poder de Satanás. Y “el que es de alguno vencido, es sujeto a la servidumbre del que lo venció”. 2 Pedro 2:19. Cuando el hombre cayó bajo el cautiverio de Satanás, el dominio que antes ejercía pasó a manos de su conquistador. De esa manera Satanás llegó a ser “el dios de este siglo”. 2 Corintios 4:4. Él había usurpado el dominio que originalmente fue otorgado a Adán. Pero Cristo, mediante su sacrificio, al pagar la pena del pecado, no solo redimiría al hombre, sino que también recuperaría el dominio que este había perdido. Todo lo que perdió el primer Adán será recuperado por el segundo (Historia de los patriarcas y profetas, p. 53).
CELEBRAR LA LIBERTAD
La segunda vez que escuchamos los Diez Mandamientos, Moisés repasa los cuarenta años de Israel en el desierto. Esta vez, la frase que introduce la razón para santificar el sábado no tiene relación con la Creación, sino más bien con la liberación de la esclavitud y la servidumbre en Egipto (Deut. 5:12-15).
Y, aunque hoy no somos esclavos en Egipto, todos podemos enfrentar otros tipos de esclavitudes que, de alguna manera, pueden ser iguales de opresivas.
¿Qué otras formas de esclavitud enfrentamos hoy? Lee Génesis 4:7;
Hebreos 12:1; y 2 Pedro 2:19.
El sábado es una celebración de la libertad de todas las cosas que nos mantienen esclavizados. En sábado, se nos recuerda que hay libertad del pecado, no por nuestras propias fuerzas, sino por el poder que Dios nos ofrece mediante la fe. También se nos recuerda que no nos ganamos esta libertad. Los primogénitos israelitas se salvaron por la sangre del cordero esparcida en los postes de las puertas la noche anterior a su éxodo de Egipto (Éxo. 12). Nosotros también somos salvos por la sangre del Cordero, y ahora debemos andar en la libertad que es nuestra en Cristo Jesús.
Lee Romanos 6:1 al 7. ¿Qué dice Pablo aquí que podemos relacionar con lo que se nos ha dado en el día de reposo?
En el mismo enunciado de Deuteronomio 5:15: “Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido; por lo cual Jehová tu Dios te ha mandado que guardes el día de reposo”, se le vuelve a recordar al pueblo que fue la obra y el poder de Dios en favor de ellos lo que los salvó. ¿Cuánto más nosotros, como cristianos, debemos darnos cuenta de que es solo la obra y el poder de Cristo en nuestro favor lo que nos ha salvado del pecado?
Este Mandamiento nos dice que descansemos en la salvación que Dios obtuvo por nosotros con su brazo poderoso. Dios es el Creador, y podemos confiar en que él también nos re-creará y nos liberará, incluso ahora mismo, de la esclavitud del pecado, si estamos dispuestos a dejar que obre en nosotros.
■ ¿Cuál ha sido tu experiencia con la esclavitud del pecado? ¿Cómo podemos aprender a apropiarnos de las promesas que se nos han dado en Jesús de librarnos de esa esclavitud?
Lunes
Por la creación, todos los hombres pertenecen a una sola familia; y todos constituyen una por la redención. Cristo vino para derribar el muro de separación, para abrir todos los departamentos de los atrios del templo, a fin de que toda alma tuviese libre acceso a Dios. Su amor es tan amplio, tan profundo y completo, que lo compenetra todo. Arrebata de la influencia satánica a aquellos que fueron engañados por sus seducciones, y los coloca al alcance del trono de Dios, al que rodea el arco iris de la promesa. En Cristo no hay judío ni griego, ni esclavo ni hombre libre (Profetas y reyes, p. 274).
Ninguna otra institución confiada a los judíos propendía tan plenamente como el sábado a distinguirlos de las naciones que los rodeaban. Dios se propuso que su observancia los designase como adoradores suyos. Había de ser una señal de su separación de la idolatría, y de su relación con el verdadero Dios… Cuando fue dado a Israel el mandato: “Acordarte has del día del reposo, para santificarlo”. el Señor también les dijo: “Habéis de serme varones santos”. Éxodo 20:8; 22:31. Únicamente en esa forma podía el sábado distinguir a los israelitas como adoradores de Dios (El Deseado de todas las gentes, p. 250).
