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Primarios | Lección 5: Perdido y encontrado | 4to Trimestre 2021 | Año B

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Lección 5 de Primarios

PERDIDO Y ENCONTRADO

 

Alguna vez has sentido que los adultos piensan que eres demasiado joven? ¿Desearías que te dejaran hacer algo realmente importante? ¿Puedes hacer un buen trabajo en algo muy importante? Si contestas afirmativamente a cualquiera de estas preguntas, la historia de hoy es para ti.


Texto y clase de referencias:
Lucas 2:41-49; El Deseado de todas las gentes, pp. 56-63.
Versículo para memorizar:
“Que le sirvas con todo tu corazón y con toda tu alma” (Deuteronomio 10:12, NVI).
Mensaje:
Podemos servir a Dios dondequiera que estemos.

Jesús estaba emocionado! Iría a Jerusalén a celebrar su primera Pascua. Cada año José y María iban a Jerusalén a celebrar la fiesta de la Pascua. Pero Jesús se había quedado todo el tiempo en casa. Así que ésta era la primera visita a Jerusalén desde que era un bebé. Jesús no lo sabía, pero sus padres estaban nerviosos con este viaje. Recordaban cómo el rey Herodes había querido matar a su hijo cuando era un bebé.

Era divertido visitar a sus queridos primos y a sus amigos. El camino polvoriento estaba congestionado con la gente y todos se encontraban en un ambiente festivo. A veces Jesús caminaba entre las mujeres y los niños. Otras veces caminaba detrás de los hombres.

Pronto el grupo de Nazareth se iba acercando a la ciudad, comenzaron a cantar el antiguo, pero querido himno, “Me regocijo con los que me dicen, a la casa del Señor iremos. Nuestros pies están ahora pisando tus puertas, Oh Jerusalén”.

Cuando los polvorientos pasajeros contemplaron la ciudad, dieron un grito de regocijo. Jesús elevó su mirada y contempló los primeros rasgos del templo. Entonces divisó esa masa reluciente de mármol blanco con oro.


Pronto la familia halló un lugar para quedarse. Más tarde José y María llevaron a Jesús al templo donde se estaba celebrando el servicio vespertino del sacrificio.

Al contemplarlo, Jesús meditó profundamente. Por primera vez veía el cordero en el altar.

Mientras observaba el servicio de la Pascua, Jesús comenzó a darse cuenta que los sacrificios lo señalaban a él. Algún día él serviría como el Cordero de Dios, que moriría por los pecados del mundo.

Cuando terminó el gran festival, la gente empacó sus cosas y se preparó para regresar a sus hogares. El grupo de Nazareth se dispersó por el camino. María caminaba y hablaba con las mujeres que iban enfrente. José y los hombres seguían detrás de ellas. Los niños corrían yendo y viniendo entre los dos grupos.

Al atardecer, cuando la gente se encontraba lista para acampar, María llamó a José y le dijo, “¿Has visto a Jesús?” Luego ambos lo llamaban mientras lo buscaban. Pero Jesús no estaba donde lo buscaban. Nadie lo había visto en todo el día. La última vez que alguien recordaba haberlo visto fue en Jerusalén.

Era ya demasiado oscuro para viajar. No había nada que pudieran hacer, excepto orar. A la mañana siguiente José y María se levantaron antes que amaneciera. Y se encaminaron rápidamente a Jerusalén para buscar a su hijo.

Durante todo el día lo buscaron en los mercados y las calles de la ciudad, pero no encontraron a Jesús por ninguna parte. A menudo se acordaban del perverso rey Herodes.

¿Estaría su hijo en peligro? Al día siguiente lo buscaron de nuevo. Finalmente, fueron al templo y lo buscaron entre sus pilares y portales. Al fin escucharon el tono dulce de la voz de Jesús.

Jesús había estado ocupado pensando en la forma cómo iba a servir como el Cordero de Dios. Había permanecido en el templo tratando de aprender todo lo más que podía.

José y Maria lo encontraron sentado a los pies de los maestros, escuchando y haciendo preguntas. Los maestros estaban sorprendidos de todo lo que el niño sabía.

“Hijo mío”; exclamó María cuando lo encontró. “¿Por qué nos has hecho esto? Hemos estado terriblemente preocupados. Te hemos buscado por todas partes tratando de encontrarte”.

Jesús miró con sorpresa a sus padres, y les preguntó: “¿Por qué han estado buscándome? ¿No saben que en la casa de mi Padre me conviene estar?” De esta manera Jesús demostró que sabía quién era su verdadero Padre. Se encontraba en su ambiente en la casa de Dios.

Jesús vio la preocupación que tenían María y José. Los amaba y obedientemente regresó con ellos a Nazareth. Dios quería que él continuara sirviendo por algunos años en su casa, y en la carpintería por algunos años más.

Tal como Jesús, podemos servir en la casa, en la escuela y en la iglesia. Podemos servir a Dios en cualquier lugar donde estemos.

 

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Dios les bendiga!!!

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