Lección 2 de Intermediarios
A PESAR DE LAS CIRCUNSTANCIAS
Has escuchado la historia de la muerte de Jesús muchas veces. Es una historia interesante, pero ya conoces todo lo que está escrito sobre ella. Espera, tu maestro de Biblia te dará algunos datos nuevos acerca de algo en lo que no habías pensado antes.
Lucas 23:26-56;
El Deseado de todas las gentes, cap. 78, pp. 703-717.
“Así dice el Señor Todopoderoso: ‘[...] muestren amor y compasión los unos por los otros’ ”
(Zacarías 7:9).
Como Jesús, podemos ayudar a otros aun cuando enfrentamos dificultades.
El Sr. Antúnez sacó una cebolla morada grande de una bolsa y la colocó sobre su escritorio. Luego se dirigió a la clase.
—Algunas veces pienso que la Biblia es como una cebolla—dijo mientras parpadeaba.
—Vamos a ver. ¿Quién me puede decir en qué se parece la Biblia a una cebolla?
Marcia levantó la mano lentamente.
—Las cebollas hacen llorar —dijo.
—Ese es un buen punto, Marcia. La Biblia también puede hacer llorar a una persona. Cuando leemos la Palabra de Dios, nos convencemos de nuestros pecados. También nos acordamos de la misericordia de Dios. Ambas cosas pueden hacer llorar a una persona —contestó el maestro.
—¿En qué otras cosas se parece la Biblia a una cebolla?
—Las cebollas tienen capas —sugirió Carlos levantando la mano.
—¡Esa es exactamente la respuesta que buscaba! —dijo el Sr. Antúnez—. Las cebollas tienen capas. Cuando levantan una capa, hay otra capa debajo. Y otra capa debajo de esa. Cuando estudiamos las historias de la Biblia, descubrimos que hay capas y capas de cosas para aprender.
—Consideremos nuestra historia de hoy. Es la historia de la crucifixión y la sepultura de Jesús. Debo decirles que esta es la historia más importante de toda la Biblia. Sin la muerte de Jesús por nuestros pecados y la resurrección, no habría esperanza para ninguno de nosotros. Estaríamos perdidos para siempre. Este es, por supuesto, el enfoque principal de esta historia. Vamos a mirar debajo de lo obvio para ver si podemos descubrir otra capa de conocimiento durante esta mañana.
El maestro se sentó en la esquina de su escritorio.
—Vamos a considerar algunas de las cosas que Jesús dijo. Imaginen la escena en su mente.
“Jesús estaba colgando de la cruz. No creo que ninguno de nosotros puede comprender el dolor y la agonía en que se encontraba. Los romanos usaban la crucifixión porque era muy lenta, dolorosa y horrible. Ninguno de nosotros ha visto nunca algo como esto, y espero que nunca lo veamos.
“Jesús cuelga de la cruz, despojado de sus ropas, cubierto con sangre y sudor y cada respiración es prácticamente imposible. En esas condiciones pidió a su Padre que perdonara a los soldados que lo pusieron allí y que ahora estaban echando suertes para apoderarse de su ropa.
“Luego le aseguró al ladrón que estaba colgando a su lado que él sería salvo. También hizo provisión para su madre. Le dijo que Juan sería ahora su hijo, y le dijo a Juan que ella sería su madre”.
—¿Qué creen que dicen de Jesús estas cortas conversaciones? —preguntó el maestro.
—Jesús siempre se preocupaba por otras personas —contestó Luis—. Hizo esto aun cuando estaba muriendo.
—Pensar en eso es verdaderamente asombroso —replicó el Sr. Antúnez—.
¿Cuánto nos preocupamos por los demás si nos duele una muela, si nos golpeamos un dedo o cuando estamos acatarrados?
—Vamos a ver ahora lo que hicieron los amigos de Jesús —continuó el maestro—. Muchos de ellos lo siguieron y estaban allí al pie de la cruz con él. ¿Ustedes creen que una persona que está agonizando se sentiría confortada al tener a sus amigos a su lado?
La clase guardaba silencio. La mayoría de ellos nunca habían pensado en esto. El Sr. Antúnez continuó:
—Muchas veces las personas sienten que no saben lo que deben decir o hacer cuando un amigo está enfermo o en necesidad. Por eso no dicen absolutamente nada. Entonces sus amigos se sienten abandonados. Eso no es amistad. ¿Creen que habría sido mejor si los amigos de Jesús se hubiesen quedado en su casa?
—Yo no creo —contestó Carlos—. Pero debe haber sido muy difícil para ellos estar allí en aquellos momentos.
—Estoy seguro que lo fue —agregó el maestro—. Pero hay muchas ocasiones cuando hacemos lo que tenemos que hacer porque eso es lo correcto. Esa es la verdadera amistad. Los amigos de Jesús lo cuidaron hasta después de su muerte. José de Arimatea pidió su cuerpo y lo sepultó en su tumba personal. Las mujeres fueron y ungieron su cuerpo.
—Creo que dejaré esta cebolla aquí por un tiempo —dijo el maestro moviendo la cebolla a una esquina de su escritorio—. Este será un recordatorio para pensar más profundamente. Para procurar comprender mejor y no quedarnos satisfechos con la superficie de cada cosa.
Se detuvo por un momento y sonrió.
—Además —dijo—, ¡me gusta el color morado!
📖 | L1 | L2 | L3 | L4 | L5 | L6 |
L7 | L8 | L9 | L10 | L11 | L12 | L13 |
Dios les bendiga!!!
Post A Comment:
0 comments:
Escribe tu comentario.