Después de la guerra que hubo en las cortes celestiales, Satanás y sus seguidores fueron expulsados. Como seres humanos, estamos sujetos a las tretas y tentaciones habilidosas de este cruel enemigo caído. Y a menos que seamos protegidos por el poder de Cristo, ciertamente seremos extraviados por los sofismas satánicos que inundan el mundo. Nuestra seguridad está en apoyamos no en el poder humano, en el brazo de carne, sino en el brazo divino. Los que son partícipes de la naturaleza divina no serán engañados por Satanás.
Cada uno será probado… Somos propiedad de Dios. En Jesucristo hemos de contemplar un modelo de lo que debiéramos ser. Cada alma debiera disciplinarse en la contemplación, no de sus prójimos, sino de Cristo. Él es el Autor y Consumador de nuestra fe (Alza tus ojos, p. 147).
Ser santificado es participar de la naturaleza divina, captando el espíritu y la mente de Cristo, aprendiendo siempre en la escuela de Cristo… [E]s imposible para cualquiera de nosotros producir este cambio por nosotros mismos. Es el Espíritu Santo, el Consolador, que Jesús dijo que enviaría al mundo, quien cambia nuestro carácter a la semejanza de Cristo; y cuando esto se ha realizado, reflejamos como en un espejo la gloria del Señor. Esto es, el carácter de quien mira así a Cristo es tan parecido al de él, que quien lo mira ve el carácter de Cristo como en un espejo. Aunque no lo notemos, cada día nuestros caminos y nuestra voluntad se transforman en los caminos y la voluntad de Cristo, en la hermosura de su carácter (Reflejemos a Jesús, p. 12).
EL FORASTERO DENTRO DE TUS PUERTAS
Lee Éxodo 19:6. ¿Qué nos dice este texto sobre el estatus del antiguo
Israel? (Ver además 1 Ped. 2:9.)
Israel había sido llamado a salir de Egipto para ser el pueblo del Pacto de Dios; la nación a través de la cual, si hubieran permanecido fieles, el evangelio se habría esparcido por el mundo. Sin duda, fueron objeto del cuidado y la preocupación especiales de Dios, se les concedieron privilegios especiales y, al mismo tiempo, se les asignaron responsabilidades especiales.
Lee Éxodo 23:12. ¿Qué más sucede aquí? ¿Qué nos enseña este texto acerca de cómo Dios consideraba a los demás, aparte de los propios israelitas?
La universalidad del sábado es algo que muchas personas pasan por alto. Por supuesto, el error más común es que solo era para los judíos, un error expuesto en los dos primeros capítulos del Génesis. En definitiva, Dios creó a todas las personas; por lo tanto, todos deberían acordarse del día de reposo.
Aunque siempre debemos tener presente lo que el sábado representa para nosotros, también debemos recordar lo que debería decirnos sobre los demás. En cierto sentido, nuestro descanso y nuestra relación con nuestro Creador y Redentor nos llevarán automáticamente a considerar a los demás con nuevos ojos, a verlos como seres creados por el mismo Dios que nos creó a nosotros, amados por el mismo Dios que nos ama y que murió tanto por ellos como por nosotros. Como hemos visto (Éxo. 20:10; Deut. 5:14), a los siervos, a los extranjeros, incluso a los animales se les debe dar un descanso sabático.
Dice mucho el hecho de que incluso los forasteros dentro de sus puertas, es decir, aquellos que (todavía) no participaban de las promesas del Pacto dadas a Israel, debían disfrutar del descanso sabático. Nunca hay que explotar, abusar ni aprovecharse de los seres humanos, ni de los animales. Cada semana, el pueblo hebreo (y nosotros también) debía recordar de una manera poderosa cuánto tenemos en común con otras personas; e incluso si disfrutamos de bendiciones y privilegios que otros no disfrutan, debemos recordar que continuamos siendo parte de la misma familia humana y, por lo tanto, debemos tratar a los demás con respeto y dignidad.
■ Tu propia observancia del sábado ¿cómo podría convertirse en una bendición para quienes no guardan el sábado? Es decir, ¿cómo puedes usar el sábado como testimonio para los demás?
