Lección 7 de Primarios
¡NO HAY MÁS VINO!
¿Has ido alguna vez a una boda? ¿De qué te acuerdas? ¿De la hermosa ropa? ¿De la buena gente? ¿De las flores? ¿De la bella música? ¿De la deliciosa comida y los refrescos abundantes? A Jesús le gustaba ir también a las bodas.
Juan 2:1-11; El Deseado de todas las gentes, pp. 118-127.
“Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido” (1 Pedro 4:10, NVI).
Hacemos amigos para Dios cuando servimos a otros.
Los invitados a la boda llenaron la casa en Caná de Galilea. Había gente hasta en el patio. El aire estaba saturado de voces agradables, música y risa. Era una tarde perfecta.
María miró a su derredor y disfrutó la escena. ¡Cuán alegres se encontraban los amigos, y los padres de la novia! Mientras María contemplaba a sus amigos, uno de los criados, con cara triste, se acercó donde ella estaba, inclinó la cabeza y le dijo en voz muy baja: “Se acabó el vino”.
La sonrisa de María se desvaneció, y arrugó su frente de preocupación. Inmediatamente miró a su rededor.
Las grandes vasijas que estaban llenas de jugo de uva, estaban vacías. Al acabarse la bebida, rápidamente se acabaría también la fiesta. Las visitas se irían a sus casas. Su corazón le pesaba una tonelada. Sabía cuál seria el chasco y la vergüenza que esto le produciría a la familia del novio. Lo peor de todo era que ella misma había ayudado a planear la fiesta.
María se sentía responsable, pero ¿qué podía hacer? El mercado ya estaba cerrado. No había forma alguna de comprar más vino. No había nada que podía hacer. ¿O tal vez había algo? Entonces María pensó en la forma perfecta para resolver el problema?Jesús. Él y los discípulos eran también huéspedes en esa boda.
María se acercó presurosa a Jesús. “Se les acabó el vino”, le dijo ansiosamente.
Jesús entendió la seriedad de la situación. Pero, ¿qué podría hacer? ¿”Querida mujer, por qué me metes en este asunto?, le preguntó cariñosamente. “Mi tiempo no ha llegado todavía”.
María estaba desesperada. Había una urgente necesidad. Jesús podría ayudar, tenía la seguridad.
Y enviando a los criados que fueran donde estaba Jesús, les dijo: “Hagan todo lo que él les diga”.
Jesús miró a su derredor y vio seis tinajas de agua de regular tamaño que estaban cerca. Cada tinaja podía contener más de 20 galones (más de 96 litros).
“Llenen esas tinajas con agua”, les dijo tranquilamente a los criados.
Se apresuraron a obedecerle. Al poco tiempo las seis estaban llenas hasta el tope. “Ahora, saquen un poco de agua y llévensela al encargado de la fiesta”, ordenó Jesús.
Al momento los criados llenaron una vasija. Tal como él les había ordenado, pero notaron algo raro. Eso no parecía agua. No olía a agua. Después llevaron la vasija al salón, llenaron un vaso y se lo dieron al hombre encargado de la fiesta. Él no sabía lo que había sucedido. Sólo tomó el vaso e ingirió el contenido. Sonriente llamó luego al novio. “Todo el mundo sirve el mejor vino al comienzo de la fiesta”, le dijo. “Y después que las visitas han tomado bastante, les sirven un vino ordinario. ¡Pero tu estás sirviendo el mejor vino ahora!”
Éste fue el primer milagro de Jesús. Los discípulos vieron lo que sucedió cuando Jesús sirvió a otros. Ahora más que nunca decidieron poner su confianza en él. Llegaron a ser sus amigos más allegados. HACEMOS AMIGOS PARA DIOS CUANDO SERVIMOS A OTROS.
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Dios les bendiga!!!
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