Lección 6 de Intermediarios
¿QUIÉN ES EL RESPONSABLE?
¿Has estado en un campamento o en el campo donde no había tiendas ni almacenes? ¿Cómo te sentirías si tu provisión de alimentos y agua disminuyera en forma alarmante? ¿Sentirías pánico o confiarías en que Dios te proveería lo necesario?
Éxodo 16; Patriarcas y profetas, pp. 296-309.
“Moisés y Aarón les dijeron a todos los israelitas: —Esta tarde sabrán que fue el Señor quien los sacó de Egipto, y mañana por la mañana verán la gloria del Señor” (Éxodo 16:6, 7).
Adoramos a Dios cuando obedecemos sus bondadosas instrucciones para nuestras vidas.
Moisés contempló toda la comunidad israelita acampada en el borde del desierto de Sin. Pocos días antes habían disfrutado en un hermoso oasis con doce fuentes de agua, 70 palmeras y toda el agua que quisieran beber. Habían sentido mucha sed, pero Dios había provisto agua, aunque esa agua era amarga; Dios le había mostrado a Moisés cómo volverla dulce. El pueblo ahora volvía a estar en la incertidumbre.
Moisés podía oír sus quejas y murmuraciones.
—Ustedes no están rezongando contra Aarón o contra mí —dijo Moisés—. Están murmurando contra Dios; y él quiere que sepan que los ha escuchado.
—Esto es lo que Dios desea decirles —continuó diciendo Moisés—. En la tarde les daré carne para comer como acostumbraban en Egipto. En la mañana tendrán pan. Entonces sabrán que yo soy vuestro Dios.
A la hora del crepúsculo, tal como Dios lo había dicho, una enorme bandada de codornices cubrió el campamento. Los israelitas una vez más se sintieron momentáneamente felices y comieron carne en abundancia. Se olvidaron de sus frustraciones y murmuraciones. A la mañana siguiente una por una, las cabezas asomaron por las tiendas abiertas para ver el suelo del campamento cubierto con una sustancia como semillitas blancas redondas.
—¿Qué es esto? —se preguntaban la gente.
—Es el pan que Jehová les da para comer conforme a su promesa —contestó Moisés—. Continuará enviándolo todos los días. Desea que demuestren su agradecimiento obedeciendo las instrucciones que ha dado. Cada persona debe recoger solamente lo que necesita para su familia durante el día, es decir, unos dos litros.
La gente obedeció la primera parte de las instrucciones.
Después Moisés dio la segunda parte de las instrucciones:
—Nadie debe guardar maná hasta la mañana siguiente. Dios desea darles lo que necesitan cada día. Quiere que confíen en que él les dará mañana lo que necesitarán. Lo único que deben hacer es lo que les pidió que hicieran hoy.
La gente regresó nuevamente a sus tiendas y se puso a preparar pan y comida con el maná. Ese producto tenía un agradable sabor a miel.
A pesar de las instrucciones de Dios por medio de Moisés, algunas personas, desobedeciendo, guardaron pan de maná para el día siguiente.
En la mañana, el pan que habían guardado la noche anterior tenía mal olor y estaba lleno de gusanos. Tal como Moisés había dicho y Dios había prometido, había suficiente maná para las necesidades de todos en el nuevo día. La gente tuvo que levantarse temprano para recoger maná antes de que el sol calentara mucho, porque entonces se derretía.
Este magnífico recurso se repitió día tras día hasta que llegó la mañana del sexto día. Moisés reunió a la gente para comunicarles otra instrucción de Dios:
—Mañana es sábado. Es un día santo de reposo. Dios quiere que hoy reúnan dos porciones de maná. Esta vez no se echará a perder. Dios desea que mañana reposen y pasen tiempo con él, sin preocuparse de lo que comerán.
Una vez más la gente salió a recoger maná como alimento para ese día. Como de costumbre, la mayor parte de la gente obedeció las instrucciones de Dios, pero otros no lo hicieron. Cuando amaneció el día sábado, algunas personas salieron en busca de maná; pero, como era de esperarse, no encontraron nada, tal como Dios había anunciado.
Moisés observó a la gente chasqueada que volvía a sus tiendas con hambre.
Algunos miembros del pueblo de Dios necesitarían más tiempo para creer que Dios proveería el alimento necesario para cada día. Durante 40 años proveyó maná diariamente.
¿Cuándo aprendería ese pueblo a tranquilizarse por medio de la oración cuando tuviera dificultades? Debían escuchar las sencillas instrucciones dadas por Dios y alabarlo, adorarlo obedeciéndolo.
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Dios les bendiga!!!
Que linda historia
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