Martes
Las condiciones de este pacto que abarcaba a todos eran familiares para los hijos de Abraham y para los hijos de sus hijos. A fin de que los israelitas pudiesen ser una bendición para las naciones, y para que el nombre de Dios se conociese “en toda la tierra” (Éxodo 9:16), fueron librados de la servidumbre egipcia. Si obedecían a sus requerimientos, se verían colocados muy a la vanguardia de los otros pueblos en cuanto a sabiduría y entendimiento; pero esta supremacía se alcanzaría y se conservaría tan solo para que por su medio se cumpliese el propósito de Dios para “todas las gentes de la tierra”.
Las maravillosas providencias relacionadas con la liberación de Israel cuando escapó al yugo egipcio y ocupó la tierra prometida, indujeron a muchos de los paganos a reconocer al Dios de Israel como el Gobernante supremo. La promesa había sido: “Y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando extenderé mi mano sobre Egipto, y sacaré los hijos de Israel de en medio de ellos”. Éxodo 7:5. Hasta el orgulloso Faraón se había visto obligado a reconocer el poder de Jehová e instó así a Moisés y a Aarón: “Id, servid a Jehová”. “y bendecidme también a mí”. Éxodo 12:31, 32 (Profetas y reyes, p. 273).
Los israelitas mismos habían sido siervos poco antes, y ahora que iban a tener siervos, debían guardarse de dar rienda suelta al espíritu de crueldad que los había hecho sufrir a ellos bajo sus amos egipcios. El recuerdo de su propia amarga servidumbre debía capacitarlos para comprender la situación del siervo, para ser bondadosos y compasivos, y tratar a los otros como ellos quisieran ser tratados.
Los derechos de las viudas y los huérfanos se salvaguardaban en forma especial y se recomendaba una tierna consideración hacia ellos por su condición desamparada. “Si tú llegas a afligirle, y él a mí clamare, ciertamente oiré yo su clamor —declaró el Señor—; y mi furor se encenderá, y os mataré a cuchillo, y vuestras mujeres serán viudas, y huérfanos vuestros hijos”. Los extranjeros que se unieran con Israel debían ser protegidos del agravio o la opresión. “Y no angustiarás al extranjero: pues vosotros sabéis cómo se halla el alma del extranjero, ya que extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto” (Patriarcas y profetas, pp. 319, 320).
Se prometen grandes bendiciones a los que tienen en alta estima al sábado y se dan cuenta de las obligaciones de descansar en ese día: “Si retrajeres del día de reposo tu pie (de pisotearlo, de anularlo), de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado”. Isaías 58:13-14 (Testimonios para la iglesia, t. 2, p. 618).
SERVIR A LOS DEMÁS ES HONRAR EL SÁBADO DE DIOS
En el mundo del Nuevo Testamento, algunos dirigentes religiosos habían degradado la observancia del sábado a un buen “arte”. Establecieron decenas de prohibiciones y reglas para ayudar a guardar y santificar el día de reposo. Esto incluía la prohibición de atar o desatar cualquier cosa, separar dos hilos, extinguir un incendio, transportar un objeto entre un ámbito privado y el dominio público, o transportar algo por más de una distancia específica en el ámbito público.
¿Qué acusación se presenta contra Jesús en Juan 5:7 al 16?
Estos dirigentes ignoraron por completo el maravilloso milagro que Jesús había realizado y la liberación de la enfermedad que había otorgado a este hombre. Estaban obsesionados con que el hombre sanado cargaba su cama en público en sábado. En lugar de ver cómo el “Señor [...] del día de reposo” (Mar. 2:28) utilizaba este día especial, estos líderes estaban decididos a mantener sus propias normas y reglamentos. Debemos tener cuidado de no cometer errores similares a nuestro modo y en nuestro propio contexto.
¿Cómo describe Isaías 58:2 y 3 la agenda de Dios para la observancia del sábado?
Dios no quiere una adoración hueca o un silencio piadoso. Quiere ver a su pueblo comprometido con otras personas, especialmente con los oprimidos y los marginados.
Isaías aclara esto en Isaías 58:13 y 14: “Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado” (Isa. 58:13, 14).
Buscar nuestra “voluntad” (Isa. 58:13, o nuestros “intereses personales”, como traduce la PDT) equivale a “profanar el sábado” (NVI). Las agendas humanas no son parte del ideal del sábado de Dios. Más bien, se nos invita a estar atentos a quienes atraviesan problemas, a los cautivos, a los hambrientos y desnudos, a los que andan en la oscuridad y cuyos nombres nadie parece recordar. Más que cualquier otro día de la semana, el sábado debería despojarnos de nosotros mismos y de nuestro egoísmo, y hacernos pensar más en los demás y en sus necesidades que solo en nosotros mismos.
