Lección 4 de Intermediarios
UNA GRAN TAREA
¿Qué tiene que ver “La gran comisión” con tu vida?
Mateo 28:16-20;
El Deseado de todas las gentes, cap. 86, pp. 773-784.
“Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo”
(Mateo 28: 19, 20).
Aceptamos la responsabilidad de compartir las buenas noticias con otros.
El profesor comenzó diciendo: “Esta mañana escuché a un pastor en el radio hablar acerca de esparcir las buenas noticias acerca de Jesús con la gente de la India. ¿Saben ustedes que el mensaje del evangelio se envía diariamente por radio a más de cinco millones de personas en la India?”
El maestro miró a la clase. “¡El pastor dijo que cuando los misioneros celebran reuniones para hablar acerca de Jesús asisten miles de personas! La gente está hambrienta por aprender acerca del Señor!”
Esta mañana tomé la decisión de ser un misionero —dijo haciendo una pausa.
Los alumnos se miraron unos a otros. Jeremías levantó la mano.
—¿Quiere decir que usted no será más nuestro maestro? —preguntó.
—No, lo que quiero decir es que este verano participaré en un viaje misionero —dijo el maestro con una sonrisa—. Jeremías, ¿puedes leer Mateo 28:19 para nosotros?
Jeremías buscó el texto y leyó en voz alta, “Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.
—Gracias Jeremías —dijo el maestro. He pensado por mucho tiempo que me gustaría ser un misionero.
El pastor que hablaba en el radio esta mañana realmente me inspiró. Creo que Dios estaba hablando a mi corazón.
—Podemos enredarnos en muchas cosas aquí en la tierra —continuó el maestro—. Trabajando para tener dinero, buscando tener amigos, buscando pasar un buen tiempo. Es muy fácil olvidarnos de lo que es realmente importante en la vida.
—Mi papá siempre me dice eso —dijo Mariana agitando la mano en el aire—. Él dice que todas las cosas en la tierra se van a quemar y debemos guardar nuestros tesoros en el cielo.
—Tu papá tiene razón —dijo el maestro—. Quiero que piensen en la historia bíblica de hoy. Estas palabras que Jeremías leyó son casi las últimas palabras que los discípulos escucharon de los labios de Jesús antes de que él regresara al cielo.
“Jesús les pidió que lo esperaran en un lugar especial donde habían pasado mucho tiempo juntos. De modo que los discípulos subieron a la colina y esperaron. Estoy seguro que estaban ansiosos de ver a su querido amigo nuevamente.
“Cuando él llegó, les dio palabras de ánimo e instrucciones y les dijo que siempre estaría con ellos. Pero Jesús no estaba hablando solamente con los once discípulos. Él estaba hablando con todos los que serían sus discípulos a través de los siglos. Él estaba hablando conmigo y contigo. Hemos sido escogidos para contar a otros acerca de Jesús. No hay nada más importante que podamos hacer en esta vida”.
—Por eso he decidido quemar mis esquíes.
La clase lo miró perpleja.
—Bueno, no exactamente mis esquíes —les dijo el maestro riéndose—. Es que he estado ahorrando para un nuevo par de esquíes para la nieve. Pero ahora he decidido que, como dice el papá de Mariana: “Todo aquí se va a quemar”. En lugar de eso, voy a usar el dinero para mi viaje misionero.
Usaré el dinero para algo más importante que un par de esquíes. —¿Es malo comprar esquíes para la nieve? —preguntó Carlos.
—No —contestó el maestro—. Pero he decidido que el privilegio de ser escogido para contar a otros acerca de Jesús es muy grande de modo que mi viaje misionero es más importante.
—¡Estoy muy emocionado! —exclamó—. Estoy tan emocionado porque pienso que puedo hacer algo por esparcir el amor de Dios en el mundo!
—Yo creo que usted ya es un misionero —interrumpió Luis—. Usted nos enseña acerca del amor de Dios y este año la clase de Biblia es mi preferida.
—Es cierto lo que dice Luis —intervino Mariana—. Creo que todos podemos ser
misioneros. Creo que
ya todos somos misioneros. Lo que sucede es que
algunas veces nos olvidamos de esto.
—Así es —dijo Mateo—, algunas veces pensamos solamente en lucir bien o en causar una buena impresión a nuestros amigos. Me gustaría que también los niños pudieran hacer viajes misioneros —añadió.
—¡La buena noticia es que pueden hacerlo! —dijo el maestro—. Hay muchos viajes para familias, el viaje de este verano es para familias y el pastor Morales dice que aún hay oportunidad para participar.
—Yo tengo 45 dólares reunidos —dijo Mateo—. Estoy ahorrando para una motocicleta, pero quizás puedo usar ese dinero en un viaje misionero.
—Creo que tengo la hoja de información sobre el viaje misionero en mi maletín —dijo el maestro—. Carlos, ¿podrías ir a la oficina, y pedirle a la señora Pérez que haga suficientes copias para todos los que están interesados? ¿Cuántos quieren una copia? —preguntó.
Todos los alumnos levantaron la mano.
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Dios les bendiga!!!
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