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Primarios | Lección 1: ¡Poder! | 3er Trimestre 2021 | Año B

Primarios | Lección 1: ¡Poder! | 3er Trimestre 2021 | Año B
Primarios | Lección 1: ¡Poder! | 3er Trimestre 2021 | Año B

Lección 1 de Primarios

¡PODER!

 

Swen y Karina vivían en Suecia hace muchos años. Desde que eran niños aprendieron que Jesús viene muy pronto. Su padre y su madre comenzaron a dar a conocer a los demás estas buenas nuevas. Pero en Suecia era contra la ley que los adultos predicaran que Jesús iba a venir pronto. Así que fueron enviados a la cárcel por quebrantar la ley. La gente que creía en la venida de Jesús oraba para que Dios les diera valor. Swen y Karina estaban llenos del Espíritu Santo.
Aunque eran niños, predicaban valientemente el mensaje de Dios. El Espíritu Santo les dio valor para hacerlo. Pero no fueron los primeros en hacerlo. Nuestra historia bíblica de hoy trata de unos miembros de iglesia que oraron juntos para que Dios les diera valor para predicar el mensaje de Jesús.


Texto y clase de referencias:
Hechos 3, 4:1-33; Los hechos de los apóstoles, pp. 47-58.
Versículo para memorizar:
“Todos fueron llenos del Espíritu Santo, y anunciaban abiertamente el mensaje de Dios” (Hechos 4:31).
Mensaje:
En la iglesia aprendemos del poder de Dios en nuestras vidas.

 

A Pedro y Juan los deslumbró la brillante luz del sol. ¡Qué bien se sentían de poder respirar el aire puro, fuera de la prisión! Se sonrieron. ¡Qué bueno era estar al aire libre nuevamente, aunque fuese por corto tiempo! Se iba a celebrar ese día una reunión especial con los hombres más importantes del país y se había ordenado que Pedro y Juan estuvieran presentes. ¿Qué iría a suceder? No lo sabían, pero no tenían miedo. Sabían que Dios iba a estar con ellos.

Todos los presentes guardaron silencio cuando entraron Pedro y Juan. Los hombres se acercaban para poder verlos mejor. Entonces uno de los dirigentes aclaró su garganta y dijo:

—¿Por qué hicieron esto? ¿Qué poder tienen para hacerlo y en nombre de quién lo hicieron?

El dirigente se estaba refiriendo al milagro que Pedro y Juan habían hecho en el nombre de Jesús el día anterior. Habían sanado a un hombre paralítico muy bien conocido por todos. Y todos estaban hablando sobre esto. Muchas personas que escucharon acerca del milagro oyeron también el mensaje de Pedro y Juan. Ahora creían en Jesús. Por esta causa los dirigentes judíos no estaban felices. Pedro les dirigió una mirada silenciosa a los dirigentes. Era un hombre diferente al Pedro que había negado a Jesús unos días antes. Ahora estaba lleno del Espíritu Santo. Comenzó a decir:

—Hemos sido llamados hoy a cuentas por un acto de bondad hecho en favor de un hombre que no podía caminar. Ustedes nos preguntan cómo sucedió. Sépanlo bien: Fue sanado en el nombre de Jesús de Nazaret. Sí, Jesús, al que ustedes crucificaron, pero que Dios resucitó de los muertos.

Pedro continuó diciendo valientemente: "En ningún otro hay salvación, porque en todo el mundo Dios no nos ha dado otra persona por la cual podamos salvarnos".


Los dirigentes estaban asombrados. ¡Esos hombres hablaban tan clara y valientemente! Los dirigentes se dieron cuenta de que Pedro y Juan habían cambiado porque habían estado con Jesús.

¿Qué debían hacer? No podían decir que no había sucedido el milagro. El que había sido paralítico estaba parado frente a ellos. ¡Y ya no estaba paralítico! Podía caminar perfectamente y tenía una sonrisa en su rostro. ¡Sabían bien que había sido sanado! Los dirigentes decidieron finalmente ordenarles a Pedro y a Juan que no hablaran sobre ello. Pero Pedro y Juan se pusieron firmes y les dijeron:

—¿Es correcto obedecer a los hombres antes que a Dios?

Una vez más Pedro y Juan fueron amenazados, pero con mayor firmeza. Luego los pusieron en libertad. Los dirigentes tenían miedo de castigarlos. Demasiadas personas en la ciudad estaban alabando a Dios por lo que había pasado.

Pedro y Juan regresaron al lugar donde estaban reunidos los creyentes. Todos se unieron en oración, pidiendo a Dios poder para hablar de él valientemente. Y Dios escuchó y contestó sus oraciones. De pronto el lugar se sacudió como con un terremoto. Pero no era un terremoto. Era el Espíritu Santo que los llenaba a todos. Y después de eso, todos comenzaron a predicar con gran valor el mensaje de Dios.

 

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Dios les bendiga!!!

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