Miércoles
Jesús… declaró que la obra de aliviar a los afligidos estaba en armonía con la ley del sábado. Estaba en armonía con la obra de los ángeles de Dios, que están siempre descendiendo y ascendiendo entre el cielo y la tierra para servir a la humanidad doliente. Jesús dijo: “Mi Padre hasta ahora obra, y yo obro”. Todos los días son de Dios y apropiados para realizar sus planes en favor de la familia humana…
¿Debía Dios prohibir al sol que realizase su oficio en sábado, suspender sus agradables rayos para que no calentasen la tierra ni nutriesen la vegetación? ¿Debía el sistema de los mundos detenerse durante el día santo?…
La naturaleza debía continuar su curso invariable. Dios no podía detener su mano por un momento, o el hombre desmayaría y moriría. Y el hombre también tiene una obra que cumplir en sábado: atender las necesidades de la vida, cuidar a los enfermos, proveer a los menesterosos. No será tenido por inocente quien descuide el alivio del sufrimiento ese día. El santo día de reposo de Dios fue hecho para el hombre, y las obras de misericordia están en perfecta armonía con su propósito. Dios no desea que sus criaturas sufran una hora de dolor que pueda ser aliviada en sábado o cualquier otro día (El Deseado de todas las gentes, pp. 176, 177).
Según el cuarto mandamiento el sábado se destinó al descanso y el culto religioso. En ese día había que suspender todos los trabajos seculares; pero las palabras de misericordia y benevolencia están de acuerdo con este propósito del Señor. No han de limitarlas el tiempo ni el espacio. La tarea de aliviar a los afligidos, y consolar a los tristes es una obra de amor que honra el santo día del Señor.
El hombre tiene una obra que cumplir en sábado: atender las necesidades de la vida, cuidar a los enfermos, proveer a los menesterosos. No será tenido por inocente quien descuide el alivio del sufrimiento ese día. El santo día de reposo de Dios fue hecho para el hombre, y las obras de misericordia están en perfecta armonía con su propósito. Dios no desea que sus criaturas sufran una hora de dolor que pueda ser aliviada en sábado o cualquier otro día…
Nuestro Salvador dictaminó que la obra de aliviar los sufrimientos es una tarea de misericordia y no una violación del sábado.
Nunca se deben descuidar las necesidades de la humanidad doliente. Con su ejemplo el Salvador nos ha demostrado que es justo aliviar el sufrimiento en sábado (My Life Today, p. 231; parcialmente en Mi vida hoy, p. 238).
Si Israel hubiese sido fiel a su cometido, todas las naciones de la tierra habrían compartido sus bendiciones. Pero el corazón de aquellos a quienes había sido confiado el conocimiento de la verdad salvadora no se conmovió por las necesidades de quienes les rodeaban. Cuando quedó olvidado el propósito de Dios, los paganos llegaron a ser considerados como estando fuera del alcance de su misericordia. Se los privó de la luz de la verdad, y prevalecieron las tinieblas. Un velo de ignorancia cubrió a las naciones; poco se sabía del amor de Dios y florecían el error y la superstición (Profetas y reyes, p. 275).
LA SEÑAL DE QUE PERTENECEMOS A DIOS
Durante la Segunda Guerra Mundial, Inglaterra esperaba una inminente invasión del ejército alemán. Se hicieron preparativos para defender la isla lo más posible. Se instalaron fortificaciones adicionales a lo largo de las playas. Las carreteras, por supuesto, ofrecerían al enemigo las rutas más rápidas hacia sus objetivos, y en consecuencia se instalaron bloqueos en puntos estratégicos. Entonces, las autoridades inglesas hicieron algo extraño. Para frenar y confundir al enemigo, se quitaron las señales de ferrocarril y se quitaron las señales de tráfico. Los marcadores grabados en piedra o en los edificios no se podían quitar, pero estaban cubiertos con cemento.
Las señales son importantes. Sirven como marcadores y guías. En la era anterior al GPS, todos teníamos mapas y buscábamos señales.
¿De qué cosa es señal el sábado? Lee Éxodo 31:13, 16 y 17. ¿De qué manera
podemos aplicar lo que se dice aquí a nosotros mismos, hoy, siendo personas
que creen en la perpetuidad de la Ley de Dios?
