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Intermediarios | Lección 11: Una señal de realeza | 2do Trimestre 2022 | Año C

Intermediarios | Lección 11: Una señal de realeza | 2do Trimestre 2022 | Año C

Lección 11 de Intermediarios

UNA SEÑAL DE LA REALEZA

 

¿Ha habido en tu relación con otras personas alguien que siempre estaba al acecho para perjudicarte? ¿Pensaste en cuál sería la solución para ese problema? ¿Deseaste ser suficientemente fuerte como para ponerlo en su lugar? Jesús tenía una idea diferente.


Texto y clase de referencias:
Lucas 6:27-36; El discurso maestro de Jesucristo, pp. 65, 66.
Versículo para memorizar:
“Ustedes, por el contrario, amen a sus enemigos, háganles bien y denles prestado sin esperar nada a cambio. Así tendrán una gran recompensa y serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso con los ingratos y malvados” (Lucas 6:35).
Mensaje:
Como hijos e hijas de Dios, podemos elegir amar a todos.

 

Una numerosa multitud se había reunido en un extenso terren plano. Había toda clase de gente. Jesús y los 12 discípulos, nuevos seguidores de Jesús y gente común. Todos habían ido para oír al Maestro. Cuando comenzó a hablar, todos escucharon atentamente. Sus palabras eran sencillas, pero las ideas que transmitía a veces eran difíciles de comprender.

Como de costumbre, había allí cerca algunos soldados romanos. También escuchaban varios sacerdotes. Jesús hablaba de diversas bendiciones y calamidades. De pronto cambió de tema. Dijo: “Ahora les hablaré acerca de cómo obtener verdadera felicidad. Amen a sus enemigos, hagan cosas buenas para los que no los aprecian, digan algo positivo acerca de los que los maldicen, y oren por los que los explotan y usan para fomentar sus propios intereses.

“Si alguien te pega en una mejilla, vuélvele también la otra. Si alguien te quita la camisa, no le impidas que se lleve también la capa. Dale a todo el que te pida, y si alguien se lleva lo que es tuyo, no se lo reclames.

“Traten a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes.

¿Qué mérito tienen ustedes al amar a quienes los aman? Aun los pecadores lo hacen así. ¿Y qué mérito tienen ustedes al hacer bien a quienes les hacen bien? Aun los pecadores actúan así. ¿Y qué mérito tienen ustedes al dar prestado a quienes pueden corresponderles? Aun los pecadores se prestan entre sí, esperando recibir el mismo trato. Ustedes, por el contrario, amen a sus enemigos, háganles bien y denles prestado sin esperar nada a cambio. Así tendrán una gran recompensa y serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso con los ingratos y malvados. Sean compasivos, así como su Padre es compasivo”.


Jesús hizo una pausa para observar en los rostros de la gente la reacción que se había producido. Podía ver sonrisitas burlonas en los rostros de los soldados romanos; ceños fruncidos que mostraban desaprobación en los rostros de los sacerdotes y diversas expresiones en las caras de la multitud. Había inquietud entre la gente. Algunos reunían sus pertenencias y su familia y comenzaban a retirarse, aunque todavía no era hora de almorzar. Los que se retiraron temprano perdieron el resto del sermón de Jesús.

La gente consideraba excesivo lo que Jesús pedía de ellos. No querían seguir escuchando.

Hacia el atardecer, cuando la mayor parte de la gente se iba retirando, un hombre joven permaneció sentado cerca de Jesús. Después de guardar silencio unos momentos, dijo:

—Maestro, ¿no derrama Dios sus bendiciones sobre quienes le obedecen? ¿Por qué tenemos que hacer cosas buenas para beneficio de nuestros enemigos?

Jesús sonrió y le dijo:

—¿No hace Dios salir el sol y envía la lluvia sobre obedientes y desobedientes? ¿No escuchan todos los cantos de las avecillas en una mañana de primavera?

—Así es —contestó el joven pensativamente.

—¿No se extiende la misericordia de Dios a todos? —volvió a preguntar Jesús.

—No había pensado en eso —dijo el joven. Era evidente que deseaba aceptar nuevas ideas.

—Servir a Dios —explicó Jesús— significa estar dispuesto a ser para otros lo que Dios es para nosotros. Amar a nuestros enemigos significa que siempre actuaremos de tal manera que sea beneficioso para los demás, aunque tengan la intención de perjudicarnos. Oraremos por ellos. Pensaremos en formas reales de ayudarlos. Les concederemos los mismos derechos y el mismo respeto que desearíamos para nosotros mismos.

—No sé si podría hacer eso —dijo el joven mirando esperanzado el rostro del Maestro.

—Eso es precisamente lo importante —dijo Jesús sonriendo, sabiendo que nuevamente un hombre joven comprendería antes que los adultos—. Eso puede conseguirse solamente si nosotros mismos aceptamos esa clase de amor de parte de Dios y después lo reflejamos sobre las personas con quienes nos relacionamos, no importar de quién se trate. Amar de ese modo es la verdadera señal de realeza, de ser hijos e hijas de Dios.

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*NRV: Santa Biblia, Nueva Reina Valera 2000.
*NVI: Santa Biblia, Nueva Versión Internacional.

 

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Dios les bendiga!!!

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