Lección 9 de Intermediarios
COMENZANDO CON UN REGALO
Cuando miras las fotos de cuando eras bebé, y ves los regalos que algunas personas te dieron, incluso antes de nacer, ¿qué piensas? Tal vez aún tu mamá conserva algunos de esos regalos. ¿Sabías que Dios te dio un regalo sin precio, desde mucho antes de que tú nacieras?
Juan 1:1-18; El Deseado de todas las gentes, pp. 248-256
“En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba con Dios en el principio. Por medio de él todas las cosas fueron creadas; sin él, nada de lo creado, llegó a existir”. (Juan 1:1-3, NVI).
Jesús es el regalo supremo de gracia dado desde antes de la creación del mundo.
“¡No puedo creerlo! La Navidad ya casi está aquí de nuevo. ¿Sabes qué, mamá? Hoy decoraron la plaza de la ciudad”, le informó Heather a su madre mientras lavaban los platos. La mamá sonrió, mientras le pasaba otro plato para secar a su hija. “Hablando de Navidad”, continuó Heather pensativa, “toda mi vida he escuchado que Jesús es el regalo de Dios para nosotros. ¿Pero qué significa realmente eso, mamá? Preguntó.
“Esa es una buena pregunta, Heather”, respondió su madre. “Muchas personas saben que Jesús es Dios. Pero no todos entienden qué representa ese regalo y cuánto costó realmente. En la Biblia, sin embargo, el primer capítulo de Juan nos ayuda a descubrir el verdadero significado del regalo de Dios”.
“¿Sabías que Jesús estuvo en el momento de la creación del mundo?” Le preguntó la madre a Heather. “Sabías que de hecho, él mismo fue quien creó el mundo”.
“¿De verdad?” respondió Heather sorprendida, “yo pensaba que Jesús había nacido hace 2000 años. Tú sabes, Dios lo envió para nacer como un bebé, para que viviera en la tierra como nuestro ejemplo, y muriera y resucitara para que pudiésemos ser salvos”.
“Sí, eso es verdad” dijo su madre. “Pero el plan de Dios para salvarnos no comenzó allí. Dios y Jesús estaban estrechamente entrelazados desde el principio. Junto con el Espíritu Santo, crearon el mundo y sus habitantes. La Biblia dice “En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba con Dios en el principio. Por medio de él todas las cosas fueron creadas; sin él, nada de lo creado, llegó a existir” (Juan 1:1-3).
“¡Guao! Eso da mucho que pensar. Yo no sabía que Jesús existía antes de venir a la tierra”, admitió Heather. “¿Y qué más hizo Jesús además de crear el mundo? Preguntó curiosa ahora.
“Bien, desde el principio, antes de que las criaturas que Dios creó se descarriaran, Dios y Jesús acordaron que Jesús daría su vida para salvarlos si ellos pecaban. Nadie más podía salvarlos, únicamente Jesús”, añadió la madre.
“¡Guao! ¿Cómo crees que se sintió Dios al enviar a su Hijo a la tierra? Dios debe haber extrañado a su hijo mientras no estaba con él ¿verdad?” dijo Heather.
“Estoy segura que sí. Pero lo más difícil para Dios fue ver cómo la gente trataba a su Hijo. Imagina lo que significa un sacrificio como ese, entregar un regalo de tanto valor como su único Hijo, para que la gente a quien ama le responda con odio y rechazo. Pero lo peor de todo, fue ver a Jesús morir en la cruz”, dijo la madre con tristeza.
“De alguna manera, entiendo cómo debe haberse sentido Dios”, respondió Heather. “Sé cómo se siente dar un regalo, y que la persona no lo aprecie”. Eso debe ser lo que Juan quiso decirnos cuando escribió “A los suyos vino, y los suyos no lo recibieron”.
“Eso es correcto. Las personas que entendían las Escrituras reconocieron que Jesús provenía de Dios, y que era un regalo especial enviado para salvarlos. Pudieron ver cuán bondadoso, bueno, y amante él era; y se dieron cuenta que este hombre era de Dios”, añadió la madre.
“Así que ¿cuánto costó realmente ese regalo? y ¿cuánto tenemos que pagar por
él? Preguntó Heather.
“Esa es la mejor parte, Heather” respondió su mamá. “El precio del regalo fue
la vida del amado Hijo de Dios, pero el costo para ti y para mí es cero. Nada.
Únicamente lo aceptas, y es tuyo, libre de cargo”, dijo su madre sonriente.
“¡Esa es una oferta que no puedo rechazar! Dijo Heather sonriente, doblando su toalla.
“Espero que no”, respondió sonriendo su mamá mientras cerraba su Biblia.
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Dios les bendiga!!!
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