Aunque estas palabras fueron pronunciadas específicamente para el antiguo Israel, nosotros, que somos de Cristo, somos “linaje de Abraham” y “herederos según la promesa” (Gál. 3:29), y el día de reposo hoy continúa siendo una señal entre Dios y su pueblo. Éxodo 31 subraya que el sábado es una señal del Pacto perpetuo (o eterno) de Dios (Éxo. 31:16, 17). Esta señal nos ayuda a “conocer” a nuestro Creador, Redentor y Santificador. Es como una bandera que se levanta cada siete días y funciona como algo que nos ayuda a recordar, ya que tendemos a olvidar.
El sábado de Dios es un recordatorio constante de nuestros orígenes, nuestra liberación, nuestro destino y nuestra responsabilidad hacia los parias y marginados. De hecho, el día de reposo es tan importante que, en lugar de que nosotros vayamos a él, él sale a nuestro encuentro, todas las semanas y sin excepción, como un recordatorio perpetuo de quiénes somos, quién nos hizo, qué está haciendo, y lo que finalmente hará por nosotros cuando haga un cielo nuevo y una Tierra Nueva.
Un Dios santo invita a sus colaboradores humanos del Pacto a considerar el ritmo que gobierna lo que realmente cuenta: la relación salvífica entre el Creador y Redentor y su Creación rebelde. Cada semana, y con la fuerza y la autoridad que vienen de Dios, se nos ordena entrar en el reposo que recibimos gratuitamente en Cristo Jesús, “el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz” (Heb. 12:2).
■ ¿Cómo puedes aprender a tener una experiencia más profunda con Dios durante el sábado?
Jueves
Un autor ha comparado la tentativa de cambiar la ley de Dios con una antigua práctica malvada de hacer apuntar en una dirección errónea una señal colocada en una importante encrucijada de caminos. A menudo, un acto tal ocasionaba mucha perplejidad y grandes aprietos.
Dios erigió una señal indicadora para los que viajan en este mundo. Un brazo de esta señal apuntaba hacia la obediencia voluntaria al Creador como camino que llevaba a la felicidad y la vida, mientras que el otro brazo indicaba la desobediencia como sendero que lleva a la desgracia y a la muerte. El camino a la felicidad estaba tan claramente definido como solían estarlo los caminos que llevaban a la ciudad de refugio en tiempos de los judíos. Pero en mala hora para la familia humana, el gran enemigo de todo bien puso las señales en sentidos contrarios, y multitudes han errado el camino.
Mediante Moisés el Señor instruyó así a los israelitas: “Con todo eso vosotros guardaréis mis sábados: porque es señal entre mí y vosotros por vuestras edades, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico… Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó, y reposó”. Éxodo 31:13-17.
En estas palabras el Señor definió claramente la obediencia como camino que llevaba a la ciudad de Dios; pero el hombre de pecado cambió la dirección de la señal, y la puso en un sentido erróneo. Estableció un falso día de reposo, e hizo creer a hombres y mujeres que descansando en él obedecían a la orden del Creador (Profetas y reyes, pp. 133, 134).
El sábado es señal de una relación que existe entre Dios y su pueblo, de que son sus súbditos obedientes, que guardan su ley. La observancia del sábado es el medio ordenado por Dios para conservar el conocimiento de sí mismo y de distinguir entre sus sujetos leales y los transgresores de su ley.
Esta es la fe una vez dada a los santos, que están ante el mundo con fuerza moral. Manteniendo firmemente esta fe (Testimonios para la iglesia, t. 8, p. 210).
Cuando el Señor liberó a su pueblo Israel de Egipto y le confió su ley, le enseñó que por la observancia del sábado debía distinguirse de los idólatras. Así se crearía una distinción entre los que reconocían la soberanía de Dios y los que se negaban a aceptarle como su Creador y Rey…
Así como el sábado fue la señal que distinguía a Israel cuando salió de Egipto para entrar en la Canaán terrenal, así también es la señal que ahora distingue al pueblo de Dios cuando sale del mundo para entrar en el reposo celestial. El sábado es una señal de la relación que existe entre Dios y su pueblo, una señal de que este honra la ley de su Creador. Hace distinción entre los súbditos leales y los transgresores (Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 351).
