Lección 8 de Primarios

UNA BELLA CASA PARA DIOS

—Ven hija —dijo la madre de Vilmaya—. Iremos a ver el lugar más hermoso en la India, el Taj Mahal.
¡Realmente era hermoso! Pero no tanto como la casa que Salomón construyó para Dios.

Texto y clase de referencias:
1 Reyes 5, 6, 7:13-51, Profetas y reyes, pp. 44-46.

Versículo para memorizar:
"¡Cuán hermosas son tus moradas, Señor Todopoderoso!" (Salmo: 84:1).

Mensaje:
Adoro a Dios cuando muestro respeto y reverencia por su casa, nuestra iglesia.

El rey Salomón mandó llamar a un sirviente.

—Ha llegado el momento de construir la casa de Dios —le anunció—. He estado estudiando mucho este gran proyecto ¡y ahora es tiempo de empezar!

Todos los israelitas sabían del maravilloso plan. El rey David, padre de Salomón, quería construir una casa especial para Dios. Pero Dios le había dicho que no. El hijo de David, el siguiente rey, construiría el templo. Ahora el rey David ya estaba muerto y Salomón ya tenía 4 años como rey de Israel. ¡Y él estaba listo para empezar a construir el templo!

—Deseo enviar una carta a Hiram, rey de Tiro —dijo Salomón—. El rey caminaba de un lado a otro de la sala. Finalmente comenzó a dictar las palabras que su secretario iba a escribirle a Hiram.

"Tú fuiste un gran amigo de mi padre David —comenzó Salomón—. Él no pudo construir un templo en honor de Dios, como deseaba. Pero ahora yo tengo planes de hacerlo".

"Por favor corta altos cedros de tus montañas para que pueda usarlos en la construcción. Te voy a enviar hombres que ayuden a tus siervos a hacer ese trabajo. Te voy a pagar cualquier cantidad que me pidas".

El rey Hiram se alegró de recibir la carta de Salomón. Hiram-Abi, enviado por Hiram, sabía cómo trabajar el oro, la plata, el bronce y la madera. Sabía también cómo cortar las piedras y todo lo relacionado con carpintería. Podía también enseñar cómo hilar y teñir las hermosas telas.

Se necesitaban miles de personas para trabajar en el enorme proyecto del templo. El rey Salomón le envió al rey Hiram 30.000 personas para ayudar a cortar los árboles y traerlos a Jerusalén. Otros 80.000 hombres fueron a las montañas a cortar piedras.

Cortaron las hermosas piedras de las laderas de las montañas y les dieron forma de bloques. Hicieron los bloques de manera que encajaran perfectamente en los planos. Cuando los llevaron al lugar del templo, los bloques encajaban perfectamente como las piezas de un rompecabezas. No hubo ruido de martillos, de hachas o de instrumentos de hierro en el lugar de la construcción. Esa fue una de las formas como los trabajadores mostraron reverencia al Señor.

El templo de Salomón fue probablemente el edificio más hermoso que se haya construido en la tierra. Dentro del edificio, las paredes de piedra estaban completamente cubiertas de madera. La madera estaba labrada con tallados de ángeles, palmas y flores. Luego fue cubierta completamente de oro. ¡Aun el suelo y el techo estaban cubiertos de oro!

Los artistas tallaron dos grandes ángeles de madera de olivo. Cubrieron también de oro esos ángeles. Entonces los colocaron en el lugar santísimo donde estaba depositada el arca de Dios. Sus hermosas alas se extendían por todo ese compartimento.

Todos los muebles del templo fueron hechos en la forma más bella y cuidadosa posible. Los israelitas deseaban honrar al Señor de la mejor manera que podían. ¿Quién realmente podría construirle a Dios una casa lo suficientemente digna? ¡Ni siquiera los cielos pueden contenerlo!

De esta misma manera nos sentimos ahora cuando construimos una nueva iglesia. La construcción de una iglesia y su cuidado son para nosotros actos de adoración, al igual que cuando Salomón construyó el hermoso templo de Dios. Y las cosas que hacemos y decimos dentro de nuestra iglesia son también actos de adoración. Muestran también nuestra reverencia y nuestro respeto a Dios.

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