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Intermediarios | Lección 5: Secretos familiares | 3er Trimestre 2021 | Año B

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Lección 5 de Intermediarios

SECRETOS FAMILIARES

 

Examina cuidadosamente algún mueble de tu casa, tal vez una silla que te parezca cómoda. Observa cómo encajan las distintas piezas entre sí. ¿Qué debía saber la persona que la hizo? ¿Qué herramientas crees que utilizó? Imagina ahora a Jesús en la carpintería aprendiendo a ser el mejor carpintero posible.


Texto y clase de referencias:
Lucas 2:51, 52; Isaías 53:7-12; El Deseado de todas las gentes, pp. 49-55
Versículo para memorizar:
“Así como el Hijo del Hombre no vino para que le sirvan, sino para servir, y dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:28).
Mensaje:
Servimos a Dios cuando servimos bien a otros.

 

El aroma de la madera era la primera impresión que recibían los clientes al visitar la carpintería local. El carpintero parado en una esquina al fondo, con un pedazo de carbón detrás de su oreja, medía con cuidado antes de ajustar hábilmente el tope de una mesa a las patas y martillando clavos engomados en los hoyos, a fin de mantener juntas las piezas. Con un suave silbido, sonríe y retrocede para admirar su trabajo. Lisa textura. Encajes perfectos. Esquinas de cortes exactos y patas correctamente balanceadas. Su hijo menor se acerca rápidamente a recibir al cliente, lo saluda con una sonrisa espontánea en su rostro.

Siempre era así en este taller. El propietario era un hombre honesto, que hacía todo con el mismo esmero que pondría si lo hiciese para sí mismo. Si se le pedía cedro, se obtenía cedro, no otro tipo de madera más barata a fin de sacar partido de la ignorancia de las personas.

Imagínate a Jesús joven, levantándose temprano. Lavaba su cara, se vestía y hablaba con su Padre celestial sobre los desafíos del nuevo día. Después del culto y del desayuno, Jesús se dirigía a la parte de atrás de la casa donde estaba la carpintería de José. ¿Qué piensas que era lo primero que Jesús hacía allí cada mañana? Tal vez alistaba las herramientas que necesitaría durante el día. Tal vez seleccionaba la madera. Tal vez conversaba con los clientes que se alineaban frente al taller esperando que se los atendiera.

La familia del carpintero era agradable, aunque no eran ricos. Esto es sorprendente, si consideramos que estaban emparentados con el rey David (aunque este había muerto hacía mucho tiempo).

Había otras peculiaridades en esta familia, que los lugareños comentaban, y que aceptaban como evidencia de su pobreza. El hijo menor no asistía a la escuela. Sin embargo, su madre lo educaba en casa.

La madre del chico le contaba a las mujeres del pueblo, que la mente de su hijo era como una esponja que absorbía todo lo que ella le enseñaba. Ellos asistían fielmente a la sinagoga cada sábado, y durante la semana comentaban las historias de la creación, Noé y el diluvio, Moisés y el ángel de la Pascua, Abraham e Isaac, y cómo sería haber experimentado estas cosas.


El niño hacía preguntas difíciles, a las que su madre no siempre tenía respuestas. Cuando eso ocurría, tal vez le decía que las anotara y que las guardara para cuando cumpliese doce años. A esa edad, lo llevarían a Jerusalén para celebrar la Pascua en el templo. Allí podría hacer a los maestros religiosos sus preguntas.

Pero había secretos que la familia guardaba para sí, que eran demasiado increíbles para ser compartidos con la gente del pueblo. Estas historias incluían visitas personales de ángeles o pastores y ricos reyes siguiendo una estrella, evidencia de la dirección de Dios en sus vidas.

¡Tal vez la madre le dijo al niño que el carpintero no era su padre biológico! Su nacimiento en Belén había sido predicho mucho antes de que alguno de ellos naciera. Tal vez en la sinagoga, cuando se leía una escritura que predecía al Mesías, su madre le pedía que prestara atención especial a esos versículos.

Cuidadosamente esta amorosa madre dio lo mejor de sí para educar al Hijo de Dios. Silenciosamente atesoró el conocimiento de que él era el Mesías que todos estaban esperando, el futuro Rey de reyes y Señor de señores, y eso debía permanecer en secreto hasta el momento indicado. Dios escogería la hora y la manera de impresionar los corazones de las personas sobre esta gran verdad.

Pero hasta entonces la manera idónea para que el Hijo de Dios aprendiera a ser un buen rey, sería vivir como la gente común. Así podría entender los desafíos que todos nosotros enfrentamos en la vida.

El niño Jesús fue un buen estudiante y un joven bondadoso. No solo tenía amigos de su edad, sino también los adultos del pueblo lo amaban. ¿Sabes por qué? Porque trataba a los demás como quería ser tratado. De la misma manera en que su padre terrenal trataba a sus clientes en el taller de carpintería.

 

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Dios les bendiga!!!

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1 comments:

  1. Muchas gracias por los enormes aportes ,sigan adelante no se desanimen ,su página es una verdadera ayuda para los que tratamos de guiar a los jóvenes al gran maestro

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