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
“Durante toda la semana, debemos recordar el sábado y hacer preparativos para guardarlo según el Mandamiento. No solo debemos observar el sábado en forma legal” (TI 6:355).
“Todo el cielo observa el sábado, pero no de una manera desatenta y ociosa. En ese día, cada energía del alma debe despertarse; porque ¿no hemos de encontrarnos con Dios y con Cristo nuestro Salvador? Podemos contemplarlo por la fe. Él anhela refrescar y bendecir a toda alma” (TI 6:362).
“Lo que se demanda a Dios en sábado es aún más grande que en los otros días. Su pueblo deja entonces su ocupación corriente, y dedica su tiempo a la meditación y el culto. Le piden más favores en sábado que en los demás días. Requieren su atención especial. Anhelan sus bendiciones más selectas. Dios no espera que haya transcurrido el sábado para otorgar lo que le han pedido. La obra del cielo no cesa nunca, y los hombres no deberían nunca descansar de hacer el bien. El sábado no está destinado a ser un período de inactividad inútil. La Ley prohíbe el trabajo secular en el día de reposo del Señor; debe cesar el trabajo con el cual nos ganamos la vida; en ese día no es lícita ninguna labor que tenga por fin el placer mundanal o el lucro; porque así como Dios abandonó su obra creadora y descansó el sábado y lo bendijo, el hombre debe dejar las ocupaciones de su vida diaria y consagrar esas horas sagradas al descanso sano, al culto y a las obras santas. La obra que hacía Cristo al sanar a los enfermos estaba en perfecta armonía con la Ley. Honraba el sábado” (DTG 177, 178).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. El cuidado del medio ambiente se ha convertido en un debate político muy cargado en muchos países. ¿Cómo podemos nosotros, como adventistas, ser buenos mayordomos de la naturaleza sin asumir agendas políticas?
2. El servicio comienza en la mente. ¿Cómo podemos fomentar la mentalidad de servir a quienes nos rodean (en nuestra familia, iglesia y comunidad) con más pasión? ¿En qué medida el sábado nos ofrece más oportunidades para poder hacer precisamente eso?
3. Cada sábado nos recuerda que Dios creó a toda la humanidad. Nos ayuda a ver a los demás a través de los ojos de Dios. ¿Cómo debería ayudarnos el sábado a recordar que las diferencias raciales, étnicas, socioeconómicas y de género son irrelevantes cuando se habla de que Dios nos hizo a su imagen y de que somos objetos de su amor?
Viernes
El Deseado de todas las gentes, “El sábado”, pp. 248-255;
La edificación del carácter, “No existe santificación sin obediencia”, pp. 64, 65.
"DESCANSO EN CRISTO"
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Dios lo bendiga!!!
Lección 10
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Parte I: RESEÑA
¿Alguna vez perdiste algo, pero estaba a simple vista y no lo veías? Supongamos que perdiste las llaves del auto. Buscaste por toda la casa, pero no pudiste encontrarlas. De repente, te acuerdas: las dejaste en el bolsillo de tu chaqueta colgada en el armario, o en el bolso en una silla de la cocina.
Dios nos ha dado el don de recordar. ¿Y si no tuviéramos ese don? ¿Y si lo único que conociéramos fuera el presente? La vida sería terriblemente complicada. En la lección de esta semana, volveremos al tema del sábado y lo veremos desde una perspectiva diferente. Seguramente recordarás que el cuarto Mandamiento comienza con la palabra “acuérdate”. Ninguno de los demás Mandamientos comienza de esa manera. Recordar presupone que has sabido algo antes. El mandamiento del sábado es un recordatorio perpetuo para el mundo entero de la autoridad creadora de Dios. Dondequiera que estemos en el mundo, el sábado llega a toda la humanidad ofreciendo sus bendiciones cada séptimo día.
En todas las Escrituras, el día de reposo nos recuerda que Cristo nos hizo, nos redimió, nos libera, nos re-crea y viene de nuevo a buscarnos. Nuestra lección de esta semana subraya el hecho de que, en el plan eterno de Dios, el sábado es un día de bendición, deleite, adoración y servicio. Especialmente el día de reposo, mientras permanecemos en su presencia, participamos de la adoración colectiva y lo volvemos a buscar, él nos re-crea a su imagen.
