Lección 7 de Primarios
PUDO FLOTAR
Pedro necesitaba una calculadora para hacer parte de su tarea de matemáticas, pero no tenía una. José le prestó su calculadora hasta el día siguiente. Cuando Pedro llegó a su casa de regreso de la escuela, abrió su mochila. Sacó su libro de matemáticas y buscó la calculadora de José. ¡Pero no estaba! Llamó a sus amigos, pero nadie sabía dónde estaba. ¡Qué gran problema! ¿Qué le iba a decir a José?
Un joven, en nuestra historia bíblica de hoy, perdió algo que le habían prestado. Y estaba también muy preocupado.
2 Reyes 6:1-7; Profetas y reyes, pp. 194, 195.
"Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá" (Mateo 7:7).
Dios se interesa en todos mis problemas.
Un día, algunos jóvenes que estudiaban en una escuela de profetas, escucharon buenas noticias. El profeta Eliseo venía a visitarlos. Eso los puso muy felices. Podrían contarle todo a Eliseo y él los escucharía. Los jóvenes sabían que el edificio donde estaban era muy pequeño. Hablaron al respecto con Eliseo y él estuvo de acuerdo en que debían construir un edificio más grande. Así que apartaron un día especial en el que irían a la orilla del río Jordán. Allí cortarían troncos para su nueva escuela. Eliseo estuvo de acuerdo en acompañarlos.
Uno de los jóvenes pidió prestada un hacha. Él también quería ayudar a construir el nuevo edificio de la escuela. Alegremente se unió al grupo que trabajaba junto al río ese día. Algunos derribaban árboles, otros cortaban tablas de los árboles derribados. El profeta Eliseo trabajaba con ellos. Mientras trabajaba, les hablaba del amor y cuidado de Dios.
De pronto todo cambió con un hachazo. El joven que tenía el hacha prestada, la levantó con fuerza y esta salió volando por el aire. Luego cayó en el río salpicando todo a su alrededor.
–¡Oh, maestro! –exclamó el joven estudiante–. Esa hacha era prestada y no tengo dinero para reponerla. Sus amigos vinieron corriendo. Todos miraban hacia el agua oscura del río. Eliseo vino también, pero él tampoco podía ver el hacha perdida.
–¿En qué parte cayó? –preguntó Eliseo.
Todo lo que el joven podía hacer era señalar el sitio donde cayó. Eliseo se volvió y buscó algo entre los árboles. Al encontrar una rama que le servía, le cortó un pedazo.
Entonces se apresuró a llegar a la orilla del río. Lanzó el palo dentro del agua allí donde el joven había señalado.
La vara también salpicó al caer en el agua. Luego, muy lentamente, el palo y el hacha subieron a la superficie. Flotaban juntos en el agua, uno al lado del otro.
Los estudiantes estaban muy asombrados. Pero el más asombrado era el joven que había perdido el hacha.
Unos momentos antes pensaba que su vida se había arruinado. Dios, a través de Eliseo, había cambiado un accidente en un milagro. Había transformado un día común de trabajo en un día que se iba a recordar por siempre.
Esa tarde regresó a la escuela ese grupo de jóvenes muy cansados, pero entusiasmados. Iban hablando con Eliseo de lo que había pasado. Estaban más seguros que nunca de que Dios los amaba y se interesaba en sus problemas. Sabían que no había ningún problema que fuera muy grande o muy pequeño para Dios.
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Dios les bendiga!!!
gracias me han salvado se me perdió mi lección
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