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Intermediarios | Lección 9: De igual valor | 3er Trimestre 2022 | Año C

Intermediarios | Lección 9: De igual valor | 3er Trimestre 2022 | Año C

Lección 9 de Intermediarios

DE IGUAL VALOR

 

¿Has comprobado lo fácil que es llevarte bien con personas que creen lo mismo que tú?


Texto y clase de referencias:
Hechos 18; Efesios 2: 11-22; Los hechos de los apóstoles, pp. 198- 206.
Versículo para memorizar:
“Pero ahora en Cristo Jesús, a ustedes que antes estaban lejos, Dios los ha acercado mediante la sangre de Cristo” (EFESIOS 2:13).
Mensaje:
El amor de Dios nos induce a aceptar a los demás.

 

“Debiera encontrar gente aquí que esté dispuesta a aceptar al Dios verdadero —se dijo Pablo cuando llegó al muelle y observó el concurrido puerto de Corinto—. Pero antes tengo que encontrar comida, trabajo y un lugar para vivir”.

Pablo reunió sus pertenencias y caminó por la ciudad. Se detuvo sólo para almorzar. Puesto que Pablo era fabricante profesional de tiendas, preguntó a los vendedores de materiales para tiendas, dónde trabajaban los que se ocupaban en el oficio. Varios mencionaron los nombres de Aquila y Priscila.

—Tengo que entregar tela en su taller —informó un comerciante—. Puedes venir conmigo si lo deseas.

Pablo subió al carro del mercader. —Háblame de esas dos personas —pidió Pablo al mercader.

—Hacen un buen trabajo, aunque no abren el taller el séptimo día —replicó el mercader—. Son judíos, pero también siguen a ese Maestro que fue crucificado hace algunos años.

Pablo se alegró al escuchar esas buenas noticias.

—¡Aquí estamos! —anunció el mercader cuando llegaron.

Mientras Pablo ayudaba a descargar los materiales, una mujer salió apresuradamente del taller, seguida de un hombre.

—¿Tienes un ayudante ahora? —preguntó el hombre al mercader mientras extendía la mano a Pablo—. Esta es mi esposa Priscila y yo soy Aquila.

—Gracia para ti y paz de Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo —les dijo Pablo estrechando la mano de Aquila—. Yo soy Pablo.

—¿Tú adoras a Cristo? —dijo Priscila asombrada poniendo una mano en el lado del corazón.

—Así es. Soy apóstol de nuestro Señor por voluntad de Dios —informó Pablo.

—Entonces debes quedarte a vivir con nosotros para que conversemos —invitó Priscila.

—Ahora debo irme —dijo el mercader.

Aquila le entregó una bolsita con monedas y le agradeció por haber llevado a un hermano en la fe a su taller.

—¿De dónde vienes? —quiso saber Priscila.

—Más recientemente, de predicar el evangelio en Atenas —replicó Pablo—. La gente prefirió sus dioses falsos en lugar de aceptar al verdadero, de manera que vine aquí. ¿Y ustedes?

—Vinimos de Roma cuando el emperador Claudio ordenó que todos los judíos fueran expulsados de la ciudad —replicó Aquila—. Consideramos que Corinto era un lugar excelente para reiniciar nuestro negocio.

—Y para compartir nuestra fe —intervino Priscila.

—Dios ha sido bueno con nosotros —dijo Aquila.

—Pero resulta difícil mantener el paso con todo. Todavía no hemos encontrado a un fabricante de tiendas experto para contratarlo.

—Acaban de encontrarlo —dijo Pablo sonriendo.

—Tienes que quedarte con nosotros y hablarnos más de Cristo —dijo Priscila.

—Eso me agrada —replicó Pablo.

Los tres se dedicaron a la rutina de trabajar durante el día y de estudiar en la noche. Pablo enseñaba en la sinagoga los sábados. Un día aparecieron Silas y Timoteo en el taller. Pablo los recibió con grandes abrazos. Como habían terminado un cuantioso pedido de tiendas, ahora Pablo podía dedicar todo su tiempo a predicar entre los judíos.

Sin embargo, los judíos al poco tiempo rehusaron escuchar. Discutían con Pablo y lo amenazaban. Después de una discusión muy violenta, Pablo sacudió sus vestidos ante ellos para demostrar su desagrado, y les dijo:

“—¡Caiga la sangre de ustedes sobre su propia cabeza! Estoy libre de responsabilidad. Desde ahora me iré a los gentiles”.

Pablo salió de la sinagoga y entró en una casa vecina, de Tito Justo, temeroso de Dios. Pablo predicó el mensaje a Ticio, uno de los gentiles que había adorado a Dios en la sinagoga, y a sus amigos. Después de escuchar los razonamientos de Pablo, varios corintios y algunos judíos, incluyendo a Crispo, dirigente de la sinagoga, y su familia, fueron bautizados.

Dios convenció a Pablo de que debía permanecer en Corinto a pesar de la hostilidad de los judíos. Después de pasar 18 meses en Corinto, decidió ir a otra parte. Priscila y Aquila lo acompañaron a Efeso. En Efeso, el ejemplo de Pablo les ayudó a llevar el mensaje a otras personas. Llevaron a su hogar a Apolos, un creyente judío, y le enseñaron todo lo que sabían. Cuando llegó el momento en que Apolos debía irse, los cristianos efesios escribieron a otros creyentes pidiéndoles que le dieran la bienvenida. Pablo continuó viajando de lugar en lugar. A todas partes donde iba, seguía destruyendo barreras entre la gente, en el nombre de Cristo.

 

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Dios les bendiga!!!

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