Parte II: COMENTARIO
En 2008 se publicó un artículo fascinante, titulado “Neuroteología: ¿Estamos mentalmente programados para Dios?” El artículo cita a Dean Hamer, un doctor en Genética Conductual. El autor del artículo, René J. Muller, afirma: “En 2004, Hamer publicó The God Gene: How Faith Is Hardwired Into Our Genes [El gen de Dios: la fe está integrada en nuestros genes], que se destacó en un artículo de tapa de Time sobre neuroteología. Hamer dejó en claro que había abordado su trabajo con las herramientas de las ciencias naturales: ‘La primera tarea de cualquier científico que intente vincular la genética con la espiritualidad es mostrar que la espiritualidad se puede definir y cuantificar’ ”. “El trabajo de Hamer no se trata de demostrar la existencia de Dios, que es el dominio de la religión, sino de mostrar que la espiritualidad es un fenómeno real que se puede describir y medir […]. Él cree que la religión tiene sus raíces en la formación; y la espiritualidad, en la naturaleza” (R. J. Muller, Psychiatric Times, “Neurotheology: Are We Hardwired for God?”). Hamer se une a un número creciente de científicos que creen que estamos “programados para Dios”.
En Génesis 1:26, la narración bíblica relata la creación de la humanidad. “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”. Génesis 1:27 continúa: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”.
¿Qué significa que los seres humanos hayan sido creados a imagen de Dios? Por cierto, significa más que una mera semejanza física. Tanto los animales como los seres humanos se reproducen. La imagen de Dios tiene que ver con la totalidad de lo que somos física, mental, emocional y espiritualmente. Se nos ha dado conciencia, razón y juicio para tomar decisiones morales y éticas. Pero sobre todo, escrito en nuestro código genético, en nuestro ADN, en el nivel más profundo, somos seres que adoran. El sábado llena ese doloroso vacío en nuestro corazón para reconectarnos con nuestro Creador. El sábado no es un requisito legalista ni una institución exclusivamente judía. El sábado es una celebración de la vida que Cristo nos ha dado. Es un recordatorio de que debemos cuidar el medio ambiente que nos rodea, que es el objeto del cuidado de nuestro Creador.
El sábado y el medio ambiente
Cuando Dios colocó a Adán y a Eva en el Jardín, les indicó que lo “labrara[n] y lo guardase[n]” (Gén. 2:15). A Adán también se le dio el privilegio de poner nombre a todos los animales (2:19, 20). Nuestros primeros padres estaban en contacto con la naturaleza en su casa-jardín y Dios les dio instrucciones para preservar su entorno natural. El sábado era un recordatorio semanal tanto de su relación con Dios como con su entorno. Adorar al Creador también incluye cuidar de su Creación. Actualmente, la contaminación industrial está destruyendo nuestro planeta. “Los contaminantes tóxicos afectan a más de 200 millones de personas en todo el mundo, según Pure Earth, una organización ambientalista sin fines de lucro […]. Los estadounidenses generan 30 mil millones de vasos térmicos descartables, 220 millones de neumáticos y 1,8 mil millones de pañales desechables cada año, según la Green Schools Alliance […]. La contaminación en China puede cambiar los patrones climáticos en los Estados Unidos. La corriente en chorro tarda solo cinco días en transportar una gran contaminación del aire de China a Estados Unidos, donde evita que las nubes produzcan lluvia y nieve. Aproximadamente 7 millones de muertes prematuras al año están relacionadas con la contaminación del aire, según la OMS. Esa es una de cada ocho muertes en todo el mundo” (A. Bradford, “Pollution Facts and Types of Pollution”, Live Science). El sábado es un llamado de atención para cuidar la creación de Dios.
El sábado y la liberación
Cuando Moisés reafirma el mandamiento del sábado a una nueva generación que está a punto de entrar en la Tierra Prometida, comienza con: “Guardarás el día de reposo” y concluye con: “Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido; por lo cual Jehová tu Dios te ha mandado que guardes el día de reposo” (Deut. 5:12, 15). El sábado es una señal de liberación. Los egipcios esclavizaron a los israelitas durante siglos. Milagrosamente, Dios los liberó. No se liberaron solos. Dios los liberó con su “mano fuerte”. El sábado es un recordatorio del poder de Dios para librarnos de cualquier situación.
