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Intermediarios | Lección 3: El amigo más importante | 2do Trimestre 2022 | Año C

Lección 3 de Intermediarios

EL AMIGO MÁS IMPORTANTE

 

¿Te has sentido abandonado por tus mejores amigos? ¿Te has sentido totalmente solo y que nadie se preocupaba por ti? Jesús se sentía así en nuestra lección de hoy, pero descubrió que aunque se sintiera de ese modo, Dios estaba con él y se preocupaba por él.


Texto y clase de referencias:
Mateo 26:36-46; El Deseado de todas las gentes, pp. 636-646.
Versículo para memorizar:
“Padre mío, si no es posible evitar que yo beba este trago amargo, hágase tu voluntad” (Mateo 26:42).
Mensaje:
Podemos amar y servir a los demás cuando confiamos totalmente en Dios.

 

Judas recorría en la oscuridad las callejuelas en dirección a la casa del sumo sacerdote Caifás. Judas se sorprendió al ver grupitos de sacerdotes que discutían acaloradamente. ¿Qué sucedía?

—¡Tú eres uno de los discípulos de Jesús! —acusó alguien señalando a Judas—. Te vi con él cuando hablaba del fin del mundo. Uno por uno todos los sacerdotes empezaron a fijar la mirada en Judas.

—¿Qué haces aquí? —la voz del sacerdote subió de volumen.

—Soy Judas Iscariote —contestó.

—Te conocemos —dijo el sacerdote—. Lo que te pregunté es qué haces aquí.

—He venido a hacer un trato con ustedes —contestó Judas.

Los sacerdotes se miraron con expresión de incredulidad, y uno contestó que ellos no hacían tratos con seguidores de Jesús.

—Ajá —dijo Judas—, pero no soy un seguidor de Jesús.

Los sacerdotes se pasaron la mano por la barba mientras Judas siguió hablando.

—Sé que ustedes buscan la ocasión adecuada para eliminar a Jesús. Les mostraré el lugar donde está si me dan treinta monedas de plata.

Judas sonrió para sí. Estaba seguro de que aceptarían su oferta.

—Sabemos dónde encontrarlo. Lo vemos todos los días en el templo. ¿Por qué tendríamos que pagarte? —dijo burlonamente el jefe de los sacerdotes.

—¡Ah, pero yo puedo llevarlos al lugar donde está solo —replicó Judas. Los sacerdotes comentaron la oferta de Judas. Finalmente el jefe de los sacerdotes dijo:

—Aceptamos tu oferta.

Se pusieron de acuerdo en cuanto al lugar y la hora en que se reunirían para ir en busca de Jesús.

Judas, muy contento y satisfecho, volvió al lugar donde estaba Jesús con los discípulos. Sin embargo, mientras celebraban la participación en la cena de la Pascua, Judas no se atrevía a mirar a Jesús. Suponía que Jesús de alguna manera sabía lo que él había hecho. Judas comenzó a sentir los fríos dedos de la duda en su mente, y en cuanto pudo hacerlo, se retiró del lugar. Jesús y los discípulos caminaron hacia el jardín llamado Getsemaní, al que Jesús iba con frecuencia para orar. Jesús tropezó y casi cayó dos veces y tenía una expresión de sufrimiento en el rostro. Nunca lo habían visto en esa condición, tan triste y retraído.

Cuando llegaron a la entrada del jardín Jesús dijo:

—Esperen aquí un poco. Voy más allá para orar.

Luego invitó a Pedro, Santiago y Juan para que fueran con él. Cuando llegaron al lugar conocido, Jesús les dijo a los tres discípulos:

—Quédense aquí. Yo iré un poco más allá. Oren conmigo.

Cuando Jesús llegó al lugar, cayó en tierra. El peso de los pecados de la humanidad lo estaban separando de su Padre.

—Padre mío —exclamó muy afligido—, ¿hay otra manera de salvar al mundo? No puedo soportar el pensamiento de estar separado de ti. Te amo mucho. Confío en ti. Que se haga tu voluntad.


Jesús volvió al lugar donde habían quedado los tres discípulos. Necesitaba su ayuda y apoyo, pero los encontró profundamente dormidos. Pedro despertó y lo miró sobresaltado. Jesús lo miró con tristeza y dijo:

—¿No pudieron velar conmigo durante una hora?

Pedro se restregó los ojos y Jesús siguió diciendo:

—Tengan cuidado de no ceder a la tentación. Están dispuestos a seguirme, pero sus cuerpos son débiles.

Jesús se fue nuevamente para continuar orando a su Padre. Cuando volvió junto a sus discípulos, de nuevo los encontró dormidos. Jesús por tercera vez se dirigió al lugar donde oraba. Una vez más rogó a su Padre que lo librara de la enorme responsabilidad de morir por los pecados de la humanidad. Finalmente aceptó la voluntad de su Padre celestial y le pidió la fuerza necesaria para llevar a cabo su voluntad.

Apenas aparecían las primeras señales del amanecer, Jesús despertó a Pedro, Santiago y Juan.

—Miren hacia allá —dijo Jesús—. Se acerca el que me traicionó. Los discípulos vieron sacerdotes y mucha gente armada que se aproximaban.

Pedro, Santiago y Juan se pusieron nerviosos al ver que la multitud se aproximaba. Pero cuando miraron a Jesús, vieron que tenía una expresión de calma absoluta. Ya no estaba triste como la noche anterior. Su semblante irradiaba paz. Jesús sabía que moriría, pero que su muerte pagaría por los pecados de la humanidad. Sintió satisfacción porque su muerte haría posible que toda la gente del mundo viviera eternamente, si creían en él y lo aceptaban como su Salvador. Jesús sabía que el dolor que experimentaría habría valido la pena aunque una sola persona decidiera seguirlo. Deseaba realizar su gran servicio en favor de todos los que habían vivido y que vivirían en el mundo.

 

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Dios les bendiga!!!

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