Lección 12 de Intermediarios
AMIGOS EXTRAÑOS EN LUGARES EXTRAÑOS
¿Alguna vez le has prometido a alguien que harás algo para él y después lo has olvidado? ¿Qué sucedió? ¿Te perdonó esa persona?
Génesis 39:21-41:16; 41:39-45; Patriarcas y profetas, pp. 217-224.
“En todo tiempo ama el amigo; para ayudar en la adversidad nació el hermano”. (Proverbios 17:17).
Somos responsables de nuestras acciones y respetamos las necesidades de los demás.
El rey se despertó con un fuerte dolor de cabeza. Le había costado mucho conciliar el sueño durante la noche. Miró alrededor buscando a su siervo, quien se suponía debía estar a su lado para cuando él despertase. El día no estaba comenzando muy bien, y el sueño que tanto le había costado conciliar, había sido perturbado por extraños sueños que lo habían dejado preocupado y desanimado.
En sus sueños se encontraba de pie junto al río Nilo, cuando de repente observó a siete vacas gordas, saludables, que salían del agua. Casi inmediatamente, siete vacas flacas salieron del río y se comieron a las vacas gordas. Después, siete espigas de grano delgadas se comieron a siete espigas gruesas y saludables. Estos sueños lo perturbaban, y pensar en ellos no ayudaba en nada para aliviar su dolor de cabeza.
El rey llamó a su siervo a gritos, quien se apresuró a llegar a la habitación. El Faraón demandó:
—Reúnan a todos los magos y adivinos en el palacio. Necesito consultarlos inmediatamente.
Más tarde al entrar el Faraón al palacio, todos los presentes notaron su aflicción.
—Los he mandado a reunir porque necesito su ayuda. Anoche tuve dos sueños, y quiero que alguien me diga lo que significan.
El rey contó sus sueños a los magos, pero estos no pudieron decirle su significado. Lo mismo sucedió con los adivinos.
—¿Cómo? ¿Que no saben el significado de mi sueño? —reclamó el Faraón rascándose su dolorida cabeza—. ¿Les pago un excelente salario, para que ustedes me retribuyan así? El alboroto se esparcía por todo el palacio. De pronto se escuchó una voz.
—¡Oh, rey, para siempre vive! —dijo el mayordomo—. Yo sé de alguien que puede decirte el significado de tus sueños.
El rey miró al mayordomo con cara de asombro.
—¿Tú sabes de alguien? ¿Por qué no hablaste antes?
—Bueno, mi amo —dijo el mayordomo tembloroso—, le he hecho a esta persona un mal terrible. Cierta vez, estando en prisión, él me ayudó a mí y a un amigo a entender el significado de nuestros sueños. Le prometí que no lo olvidaría cuando fuera liberado, pero, lamentablemente, he perdido el contacto con él.
—¿Y quién es esa persona? —preguntó el rey ansiosamente.
—Su nombre es José. Es un prisionero que ahora maneja la prisión del rey. Mi señor, si alguien puede saber el significado de sus sueños, ese es José.
El rey dio la orden al jefe de los guardias para que trajeran a José al palacio. Pronto José estuvo delante de él, recién bañado y afeitado.
—Me han dicho que tú puedes decirme el significado de mis sueños —anunció el Faraón a José.
—No, mi señor.
Hubo un momento de silencio, y el rey echó una terrible mirada al mayordomo.
—Yo no puedo interpretar tus sueños, ¡pero mi Dios sí puede! —continuó José.
El rey estaba impresionado. Inmediatamente le contó el sueño a José, y esperó ansioso el significado.
—Mi señor, ambos sueños significan lo mismo. Las vacas gordas y las siete espigas de grano saludables significan que por siete años Egipto prosperará. Las vacas flacas y las espigas enfermas representan un tiempo en que no habrá alimento en la tierra.
Mi recomendación es que escoja a una persona de confianza para que recorra el país. Un quinto de todo el grano producido deberá ser almacenado, así como todo el excedente de la comida, para que la gente tenga qué comer durante los siete años de la hambruna.
El rey no demoró en darse cuenta de que José estaba diciendo la verdad, y que su consejo era sabio. Miró alrededor del recinto. Uno a uno los magos y los adivinos habían bajado sus cabezas.
Finalmente, el rey miró a José.
—Joven —dijo—, me parece que tú eres la persona ideal para cumplir esta importante tarea. De ahora en adelante, serás el segundo después de mí. Nada se hará en este reino sin tu aprobación.
El rey miró a José directamente a los ojos, y le dijo:
—Sé que tu Dios estará contigo.
José sabía que eso era verdad. Dios siempre había estado con él, y continuaría haciéndolo.
Dios seguiría dándole la sabiduría y la fortaleza necesarias para lidiar con quienes lo verían enfrentar su próximo desafío.
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Dios les bendiga!!!
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