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Intermediarios | Lección 4: La fiesta de Pascua | 3er Trimestre 2021 | Año B

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Intermediarios | Lección 4: La fiesta de Pascua | 3er Trimestre 2021 | Año B

Lección 4 de Intermediarios

LA FIESTA DE PASCUA

 

¿Alguna vez has asistido a un congreso? En él participan importantes oradores y se llevan a cabo interesantes reuniones. Te enseñan cánticos o himnos, ves viejos amigos, y aprendes cosas nuevas acerca de Dios. Ezequías invitó a los habitantes de su reino a una especie de congreso, en el que tuvo lugar un reavivamiento entre el pueblo.


Texto y clase de referencias:
2 Crónicas 30; Profetas y reyes pp. 216, 217, 248-251
Versículo para memorizar:
“Y te alegrarás en presencia del Señor tu Dios en el lugar donde él decida habitar” (Deuteronomio 16:11).
Mensaje:
Dios nos invita a adorarlo alegremente con nuestra familia de la iglesia.

 

En los seres humanos sucede algo extraño, pero interesante: Cuando no involucramos más de uno de nuestros sentidos en algún hecho en particular, tendemos a olvidarlo.

¿Podrías recordar tu cuarto cumpleaños sin la ayuda de fotos? Tal vez recuerdes algo, pero necesitas las fotos, los recuerdos de tus padres y hasta los regalos que recibiste para poder acordarte bien.

Eso también le pasaba al pueblo en el tiempo del rey Ezequías. Sus antepasados habían vivido en la esclavitud bajo el faraón. Después que el ángel había perdonado la vida a los primogénitos, y Moisés los había liberado, los hijos de Israel habían celebrado fielmente la Pascua. Pero al haber estado cerrado el templo durante tanto tiempo, y haberse difundido la adoración de los ídolos, se habían olvidado de la emocionante historia de la Pascua.

El buen rey Ezequías deseaba que ellos recordaran nuevamente cómo Dios los había rescatado de la esclavitud. Había transcurrido un mes desde que se había reinaugurado el templo, y todos habían sido invitados a renovar su amor a Dios y a recordarlo como algo más que una antigua historia; usarían más de uno de sus sentidos. Escucharían la historia, comerían alimentos especiales, encenderían velas especiales, cantarían y se visitarían como sucede durante una semana de campamento.

¿Te imaginas lo que dijo la gente cuando llegaron los mensajeros al pueblo? Imagínate la calle principal con grupos de personas caminando de aquí para allá, con asnos y camellos abriéndose paso entre la multitud. Un trompetista solitario levanta su instrumento dorado hacia el cielo, y entona la corta y característica melodía que anuncia noticias de parte del rey. De repente, la multitud se detiene y enmudece. El mensajero del rey se coloca junto al trompetista y levanta un pergamino con el sello real. Anuncia la próxima Pascua en Jerusalén. Todos están invitados a adorar a Dios, así como lo hicieron sus antepasados.


Algunas de las personas se burlan del mensajero. Otros se preguntan “¿Qué es la Pascua?” Otros, dicen: “Ahora que lo mencionas, yo recuerdo que mi abuela me decía cuán especial era la celebración de la Pascua. Su familia la celebraba todos los años. ¡Vamos a Jerusalén, ya que el rey nos ha invitado y veamos por nosotros mismos!”.

El día previsto, una inmensa multitud de personas entró en Jerusalén para la Pascua. Deben haber encontrado lugar para permanecer en las posadas y establos del lugar. Tal vez los residentes le abrieron las puertas de sus hogares a algunas personas. Otros quizá hicieron la tradicional cabaña de hojas de palma o erigieron pequeñas tiendas. Estaban felices de adorar a Dios unánimemente, como lo habían hecho sus antepasados.

La Biblia nos narra un hecho interesante. ¡Nos dice que los sacerdotes estaban avergonzados, porque la gente que llegaba estaba más emocionada que ellos por la celebración de la Pascua! Sin embargo, gracias a ese entusiasmo, los sacerdotes recibieron el espíritu de la bendición y renovaron su compromiso personal de servir a Dios.

Todos habían pasado momentos tan buenos que al final de la semana nadie quería ir a su casa. Extendieron la reunión por una semana más, y continuaron adorando a Dios con entusiasmo. Al final, los sacrificios y las ofrendas sumaron 2.000 novillos y 17.000 ovejas y cabras. La Biblia dice, “Desde los días de Salomón hijo de David, rey de Israel, no había habido cosa semejante en Jerusalén” (2 Crónicas 30:26).

Existe una fórmula en esta historia para lograr una adoración significativa. ¿La descubriste? Amar a Dios con todo tu corazón, darle lo mejor de ti y dedicar tiempo a adorarlo junto con otros.

 

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Dios les bendiga!!!

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