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Intermediarios | Lección 10: Mi nuevo prójimo | 2do Trimestre 2022 | Año C

Intermediarios | Lección 10: Mi nuevo prójimo | 2do Trimestre 2022 | Año C

Lección 10 de Intermediarios

MI NUEVO PRÓJIMO

 

¿Llegó alguna vez a vivir en tu vecindario una persona, que parecía no pertenecer a ese ambiente? ¿Cuáles fueron tus sentimientos? ¿Se visten o hablan en forma diferente algunos alumnos en tu escuela? ¿Cómo los tratas? Jesús dio una definición nueva y mejor de la palabra “prójimo” en una de sus historias.


Texto y clase de referencias:
Lucas 10:25-37; El Deseado de todas las gentes, pp. 460-466
Versículo para memorizar:
“Como respuesta el hombre citó: —’Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente’y: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo’” (Lucas10:27).
Mensaje:
Porque amamos a Dios, todos llegan a ser nuestro prójimo.

 

Jesús estaba sentado en la ladera de una colina enseñando. Como de costumbre lo escuchaban personas de todo tipo. Algunas venían porque encontraban esperanza. Otras lo hacían porque él las ayudaba a comprender el amor de Dios. Había también quienes escuchaban porque no creían lo que decía y deseaban probarlo. En la lección de hoy, un abogado se encontraba entre la multitud. Era uno de los que intentaban ponerlo a prueba. Por eso le preguntó:

—Maestro, ¿qué debo hacer para tener la vida eterna? Jesús, que podía comprender los pensamientos de este abogado, contestó esta pregunta con otra. Quería que todos oyeran y comprendieran. Dijo:

—¿Qué está escrito en la ley? Tú eres abogado. ¿Cómo entiendes eso?

El abogado sonrió con orgullo y contestó:

—”Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente” y: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.

—Bien contestado —le dijo Jesús—; haz eso y vivirás.

El abogado no deseaba que esa conversación terminara tan pronto. Pensó en un punto de vista diferente. Queriendo entrampar a Jesús, preguntó:

—¿Y quién es mi prójimo? Jesús contempló a la multitud y comenzó una de sus historias. A la gente le encantaba oírlo referir sus historias. Otros se enojaban mucho cuando Jesús no discutía asuntos de la ley con ellos.

“Un día —relató Jesús— un hombre viajaba solo por un camino pedregoso entre Jerusalén y Jericó. Una banda de ladrones lo atacó, lo golpeó, le robó la ropa y todo lo demás que llevaba, y lo dejó al borde del camino dándolo por muerto.

“Un sacerdote que transitaba por el lugar vio al herido y se pasó al lado opuesto del camino para hacer pensar que no había visto a la víctima. Después pasó un levita por el mismo lugar. Después de mirarlo, se apartó de él y pasó al otro lado del camino para que no lo consideraran inmundo o contaminado.


“Finalmente pasó un samaritano con su borrico cargado de mercancías. El samaritano, en lugar de temer que lo atacaran, sintió compasión y se detuvo junto al herido. Pensaba solamente en que ese herido necesitaba su ayuda. Tomó vino, aceite y tela de sus alforjas y lavó y vendó las heridas lo mejor que pudo. Luego puso al herido en su borrico y reinició el camino hacia Jericó.

“Se detuvo en la primera posada que encontró. Llevó al herido y lo acostó para que pasara la noche. A la mañana siguiente después de asegurarse que el herido se sentía mejor, el samaritano pagó los gastos al posadero y le dejó un anticipo para que lo atendiera hasta su total mejoría”.

Jesús dejó la historia en este punto y miró a los oyentes que se habían juntado a su alrededor. Después miró al abogado y le preguntó:

—¿Cuál de estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?

El abogado vaciló un minuto. No le agradó que Jesús hubiera convertido al samaritano en el héroe de la historia. Los judíos consideraban racialmente inferiores a los samaritanos. También pensaban que eran inferiores desde el punto de vista religioso por no ser verdaderamente judíos. ¿Por qué había hecho Jesús que los villanos de la historia fueran judíos como él mismo? Él ni siquiera deseaba decir la palabra “samaritano”, de modo que contestó:

—El que manifestó bondad hacia él.

Jesús sonrió. El experto había contestado su propia pregunta.

—Vé y haz tú lo mismo —le dijo.

El abogado se alejó pensativo. Jesús, sin discutir ni argüir, había dicho que sus seguidores debieran tratar a toda persona necesitada con bondad y misericordia. No importaba cuál fuera el color de la piel, cuán inteligentes fueran ni qué idioma hablaran. Cualquier persona en necesidad era su prójimo. Y los héroes de las acciones bondadosas no siempre eran personas religiosas. En algunos casos el mejor ejemplo procedía de un samaritano despreciado que sabía lo que era amar.

 

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Dios les bendiga!!!

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