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Intermediarios | Lección 9: Busca y encuentra | 3er Trimestre 2021 | Año B

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Lección 9 de Intermediarios

BUSCA Y ENCUENTRA

 

¡Que distintas son las personas! A algunos de tus amigos les gusta estar afuera solamente, mientras que otros son más tranquilos. La mayoría de las veces, estas diferencias hacen que la amistad sea más interesante. Algunas veces, sin embargo, esas diferencias pueden causar problemas.


Texto y clase de referencias:
Génesis 25:21-34; 32:22-30; Patriarcas y profetas, pp. 194-202
Versículo para memorizar:
“Busquen al Señor su Dios de todo corazón y con toda el alma” (1 Crónicas 22:19).
Mensaje:
Dios nos bendice cuando mantenemos continuamente nuestra relación con él.

 

Antes de que supiera Rebeca que llevaba gemelos en su vientre. Ella se preguntaba por qué el “bebé” dentro de ella era tan activo. Parecía como que si dos bebés estuvieran peleándose constantemente entre sí. Ella oró y le preguntó a Dios por qué le estaba pasando eso. Dios le dijo que iba a tener gemelos (ver Génesis 25:21-23). Dos naciones y dos clases de personas estaban dentro de ella. “Un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, y el mayor servirá al menor” (Génesis 25:23).

El primer bebé estaba cubierto de vello rojo, y fue llamado Esaú, que significa “velludo”. Entonces nació el segundo bebé. Como este estaba aferrado al talón de su hermano, lo llamaron Jacob, que significa “él agarra o se toma del talón”

Desafortunadamente, Rebeca y su esposo Isaac tenían cada uno un hijo favorito. Como a Esaú, ya mayor, le gustaba cazar, era el preferido de Isaac. Por el otro lado, como a Jacob le gustaba quedarse en casa ayudando a su madre aprendiendo a cocinar y cuidando a las ovejas y los cabritos, se convirtió en el favorito de su madre.

Un día, cuando Esaú volvía de cacería, estaba hambriento. Encontró a Jacob cocinando un guiso delicioso y le pidió un poco. Jacob recordó la promesa que Dios le había hecho años atrás, y pensó que esa era la oportunidad de hacerla realidad.

—Seguro que puedo darte un poco —le dijo a Esaú—, si me das tu primogenitura.


La primogenitura era los privilegios y la herencia que obtenía el primer hijo que le nacía a una familia. Esaú descuidadamente contestó:

—Me estoy muriendo de hambre, ¿y de qué me servirán esos derechos si me muero? ¡Tómala, es tuya! Entonces, comió rápidamente sin pensar en lo que estaba haciendo.

Los años pasaron. Jacob se mudó, y se casó con Lea y Raquel, quienes eran hermanas. Él era un buen negociante, y sus rebaños de ovejas y cabritos aumentaban con una rapidez impresionante, lo que lo convirtió en un hombre muy rico. Pero él siempre recordaba a su madre y a su padre, y deseaba regresar a su casa. Finalmente, un día reunió a todos sus siervos, sus hijos y sus rebaños, y comenzó el largo viaje de retorno.

Al acercarse al pueblo de Edom, en donde vivía su hermano, Jacob recordó la primogenitura y se imaginó que Esaú aún estaba molesto. Repentinamente se puso muy preocupado por la seguridad de su familia, así que envió adelante a algunos de sus hombres con este mensaje:

—¡Saludos de parte de Jacob! He estado viviendo con mi tío Labán y ahora poseo vacas, asnos, ovejas, cabras, chivos y muchos siervos. Espero que seas amigable con nosotros.

Pero la respuesta no fue tan amigable. ¡Esaú recibiría a Jacob con un ejercito de 400 hombres! Jacob se angustió.

Durante esa oscura noche sin luna, Jacob fue despertado por una mano sobre su hombro. Se sentó rápidamente, pero fue nuevamente derribado con furia. Luchó toda la noche con esta persona a quién no podía identificar. ¿Era Esaú? No, el hombre no era velludo. Cuando el sol comenzaba a asomarse por el horizonte, el extraño tocó el muslo de Jacob, el cual inmediatamente se le dislocó. Jacob cayó al suelo, pero todavía aferrándose al extraño, quien le dijo:

—Déjame ir, porque está amaneciendo.

De alguna manera, Jacob descubrió que había estado luchando con Dios durante toda la noche. Jacob le dijo casi sin aliento:

—No te dejaré ir hasta que me bendigas.

Entonces Dios cambió el nombre de Jacob a Israel, que significa “él lucha con Dios”. Como Jacob (ahora Israel) se había aferrado a Dios, su vida sería distinta desde ese momento en adelante.
Aunque exhausto, Israel continuó su camino a Edom cojeando. A la distancia, vio crecer una nube de polvo que se iba acercando. Sabía que era su hermano Esaú, quien venía junto a 400 hombres a encontrarse con su “viejo” hermano. Pero Jacob, es decir, Israel, era ahora una nueva persona.

Al acercarse Esaú, Israel se inclinó siete veces delante de él. Tal y como Dios se lo había prometido, Esaú corrió hacia su hermano con los brazos extendidos. Ambos hermanos se abrazaron y lloraron. La vida de Israel y la relación con su hermano cambió para siempre.

 

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Dios les bendiga!!!

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