En la Creación, Dios habló, y surgió nuestro mundo. La palabra de Dios es todopoderosa, creadora, y tiene poder para cambiar vidas. El sábado es un recordatorio semanal de que no hay nada imposible para Dios. Si creó el mundo con su palabra, puede volver a crear nuestro corazón. Si produjo luz de las tinieblas, puede iluminar nuestra mente entenebrecida. Si habló, y aparecieron árboles frutales, con sus frutos maduros y deliciosos, él puede producir el fruto del Espíritu en nuestra vida. Si le infundió vida a Adán, puede infundir nueva vida en nosotros. Romanos 6:1 al 7 habla de la nueva vida que Cristo nos da cuando morimos voluntariamente a la vieja vida, como se manifiesta en la ceremonia del bautismo. Existe un vínculo directo entre la vida original que Dios creó en el Edén y la vida nueva que surge cuando Dios recrea nuestro corazón. Al principio, Dios creó la vida y, una vez más, hace que nuestra vida sea nueva. El sábado es un símbolo de la Creación y la nueva Creación de Dios.
El sábado como símbolo de renovación y bendición
Dios diseñó el sábado para toda la humanidad. Su bendición reparadora, según las Escrituras, es para cada uno de nosotros (Éxo. 23:12). Las bendiciones del sábado no son exclusivamente para los judíos. Según el Antiguo Testamento, son para todas las personas. El sábado no es solo un día de adoración, sino también un día para bendecir a los demás. Para Jesús, el sábado era un día para tocar a otros con su gracia sanadora.
Considera el caso del inválido en el estanque de Betesda, ubicado en Jerusalén, justo dentro de la Puerta de las Ovejas. Betesda significa “Casa de misericordia”, o “Casa de gracia”. Evidentemente, Jesús iba de camino al culto sabático cuando vio a un hombre que había estado en una condición horrible por 38 años. Al relatar esta experiencia, Elena de White describe a Jesús “andando solo, en aparente meditación y oración” cuando vio “un caso de desgracia extrema” (DTG 171). Era el día de reposo, y Jesús sabía que este acto de curación generaría una controversia importante entre los fariseos. Los sacerdotes tenían 39 regulaciones diferentes que regían el trabajo aceptable en sábado. Estos “requerimientos sin sentido” y estas “restricciones absurdas” eran una “carga intolerable” (DTG 173, 174). Se nos dice que Jesús, “tanto por sus palabras como por sus obras de misericordia, estaba quebrantando el poder opresivo de las antiguas tradiciones y de los mandamientos de origen humano, y presentaba el amor de Dios en su plenitud inagotable” (DTG 175).
Al comprender su falta de esperanza, Jesús preguntó al pobre enfermo: “¿Quieres ser sano?” (Juan 5:6). Era imposible que el hombre se recuperara por sí solo. Mediante la fe, él respondió al mandato del Salvador: “Levántate, toma tu lecho, y anda” (5:8). Nueva vida fluyó por cada nervio y tejido de su cuerpo. Milagrosamente, se recuperó. Por fe, aceptó la palabra de Cristo y actuó de acuerdo con ella. Este milagro sabático, al igual que cada una de las curaciones sabáticas de Jesús, está íntimamente ligado a una verdad espiritual más profunda. Si aceptamos la Palabra de Dios por fe y actuamos en consecuencia, nos sanamos. La observación de este milagro sabático es que Jesús es tanto nuestro Creador como nuestro Redentor. Aquel que nos hizo puede re-crearnos y hacernos íntegros nuevamente. Él se acerca a nosotros, ve nuestras necesidades, nos redime con su gracia y convierte nuestra desesperación en esperanza.
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
El profeta Isaías instó a Israel a hacer una reforma decidida en sus prácticas para la observancia del sábado. En Isaías 58:13 y 14, los exhorta: “Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado”. En tiempos bíblicos, poner los pies en una propiedad era un símbolo de posesión. El sábado pertenece a Dios, no es nuestro. Es de él, por lo que amablemente nos invita a encontrar nuestro más profundo deleite y nuestro placer supremo al adorarlo y bendecir a otros en el día de reposo.
- ¿Cómo puede el sábado ser aún más significativo para ti?
- ¿Hay algún aspecto de la observancia del sábado que te gustaría cambiar personalmente?
- En tu escala de prioridades, ¿qué importancia tiene para ti la adoración en sábado?
- Enumera al menos tres cosas específicas que puedes hacer para bendecir a otros en el día de reposo.
"DESCANSO EN CRISTO"
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