Lección 7 de Intermediarios
SERVICIO CON UNA SONRISA
Todo el mundo tiene amigos que dicen cosas alegres y fáciles de entender. Pero hay otros amigos que son pensadores profundos. Cuando estos amigos dicen algo, a veces quedas rascándote la cabeza tratando de entender lo que dijeron. Jesús fue uno de esos amigos para sus discípulos. A veces los dejaba rascándose la cabeza.
Mateo 24:1-3; 25:31-46; El Deseado de todas las gentes, pp. 592-597
“Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí” (Mateo 25:40).
Aceptar que el amor de Jesús nos inspira a servirle a él y a los demás.
Era uno de esos días en los que Jesús había dejado a sus discípulos boquiabiertos en el templo. Les había dicho a los sacerdotes que sabía que estaban conspirando para matarlo, y que eran tan astutos como serpientes. Los discípulos estaban alegres al salir del templo. Mientras bajaban los escalones de mármol, comentaron con orgullo cuán hermoso se veía. Tal vez estaban tratando de olvidarse del momento embarazoso que habían pasado con la reacción de los sacerdotes ante las agudas palabras de Jesús. Quizá pensaban que Jesús recordaría lo especial que era el lugar que estaban abandonando, y que tal vez se disculparía con los sacerdotes. No lo sabemos. Sin embargo, Jesús los dejó de nuevo rascándose la cabeza al decir:
—¿Ven todo esto? Les aseguro que no quedará piedra sobre piedra, pues todo será derribado.
Ellos deben haber pensado: “Esta inmensa estructura, ¿derribada?”
Caminaron en silencio hasta que alcanzaron la cumbre del Monte de los Olivos, justo afuera de la ciudad. Tal vez aún estaban extrañados. Finalmente, los discípulos pidieron una explicación:
—¿Cuándo serán esas cosas? —preguntaron.
Jesús comenzó a advertirles acerca del fin del mundo. Esto los llevó a una discusión que aún hoy nos interesa: ¿Quiénes se salvarán cuando Cristo venga?
Jesús dijo que cuando el Hijo del Hombre viniera a la tierra con sus ángeles, asumiría su rol de juez, y separaría a la gente en dos categorías: Las ovejas y los cabritos. Lo hará de la misma forma en que un pastor separa las ovejas de los cabritos durante el tiempo de la esquila. Los discípulos entendieron esto. Obviamente, la lana de las ovejas es diferente a la de los cabritos, y estos últimos no son esquilados. Primeramente, tenía sentido que un pastor pudiera separar fácilmente a los animales. Segundo, el hecho de que los animales debían ser divididos, ilustraba que Jesús conoce la diferencia entre los corazones de las personas tan fácilmente como nosotros sabemos la diferencia entre una oveja y un cabrito.
Una vez que las dos categorías de personas están separadas, Jesús dirá a las “ovejas”, las personas que son muy parecidas a Dios:
—“Vengan ustedes a quienes mi Padre ha bendecido, reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo”.
Estos son quienes se preocupan por los demás, no porque deben hacerlo, ni porque alguien les dijo que lo hicieran. Son bondadosos y compasivos porque Jesús lo fue con ellos. Desean ser como él. Ellos ven en los demás el mismo valor que Dios ve en ellos. Si ven a algún sediento, le dan agua. Si alguien necesita ropa, buscan ropa para esa persona. Si alguien necesita un sitio donde permanecer, lo llevan a su propia casa. Son los que visitan a los prisioneros y los ayudan. ¿Su único motivo? Un genuino amor por los demás. A cambio, a los que actúan como Jesús, tratando a los demás como él lo hizo. Jesús les dirá:
—“Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí”.
¡Las ovejas estarán asombradas! Los cabritos, por otra parte, no son motivados por la compasión. Están muy ocupados en ellos mismos. Hacen buenas obras para quedar bien ante los demás, o porque creen que con esto comprarán su pasaje al cielo.
A los cabritos, Jesús les dirá:
—“Porque [...] tuve sed, y no me dieron nada de beber [...]; necesité ropa, y no me vistieron; estuve enfermo y en la cárcel y no me atendieron”.
Los cabritos aducirán esta excusa:
—¡Bueno, no sabíamos que eras tú el que pedías agua! Nunca dijiste que eras tú el que necesitaba esa ropa o el que estaba en prisión. Si hubiésemos sabido, habríamos hecho todas esas cosas buenas para ti.
Y Jesús dirá:
—No pueden vivir conmigo y con mi Padre en el cielo, porque tienen la misma naturaleza pecaminosa de Satanás. Así como no se ocuparon de los demás, tampoco se ocuparon de mi. Serán rechazados, porque en el cielo todos se preocupan por los demás. La gente egoísta no encaja allí. No podrían ser felices en ese lugar.
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Dios les bendiga!!!
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